domingo, 30 de enero de 2011

ARGUEDAS Y LA SITUACION POLITICA ACTUAL

por Juan Cristóbal
(Lima, 1 de febrero, del 2011)

Seré lo más breve posible, por razones personales. Sin embargo, una atingencia preliminar, antes de entrar al meollo de lo que deseo esbozar.  Se ha conmemorado los cien años del nacimiento de Arguedas en todos los rincones del país y eso nos vuelve a preguntarnos (como volviendo los ojos sobre el hombro, como diría Vallejo) si la obra de JMA es y sigue siendo una “utopía arcaica” como nos decía el famoso novelista y sus varios seguidores.

En los diferentes reconocimientos que se han hecho, por parte de crìticos literarios, agrupaciones culturales, políticos y estudiosos de la obra de JMA, hay varios temas olvidados, pero hay uno central que atraviesa tanto el universo literario como el político-social. Y es el tema del mestizaje.

Apoyándome en una notable crìtico literario y profesor universitario, Alberto Escobar (olvidado por los actuales estudiosos de la literatura y especialmente en su visión y postura sobre Arguedas), en un trabajo que se editó en 1981, por The University of Chicago, titulado “Arguedas, el desmitificador del indio y del rito indigenista”, que pertenecìa a otro mayor (que no sé si se editó), en ese texto se rescata la posición nítida de Arguedas sobre el problema del mestizaje, tanto en lo literario como en la sociedad peruana.

Sintetizando tal postura: Arguedas planteaba que el problema del mestizaje tiene una historia y un desarrollo. La historia es desde la propia conquista española y su visión virreynal y colonial del indio y de la sociedad, cuestión que todavía perdura en la variada literatura peruana y en el plano político, social y moral del país.

Y su desarrollo es el choque de ambos mundos y visiones culturales (dentro de propios y específicos desarrollos), especialmente a partir de la década del 30, en la que se interactúan e interinfluencian, muchas veces de manera frontal. Pero dice Arguedas y reafirma Escobar, el mestizaje no debe ni puede quedarse en esa situación, sino que debe resolverse, tanto en el ámbito cultural como político-social, dentro de las condiciones en la que la situación social la conduzca.

La mayor parte de los crìticos literarios y escritores han pisado pero no han pasado la raya del término “mestizaje” y se han quedado allí sin proseguir en su enfrentamiento con el otro mundo (recuèrdese la famosa pero estéril polémica de “andinos y mestizos”). Lo mismo sucede con los políticos actuales. Por eso, ahora se puede saber porque los que se llamaron en un tiempo “socialistas” ahora son “nacionalistas”.

Sin embargo, JMA, al que tanto se cita y recuerda por literatos y politicos en la actualidad, si planteó la solución a este problema central. Pero los “conmemoradores” (oficiales y no) no lo han querido ver. Para terminar cita a otro “olvidado”, al narrador Carlos Meneses, que aborda lúcidamente el tema en este punto. Dice en un reciente artículo “No se debe odiar a Arguedas”, publicado en el blog “Bosque de Palabras” de Julio Carmona:

“(“Todas las sangres”). Cada página que concluía era un retrato de lo que significa la desigualdad. Una porción del dolor del auténtico peruano maltratado. Sentía voces lanzadas con ferocidad, y ayes, quejidos como toda respuesta. De las páginas del libro salían los indios heridos, sus mujeres violadas, los niños sin alfabeto y trabajando desde que tenían uso de razón. ¿Y quién tiene la culpa? ¿Y quién queda indiferente ante ese cuadro? ¿Y quién manda y se adueña de todo?

Uno piensa cuando termina la lectura de “Todas las sangres”, ¿Arguedas estuvo presente en ese mundo? ¿Arguedas los vio sufrir? ¿Arguedas supo quién tiene la culpa?

 Arguedas vive, ha vivido, vivirá a través de su obra, defendiendo a esos otros peruanos humillados. Demostrando la insolidaridad de muchos y clamando por la igualdad, por los mismos derechos para todos. Y al terminar de leer “Los ríos profundos”, “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, “Agua”, “Todas las sangres”, los otros libros en los que Arguedas escribe acerca de la realidad peruana como sobre un pentagrama de dolor, uno se pregunta: ¿Y todo va a seguir igual? ¿Y a pesar de esta denuncia emocionada e inteligente, no habrá cambio? ¿Continuará la indiferencia? ¿La sociedad peruana seguirá fragmentada en muchas partes, por culpa de complejos raciales e injusta distribución de la riqueza?”.

Creemos que la sociedad en su conjunto ya no puede seguir soportando todo este clima de injusticia, mentiras y corrupción en que vivimos. Debemos dar un gran salto y es a ese mundo que Mariátegui y Vallejo llamaron “socialista”.  O “socialismo mágico”, como lo llamo Arguedas. Mundo que no se sabe por qué misteriosas razones tanto se oculta.

 

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