lunes, 29 de junio de 2009

CESAR CALVO POEMAS

HOY HEMOS ALMORZADO DE MEMORIA

Hoy hemos almorzado de memoria.
De nuevo
de memoria.
Contando alguna tarde de provincia,
mi madre se ha quedado dormida en una alondra.
En una alondra antigua y silenciosa.

¿Quién va a venir ahora, con la voz de esa alondra,
a hablarnos de la dicha y de las rosas?
Con la luz de esa sombra ¿quién va a venir mañana
a hablarnos del perfume radiante de la dicha,
dichoso
de las rosas?

Ya nadie vendrá ahora.
Nos hemos devorado la voz de las alondras.

Ya nadie vendrá nunca.
Contando alguna tarde de provincia,
hoy nos hemos comido para siempre las rosas.

Poemas bajo tierra, Lima 1960.




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DAN LAS CAMPANAS TU RECUERDO EN PUNTO



Dan las campanas tu recuerdo en punto.


Afuera se pasean las dos de la mañana.


Nada pudo diciembre contra el semestre tuyo.
Nada el sol silencioso contra tu sombra hablada.
Desde el fondo de todo
lo que tengo,
me faltas.


Dan tu recuero en punto las campanas.
Y afuera se pasean,
de una
en una,
las dos
de la mañana.

Poemas bajo tierra, Lima 1960.


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NOCTURNO DE VERMONT

ME HAN CONTADO también que allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra.

¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es un viento de jazz sobre la hierba?

¿Y es cierto que allá en Vermont los geranios
inclinan al crepúsculo,
y en tu voz, a la hora de mi nombre,
en tu voz, las tristezas?

O tal vez, desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a tarde por un idioma pálido
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve, diariamente,
tus cartas
no me llegan.
Y como el prisionero que sostiene
con su frente lejana
las estrellas:
chamuscadas las manos, diariamente
te busco entre la niebla.

Ni el galope del mar; atrás quedaron
inmóviles sus cascos de diamante en la arena.

Pero un viento más bello
amanece en mi cuarto,
un viento más cargado de naufragios que el mar.

(Qué luna inalcanzable
desmadejan tus manos
en tanto el tiempo temporal golpeando
como una puerta de silencio suena.)

Desde el viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras
en los frascos de nácar que los sobrevivientes
encargan al vaivén de las sirenas.

A lo lejos escucho
el estrujado celofán del río
bajar por la ladera.
(un silencio de jazz sobre la hierba.)

Y pregunto y pregunto:
¿Es cierto que allá en Vermont
las noches tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas?

¿Es cierto que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia...?

AUSENCIAS Y RETARDOS
Ediciones de La Rama Florida. Lima, 1963.

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