FUNERALES DE MAMA GRANDE
Tributo a Violeta Carnero
Por cierto Valieta- como me gustaba llamarla a Violeta Carnero Hoke - era una mama grande, que trascendía el núcleo consanguíneo para adentrarse en la frontera de la familia universal.
En la mañana de hoy, miércoles 22 de septiembre del 2010, con mis hermanos, amigos y camaradas de todas las épocas, esparciremos tus cenizas en el segundo de los dos lugares que elegiste: la apreciada Casona de San Marcos, testigo de muchas protestas como aquella cuando con Papá, el vate Gustavo Valcárcel, y otros luchadores sociales impidieron que el ultraconservador vicepresidente estadounidense Richard Nixon ingresara a estos claustros, corría el mes de mayo del año 1958.
En este deseo tuyo de estar al final de tu periplo al lado de las cenizas de papá en los jardínes de este claustro, acto convertido en homenaje, no puedo dejar de rememorarte como madre entre las madres. Más que agregar calificativos compartidos de mujer solidaria, sensible, entregada a la causa de los humillados y ofendidos, contaré en pocas palabras cómo te fuiste forjando como un bello ser humano.
La abuela Susana Hoke allá en los años '20 te enseñó en Talara, en esa ciudad socialmente trizada en tres mundos donde trabaja el abuelo Simeón , lo que era pensar y actuar por el prójimo, cuando recogía a niños de la calle, los bañaba y daba de comer. Pero también la lucha de los obreros petroleros contra los abusos de la empresa norteamericana IPC fue forjando en tu alma infantil una rebeldía y búsqueda del porqué de las cosas, que irás respondiendo paso a paso. Cuando despidieron al abuelo por la recesión económica en los años 30 y se vinieron a Lima conocieron, por primera vez, la pobreza, el hambre y el desahucio. Con la muerte de tu querida madre a pocos meses de llegar a Lima, cuando bordeabas los 10 años, tu sensibilidad y solidaridad alcanzaron altos umbrales.
Fueron, tus maestros, como solías decir, tu hermano Guillermo Carnero y Gustavo Valcárcel, poetas del Pueblo se llamaban estos rebeldes apristas, quienes dieron amplitud y significado a tu mundo. El acercarte en la década del 40 a las cárceles, para llevarles el pan y la solidaridad a los presos políticos que habían combatido a varias de las dictaduras que tuvimos, te hicieron crecer.
El destierro en México y Guatemala en los años '50 te llevó del brazo de papá a conocer a muchos seres valiosos: republicanos españoles, comunistas mexicanos, artistas y exiliados de diferentes países y valorar el socialismo, así como a subir un peldaño más en tu humanidad. Los viajes al interior y fuera del país aportaron lo propio. Como diría Gorki: la vida fue tu mejor universidad.
Te recuerdo hoy marchando, con mis hermanos y padre tomados de la mano, a los mítines del Frente de Liberación Nacional en los inicios de los 60, caminando con nuestra niñez a cuestas gritando por el centro de Lima: ¡cuchillo, cuchara que viva el Che Guevara¡, cuando el bloqueo militar a la Isla se hizo realidad y playa Girón fue la primera derrota del Pentágono norteamericano en América Latina .
Años después, la revista Oiga publicará una foto donde tú, Valieta, y nuestro hermano Gustavo, aparecen golpeados por la policía y tumbados al piso, por reclamar en una marcha callejera en el parque universitario la libertad de los combatientes del '65.
La historia de tu compromiso como periodista y luchadora social es más larga y aleccionadora de lo que aquí he resumido, vendrán otros a contarla de mejor manera. Solo me queda añadir para terminar que fuiste una Madre coraje muy amorosa que siempre buscaste unir, sumar, no dividir. principio válido para la familia y para quienes hoy todavía soñamos con que un mundo mejor es posible.
Hasta siempre Valieta.Tu hijo Marcel.
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