HAITÍ:
     
    LA TRAMA  INTERNACIONAL DEL MAGNICIDIO
     
    Activistas  haitianos se oponen a la narrativa del caos como estado permanente (y actual)
    de su sociedad, ya  que esta mirada es la que permitiría que el país sea ocupado militarmente.
    Eduardo Giordano
    23/07/2021
     
    El asesinato del  presidente haitiano Jovenel Moïse por comandos de mercenarios extranjeros  sacudió bruscamente a todo el mundo, provocando una inmensa ola de repudio.  Acaso por primera vez tras el terremoto de 2010, Haití volvía a ocupar las  portadas de los informativos. El ataque contra la residencia presidencial,  llevado a cabo por un grupo paramilitar integrado por 26 colombianos y cinco  estadounidenses de origen haitiano, contratados por una empresa de seguridad de  Miami vinculada al exilio venezolano y colombiano, ha encendido todas las  alarmas de la comunidad internacional.
    Los comandos de ex  militares colombianos entraron a la residencia presidencial con chalecos de la  DEA y gritando que eran funcionarios de la agencia antinarcóticos de Estados  Unidos. Intimidados por sus amenazas de disparar, los responsables de seguridad  del presidente se replegaron sin oponer resistencia ni intercambiar disparos.
    Jovenel Moïse fue  asesinado con visible ensañamiento, tenía varios huesos fracturados, un ojo  arrancado y recibió 16 balazos en distintas partes del cuerpo. La esposa del  presidente fue herida en las extremidades y trasladada inmediatamente a Miami.  Antes de huir, los asaltantes sustrajeron varios objetos de valor que  encontraron a su alcance.
    Jovenel Moïse no  gozaba de una amplia base social en el país. Empresario rural y ex secretario  general de la Cámara de Comercio e Industria de Haití, Jovenel Moïse se  presentó en 2016 como candidato del partido de derecha Tèt Kale, enfrentado  ideológicamente a la corriente de centroizquierda que lidera Jean-Charles Moïse  (Pitit Desalin), próxima al ex presidente Jean-Bertrand Aristide, derrocado en  dos ocasiones a instancias de Estados Unidos. El partido Tèt Kale venía  gobernando el país con candidatos del agrado del Departamento de Estado desde  el terremoto de 2010 y la posterior intervención de la ONU liderada por  Washington. El predecesor de Jovenel Moïse, Michel Martelly, fundador de ese  partido político, fue elegido fraudulentamente en 2010 bajo presiones de la OEA  y de Estados Unidos, que forzaron su paso a la segunda vuelta pese a haber  quedado en tercer lugar (en lugar del líder izquierdista Jude Celestin, que  había obtenido un mejor resultado).
    Una situación similar  se produjo en las elecciones de 2016. Tras denuncias de fraude que llevaron a  repetir las elecciones un año más tarde, Moïse fue elegido con una  representatividad muy baja, y su gestión estuvo caracterizada por múltiples  conflictos con la oposición, entre otras razones por no haber convocado  elecciones legislativas para renovar el Congreso. Al final de su mandato el  Senado solo contaba con diez de sus miembros y la Corte Suprema estaba  descabezada.
    Moïse gobernó el  país con rigor y talante autoritario. Durante su gobierno se produjeron  estallidos sociales que reprimió sin compasión, y hubo un descomunal despliegue  de las bandas criminales que de forma creciente aterrorizan a la población de  la capital. El propio presidente se sentía amenazado, evitaba salir de su  residencia y denunció en febrero pasado que se fraguaba un atentado en su  contra. Acusó como inductores a un importante grupo empresarial que controla el  monopolio de la electricidad y a la "oligarquía corrupta", de la que él mismo  formó parte, acusado de haber dilapidado en beneficio propio los ingresos de  Petrocaribe, la compañía impulsada por Venezuela para abastecer de petróleo  subsidiado a los países caribeños. En febrero de 2019 una auditoría del  Tribunal de Cuentas reveló irregularidades entre 2008 y 2016 que comprometen a  15 ex ministros y funcionarios, así como a una empresa que dirigía Jovenel  Moïse antes de convertirse en presidente.i Paradójicamente, su alineamiento  político junto a Donald Trump lo convirtió a su vez en un acérrimo enemigo de  Venezuela. Al conocerse esos hechos, la población de Haití estalló enfurecida  ocupando las calles y exigió su renuncia. Previamente, en 2018, una  manifestación de cientos de miles de personas ya había reclamado su  destitución.
    El asesinato de Moïse  tiene todos los ingredientes de una novela de espionaje, con poderes mafiosos y  acción política; dicho esto sin intención de banalizar la situación del país,  que por supuesto no es ficticia sino muy real y dramática. La intriga principal  de esta trama es el móvil: quien podría haber querido asesinarlo faltando  apenas tres meses para las elecciones legislativas y presidenciales del 26 de  septiembre, y por qué, cuando él mismo había anticipado que no se presentaría  como candidato y la Constitución le prohibía un segundo mandato consecutivo.
    Militares  colombianos en la industria del crimen
    El gobierno del  presidente colombiano Iván Duque, en gran parte desbordado por la situación  política interna tras más de dos meses de Paro Nacional, condenó el brutal atentado  y se vio obligado a colaborar con la policía de Haití. El jefe de la policía  colombiana confirmó que los 26 mercenarios de esa nacionalidad habían  pertenecido al Ejército, del cual se retiraron entre 2018 y 2020. Entre ellos  había varios oficiales y suboficiales, y se supo que al menos siete mercenarios  sabían cuál sería el desenlace final de la operación. La esposa de uno de los  ex militares capturados declaró que a su marido le pagaban 2.700 dólares  mensuales y que había sido contratado como vigilante. Se trata de Fancisco  Eladio Uribe, quien dejó el ejército colombiano en 2019 y está implicado en una  investigación por ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos.
    En esta clase de  operaciones internacionales es cada vez más frecuente contratar personal  militar reciclado para ejecutar operaciones especiales que no quieren acometer  directamente los estados. El gobierno de George W. Bush contrató ejércitos  privados para hacer parte del trabajo sucio durante la guerra de Irak, y muchos  de ellos quedaron envueltos en casos de masacres y torturas. Por las mismas  fechas se despegó también el Plan Colombia, por el cual Estados Unidos envió  asesores militares y empresas de seguridad privada para entrenar al Ejército  colombiano. Durante la última década, el fenómeno de la "seguridad privada"  como tapadera del reclutamiento de mercenarios floreció en Maimi, con Colombia  como principal cantera de ex militares, y las mismas empresas que formaron a  esos comandos con técnicas de contrainsurgencia de la CIA empezaron a  reclutarlos como mercenarios para realizar operaciones terroristas en el  exterior. El negocio de la seguridad privada con caladero en Colombia prosperó  y rápidamente se internacionalizó, ya que contratar mercenarios norteamericanos  o europeos resulta mucho más caro.ii
    Altos mandos del  Ejército colombiano expresaron su preocupación por la imagen de la institución  en el mundo, ya muy degradada por su historial represivo y de masacres en el  interior del país. Entre ellos, el general Jaime Alfonso Lasprilla, ex  comandante del Ejército, afirmó que cuando los militares dejan las fuerzas  armadas, "si incurren en hechos al margen de la ley no se los pueden achacar a  las fuerzas", añadiendo que "uno asocia estos hechos a los temas de desempleo  en el país, y el crimen es una industria que ha venido creciendo y  desafortunadamente busca a estas personas".
    En contrapunto, el  general (r) William Salamanca aseguró que "cuando uno deja la institución es  dueño de sus actuaciones, y aquí es importante que la comunidad nacional e  internacional sepa que ellos ya gozaban de su escenario del retiro". En su  opinión, llegado este momento el único compromiso del Ejército es pagar su  jubilación, ya que "cada uno es dueño de sus actuaciones cuando deja el  uniforme". Una pensión de jubilación que a algunos ex militares les parecerá  insuficiente, ya que muchos de ellos se reciclan en el mercado de los servicios  sicariales o la "industria del crimen", que tienen por pantalla empresas  legales de seguridad privada estrechamente vinculadas a la extrema derecha y  los servicios de inteligencia.
    En sus  declaraciones a la policía haitiana, algunos mercenarios dijeron haber sido  contratados por Christian Emmanuel Sanon, un pastor evangélico haitiano  residente en Florida que diez años atrás lanzó una fantasmagórica propuesta de  "Liderazgo para Haití" a través de una breve intervención en Youtube, con un  video en inglés titulado "La corrupción en la política" en el que se postula  para gobernar Haití. Después de esta esta fugaz aparición, solo se sabe que se  declaró en quiebra en 2013 y que dado su nivel de ingresos, nunca podría haber  financiado la operación. El costo de la operación, estimado en unos 30 millones  de dólares, es otro elemento a favor de la hipótesis de un golpe inducido.
    En el primer relato  policial de los hechos, Christian Sanon se habría desplazado un mes antes a  Haití con la agenda política de derrocar a Jovenel Moïse y asumir la  presidencia del país. Según confesó Sanon a una persona de su confianza, citada  por la agencia AP, habría sido contactado por agentes de los departamentos de  Estado y de Justicia de Estados Unidos para embarcarlo en la aventura,  ofreciéndole la presidencia de Haití como recompensa, tras una operación que en  principio sería incruenta porque sólo debía consistir en arrestar a Jovenel  Moïse.
    La empresa que  contrató a los mercenarios, CTU Services (Counter Terrorist Unit Federal  Academy), registrada en Doral Beach (Miami), es propiedad del opositor  venezonalo Antonio Intriago, muy próximo al autoproclamado 'presidente' de  Venezuela Juan Guaidó. Intriago se jacta de haber pertenecido a la oficialidad  de la policía venezolana y de "tener vínculos o haber trabajado directamente  para agencias de inteligencia de Estados Unidos".iii Su compañía vende  servicios, cursos de formación y armamento a personal de seguridad de países  latinoamericanos. Y es una más de las que actúan desde Florida en operaciones  políticas tenebrosas, amparadas en una legislación muy permisiva, a veces en  concomitancia con los organismos de seguridad estadounidenses.
    Por otra parte, el  medio digital (venezolano) La Tabla reveló que Intriago "es miembro y  tesorero de la Fundación Latino Americanos Unidos, organización de derecha con  amplia presencia política, social y mediática en toda Florida" y "forma  parte de una cofradía llamada 'Hombres de la Guerra Crisol'. Es una especie de  hermandad de participantes de un programa bélico y filosófico de formación de  'guerreros' entrenados por exagentes de Navy Seals, Comandantes SWAT,  emprendedores Élite y expertos en artes marciales".iv
    El principal socio  del venezolano Intriago en CTU Services es Gabriel Pérez, empresario colombiano  experto en seguridad conocido en círculos de Miami como Arcángel Pretel,  antiguo informante de la DEA. Los ex militares colombianos que actuaron como  jefes de los comandos lo conocen desde hace al menos diez años, cuando los  capacitó en Cali en métodos de lucha contra el narcotráfico en el marco del  Plan Colombia, y mantienen contacto desde entonces.v
    El periódico El  Nuevo Herald de Miami recuerda en su edición del 10 de julio que "un golpe  fallido en mayo de 2020 en Venezuela involucró de manera similar a hombres de  seguridad contratados en Florida", refiriéndose a la operación Gedeón,  patrocinada por Estados Unidos para sabotear Venezuela y derrocar a Nicolás  Maduro, a la que también optó sin éxito la empresa de Intriago. El periódico  estadounidense concluye: "Miami y el enclave de Doral se han convertido en una  especie de taberna de Star Wars para los aspirantes a libertadores y guerreros  a sueldo".vi
    A su vez en la  prensa colombiana aparecen los nexos entre Antonio Intriago, el "reclutador de  militares-sicarios colombianos", con el presidente Iván Duque, con quien  organizó en 2019 el macroconcierto de Cúcuta contra el gobierno de Nicolás  Maduro en Venezuela. Intriago, propietario de la marca organizadora "Venezuela  somos todos", se reunió en diversas ocasiones con el presidente de Colombia,  previamente durante su campaña electoral y después en ese concierto  internacional patrocinado por el gobierno de Estados Unidos, en presencia de la  estrella fugaz Juan Guaidó.
    El director del  Cerac, Jorge Restrepo, constata por su parte que "el crimen organizado en  Colombia ha adquirido, unas dimensiones formidables y tiene un alcance de  desestabilización regional que no habíamos sospechado". A diferencia de los ex  oficiales citados, Restrepo advierte "la necesidad de adoptar medidas drásticas  en un esfuerzo para prevenir la creación de grupos de mercenarios por parte de  militares y de policías en retiro del servicio activo".vii
    La periodista  colombiana María Jimena Duzán completa este análisis: "Muchos de los militares  que fueron entrenados bajo el Plan Colombia, la estrategia de Washington para  ganar la guerra contra las drogas y contra las guerrillas de izquierda, se  están retirando a la edad de 40 años luego de haber prestado 20 años de  servicio. Eso ha ido creando un mercado de mercenarios de bajo precio que  parecen estar dispuestos a todo. Se estima que hay cerca de 6.000 mercenarios  colombianos en el Medio Oriente, unos cuantos han montado compañías de  seguridad y otros han terminado prestando sus servicios para secuestrar y/o  asesinar a presidentes. Así de simple".viii
    La trama basada en  Colombia no se agota en la aportación de los ex militares que actuaron como  mercenarios en la ejecución del crimen de estado. El jefe de seguridad del  Palacio presidencial del presidente haitiano, Dimitri Herard, viajó siete veces  a Colombia desde el 19 de enero de este año. En el vuelo del 6 de mayo, de regreso  desde Bogotá a República Dominicana, coincidió con los jefes de los mercenarios  colombianos contratados para cometer el magnicidio.ix Incluso llegó a mantener  una reunión ese día en Santo Domingo con al menos dos ex sargentos integrantes  del grupo, Duberney Capador y John Jairo Ramírez, según reveló Interpol  Colombia.x Meses antes Capador había creado un grupo de whatsapp para ofertar  trabajo a ex militares colombianos indicando que se trataba de "prestar la  seguridad del presidente del país". Este actor clave fue abatido por la policía  haitiana después del magnicidio.
    Según la policía  colombiana, en la planeación y organización del ataque también habría  participado el ex capitán del Ejército colombiano Germán Rivera, quien sí ha  facilitado información sobre los autores intelectuales del crimen. En sus  declaraciones a la policía aseguró que hubo reuniones previas a la operación  donde se planificó el relevo presidencial, y que "el programa de gobierno lo  hizo todo [el empresario colombiano] Gabriel [Pérez] porque Sanon no tenía ni  idea". Gabriel, alias Arcángel Pretel, habría digitado y financiado el cambio  de régimen a cambio de asegurarse millonarios contratos con el nuevo gobierno  haitiano que esperaba imponer por la fuerza y es ahora la persona más buscada  del hemisferio.
    Por su parte el  jefe de seguridad de la residencia presidencial, Dimitri Hérard, con  antecedentes de narcotráfico en los registros de la DEA, declinó declarar ante  la Fiscalía de Haití a los pocos días del magnicidio y se ordenó su captura.  También quedó detenido por negarse a declarar Jean Laguel, el coordinador de  seguridad del presidente. Añadiendo más intriga a esta historia, si cabe, pocos  días después del atentado se supo que varios de los ex militares colombianos  que intervinieron en la misión delictiva son confidentes de la DEA -que lo  admitió en un comunicado- y del FBI.xi Así pues, todo cobra un giro inesperado  cuando el jefe de la Policía de Colombia 'revela' que el comando paramilitar  pretendía en realidad 'retener' al presidente Jovenel Moïse para entregarlo a  la DEA.
    Tres de los  colombianos detenidos habrían implicado además al primer ministro Claude Joseph  en la planeación del asesinato, extremo rechazado por el jefe de la policía  haitiana, que está bajo su control. Algunos medios de comunicación colombianos,  en cambio, como la emisora Caracol, aseguran que el FBI no descarta esa  posibilidad. El móvil en este caso saltaría a la vista. El presidente Jovenel  Moïse acababa de sustituir a Joseph designando un nuevo primer ministro, Ariel  Henry, ex ministro del Interior de talante supuestamente aperturista con la  oposición, rechazado por las élites derechistas del Tet Kale. El momento del  crimen podría haber sido perfectamente calculado para que Henry no llegase a  jurar el cargo.
    Cabe preguntarse  finalmente si la policía de Estados Unidos no debería estar bien informada por  sus confidentes de quién actuó como cerebro de la operación. Según opinión  generalizada entre muchos haitianos, en el país nada se mueve sin que lo sepa  Estados Unidos. ¿Cómo podrían ignorar sus servicios de inteligencia que se  estaba gestando un hecho de esa magnitud, con semejantes ramificaciones  internacionales? Una explicación hipotética sería que el FBI o la DEA no  podrían saber a priori los planes de otras agencias de inteligencia  estadounidenses, pongamos por caso la CIA, que pudieran haber estado  interesadas en conectar los movimientos de Christian Sanon, Antonio Intriago,  Arcángel Pretel, Duberney Capador, Germán Rivera, Dimitri Herard y  eventualmente Claude Joseph, entre muchos otros, para conseguir la sustitución  del autócrata ya desgastado por otro gobernante del agrado de Washington.
    El colapso  planificado del Estado
    Las principales  medidas que adoptó el primer ministro Claude Joseph tras la muerte del presidente  Moïse fueron tres: autoproclamarse primer ministro (en lugar del nuevo primer  ministro elegido por el presidente días antes, que no había llegado a jurar el  cargo), declarar el estado de sitio y solicitar el envío de tropas  estadounidenses y de la ONU para mantener el control interno. También requirió  la colaboración del FBI para investigar y esclarecer los hechos. Varios agentes  de ese organismo y de la DEA se desplazaron inmediatamente al país caribeño,  del mismo modo que ya desembarcaron en Haití oficiales de inteligencia del  Ejército y la policía de Colombia a fin de colaborar con el gobierno haitiano.
    El caso Moïse ha  adquirido una gran relevancia internacional. Antes de haber transcurrido la  primera semana desde el atentado, ya aparecen implicados ciudadanos e  instituciones de cinco países: Colombia, Venezuela, Estados Unidos, República  Dominicana (como país facilitador del tránsito de personas y armas) y Taiwan  (en cuya embajada se refugiaron 11 de los mercenarios detenidos). Además, la  policía colombiana investiga las frecuentes escalas en Ecuador y Panamá de  algunos ex militares en sus viajes entre Colombia y República Dominicana. Como  bien señala el periódico haitiano Le Nouvelliste en su editorial del 12 de  julio, "el caso Moíse es complicado porque están implicados varios países y  cada país querrá proteger su imagen, a sus ciudadanos y sus intereses".
    Un duro  pronunciamiento del Colegio de Abogados de Port-au-Prince muestra el ánimo de  los letrados haitianos. Afirman que se trata "de unas prácticas infra-estatales  que ilustran el nivel de colapso planificado del Estado mismo".xii Para esta  entidad, se trataría de un signo de decadencia que pondría de manifiesto la  claudicación del Estado ante fuerzas ajenas a sus intereses. Algunos miembros  del poder judicial que investigan el asesinato del presidente recibieron  amenazas de muerte y pidieron protección especial.
    Con todo, no pocos  activistas haitianos se oponen a la narrativa del caos como estado permanente  (y actual) de su sociedad, ya que esta mirada a la que consideran sesgada es lo  que permitiría que el país sea ocupado militarmente de forma continuada por  tropas estadounidenses y/o internacionales. Además de los tremendos atropellos  reportados durante las prolongadas estadías de militares extranjeros en el  país, como los abusos sexuales denunciados contra niñas por cascos azules de la  ONU, con más de 2.000 casos documentados entre 2004 y 2017,xiii o la  propagación de epidemias de cólera, hay entre los haitianos clara conciencia de  que cualquier intervención exterior en tiempo de elecciones solo puede servir  para consagrar a un nuevo gobierno derechista en el poder. La retirada de la  misión de la ONU (MINUSTAH ) no significó el final de su influencia en Haiti,  ya que desde 2017 mantiene una misión civil con un componente policial, que le  permite conservar su influencia en la política interna haitiana.xiv
    La trama del  asesinato presidencial se complica a diario. Los países occidentales,  encabezados por la diplomática estadounidense Helen La Lime, representante de  la ONU en Haití -conocida en medios populares como la 'reina de Haití'-,  permitieron que el primier ministro Claude Joseph continuara a cargo del  Ejecutivo, contrariando lo dispuesto por el presidente Moïse, quien ya había  designado para ese puesto a su ministro de Defensa Ariel Henry. Al difundirse  las sospechas de que Joseph podía estar involucrado en el golpe, Estados Unidos  y el llamado core group (Francia, España, Canadá, Brasil, la UE y la OEA)  decidieron inclinar la balanza a favor de Henry, quien asumió como primer  ministro a los trece días de la muerte de Moïse. En un nuevo enroque de poder,  Joseph volverá a ocupar el ministerio de Exteriores.
    El nuevo jefe de  gobierno forma parte del establishment político de Haití que domina el país  desde el golpe contra Aristide de 2004 y que él mismo promovió. A la caída de  Aristide, Henry formó parte del 'Consejo de Sabios' nombrado para sustituirlo,  que impuso un regimen dictatorial y sanguinario. Tras el terremoto de 2010  ejerció como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales del gabinete de Michel  Martelly y después como ministro del Interior de Jovenel Moïse. Su principal  misión como primer ministro sería ahora asegurar la celebración de las  elecciones, aunque el día de su investidura dejó sin concretar la fecha en que  se celebrarían.
    Toda esta  estructura internacional paternalista destinada a monitorear la democracia en  Haití es un gran lastre para el pequeño país y no aporta ninguna ayuda real.  Así lo advierten algunos analistas haitianos, como por ejemplo el periodista  Daly Valet, director de Radio Trans Inter, quien afirma en un tuit en francés:  "Estados Unidos y ese cartel internacional llamado Core Group deben dejar de  tomar a Haití como su posesión de hecho y de derecho. Deben dejar de tomarse  por el pueblo haitiano, su Constitución y nuestra Corte Suprema. Los haitianos  deben hacer cuerpo contra este Core Group."
    Esta es la  temperatura política del país antillano, al que acaba de llegar el ex  presidente Aristide, recuperado de la covid-19 tras haber pasado algunas  semanas en Cuba. Sin ambiciones presidenciales, su presencia seguramente  agitará la campaña de los sectores populares que siguen identificándose con el  ex sacerdote salesiano de orientación socialdemócrata y su partido Familia  Lavalas. Mientras tanto, en la sociedad haitiana crece el rechazo a la  presencia militar extranjera solicitada por sus élites, tras una larga historia  de secuestro de la democracia por poderosos intereses foráneos.
    En este contexto,  una nota editorial del diario Le Nouvelliste insta al primer ministro Henry a  entablar un amplio diálogo con la oposición, y advierte que si los haitianos no  consiguen encontrar un consenso para dirigir el país, "el campo queda libre a  la comunidad internacional para imponer su solución. Una apuesta arriesgada  cuando se hace balance de las intervenciones extranjeras en Haití desde el  golpe de Estado de 1991".xv
    Hace ahora 30 años  Haití pudo haberse convertido, por primera vez en su historia, en un país  democrático. Esta esperanza se vio truncada con el derrocamiento del presidente  Jean Bertrand Aristide, que triunfó en las elecciones de 1990 con el respaldo  de grandes mayorías populares (67 % de los votos). Aristide fue derrocado por  el general Raoul Cédras siete meses después de llegar al gobierno con apoyo  implícito de Estados Unidos.
    La represión  dictatorial que impuso el general Cédras produjo cerca de 4.000 muertos y  generó un enorme caos, hasta que una coalición internacional tuvo que forzar su  dimisión en 1994 y restituyó a Aristide en la presidencia. Después de entregar  el poder en 1995 al presidente electo René Préval, Aristide volvió a ser  elegido en 2001, pero en 2004 volvió a ser derrocado, esta vez con intervención  directa de Estados Unidos, cuyas tropas lo trasladaron a un exilio forzado en  la República Centroaficana. Tras su destierro, Aristide quedó excluido de  participar en las elecciones.
    Uno de los  promotores de ambos golpes contra Aristide fue el influyente empresario  haitiano Reginald Boulos -con intereses en los sectores financiero,  farmacéutico, de medios de comunicación y en la distribución comercial, entre  otros-, dueño de una de las mayores fortunas del país. Boulos creó en 2018 un  nuevo partido político para optar a la presidencia, el llamado Movimiento Tercera  Vía (MTV), con fuertes vínculos en el Congreso de Estados Unidos, y ahora es,  junto con el también empresario Dimitri Vorbe, sospechoso de haber actuado como  cerebro de la trama local en el asesinato de Jovenel Moïse.xvi
    i-https://www.nodal.am/2019/02/crisis-en-haiti-continuan-las-protestas-y-m...
    ii-  https://www.elespectador.com/mundo/america/la-huella-de-los-mercenarios-colombianos-en-guerras-ajenas/
    iii-https://www.tampabay.com/news/florida/2021/07/10/colombians-held-in-hait...
    iv-https://t.me/latablablogDatos/529
    v-https://noticias.caracoltv.com/informes-especiales/arcangel-pretel-el-es...
    vi-https://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article25270542...
    vii-https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/07-11-2021-exmilitares-colombi...
    viii-https://elpais.com/opinion/2021-07-20/el-culebron-de-haiti.html?event_lo...
    ix-https://noticias.caracoltv.com/mundo/capturan-a-dimitri-herard-jefe-de-s...
    x-https://noticias.caracoltv.com/colombia/jefe-de-seguridad-del-presidente...
    xi-https://cnnespanol.cnn.com/2021/07/12/haiti-sospechosos-informantes-esta...
    xii-https://lenouvelliste.com/alaminute/19099/lassassinat-de-jovenel-moise-i...
    xiii-https://www.elperiodico.com/es/internacional/20191219/cascos-azules-onu-...
    xiv-https://nuso.org/articulo/haiti-sin-la-onu/
    xv-https://lenouvelliste.com/article/230397/lassassinat-de-jovenel-moise-la...
    xvi-https://www.mintpressnews.com/haiti-suspected-moise-assassins-trained-by...
     
    https://www.alainet.org/es/articulo/213192
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    27 de julio 2021