Vargas Llosa y Arguedas
Juan Cristóbal
En 1996 Vargas Llosa escribió un libro de
ensayo literario titulado “La utopía arcaica”, donde trataba de deslindar
posiciones finales con el indigenismo literario, cuya cabeza visible, notoria y
motora, a pesar de muerto, era José María Arguedas, al lado de Ciro Alegría, el
recordado novelista de “El mundo es ancho y ajeno”. Pero el ataque de VLL
enfilaba más hacia Arguedas.
Durante
la lectura del ensayo pareciera que el autor quiere terminar con la presencia
del indigenismo y de su cabeza visible, aduciendo que, al ser una zona arcaica,
incluso no real en las horas actuales, ya no existe. Llevándose de paso en su
crítica al propio José María, ya que no tendría, en su obra literaria, una base
cultural existente. De esta forma, desde las orillas del cosmopolitismo
capitalista, VLL deslegitimiza un área importante de la cultura
latinoamericana: la zona andina y su expresión literaria, el indigenismo.
La
tesis central de VLL es que el indigenismo y Arguedas han sido inútiles,
incluso han tenido una posición reaccionaria, ante el avance de la modernidad y
del capitalismo, pues desean regresar –según VLL- al pasado incaico,
prehispánico. Lo cual no es cierto. En ninguna de las obras de Arguedas se
aprecia ello. La que Arguedas denuncia es siempre la explotación imperial,
tanto como la feudal.
Arguye,
VLL, igualmente, que el indigenismo es racista y anticapitalino, pues ataca al
blanco, al mestizo y a Lima, de esta forma ese mundo arcaico sería la expresión
más nítida de la oposición al progreso. Por eso es que VLL señala, irónicamente,
que Arguedas ha escrito, si bien con importantes méritos literarios “una
realidad que no existe, confundiendo en ella las experiencias de su vida, los
avatares de la sociedad en que vivió y los anhelos generosos que lo inspiraban,
…cuando en verdad edificaba un sueño”.
En
realidad, lo que VLL plantea en este libro, o por lo menos así se deja
interpretar y entender, es que Arguedas no existe ya más y que el único autor
importante y vigente es él, al comprender la complejidad de la historia y la
realidad del país.
Pero
a VLL habría que decirle algunas cosas. Arguedas no se refugia en un mundo
arcaico, sino que trata de dialogar y de humanizar el mundo en que él vive y
vivió, trata de incluir ese mundo y engarzarlo al mundo que nos formó la
conquista española. O sea que Arguedas no trata de llevarnos al pasado, sino de
enrumbarnos al futuro que sería, según su famosa frase, de “todas las sangres”.
Cuestión que VLL no entiende o no quiere, perversamente, entender.
Otro
respuesta final a VLL sería que él sí considera que el Perú está dividido en
dos mundos en pugna y antagónicos entre sí: el mundo serrano y el mundo
occidental o costeño. Donde el serrano constituye el atraso, la barbarie, la anti
civilización. Mientras el costeño sería el progreso, la civilización, la
modernidad. Cuestión que Arguedas no reconoce en sus novelas finales, sino que,
como hemos dicho, trata de construirlas en un país único con todas esas
contradicciones en su interior.
Finalmente.VLL
plantea que la nación andina es pasadista, es reacia a los cambios.
Y eso es falso. Al contrario, la cultura andina es una cultura viva y móvil,
como dijera Mariátegui, pues siempre está en proceso de contextualización, pero
cuidando sus bases y raíces frente a la ofensiva globalizadota del capitalismo
salvaje. Y este proceso lo realiza a través de la asimilación, adaptación y
recreación de nuevas formas culturales, como una continuidad histórica. Por eso
VLL pudo suscribir, con toda facilidad y felicidad del gobierno de turno, el
Informe de Uchuraccay, condenando a los comuneros a ser los autores de la
matanza y exculpando a los militares costeños.
28
de April de 2003
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