viernes, 12 de junio de 2009

LA MADRE EN CESAR VALLEJO

He almorzado solo ahora, y no he tenido Madre
.
Maynor Freyre ha escrito y publicado en su blog un artículo sobre la madre del mayor poeta peruano, lo he leído y no he podido menos que sentirme identificado con el propio sentir del poeta a Doña María de los Santos Mendoza y Guerreonero, madre del poeta de Santiago de Chuco, Maynor indica:



Tanto Francisco como María eran hijos de sendos sacerdotes españoles que los engendraron en dos indias peruanas. Cuando César Vallejo nace su papá contaba con 52 años, por lo que ya en su niñez –para aquel tiempo—tenía “un padre casi anciano y una madre cariñosamente atareada en quehaceres domésticos, la hermana casada y los hermanos mayores que debían parecerles muy mayores a un niñito”, al decir de uno de sus principales biógrafos Luis Monguió en su libro Vallejo. Vida y obra (1952: 28).

Y aquí un dato del a edición de Los Heraldos negros y sobre la muerte de la madre y la imposibilidad de ir a su lecho de muerte y su sepelio:



A fines de 1918 Vallejo da a luz su primer poemario, Los heraldos negros, sin más data que Lima, 1918. No hay pie de imprenta ni nombre del editor. El dato que sí existe es que su querida madre falleció el 8 de agosto de 1818, sin que el poeta haya podido visitarla en su lecho de enferma y ni siquiera acompañarla en su sepelio. Las razones pudieron ser varias, pero no creemos que haya sido la larga distancia que separaba Lima de Santiago de Chuco que significaba días de viaje, sino más bien la difícil situación económica que atravesaba. Conocemos una carta inédita del vate, cuando uno de sus hermanos le anuncia su matrimonio, y César le pide, casi le ruega que firme una letra para que su madre pueda asistir a la boda debidamente presentable.

También elabora un análisis sino somero al menos descriptivo del cuento Más allá de la vida y de la muerte:

Tal es el título del cuento con que César Vallejo gana el 15 de diciembre de 1921 el premio nacional organizado por la Sociedad Cultural Entre Nous. El cuento relata su retorno a Santiago de Chuco luego de once años de ausencia.

En ese cuento que he tenido a bien antologar en un libro que saldría a fines de este 2009 por Ediciones Altazor el personaje alter ego del poeta dice:


¿Tú eres mi hijo muerto y al que yo misma vi en su ataúd? Sí, eres tú mismo (…) Mírame. ¡Pálpame hijo mío! ¿Acaso no lo crees? // Contemplela otra vez. Palpé su cabecita encanecida. Y nada. Yo no creía nada…
Y entre los poemas de Trilce, el segundo poemario de Vallejo, editado en 1922 con el monto del premio de Entre Nous y con prólogo de Antenor Orrego, rememora algunos versos a la madre de algunos poemas de esa edición:



Madre dijo que no demoraría.
(…) Mejor
estemos aquí no más.
Madre
dijo que no demoraría

*
He almorzado solo ahora, y no
he tenido
Madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
Ni padre que, en
el fecundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su
tardanza de
imagen, por los broches mayores del sonido.
(…) Cuando ya
se ha quebrado el
propio hogar,
y el sírvete materno no sale de
la tumba.
La cocina a
oscuras, la miseria del amor.

Publicado por Róger E. Antón Fabián en 15:06
Etiquetas: César Vallejo, Maynor Freyre

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