sábado, 4 de julio de 2009

La conquista continúa

Escrito por Salvador E. Morales Pérez

Domingo, 28 de Junio de 2009 00:00

¿Quién dijo que los tiempos de la conquista concluyeron en los siglos coloniales? Miren a Perú,en tiempos del nuevo REQUERIMIENTO, en lenguaje petrolero.

Si el gran frayle Bartolomé de las Casas pudiera echar un ojo a los tiempos actuales escribiría una segunda versión de "La destrucció de las Indias". Y de seguro harí un parangó entre las atrocidades de aquel ayer y las de hoy. Verí, que tan criminales como Narváz, Corté, Alvarado, Pizarro, han sido los geóagos y etnocidas con oriundez argentina, chilena,

paraguaya, brasileñ, mexicana, colombiana y peruana, que invaden tierras ajenas, que

arrasan bosques ancestrales y masacran indíenas. Un capíulo aparte dedicarí a los

"adelantados" estadounidenses. Y bajarín de pedestales a los Custer y otros éulos

protagonistas de las masacres como la de Wounded Knee. Adelantados o emprendedores (se les califica ahora eufemíticamente), de distintas éocas, idéticos en feloní y dureza. Para

estos no ha habido ni tratados y leyes a observar, ni sitios sagrados que respetar, ni vidas que valgan má que ambiciones y codicias. Entonces, como hoy, le llaman a esas operaciones criminales civilizar. El gran socióogo brasileñ Gilberto Freyre llamóa esas acciones "sifilizar", porque trajeron má enfermedades que curas. Y entonces como ahora la alta clerigalla bendecí a los conquistadores, entonces como ahora tambié hay religiosos de la estirpe de Montesinos y de las Casas que desafín a los grandes poderes con nuevas denuncias. Como las de Frey Betto y Samuel Ruiz. Algunos de estos religiosos y religiosas han pagado con sus vidas el evangéico atrevimiento.

Y todaví hay gobiernos que mantienen en su calendario el festejo del 12 de octubre. Dí de la

Raza, se le denomina, cuando debín corregir el gazapo tituládolo Dí de la Razzia, porque

de esa fecha se desprende el má grande saqueo y genocidio que se registra en los anales de la historia de la humanidad. Genocidio y pillaje que continún los hijos y nietos y bisnietos de los conquistadores con la misma sañ impí. Y vergünza debí caer sobre los maestros y profesores que aceptamos irnos de vacaciones ese dí que debí ser dedicado a expiar las barbaridades pasadas y presentes en jornadas de educació históica.

Si echamos una somera mirada sobre el impacto de la modernizació capitalista -fenómeno

histórico que con el mismo ímpetu que genera va destruyendo bajo el aliento de una avidez de ganancias que no se sacia jamá –durante el útimo medio milenio, podremos observar que el proceso de la conquista iniciado en el siglo XV, ha sido continuo. Las pausas, propias de diversas etapas del proceso de expansió de las nuevas formas de explotació, han reunido más y mayores elementos para proseguir la conquista colonizadora. El despojo ha sido un coeficiente perpetuo. Enormes latifundios fueron establecidos a costa de la persecució y el exterminio. Formas esclavistas han sobrevivido solapadas bajo el sistema republicano. Una oligarquía despiadada y atrabiliaria se levantósobre este choque desigual para imponer una malformación estructural en todos los sentidos imaginables. La depauperació, el etnocidio, la deculturación, la discriminación de los supervivientes, la vejació inferiorizante. Una marcha inexorable durante cinco siglos en donde han recibido má atropellos que ventajas civilizatorias.

La historia oficial ha callado tanta infamia y en su lugar permite la exposició continuada de un discurso colonizador. Discurso mendaz y malicioso para producir el acto de mutilació de la memoria históica. Es el discurso que tergiversa la compleja trama, contradictoria y perversa,del nacimiento de estos pueblos nuevos. Pueblos emergentes de un drama lacerante.

Comunidades nuevas que se afirman sobre el dolor de los pueblos originarios y la amenaza de nuevas formas de dependencia neocolonial.

Esos pueblos nuevos aun no acaban de identificarse ni pautar sus relaciones interénicas

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La conquista continúa

Escrito por Salvador E. Morales Pérez

Domingo, 28 de Junio de 2009 00:00

internas con el mejor sentido de justicia y equidad. Son pueblos enajenados de tal forma que no saben como defender sus perfiles transculturales y se embriagan con paradigmas ajenos,más de orden mercantil que genuinamente cultural.

Esa alienación no justifica la indiferencia con que estas comunidades mestizas miran los

atropellos de los pueblos originarios. Es vergonzoso. Muy vergonzoso, que los centinelas de los derechos humanos – legítimos o autodenominados – clamen con más fuerza por

restricciones más o menos injustas en la sociedad civil, que por crímenes contra los naturales,tan alevosos como los que se han cometido y cometen bajo el empuje de los intereses empresariales u oligárquicos: en Ecuador, en Brasil, en México, en Bolivia, Colombia, Chile, Paraguay, Perú, en los mismos Estados Unidos. El inventario de atropellos es infinito y sorprendente. Las narraciones de Las Casas, las denuncias de Augusto Roa Basto en Culturas

Condenadas, las estampas históricas de Eduardo Galeano, son pequeñas muestras de una

hecatombe humana superior. En la historia de mañana Alan García figurará en la misma

galería ignominiosa que Julio A. Roca el relevante exterminador de tehuelches y mapuches de

la Pampa.

Una aberración cognoscitiva y ética impide a muchos rebasar la percepción de estos seres

como un número frío, como una no-persona. "Bábaros, paganos, salvajes y primitivos". Esa

distorsionada percepció dificulta entender que el dolor de estos "nativos", de estos

"aboríenes", ante los atropellos dizque "civilizatorios" tiene igual dimensió que el de los

civilizados. Ahíestála base de la indiferencia, de la escasa solidaridad. Sin embargo, esa

enajenació no los absuelve de la complicidad inherente.

Cuando se va celebrar el bicentenario del inicio de las guerras de independencia, con toda la

fanfarria y la bisuterí mediáica que amenaza la conmemoració, hay comunidades humanas

que se resisten a la conquista de los descendientes de los conquistadores. Grupos humanos luchando por su territorio, por su autodeterminació, por su cultura y supervivencia. Esa, por pequeñas que parezca a los ignorantes, es una lucha idéoligica, digna de admiració, consideración y solidaridad. Son hechos, como étos que se producen en la Amazoní peruana, los que ponen a prueba si en verdad estos "progresos históicos" vividos bajo el sistema capitalista nos han hecho má "civilizados", gente buena y de sensibilidad o si nos han hecho involucionar a la competitiva condició zoolóica de individualismo rampante y rapaz.

Las 65 etnias en pie de lucha del Estado llamado Perú esperan por un gesto de humanidad.

Salvador E. Morales Péez, de origen cubano, fue presidente de la Asociació de Historiadores de Améica Latina y del Caribe (ADHILAC) y actualmente investigador del Instituto Investigaciones Históicas de la Universidad Michoacana de San Nicolá Hidalgo (UMSNH) salvadormp39@yahoo.com

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