Segunda Carta a José María
Diviso en tu mirada la nostalgia antigua
tus cejas pobladas por aves sepias
esa lanza de acero clavada en tu corazón
No es la soledad natural de la existencia
La bruma del verano silbando implacable
Guerrero al fin, elegiste tu reino
Florecido por un ramito de retamas
Y nos hundiste tu dolor invisible
¿Por qué José María?
28 marzo 2011
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