sábado, 4 de julio de 2009

Fwd: El discurso de las imágenes



---------- Mensaje reenviado ----------
De: Ricardo Melgar <melgarr@gmail.com>
Fecha: 4 de julio de 2009 19:08
Asunto: El discurso de las imágenes
Para:


El discurso de las imágenes

Dominique de Voghel Lemercier   

     
El tlacuache, suplemento cultural del INAH, 31 de mayo de 2009
 
El discurso para acceder al poder
El discurso está inmerso en el contexto de la sociedad, de la que saca su sentido y su coherencia. Vivimos con él, está en el centro de toda nuestra comunicación. Dado que es humano, sirve para todo lo que queremos 'hacer con palabras'. El discurso puede ser una simple herramienta para acercarnos y enlazarnos con los seres humanos, pero a la vez puede ser una herramienta, cuando no un arma.
En este mundo (y en este continente y en nuestro país) pletórico de desigualdades sociales y económicas, la brecha entre pobres y ricos se funda, a nivel de comunicación, en un discurso de poder al que tienen acceso quienes detentan el poder económico y social, quienes tienen un mayor bagaje educativo. Teun van Dijk lo explica en Racismo y análisis crítico de los medios (1997:19):
Uno de los problemas más acuciantes es el examen de la naturaleza del poder social y del abuso del poder, en especial el modo en que la dominación se expresa o se representa en texto y habla. Si el poder social (aproximadamente) se define como una forma de control que un grupo ejerce sobre otro, si dicho control puede extenderse hasta las acciones y pensamientos de los elementos del grupo dominado, y si la dominación o abuso de poder implica además que dicho control beneficia al grupo dominante, esto significa que los integrantes del grupo social dominante pueden ejercer dicho control sobre texto y habla.
La dominación que se instrumenta por medio del discurso, dice van Dijk (1997), implica un acceso preferente al texto y al contexto, mismos que se convierten en base o recurso de poder comparable a recursos sociales como la riqueza, el estatus, el conocimiento y la educación, entre otros. Todos, en un momento dado, en diferentes grados según las desigualdades de nuestras sociedades, tenemos esa riqueza que es saber hablar bien (en todos los sentidos del adverbio); es un recurso social que se obtiene o hereda en nuestro propio medio social y del que se llega a abusar, en diferentes grados, sea para lucirse, apantallar, o claramente para dominar.
Gracias a su posición social e institucional privilegiada, las elites tienen acceso al discurso social más importante. Y en un círculo vicioso, podría decirse, ese acceso fomenta y reproduce su poder en situaciones comunicativas específicas. Podríamos expresarlo de esta manera: así como el dinero llama al dinero, el discurso llama al discurso.
El análisis crítico del discurso (acd) es la disciplina que se encarga de denunciar los abusos de poder ejercidos mediante el uso de discurso, verbal o visual, centrándose en las estrategias de manipulación, legitimación, creación de consenso y otros mecanismos discursivos que influyen en el pensamiento y a veces en las acciones, en beneficio del poseedor preferente del discurso. Así lo explica Van Dijk (1997:16): "Cuando se estudia el rol del discurso en la sociedad, el acd se centra particularmente en las relaciones (de grupo) de poder, dominación y desigualdad, así como en la manera en que los integrantes de un grupo social los reproducen o les oponen resistencia a través del texto y del habla".
Por medio del estudio crítico del discurso, precisa el autor, lo que se pretende es descubrir, revelar o divulgar lo que es implícito, lo que está escondido o no es obvio inmediatamente en las relaciones de dominación discursiva. Lo ideológicamente cargado, las muestras de dominación, no necesariamente se ocultan; están a la vista, solamente hay que detenerse un poco. En ese momento, lo que aparece en la superficie del texto (verbal o visual) puede ser síntoma de algo más.
Para practicar el análisis de discurso, podríamos pensar que es detenernos en oraciones particulares que nos llamen la atención, y, minuciosamente, buscar lo que ocultan; o podría ser también leer, o colarnos, entre las líneas, en busca del significado social. Pero, ¿son necesarias esas suertes de contorsiones lingüísticas para buscar el significado social? Solamente hay que detenerse para mirar lo que tenemos ante los ojos, que quizás no es obvio inmediatamente, como dice van Dijk (1997), pero que allí se encuentra; pueden ser giros semánticos y léxicos, negaciones, voz pasiva, sustantivización, etc., evidencias de la lengua misma que reflejan, desde luego, una ideología.
Van Dijk escribe (1997:20): "los estudios críticos se dirigen específicamente a las formas ilegítimas (moral o legalmente) de control y de acceso, por ejemplo, cuando los políticos, periodistas, profesores, ejecutivo o jueces despojan a otros de su forma legítima de texto o habla (censura) o cuando se hace un uso de texto o habla que limita la libertad o los derechos de otros participantes (…)". El control discursivo, precisa van Dijk (1997), puede ser aplicado a todos los niveles, como, entre otros, las variantes de lenguaje, géneros, temas, gramática, léxico, figuras retóricas, coherencia local y global, toma de turnos, cortesía.

Los procesos narrativos visuales

Al igual que en la narración, en las imágenes también hay participantes. Es lo que consideran Kress y Van Leeuwen (1998); usan este término técnico, más precisamente participantes representados, en lugar de los 'objetos' o 'elementos' que ocupan generalmente las imágenes. Los participantes representados, según ellos, son sujeto de la comunicación; es la gente, son los lugares y las cosas – incluyendo las abstractas – representados en y por la imagen, como también en y por el habla o la escritura, acerca de los cuales o de lo cual estamos produciendo imágenes, hablando o escribiendo. Están dentro de la imagen, dentro del discurso.
Además de los representados, y no contiguos, tenemos los participantes interactivos. Ellos se encuentran en el acto de comunicación, son quienes hacen imágenes o las ven, hablan o escuchan, escriben o leen. Lógicamente, ellos están fuera de la imagen; podría decirse que son los sujetos frente al material, haciéndolo o leyéndolo. Son los reales productores y espectadores de las imágenes.
Para Kress y Van Leeuwen, en imágenes altamente abstractas como los diagramas, no cuesta trabajo determinar quiénes o qué son los participantes representados: los cuadros o círculos son como nombres y las flechas como verbos (o procesos), y juntos forman especies de oraciones. Las imágenes naturales, por su lado, pueden ser analizadas en participantes y procesos de la misma manera que los diagramas. Hay dos formas de verlo: la primera es a través de la teoría formal del arte cuyo lenguaje es, en su mayor parte, formalista y se basa en la psicología de la percepción. Los participantes son llamados 'volúmenes' o 'masas', cada uno con su 'peso' o 'tirón gravitacional'. Los procesos se llaman 'vectores', 'tensiones' o 'fuerzas dinámicas'. Pero, recalcan Kress y Van Leeuwen, lo que importa a la hora de identificar a los participantes, es que esos 'volúmenes' son percibidos como entidades distintas que son salientes ('pesadas') en distintos grados por sus tamaños, formas, colores, etc.
La segunda manera de identificar a los participantes es la de la teoría semiótica funcional de Halliday. El aparato conceptual de esta teoría, afirman los autores, hasta hoy ha sido aplicado solamente a la lengua, que es el sistema semiótico más frecuente y metódicamente analizado; se orienta más hacia las funciones semánticas que hacia las formas de los participantes. Usa términos como 'actor', 'meta` y 'receptor', más que 'volumen' y 'masa'.
Sin embargo, los dos enfoques son compatibles. Para exponer su idea, Kress y Van Leeuwen recurren a una imagen titulada "The British used guns", proveniente de un libro de texto de primaria australiano para estudios sociales, usada anteriormente por Oakley et al. (1985, citados en Kress & Van Leeuwen, 1998:48). La imagen representa a dos soldados ingleses cargando su fusil que apuntan hacia una cueva donde se agazapan unos indígenas australianos. Los dos soldados se relacionan con los aborígenes mediante un esquema transaccional en el cual los británicos juegan el papel de 'actor' (la parte que realiza la acción) y los aborígenes, el de 'meta' (la parte que es objeto de la acción realizada). Kress y Van Leeuwen transforman estas relaciones en forma lingüística, pero señalan que esta evolución se hace de todos modos por medios pictóricos. Observan que el código semiótico de la lengua y el de las imágenes tienen cada uno su muy particular modo de realizar lo que, a fin de cuenta, son quizás relaciones semánticas muy similares. Así lo explican (1998:44): "Lo que en la lengua es realizado por palabras de la categoría 'verbos de acción', en las imágenes es realizado por elementos que pueden ser formalmente definidos como vectores. Lo que en la lengua es realizado por preposiciones locativas, es realizado en las imágenes por las características formales que crean el contraste entre el primer plano y el segundo plano". Señalan, sin embargo, que la distribución de posibilidades de realización entre los diferentes códigos semióticos es determinada histórica y socialmente y depende de las potencialidades y limitaciones propias de un medio semiótico.
Podemos resumir estas ideas por medio del siguiente cuadro que muestra ciertas equivalencias de nociones entre la narración verbal y la visual:
narración    imágenes
funciones     participantes
agente     actor
paciente     meta/receptor
verbo de acción    vector
preposiciones locativas    uso de 1er/2do plano

Lo que se destaca en este cuadro, en cuanto a la noción de agentividad, es la equivalencia de los conceptos de 'agente/actor' y de 'paciente/meta/receptor'; es una prueba más de que las imágenes también son lenguaje, narración, discurso.

Los patrones narrativos

En las imágenes, los agentes de Brémond son los 'participantes'. La relación entre agente y paciente ahora es entre 'actor' y 'meta'. Dado que aquí no hablan, están conectados por un vector, escriben Kress y Van Leeuwen (1998), y son así representados como haciendo algo uno al otro o para el otro; es lo que llaman un patrón narrativo. Los patrones narrativos sirven para presentar acciones o acontecimientos en desarrollo, procesos de cambio y arreglos espaciales transitorios. El vector es el sello distintivo de una proposición visual narrativa. Explican los autores (1998:57): "Dentro de la imagen, los vectores son constituidos por elementos pintados que forman una línea oblicua, a menudo una muy fuerte línea diagonal (…). Los vectores pueden ser formados por cuerpos o extremidades o herramientas 'en acción', pero hay numerosas otras maneras de transformar elementos representados en líneas diagonales de acción. Una carretera atravesando el espacio de la imagen, por ejemplo, también es un vector, y el auto circulando en ella es un actor en el proceso de circular". Estos elementos de direccionalidad siempre deben figurar si la estructura va a realizar una representación narrativa: líneas conectoras sin un indicador de direccionalidad crean una estructura analítica particular y significan algo como 'está conectado con', 'está conjunto con' o 'se relaciona con'.
Dicen Kress y Van Leeuwen que el participante (persona u objeto) desde el cual emana el vector tiene el rol de actor (equiparable al agente de Brémond) y que el participante hacia el cual apunta el vector tiene el rol de meta (el paciente según Brémond); esto sucede dentro de una estructura que se llama transacción, como algo hecho por un actor a una meta. Kress y Van Leeuwen indican (1998:61): "En las imágenes, (actor y meta) son a menudo también los participantes más prominentes, por el tamaño, lugar en la composición, contraste con el fondo, saturación o claridad de color, nitidez de enfoque, y por la 'prominencia psicológica' que ciertos participantes tienen para los observadores".
Kress y Van Leeuwen aclaran (1998:48): "Nuestro uso de estos términos no implica que las imágenes trabajan de la misma manera que la lengua, solamente que saben 'decir' (algunas de) las mismas cosas que la lengua – de muy diferentes maneras: lo que en la lengua se realiza por medio de configuraciones sintácticas de ciertas clases de nombres y ciertas clases de verbos, en la imágenes se realiza, se hace perceptible y comunicable, por medio de la relación vectorial entre volúmenes".
Es indudable la coincidencia entre el discurso verbal y el discurso visual. A primera vista el análisis del discurso se ocupa de textos verbales, tanto orales como escritos; es donde se produce más trabajo. Pero es primordial saber que las imágenes también son texto y discurso; no son tan inocentes: las viñetas, las publicidades (donde por cierto a menudo se mezclan lo visual y lo verbal), cierta fotografía, y otros medios, que son estructuras pictóricas que no reproducen las estructuras de la realidad; al contrario, alguien – quien tiene el poder de hacerlo – dice con ellas algo, como si hablara. Produce entonces simples imágenes, entendidas como representaciones de la realidad vinculadas con sus intereses o los de las instituciones sociales con poder de decisión.
Al fin de cuentas, el discurso está en todas partes y en todos los soportes imaginables: nuestra ropa, nuestra manera de hablar y nuestros gestos, nuestro porte, nuestra mirada (véase el concepto de proxémica,  un concepto introducido por el antropólogo Edward T. Hall en 1963), el coche que manejamos y su color (cuando podemos escoger), la música que ponemos a todo volumen. Todas estas formas discursivas son igualmente objeto de estudio, para los antropólogos y los sociólogos, con la ayuda de los analistas del discurso.      

Bibliografía
• Brémond, C. (1973). Logique du récit. París: Éditions du Seuil
• Kress, G. & Van Leeuwen, Th. (1998 [1996]). Reading Images: The Grammar of Visual Design.
Londres: Routledge
• van Dijk, T. A. (1997). Racismo y análisis crítico de los medios. Barcelona: Ediciones Paidos Ibérica



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Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
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cel 993754274

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