Buenas Tardes, les reenvio este correo, abrumada por la situación en Gaza, Saludos, Charo
> Date: Sat, 27 Dec 2008 14:20:48 -0400
> From: flormhq@gmail.com
> To: jacquemundoubv@hotmail.com
> Subject: Jesús sólo vivió un día
>
> Navidad en los Territorios Ocupados
> Por: James Petras / Nodo50
> Fecha de publicación: 27/12/08
>
> Traducción: CSCAweb
>
> El pueblo estaba ocupado. Las tiendas, cerradas. Las oficinas de la
> seguridad social habían sido bombardeadas, y su propio hogar estaba en
> ruinas. José no tenía trabajo. Nadie tenía dinero para contratar a un
> carpintero. Y, aunque lo hubieran tenido, la ocupación no les permitía
> construir nuevos edificios, ni reparar los que ya había, ni siquiera
> comprar materiales de construcción.
>
> María salió al amanecer y el aire helado le raspó el rostro. Se tapó
> el cuello y las mejillas con un pañuelo. Se dirigió al pozo y llenó el
> caldero de agua. Le costaba inclinarse porque su enorme barriga se
> interponía. Había sentido contracciones durante toda la noche y sabía
> que era casi la hora. Habían intentado encontrar un lugar donde
> quedarse, pero sus parientes vivían en la siguiente ciudad, llamada
> Belén. Las carreteras principales estaban bloqueadas por tanques,
> vehículos armados, y soldados con fusiles automáticos.
>
> José se lavó la cara y ayudó a María a recostarse sobre la manta que
> cubría el sucio suelo de la improvisada tienda. Pasó su mano callosa
> por su pelo y le dio una palmadita amable sobre el vientre. María
> sonrió pese a no sentirse bien. Era solamente una muchacha, una
> adolescente veinte años menor que el barbudo José.
>
> "He hablado con Sami, el pastor. Me ha prometido llevarnos hasta Belén
> esta noche por caminos secundarios". José empaquetó sus escasas
> pertenencias. A medianoche María montó sobre el burro mientras José
> cargaba con lo que tenían.
>
> Sami abría el camino. Mientras subían por el camino rocoso, cada
> sacudida hacía que un dolor agudo recorriera los muslos y el vientre
> de María. Cuando ya se aproximaban a Belén vieron una luz brillante
> que barría las afueras de la ciudad. Sami señaló una valla que rodeaba
> el perímetro de la ciudad. "Hay un espacio entre la valla y las rocas.
> Podéis cruzar por ahí, pero tendréis que abandonar el burro".
>
> José miró suspicazmente a Sami. "¿Dejar el burro? ¡Nunca!" A Sami le
> ofendió el tono de sospecha de José. "Entonces, tendréis que cruzar a
> través del control israelí. Ahora tengo que dejaros. Que Dios os
> acompañe".
>
> José miró hacia arriba. María dormitaba. José
>
> guió el burro montaña abajo hacia la carretera principal. La luz
> brillante les cegaba. Una voz dura y estentórea resonó a través de un
> altavoz.
>
> "¡Alto o dispararemos! ¡Ahora!"
>
> "Bajen del burro, arrojen su bolsa al otro lado de la vía, y levanten
> las manos. ¡Ahora, o disparo!", ladró la misma voz oculta.
>
> José colocó su bolsa en el suelo y ayudó a María a desmontar. María se
> sentía rara, tenía sueño y estaba terriblemente atemorizada.
>
> "¡Venid aquí con los brazos en alto, especialmente tú, la árabe gorda!"
>
> María, con los brazos colgando en el aire, sintió la urgente necesidad
> de orinar para aliviar la presión de su vientre.
>
> Cuando uno de los soldados indicó a José que se adelantara, gritando
> "¡Las manos detrás de la cabeza!", María se sintió muy sola.
>
> Entonces, ordenaron a María que caminara hacia delante, muy despacio.
> Los soldados tenían el dedo puesto sobre el gatillo de sus USIS,
> apuntando a su cabeza y a su vientre. "¡Desabróchate el abrigo y
> levántate el vestido!", gritó una voz sin rostro. Hubo una pausa.
> María estaba avergonzada. Solamente José la había visto desnuda. Se
> levantó el vestido.
>
> Un soldado enfocó sus prismáticos sobre el vientre de María. "No hay
> bomba o está gorda o es solamente un vientre con un niño dentro".
>
> El soldado le pasó los prismáticos a un oficial superior. El oficial
> miró a través de ellos y gritó, "¡Quítate la combinación, no te hagas
> la virgen con nosotros!"
>
> María se sentía confusa, y tenía el rostro enrojecido. Se levantó la
> combinación y la luz del foco flector iluminó su vientre, que colgaba
> sobre su ropa interior.
>
> "¡Quítatelo todo! ¡Venga, puta árabe, podría esconder algo entre tus
> piernas, además de la polla de tu marido!"
>
> María deseaba morir mientras se agachaba para quitarse las bragas. El
> haz de luz iluminó el vello oscuro de su pubis.
>
> "¡Date la vuelta!"
>
> Se volvió.
>
> "¡Ahora, vístete! Y tú, el de la barba ¡levántate!"
>
> Dos soldados se acercaron a José y señalaron hacia María para que
> caminara hacia delante.
>
> Les interrogaron durante varias horas. De dónde veían, por qué se
> habían marchado, por qué su casa había sido destruida ¬ "¡Algo habréis
> hecho!", dijo el oficial israelí -, hacia dónde se dirigían, por qué
> viajaban de noche y por carreteras secundarias, con quién se iban a
> alojar, durante cuánto tiempo y sobre todo, cuál era su relación con
> la Autoridad Palestina, con Hamas, la Jihad, o el FPLP. Cada
> respuesta, directa y sencilla, provocaba una mueca de sospecha.
>
> María podía sentir las contracciones cada vez con mayor frecuencia. No
> sentía los pies de frío. José, un carpintero casi sin educación que
> nunca había pertenecido a ninguna organización y María, que nunca
> había emitido una opinión política, estaban totalmente confusos.
>
> El oficial plantó su pulgar sobre el vientre de María. "Otro
> subversivo. Vosotros, los terroristas, criáis como conejos".
>
> María hizo rechinar sus dientes. Sintió que una contracción fuerte
> recorría todo su cuerpo.
>
> Los oficiales israelíes despachaban entre ellos. "Claramente, son
> agentes. Vamos a soltarles y que nos lleven ante quienes les han dado
> órdenes".
>
> El oficial encargado les ordenó continuar su camino.
>
> Era todavía de noche cuando entraron en Belén, y María apenas podía
> mantenerse sobre la montura a causa de las contracciones. José estaba
> desorientado. No podía encontrar la calle ni la casa. No había nadie
> en las calles a causa del toque de queda. El burro olfateó y les
> condujo a un establo en el que algunas cabras y ovejas dormían sobre
> la paja. José ayudó a María a descender del burro, y María apoyó la
> cabeza sobre un haz de paja. El burro empezó a mordisquear la paja.
>
> María estaba de parto y un grito se escapó de entre sus dientes. José
> ayudó como pudo.
>
> Milagrosamente, el niño nació y empezó a llorar de inmediato. Se
> encendió una luz, y los propietarios (un matrimonio palestino),
> salieron. La esposa limpió al bebé y tapó a María con mantas.
>
> La casa estaba llena de familiares que habían huido de Nablus y
> Ramallah para evitar los misiles israelíes. Aquí, entre los cristianos
> palestinos de Belén, estarían más seguros.
>
> La noche siguiente, una estrella brilló en el cielo y los Tres Reyes
> que venían de allende los mares cruzaron los controles israelíes sin
> ser observados, con la protección del Señor -o eso creían-. Se
> acercaron al establo en el que estaba el recién nacido, llamado Jesús,
> y depositaron ante él sus regalos, arrodillándose ante su Salvador,
> que dormía en una cuna fabricada por José.
>
> De repente, comenzaron a escucharse gritos y el ruido de los fusiles
> mientras rompían las puertas y los cristales de las ventanas. Un
> helicóptero se acercó ruidosamente y de pronto hubo una explosión. El
> establo voló por los aires. Brazos, piernas, cabezas de ovejas y
> piernas de cabra, torsos humanos y una cabeza de bebé volaron hacia el
> oscuro cielo aterciopelado.
>
> La radio israelí anunció que tres supuestos terroristas árabes que
> habían huido de Afganistán habían sido asesinados en un escondite de
> Belén tras haber cruzado la frontera. El gobierno israelí pidió
> disculpas en caso de que hubiera habido alguna víctima civil.
>
> Los medios de comunicación en EEUU repitieron la misma historia, al
> tiempo que Washington felicitaba al gobierno israelí por su papel en
> la lucha contra el terrorismo internacional.
>
> Jesús había vivido solamente un día.
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