viernes, 14 de mayo de 2010

El escandalo denunciado por "Caretas"

Hace varios días estábamos caminando por la Plaza San Martín. No teníamos rumbo. Sabíamos que íbamos a algún lugar, pero no nos dábamos prisa por llegar. No queríamos llegar en realidad. El día nos parecía sumamente aburrido. No había mucha gente caminando por esa zona. Hacía mucho calor. Íbamos caminando muy rápido a donde no queríamos llegar tan rápido. ¿Cómo son las cosas, verdad?
Nos encontrábamos, pues, ese día yendo por la Av. Colmena, cuando nos dimos con la plazuela esa donde antes se ubicaba el Banco de la Nación, aquel local que fuera quemado –a todas luces- por Vladimiro Montesinos durante la “Marcha de los Cuatro Suyos” que se organizara en apoyo de la candidatura de Alejandro Toledo.
Nos quedamos mirando la plazuela esa por un momento, recordando el edificio que antes habíamos visto completamente siniestrado y que ahora no existía. Evidentemente ese local fue volado con explosivos por gente conocedora de tales menesteres. No era algo que pudieran hacer aficionados y, menos aún, aquellos que no querían hacerlo –los partidarios de Toledo- porque ya el gobernante de turno, Alberto Fujimori, estaba completamente desprestigiado y no necesitaba nada para que la gente lo rechazara porque ya lo estaba rechazando.
Ahora, Alberto Fu
jimori está sentenciado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad. Se le ha condenado por la matanza de un total de 25 personas en los Barrios Altos (1991) y La Universidad de Educación de La Cantuta (1992), así como también por dos secuestros tras el "autogolpe" de Estado de 1992. Fujimori jura no haber tenido conocimiento de la existencia y del actuar del “Grupo Colina”, jura que su socio Vladimiro Montesinos lo traicionó… Una persona que ignora cosas tan evidentes e importantes que ocurren en su gobierno ¿qué calidad de gobernante puede ser? Eso y muchas otras cosas ocurrieron y él siempre ha dicho y dirá que no es culpable. ¿Por eso huyó abandonando su cargo de Presidente de la República…?
Alberto Fujimori -ésta fue la noticia de estos días-, está recibiendo visitas en el penal donde está recluido como si estuviera en su casa. Él goza de muchos privilegios. Nadie puede negar ya que los tenga. Ahora se busca justificarlos. Hasta el Presidente Alan García le ha recomendado, sí, le ha recomendado a Fujimori que tenga más cuidado con lo que hace porque eso puede serle contraproducente a él mismo y a su agrupación (no lo ha dicho con estas palabras, pero el sentido es claramente éste).
Uno se pregunta, ¿cómo es que un condenado por crímenes como los que Alberto Fujimori ha sido condenado –que claramente son delitos de terrorismo, terrorismo de Estado-, es tratado con tantos miramientos? Dice su m
édico y partidario político Alejandro Aguinaga que Fujimori “es una persona que, por el hecho de estar en prisión, es muy sensible.” Claro, eso se comprende. No solamente en su caso, sino en todos los casos… salvo en aquellos que no lo sean, evidentemente.
¿Está muy “sensible” Alberto Fujimori? ¡Pero si vive en prisión como si estuviera en su propia casa! Él hace –se podría decir por lo que se ha publicado y por lo que corre de boca en boca- lo que quiere en prisión, mientras que otras personas que están en encerrados por terroristas –por haber luchado contra el Estado-, no tienen los mismos derechos y algunos son arrinconados sin que les permita ni siquiera casarse. Claro, nos referimos a Abimael Guzmán –el así llamado “Presidente Gonzalo”, líder de sanguinario grupo denominado “Sendero Luminoso”- y a su mujer Elena Iparraguirre quienes hasta huelga de hambre han hecho. Son criminales, es cierto, pero tienen derecho a casarse y a tener visitas conyugales. Pero hasta para eso les ponen trabas.
¿Estamos nosotros haciendo apología del terrorismo? ¿De qué terrorismo? Ya nadie, en realidad sabe lo que significa el término “terrorismo” en nuestro medio, porque los políticos y los miembros del Poder Judicial le dan el significado que les da la gana, sin tener en cuenta su significado histórico, y esto se hace para darle gusto a quienes dirigen las riendas del Estado...
La gente de Sendero Luminoso, aqu
el grupo político –partido, según la definición clásica de lo que es un “partido”- ya no existe en la realidad de la lucha política nacional. Lo que sale en los periódicos -en relación a su aún pretendida existencia-, más parece ser propaganda estatal para mantener vivo el fantasma del “cuco” que ayudará a meter y mantener en cintura a muchos “descarriados” o que pretendan “descarriarse”. Que hay seguramente grupos terroristas, eso sí posiblemente sea cierto. Que algunos pueden haber pertenecido al Sendero Luminoso que dirigió Abimael Guzmán y pereció con su aprisionamiento, esto también puede ser cierto. En internet se puede encontrar algunas páginas webs de ese grupo, aunque uno no sabe realmente qué significan o quien está detrás de ellas.
Lo cierto es que Abimael Guzmán y los suyos, ya no existen políticamente para la descabellada y sanguinaria lucha que una vez lideraron. En la realidad ya su organización ya no existe aunque algunos puedan utilizar el nombre y al pretendido "Presidente Gonzalo" que ya no es ni la sombra de lo que una vez fue. Ellos cometieron crueldades y crímenes sin nombre y la generalidad de sus componentes ahora están presos o se han desbandado al no contar con su divinizado líder, el “Presidente Gonzalo”.
Pero a ellos -a quienes están aprisionados-, no se les puede castigar más allá de lo que significa estar en prisión, estar privados de su libertad. El aislamiento absoluto –o cuasi absoluto- a que los han sometido, es una crueldad sin nombre. Incluso tratándose de quienes han cometido delitos como los que cometieron ellos. No se les puede aislar eternamente. Mientras tanto el condenado por crímenes de lesa humanidad, Alberto Fujimori, es tratado con tantos miramien
tos que no pareciera estar en prisión en ningún momento, de acuerdo a lo que se ha publicado.
Son muchas las personas que cuentan –desde hace tiempo- que algún conocido suyo ha ido a visitarlo para unirse a su grupo electoral. “La República” ha publicado en varias ocasiones informes sobre el particular así que no se puede dudar de la veracidad de esos informes que corren de boca en boca.
¿Por qué recién ahora se hace tanto escándalo con lo que publica “Caretas”? Esto es algo que tiene también que ser dilucidado, porque este escándalo y la consiguiente “investigación” -que podría durar mucho tiempo-, se presenta en vísperas de elecciones. Ya el juicio a Alberto Fujimori y a Vladimiro Montesinos fue utilizado –se quiera o no, y no parecer haber sido simple coincidencia- para que Keiko Fujimori saliera elegida al congreso con la primera votación preferencial. ¿Ahora se piensa repetir el plato?
Que después de todo lo que ha salido en los periódicos, y el debate que se ha armado, a Fujimori se le haya “subido” la presión, como se decía antes, o haya sufrido un “aumento de adrenalina” (según informa ahora su médico de cabecera Alejandro Aguinaga) no es nada raro.
No resulta nada extraño que Fujimori reciba, converse y dé teatrales apariciones y charlas proselitistas a sus partidarios allí en la prisión: cierto o no, la realidad es que lo que está pasando se ha tornado tan escandaloso –manipulándose la situ
ación para que así fuese y llamar la atención- que la revista “Caretas” ha sacado un informe sobre el particular –como si fuera el primero y el único, que no lo fue porque “La República” ya había informado sobre el particular con mucha anterioridad-, que ha trascendido a todas partes y se discute a todos los niveles, convenientemente para los partidarios de Alberto Fujimori. Y, lo peor de todo, es que no puede dejar de tocarse el tema porque es un escándalo real, que debe solucionarse.
No es posible que hubiera quién ignorase, en los círculos oficiales y el INPE, que eso estuviera pasando. Sólo que todos callaban porque, seguramente, no era el momento de hacer un escándalo. Había que esperar que el escándalo fuera políticamente aprovechable. Y mientras más se acumularan las pruebas de este asunto, más escándalo se haría, sobre todo por parte de los opositores. Allí quienes quieren aprovecharse de este caso no tienen pierde. Si los opositores no hacen nada -cosa difícil de creer por las características que tiene el político peruano, más aún si procede de los sectores populares o es de las canteras socialistas-, podrían contar con muchas otras personas que convertirían el escándalo en algo digno de ser tratado por todo el mundo. Y los opositores tendrían que involucrarse…
No nos llama la atención pues, que la fiscalía se haya puesto más diligente precisamente esta semana en la exposición de sus alegatos finales contra Alberto Fujimori (no acusamos a nadie aquí, sólo reflexionamos en base a los elementos de juicio que tenemos). Y estamos seguros que es una manipulación evidente del caso con fines políticos. Aunque sea cierto lo que el fiscal José Peláez haya manifestado: que está optimista en cuanto a su próxima condena porque “existen una cantidad enorme de indicios que son concurrentes, coincidentes, plurales, que nos llevan a la conclusión que sí, el señor Fujimori tu
vo directa participación en los hechos”. El fiscal Peláez expresó su confianza en que la corte emitirá un veredicto condenatorio, hacia finales de febrero o principios de marzo, aunque teme que la pena impuesta sea menor a la solicitada. “Si es que hay una rebaja muy sustancial, lógicamente nos veremos obligados a apelar”, concluyó. Claro, todo eso nos hace ver claramente que la verdad se está manipulando arteramente y nos preguntamos ¿quiénes están moviendo los hilos de esta contra-conspiración? Porque lo que se hace es algo que se tiene que hacer necesariamente, solamente que se hace cuando les conviene políticamente a ciertos sectores que se haga.
Las elecciones están cercanas. Tanto las municipales como las presidenciales. Se tiene que comenzar ya, con la debida anticipación, a hacer la propaganda sin que sea propaganda propiamente hablando y, sobre todo, se debe procurar que la hagan los opositores para que así sea más efectiva y llegue a todas partes y a todas las personas. El escándalo llama la atención incluso hasta del más apático. El circo es más rentable políticamente que la serenidad.
Los partidarios de Alberto Fujimori, como es natural, niegan lo que es evidente o lo aceptan como un derecho de cualquier recluso, negando que Alberto Fujimori no es “cualquier recluso”, sino uno que ha cometido crímenes en gran escala, crímenes de lesa humanidad.
El ex alto dirigente del partido a
prista Mauricio Mulder ha dicho que Fujimori está abusando de la confianza, pues hace utilización proselitista de la prisión e ingresan sus partidarios bienes que no pueden ser controlados. Pide explicaciones. Dice que es un abuso de confianza de un reo, simplemente un reo, no de alguien que ha cometido crímenes de la magnitud que cometió Alberto Fujimori, según se le ha probado.
El Fiscal Supremo, Avelino Guillén Jáuregui, ha señalado que el local de la Diroes funciona como un local partidario. A aclarado que “Fujimori ha sido condenado por graves actos de violación de derechos humanos y recordó que su despacho fue muy claro en torno a las actividades políticas que se realizan en la Diroes, bajo la complacencia del Ministerio de Justicia.”
¿Cuál es la diferencia entre un Fujimori, así condenado, y un Guzmán, igualmente condenado? Nosotros
no lo sabemos. Lo vemos todo igual. Son los mismos delitos. Solamente que uno, a todas luces, parecería contar con el apoyo oficial sin que se muestre como oficial. La tibieza con que han tocado el tema algunos representantes del gobierno así pareciera indicarlo. El otro cuenta con el rechazo oficial, que a nadie le importa que se dé.
Por todo lo ya dicho, no resulta ya tan curioso que el Presidente del Consejo de Ministros Javier Velásquez Quesquén, considere que se debe tener mayor tolerancia con Alberto Fujimori: “No hay que ser intolerantes (…) vivimos en democracia (…) a veces los extremos pueden llevarnos a que haya la percepción de que no vivimos en una democracia sino en una dictadura (…) Los valores democráticos deben tener como elementos la comprensión y la capacidad de distinguirnos de aquellos que instauraron u
n gobierno autoritario donde perseguían a las personas por sus ideas.” En realidad es lo mismo que ha dicho el Presidente Alan García aunque con otra palabras pero con la misma significación, con la misma intención. La ministra de la Mujer Nidia Vílchez ha considerado condenable la libertad con la que Fujimori habría recibido esas visitas en prisión.
El congresista fujimorista Carlos Raffo ha asegurado que Alberto Fujimori "puede hablar de lo que quiera con sus visitas". Es un reo como el que más. Es lo que se desprende de lo que Raffo dice. Añade que nadie le puede impedir a Fujimori que ejerza sus derechos. Derechos que él siempre le negó a quien le daba la gana, porque durante su gobierno se hacía lo que él –el presidente Alberto Fujimori- quería.
La verdad, en el Perú la gente no se fija ya en los delincuentes que parecieran contar con la protección oficial… aunque sea de manera extraoficial. Abierta o encubiertamente porque eso es lo que se puede deducir de las palabras de los representantes del gobierno.
¿Lo que pasa ahora quizás sea una variante de lo que se decía de Manuel Apolinario Odría: "Roba pero hace obras"? ¿Ahora podría ser "mata pero hace obras"? En este Perú nuestro, todo es posible... hasta lo imposible.


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Fujimori y Sus Visitas - La Republica

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