LA GRAN HUELGA MAGISTERIAL 2017 TAMBIÉN AVANZÓ Y DESENLAZÓ EN LUCHA EN DOS FRENTES CONTRA LA POLÍTICA ANTIMAGISTERIAL NEOLIBERAL (I)
Quién puede negar a esta altura del partido que la huelga nacional indefinida 2017 del magisterio peruano ha remecido al conjunto del país, particularmente su superestructura, golpeando duramente no solo la política educativa neoliberal del actual gobierno elitista y lobista de la gran burguesía criolla, sino cuestionando en general el conjunto de la política neoliberal del Estado peruano, consagrada jurídicamente con la Constitución fujimorista de 1993. Si esta lucha no ha llegado a remover también las bases mismas de la injusta sociedad peruana actual, es sencillamente porque los maestros no se desempeñan ni producen como, por ejemplo, los trabajadores mineros en los subterráneos más profundos de una economía todavía fundamentalmente primario exportadora, y sobre todo minera, como la del Perú actual.
Felizmente, un creciente número de hombres y mujeres de progreso, democráticos, patriotas y socialistas, o simplemente con sensibilidad social, han comprendido la necesidad de luchar mancomunadamente para contribuir a que esta huelga tenga el mejor desenlace, sin capitulaciones, pero tampoco sin extremismos, “con razón, con ventaja y sin sobrepasarse”, en función de los intereses y derechos del magisterio, de los estudiantes, del conjunto del pueblo y nuestra Patria; bregando porque se imponga cuanto antes el diálogo entre los huelguistas y las representantes del gobierno -que con desdén aristocrático y temerario cálculo político de cercar y asfixiar la huelga por cansancio, se niega a éste- para lograr acuerdos racionales y justos, difiriendo para otro período lo que no pueda concertarse.
La actual huelga magisterial germinó y avanzó en el contexto de la creciente crisis política de gobierno de PPK
Sobre la base de las justas y urgentes reivindicaciones del magisterio y de su decisión de defenderse activamente, esta lucha ha sido impulsada y facilitada por la creciente crisis política, no solo del gobierno de PPK sino del conjunto del régimen político neoliberal. El fondo de esta crisis política de gobierno radica en la creciente contradicción entre la profundización de la aplicación de la política neoliberal por los gobiernos de turno de las burguesías peruanas, ante todo de la gran burguesía, sometidas a las transnacionales, y la ascendente y justa resistencia y lucha del pueblo peruano contra las manifestaciones de las agresiones neoliberales; agudizada por la desaceleración del crecimiento económico nacional y los estragos no resueltos de la crisis económica periódica capitalista mundial 2007-2009.
Empero, también contribuye a esta crisis política de dominación de la clase explotadora, la histórica rivalidad en el seno de la burguesía peruana entre, por un lado, la minoritaria -pero económica, ideológica y culturalmente hegemónica- gran burguesía tradicional, de origen social aristocrático y étnicamente criolla blanco-europea y, por el otro, la nueva burguesía emergente, de origen campesino y étnicamente indo-mestiza, que económica, ideológica y culturalmente es aún más débil que la gran burguesía tradicional, a cambio de ser mucho más numerosa y extendida por todo el país; habiendo llegado ya al gobierno del poder, no solo en las regiones, provincias, distritos y universidades, sino propio gobierno central nacional del Perú, con Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Ollanta Humala; terminando siempre sometida a la gran burguesía tradicional y las transnacionales, al mismo tiempo de evidenciarse en la mayoría de los casos tan corrupta como la gran burguesía tradicional.
Nuestro país vive, pues, un momento muy delicado, donde la crisis del régimen democrático neoliberal, crisis política que ya venía desde el período gubernamental de Ollanta Humala, ha sido marcadamente exacerbada por los destapes de la gran corrupción que, además de tener como protagonistas principales a los monopolios empresariales brasileños de la construcción, compromete también en nuestro país, tanto a grandes e icónicas empresas nativas, como Graña y Montero, ligada al grupo El Comercio, como a todos los presidentes de la República de los últimos 25 años; de tal manera que al ya sentenciado y encarcelado Alberto Fujimori se ha sumado Ollanta Humala y su esposa, mientras que Alejandro Toledo está denunciado, juzgado, sancionado preventivamente y perseguido por las autoridades, y Keiko Fujimori enfrenta un proceso de investigación por la Fiscalía, por fuertes indicios de soborno por Odebrecht; además de las serias sospechas de situaciones similares de PPK y su primer ministro, Fernando Zavala, durante el gobierno de Toledo.
En medio de este gran escándalo nacional, con una creciente indignación popular, la presente lucha magisterial ha ahondado mucho más todavía aquella crisis política y la precariedad del gobierno de PPK. “Crisis de gobernabilidad”, la denominan otros, llevando a César Hildebrandt a titular la última edición de su semanario con un elocuente: “Camino al abismo”, subtitulándolo, “si no hay cambio, habrá vacancia” (en circunstancias que el fujimorismo, a pesar de todo el desarrollo de sus contradicciones internas, se perfila como el peligro principal para el pueblo, como alternativa ultra reaccionaria de recambio gubernamental) al mismo tiempo que ha elevado la dignidad, la autoestima y el reconocimiento social de los maestros y el ascendente apoyo del pueblo. Lima no será el Perú, ni la Plaza San Martín, Lima, pero lo cierto es que la nutrida masa magisterial de vanguardia, llegada a esta histórica Plaza desde casi todos los pueblos del Perú, incluidos muchos docentes de Lima Metropolitana, ha dejado con su lucha una honda e indeleble huella en la conciencia de los trabajadores y de todo el pueblo peruano.
Ciertamente que el fujimorismo, en su objetivo de avanzar sus planes partidarios de llegar al gobierno del poder, si les fuera posible antes del 2021, vacando a PPK, ha pretendido utilizar la huelga de los maestros, jugando con la necesidad de apoyo congresal que requería la lucha magisterial, particularmente para solucionar el problema central de la evaluación punitiva (como antes también lo hicieron legítimamente los jóvenes que lucharon victoriosamente en todos los necesarios terrenos contra la denominada ley Pulpin). Pero, el movimiento magisterial en huelga, por propia experiencia ha ido comprobando la naturaleza política de los partidos presentes en el Congreso, que a la hora de los loros y ante los problemas realmente candentes y de fondo, no defienden al pueblo. Primero los huelguistas han comprobado cómo los representantes congresales de partidos de la burguesía, el Apra (Jorge del Castillo), Peruanos por el Kambio (Vicente Zevallos) de APP (César Villanueva) de Acción Popular (Edmundo del Águila) estaban también por la evaluación punitiva, arrastrando penosamente a esa misma postura a los representantes congresales de los partidos de la clase media democrática y progresista, de las provincias rurales, Frente Amplio (Wilbert Rozas) y de las ciudades, Nuevo Perú (Tania Pariona). “La evaluación no es negociable”, dijo Jorge del Castillo, repitiendo lo mismo todos los demás representantes de los partidos señalados y luego también ha aprendido (o reaprendido) que el fujimorismo que hoy dirige el Congreso, más allá de sus groseras maniobras, demagogia y engaño político, para llegar al poder, guarda fundamental unidad con el Estado neoliberalizado, que ellos fundaron en los años 90, cerrando filas con el Ejecutivo frente a la política educativa neoliberal, y en particular ante la evaluación punitiva.
Pero este sismo político no solo ha golpeado al gobierno y a la clase dominante, sino que su radio de acción ha llegado hasta estratos más profundos de la sociedad, estremeciendo a otras capas fuerzas sociales y fuerzas políticas en el propio seno del pueblo, incluidas las izquierdas que no tienen asientos en el Congreso de la República.
La evaluación punitiva en el centro de la lucha magisterial
Hoy está claro que, en el complejo y difícil desenlace de esta huelga, han existido dos puntos principales en intensa pugna entre el gobierno y los maestros huelguistas: a) El reconocimiento o no reconocimiento (de jure o de hecho) de la dirigencia de los maestros en huelga a través del diálogo directo de la Ministra de educación o de otros altas autoridades del Ejecutivo con la dirigencia que encabeza el profesor Pedro Castillo Terrones, pero por sobre todo, b) La cuestión de la evaluación del profesorado, que en los últimos años ha sido ya acordada por las partes como una evaluación del desempeño del docente en el aula, descartando el examen de conocimientos del gobierno de Alan García; pero que ahora cada parte la concibe y la plantea según su realidad, visión e intereses como actor social determinado.
La ministra de Educación y una serie de analistas y voceros políticos y mediáticos insisten -tramposamente o por haberse quedado rezagados en el seguimiento y comprensión de la actual lucha magisterial- en poner el asunto salarial como el primer punto en contienda, de tal manera que habiéndose acordado el piso salarial de dos mil soles, no habría ya mayor problema para levantar la huelga, resultando entonces intransigente y extremista su continuidad, por presuntas motivaciones exclusivamente político partidarios para ello. Ocultan así que la evaluación realmente existente (con las famosas rúbricas) del magisterio peruano es hoy el más hondo, sentido y sobre todo urgente reclamo magisterial porque pone en peligro su propia situación de profesores, jugándose su carrera en una hora de evaluación; al mismo tiempo que para el gobierno y todos los neoliberales constituye un punto no transable, no negociable. La campaña propagandística del gobierno y los medios masivos de comunicación de los grandes capitalistas, presentan a los profesores en lucha como a una manada de ociosos e incapaces, que no les interesa una educación de mayor calidad para los niños peruanos, no queriendo aceptar ningún tipo de evaluación. Grosera mentira que dista mucho de lo que los maestros en huelga han repetido numerosas veces: que no solo están dispuestos a la evaluación de desempeño, sino que desde su ingreso a la universidad y a través de muchos otros hitos de su formación y ejercicio profesional han sido y siguen siendo evaluados; radicando el verdadero debate en qué, cómo y para qué se les evalúa.
Según la argumentación de los neoliberales en educación (de quienes no solo sus métodos y técnicas sino sus objetivos educativos y evaluadores provienen del Banco Mundial) la evaluación del desempeño del docente es la esencia (¿?) de la labor del magisterio y la garantía de la mejora de la calidad educativa, que, también afirman, es el propósito fundamental del sistema educativo; agregando que la evaluación es un proceso que no debe ser reducido a la simple técnica de las rubricas, ni debieran existir temores ni prejuicios respecto a éstas. Pero ¿es realmente así? Por cierto que la evaluación del desempeño docente es importante y necesaria, pero no puede reemplazar el rol esencial que tiene la labor docente, impulsora, dirigente y facilitadora del proceso enseñanza-aprendizaje, con su centro privilegiado en el aprendizaje de los estudiantes; para lo cual se deben mejorar todas las condiciones que favorezcan dicho proceso, como buenas condiciones de vida tanto de profesores como de estudiantes, buena infraestructura, equipamiento, tecnología y otros materiales didácticos.
Siendo la evaluación el centro de la actual lucha huelguística y el motivo de por qué se prolonga, se tiene que ser muy precisos al respecto, de acuerdo a cómo ha avanzado esta discusión, en esta lucha. El debate sobre si la evaluación es a través de una prueba escrita de conocimiento general, mediante la cual el gobierno de Alan García buscó la aprobación solo los profesores apristas y humillar a la mayoría del magisterio o si más bien debe ser una evaluación del desempeño docente en aula, como en su momento lo plantearon casi todas las fuerzas al interior del SUTEP, ya está zanjada por todas las partes en favor de esta última. Eso ya se logró antes de esta huelga. Ahora, el asunto es que la trampa de antes, de buscar jalar a la mayoría de profesores mediante una rebuscada prueba de conocimientos hoy ha sido trasladada a la evaluación de desempeño en aula, mediante la nueva trampa de las famosas rúbricas, tal como las esgrime el MINEDU. Es decir, el objetivo sigue siendo el mismo, la forma y la técnica de su cumplimiento, la patronal la ha cambiado, adecuándola a los avances de la lucha magisterial.
Hasta noviembre del presente año, el MINEDU está aplicando todavía este tipo de evaluación como ensayo en las instituciones educativas públicas, fecha a partir de la cual ha resuelto por su parte empezar a implementarla oficialmente, comenzando por las maestras de Educación Inicial. En toda esta etapa de prueba, ha quedado evidente que el celo “reformador” y “orientador” de las evaluaciones del MINEDU, ha centrado toda su atención en la exclusiva aplicación tubular de sus rúbricas, fuera de todo contexto. Peor aun cuando la gran mayoría de evaluadores o no son profesores, o son profesores que no han pasado suficiente tiempo de experiencia en las aulas de un centro educativo público.
Pero la “falla” fundamental de este tipo de evaluación es que no tiene en cuenta ni le interesa la realidad de los educandos de estas instituciones educativas, en primer lugar, la realidad socio-familiar de estos estudiantes, comenzando por su deficiente alimentación diaria, su estado nutricional, en muchos casos de desnutrición y anemia, con el enorme perjuicio y desventaja que ello ocasiona en el cerebro y contra la potencialidad intelectual de estos niños y niñas; los grandes problemas que llevan de casa a las escuelas en sus cabezas, en sus impulsos y sus hábitos; con padres separados y muchas madres solteras como jefas de familia; que para mantener su hogar pasan fuera del hogar 10, 12 o 14 horas diarias trabajando; a lo que hay que agregar la demora adicional generada por el caótico transporte en el caso de Lima y otras grandes ciudades del país; no pocas veces con niñas o niños sometidos a violencia física, psicológica y sexual; para no hablar ya de las carencias de infraestructura, equipamiento, recursos tecnológicos y otros materiales didácticos de los centros educativos. Es cierto también que los individuos y las poblaciones, ante grandes problemas, injurias y traumas sufridos, echan mano del recurso psico-social que contemporáneamente se conoce como resiliencia, proceso en el que entran o deberían entrar muchos niños y familias, y de repente casi todo el país. Pero ese es un proceso de mediano y largo plazo, que requiere toda una organización especial del Estado, la sociedad, las comunidades y las familias; pero que no se podrá resolver en el inmediatísimo plazo de una hora pedagógica escolarizada de evaluación con rúbricas.
Cuando los profesores inquieren a los neoliberales en la educación, o a sus implementadores de la evaluación, sobre el peso de esa realidad social de los estudiantes y las escuelas públicas, les contestan recitando la manida y sínica frase, aparentemente muy realista y sabionda: “Tú no te preocupes por lo que no puedes cambiar y concéntrate en lo que si puedes hacer en el aula”. Pero, la realidad es que, a pesar que en cada acto educativo formal en aula no se explicite ni se evidencie directa e inmediatamente la esencia de los grandes problemas estructurales del país que afectan a los niños, sin embargo, dichos problemas estructurales sí se expresan cotidianamente en el cuerpo y el alma de nuestros niños, manifestándose de una u otra manera en las aulas; dificultando la atención, concentración y participación adecuada de nuestros educandos en su proceso de aprendizaje.
Por supuesto que frente a esta realidad, muchos maestros se esfuerzan por adecuar su labor docente a estas cotidianas condiciones adversas, haciendo incluso de artistas, de actores de teatro -tal como lo enseñó hace ya varios siglos, el gran pedagogo transformador antifeudal, Amos Comenius- para estimular y captar la atención de nuestros estudiantes (y como superlativamente lo demuestran los destacados profesores peruanos, Fidel Berrospi y Juan Cadillo) y motivar su participación en su propio proceso de aprendizaje; cumpliendo, además, en y luego de clases, la labor de psicólogos, trabajadoras sociales, sociólogos y antropólogos (que el MINEDU está muy lejos de incluir en un necesario equipo multi e interdisciplinario en las escuelas y colegios públicos) y obviamente, la mayoría de las veces fuera de sus horarios de trabajo. Pero, a pesar de todo ello, por más que se esfuerzan, no es posible que los profesores, que no dirigen el poder del Estado, y por ende del MINEDU, ni organizan la economía y la vida social de nuestro país desde puntos de vistas más racionales, científicos, democráticos y solidarios, puedan resolver mediante el acto educativo formal escolarizado los problemas educativos que ha creado la clase dominante que gobierna por largas décadas nuestro país, afectando a sucesivas generaciones. Menos, pues, que pueda lograrlo con aquel pretendido “milagro pedagógico” de la evaluación mediante las rúbricas del MINEDU, encuadrado en el escenario concreto de 60 minutos, bajo la acosadora vigilancia de un evaluador externo, más la del director de la institución educativa; algunos de los cuales podrán ser honestos y justos, pero sabemos también que otros andan cargados de rencillas frente a profesores que reclaman sus derechos en la institución educativa, por discrepancias políticas o por otros motivos, por un lado, y de favoritismo, por amistad, compadrazgo o incluso por corrupción, por el otro; utilizando un instrumento evaluador construido, en parte, subjetivistamente y, en parte, como celada deliberadamente hecha para “jalar” a la mayoría de profesores evaluados.
Así pues, el real objetivo de los neoliberales con su evaluación punitiva, lejos de estar concebida para incrementar la calidad de la educación peruana, está más bien enderezada a sacar de la carrera magisterial a muchos profesores, como necesidad de la privatización de la educación pública, para lo que se requiere contar con una amplia cantidad de profesores, no solo sin estabilidad laboral sino sin empleo, creando un verdadero ejército profesoral de reserva, que mantenga al magisterio como mano de obra educacional barata y mucho más precaria.
En este sentido, se debe escuchar la autorizada palabra de los destacados educadores León Trahtemberg, Juan Cadillo y Fidel Berrospi. Los dos primeros han señalado que, pese a su experiencia y aportes creativos a la educación peruana, con la evaluación por rúbricas del MINEDU ellos mismos saldrían desaprobados, porque, a pesar de sus novedosos esfuerzos por captar la atención de sus alumnos y facilitar su participación en su aprendizaje, siempre, no solo por los traumas que acarrean los distintos problemas sociales de las familias sino por la propia naturaleza de los niños que, en general tienen márgenes de concentración de minutos; mientras que León Trahtemberg predice que, en buena cantidad de casos, aquellas evaluaciones se convertirían en un verdadero show, con la puesta en escena una bien ensayada evaluación, previo pacto entre profesores, padres de familia y estudiantes (por solidaridad o por corrupción, agrego yo) acordando previamente que nadie se salga para nada del libreto. Imagínense la gran escuela de simulación que se estaría inaugurando.
El actual trance histórico-social del magisterio
Es bueno recordar además que, a diferencia de los profesores de la etapa pre velasquistas del país, cuya base social mayoritaria era la de una pequeña burguesía o clase media de origen aristocrático y criollo de Lima y de provincias, con un sueldo real y un nivel de vida superior al del presente y relativamente bien ilustrados en la cultura occidental, la mayoría del profesorado actual procede del campesinado, medio y pobre, y, complementariamente, de la clase obrera y de pequeña burguesía media y pobre de las ciudades; mientras que étnicamente, la mayoría procede de la raigal vertiente indo-mestiza del país y la nación peruanos. Ahora bien, por experiencia e intuición o por indagación científica, nuestros actuales profesores perciben la realidad de que la evaluación neoliberal es un instrumento legal cuya aplicación liquidará sus más elementales condiciones de existencia y de realización social, logradas con el esfuerzo de su profesionalización docente y su ingreso al magisterio, que los empuja a la pérdida de su actual ser social, no solo como sector profesional sino más profundamente como capa y clase social trabajadora de la pequeña burguesía asalariada, hoy mayoritariamente en proceso de proletarización social. No están dispuestos a volver a ser campesinos pobres o devenir completamente en ambulantes o taxistas, a pesar que por sus magros sueldos, no pocos profesores destinen parte de su tiempo a estas actividades económicas. Peor aun cuando el agro peruano, sobre todo el de pequeña producción, vive una crónica crisis y decadencia, agudizada en las condiciones imperantes de capitalismo neoliberal. He ahí el por qué de la fuerza y la profundidad de esta gran huelga magisterial; cuestión frente a la cual algunos dirigentes nacionales han relajado la sensibilidad que permite sentir y comprender este drama social e histórico, que está sucediendo ante nuestros ojos.
Por cierto que hay también un significativo número de docentes que se encuentran vinculados o ya pertenecen a la burguesía emergente de origen campesino indo-mestiza, que entre otros varios rubros, están también presentes en los negocios de la educación privada, pequeña, mediana y algunos en las grandes inversiones en educación particular. Pero aun en este caso, con el gobierno neoliberal de PPK, elitista, neo aristocrático, y de un desbocado loísmo acaparado por su gentita, en la medida que es representante directo de la gran burguesía criolla cosmopolita, la situación se ha tornado desfavorable para el avance de la burguesía emergente. De todas maneras, el cariz y las relaciones clientelares del gobierno de PPK es distinta a la de los gobiernos neoliberales de origen social y étnico burgués emergente y mestizos, como los de Fujimori, Toledo y Humala; que a pesar que esencialmente también se pusieron al servicio de la gran burguesía y las transnacionales, sin embargo brindaron mayores oportunidades de negocios a la burguesía emergente de donde proceden, por lo menos a las de provincias. Hoy con PPK, han perdido las posiciones políticas y de negocios que habían conseguido en gobiernos como el de Ollanta Humala, donde eran o altos funcionarios de los gobierno regionales, provinciales, distritales, universidades, UGELs, (donde incluso han ingresado a gestionarlas algunos maestros ex radicales, como también otros partidarios de los dirigentes del CEN, dicho sea de paso) o hacían negocios con estos y en otros rubros -lícitos e ilícitos-.
En esta nueva situación desventajosa para la burguesía emergente, le ha impulsado a volver a la pelea, sobre todo en las regiones, estableciendo alianzas, explícitas o implícitas, con las luchas populares y, en no pocos casos, impulsando y dirigiendo alguna de éstas. Por supuesto que desde sus puntos de vista, objetivos e intereses burgueses emergentes; pese a que muchas veces ello no aparezca desde el comienzo claro a los trabajadores, siéndole todavía fácil a la burguesía emergente indo-mestiza mimetizarse entre nuestro pueblo, mayoritariamente también indo-mestizo. ¿Los niveles de apoyo que los gobiernos regionales y otras instancias análogas brindaron en su inicio y desarrollo a la actual huelga de los trabajadores de la educación no es también una manifestación de lo que estamos hablando? ¿Parte de la fuerza de esta huelga en las provincias no se debe también, aunque sea secundariamente, a esta alianza -sea tácita o sea pactada-? ¿Una de las razones de la debilidad en Lima Metropolitana de la huelga, tanto al inicio como en el desenlace de ésta no se debe a que aquí manda y administra directamente la educación pública el gobierno central, en manos de la gran burguesía tradicional? ¿Cuánto golpea a la huelga nacional del magisterio el hecho de que la mayoría de gobiernos regionales se esté aliniando ahora con la política antimagisterial y de asfixia de la huelga del gobierno central?
No obstante, también es necesario recordar que los propios trabajadores, mientras no desarrollemos una mayor experiencia de lucha, ensanchando y profundizando en esa contienda nuestra conciencia clasista DE TRABAJADORES (subrayamos de trabajadores, porque la burguesía también es clasista y muchas veces tiene más conciencia clasista de sus propios intereses inmediatos y mediatos de clase, en comparación con la que, por ahora, la mayoría de trabajadores tienen de los suyos) de manera natural y espontánea, también aspiran a lograr posiciones económico sociales de burguesía emergente, como la única manera que todavía tiene la mayoría de concebir el progreso, el ascenso social y un mayor bienestar y confort, que todos necesitamos y deseamos. Pero, la realidad es que en el capitalismo, desmintiendo la interesada predica neoliberal que vende la ilusión del “emprendedorismo”, no hay cabida para todos, porque, a fin de cuentas, la riqueza tiene que salir de los únicos que la generan: los trabajadores explotados. Trabajadores que, unidos con todo nuestro pueblo y con otros sectores democráticos y sensatos, conformemos un gran movimiento popular y patriótico anti neoliberal, para conquistar un gobierno que empiece a resolver los grandes problemas generados por la actual sociedad, dominada y principalmente al servicio de la gran burguesía y las transnacionales, y dentro de estas soluciones, se transforme positivamente la realidad actual del problema educativo nacional; abriendo las puertas al avance de la liberación social y nacional definitiva de nuestro pueblo trabajador.
Necesidad, justeza y condiciones favorables para el desarrollo de la gran huelga magisterial
En consecuencia, esta lucha de decenas de miles de docentes en Lima y las regiones, la sensibilización y respaldo a la huelga magisterial de una mayoría de padres de familia y de la opinión pública en general, el hecho de que el Estado se haya visto obligado a dialogar en el MINEDU con los reales representantes de los maestros en lucha, aunque fuere a través de los congresistas que oficiaron de intermediarios entre aquellos dirigentes y altos funcionarios del Ministerio del ramo, e incluso a pesar de los aristocráticos gestos despectivos y retrecheros de la ministra Marilú Martens; las nuevas conquistas parciales que sucesivamente han seguido arrancando los maestros como subproducto de la fuerza de la huelga y sobre todo, ese invalorable espíritu de unidad, de lucha y de dignidad recuperado por los profesores, constituyen clara demostración de que su plataforma reivindicativa no solo era y es justa y urgente sino que existían las condiciones objetivas y subjetivas para el desarrollo y triunfo de esta huelga; condiciones que, como ha sucedido, se podían desarrollar aún más en el propio proceso del combate huelguístico.
La lucha en dos frentes en el seno del movimiento magisterial
En ese sentido, la contundencia de la huelga magisterial ha sido fundamental no solo para discernir y valorar la necesidad, justeza, oportunidad y urgencia de esta lucha frente al neoliberal y elitista gobierno de turnio del Estado peruano y su MINEDU, sino también para identificar al interior del propio movimiento magisterial a las diferentes posturas sindicales y políticas en la orientación y conducción de la organización y lucha de los profesores, desde la fase de preparación y organización de la huelga, su desarrollo y desenlace. Sabemos por teoría y práctica, que siendo importantes los condicionantes factores externos (en este caso, externas al movimiento magisterial) lo fundamental y determinante radica en el interior del fenómeno de que se trate, esencialmente de las contradicciones internas que motorizan su desarrollo, en este caso, del movimiento magisterial. ¿Cuál era y es la postura y la actitud que en las actuales condiciones mejor está expresando las necesidades, el sentir y la disposición de lucha de los maestros e imprimiendo una orientación más justa, combativa, consecuente y firme en los principios y, a la vez, realista y flexible en la táctica? ¿Cuál la más alejada, burocrática y contraria a las necesidades, el sentir de los maestros y a la urgencia de su lucha huelguista? y ¿Cuál la extremista y ultraizquierdista que bajo su particular interpretación de la consecuencia, propugna en cualquier contexto la lucha sindical “hasta las últimas consecuencias”? Necesitándose desentrañando, además, la unidad dialéctica de contrarios que (consciente o inconscientemente, queriéndolo o sin quererlo) se establece y se retroalimentan mutuamente entre éstas tendencias durante las distintas fases del combate; así como detectar la desviación y la traba principal en cada una de aquellas fases y cómo, a su vez, tal desviación alimenta y justifica el desarrollo de la desviación extrema opuesta.
Burocratismo capitulacionista en el CEN del SUTEP, principal desviación en el inicio y desarrollo de la gran huelga nacional del magisterio 2017
En este sentido, la realidad de la intensa lucha magisterial de estos dos últimos casi dos meses y medio (considerándola desde el 15 de junio 2017, que se inicia en el Cusco) ha permitido evidenciar con gran claridad que, desde el momento de la preparación, organización, inicio y desarrollo de la presente huelga magisterial, la desviación y obstáculo principal al interior del movimiento magisterial lo ha constituido la persistente política burocrática asumida por el CEN del SUTEP, dirigido por el PC del P - Patria Roja. A diferencia de los momentos iniciales del SUTEP, de intensa lucha de frente único clasista magisterial, en los años 70 del siglo pasado, bajo el liderazgo de Horacio Zevallos, hoy se ha revelado un determinado tipo de evolución en la dirección nacional del SUTEP que lo ha alejado de las necesidades, el sentir y la creciente disposición de lucha de las bases regionales, provinciales y locales, principalmente de las provincias, pero crecientemente también de Lima Metropolitana, martirizadas por el acoso de la evaluación neoliberal y los míseros sueldos; habiendo asumido los últimos cuerpos dirigenciales del CEN del SUTEP, además de un ya antiguo sectarismo y negación de la política de frente único de masas por arriba y por abajo, la conducta del menor esfuerzo en la defensa de las reivindicaciones del magisterio, concentrado su accionar en intereses de grupo. El CEN del SUTEP no solo no ha sabido o no ha querido sino que no ha podido calibrar la disposición de lucha de las masas magisteriales y menos organizar e impulsar ésta, habiéndolo empujado la vida a conciliar rápidamente con el MINEDU y a oponerse al combate huelguístico, sin que ello le haya impedido arrogarse el mérito de la conquista de las reivindicaciones parciales, que no se hubieran podido alcanzar, aunque sea como acuerdos, sin la dura y larga lucha magisterial 2017, iniciada en el Cusco el 15 de junio. El CEN ha evidenciado sometimiento ante las presiones, la demagogia y las calumnias del gobierno, y también ante las alabanzas y zalamerías de ese gobierno y los medios de comunicación de la derecha hacia el CEN, llegando algunos de sus actuales máximos dirigentes coincidir en los sets de radio y TV con los comentaristas neoliberales, sin ningún análisis, critica y denuncia de la política neoliberal general y educativa en particular, en aquellas preciosas oportunidades en que su voz llega a amplias masas de radioescuchas y televidentes de nuestro pueblo; llegando hasta un punto en el que los dirigentes más burocratizados han cruzado el Rubicón, transitando de opositores de la huelga magisterial, a actuar prácticamente como voceros del gobierno, del MINEDU y en algunos casos, del Ministerio del Interior.
Mas, esta conducta política del CEN del SUTEP no solo ha obstaculizado el avance de la huelga magisterial y una correcta orientación de frente único de esta lucha, sino que ha facilitado el avance de las posiciones ultraizquierdistas, anarquistas, particularmente del senderismo; posiciones que el CEN del SUTEP condena desde sus particulares puntos de vista, pero que con la política práctica que ha aplicado, realmente ha favorecido y justificado su desarrollo. Un clásico nos recordaba que los avances del anarquismo, del ultraizquierdismo constituía la expiación de los pecados del reformismo. Lo más grave es que dicha conducta política no es solo un hecho reciente, aislado y casual sino que se viene produciendo hace ya años, generados seguramente por una serie de profundas razones históricas, sociales, políticas e ideológicas, que sus sectores sanos y honestamente revolucionarios solo podrán corregir y superar partiendo de un integral y consecuente análisis autocrítico y crítico.
El desenlace victorioso de la huelga no puede estar guiado por la extremista consigna de “hasta las últimas consecuencias”
Repetimos que la gran huelga nacional 2017 del magisterio nacional, iniciada realmente el 15 de junio en el Cusco, extendida y profundizada a partir del 12 de julio, haciéndose total, por un día, el 13 de julio, con el paro convocado por el CEN del SUTEP y desarrollándose heroicamente por más de dos meses, bajo la dirección y clara hegemonía en la conducción de la huelga por el Comité Nacional de Lucha de las Bases Regionales del SUTEP; logrando significativas conquistas económicas, políticas, anímicas y organizacionales. Creemos no equivocarnos al decir que uno de los más grandes logros de la actual lucha de los maestros ha sido la recuperación y ampliación de su unidad y capacidad nacional de lucha; restando conquistar, por cierto, el punto vital y más importante, y también urgente: la anulación de la evaluación punitiva, que el gobierno pretende se iniciar en noviembre de, presente año y su cambio por otra realmente formativa.
Teniendo su aspecto estratégico, la consecución de este punto (el de la evaluación) tiene principalmente un alcance de táctica general, para todo un período de lucha. Pero el desenlace final de la presente huelga es una cuestión de táctica específica, es decir, de la correlación de fuerzas concreta de ahorita y pronta salida más favorable con arreglo a tal correlación, precisando -luego de la gran acumulación lograda durante el inicio y el desarrollo de la huelga- cómo está evolucionando su ahora ya innegable fase de desenlace final, teniendo en cuenta no solo las fundamentales fuerzas internas del magisterio en huelga, sino el conjunto de las relaciones sociales y políticas del país en relación a la huelga. Eso significa repasar el estado de todas las alianzas estratégicas y tácticas directas al interior de este amplio frente único magisterial y las relaciones de éste con otras fuerzas sociales y políticas populares, democráticas y progresistas extra magisteriales, y particularmente con los padres de familia y los estudiantes; así como también sus reservas indirectas, es decir, las relaciones y negociaciones con los partidos de derecha y de centro e instancias del Estado y el conjunto de los medios masivos de comunicación.
Por ser la evaluación mediante las famosas rúbricas una trampa neoliberal para despedir profesores, mientras persista esta amenaza, pensamos que la dirigencia nacional de la huelga no debiera firmar su aceptación, por no ser necesariamente indispensable para cualquier forma de desenlace y solución de la huelga en favor del profesorado; lo cual significaría, además, un nuevo repudio a su dirigencia por la masa magisterial en huelga, creando gran desconcierto y la posible dispersión desordenada y desmoralizada en sus filas.
No solo el gobierno de PPK, todos los neoliberales locales (e incluso voceros congresales del FA y de Nuevo Perú en las negociaciones de parlamentarios con la dirigencia del Comité Nacional de Lucha cerraron filas con las declaraciones de que es un tema no es negociable) sino también sectores de padres de familia, incluso algunos que hasta hace pocos días apoyaban la huelga, están ya pidiendo en distintos tonos el retorno de los profesores a sus aulas. Es cierto que hay sectores de padres de familia de las capas populares más pobres de diversos lugares de Lima y provincias que han manifestado la persistencia de su apoyo a la huelga, pero también se conoce de crecientes sectores de las capas media y alta de la clase media, que exigen el término de la huelga. En otras palabras, el pueblo empieza a diferenciarse al respecto en los últimos días, debiendo precisarse cuál es la tendencia más fuerte. Frente a este trance, nos parece que existen dos posibles salidas.
La primera es alcanzar mediante el diálogo y la negociación con el gobierno un acuerdo para suspender por dos años la aplicación de la evaluación con las rúbricas, organizando y ejecutando en el ínterin, un amplio debate nacional sobre el tema, con la participación de distintas entidades públicas, populares y de la sociedad civil y personalidades destacadas en la educación, para que los maestros terminen inmediatamente la huelga y vuelvan a sus centros de estudio con sus alumnos. Pero ¿qué se puede hacer sin no se alcanza esta posibilidad? Repetimos que la dirigencia no debiera firmar la aceptación de la evaluación punitiva, por lo que de no alcanzarse la primera salida, y reconociendo con convicción que la huelga del magisterio ha conquistado importantes reivindicaciones y sobre todo sustanciales logros organizacionales, se tendría que hacer una suspensión organizada de la huelga, democráticamente acordada por los huelguistas; pasando a fortalecer las filas del magisterio y de sus relaciones con el resto del pueblo, particularmente con los padres de familia y los estudiantes, para no solo seguir luchando contra la evaluación punitiva sino para construir una propuesta alternativa, democrática, científica, moderna, popular y patriótica para la educación peruana.
En este sentido, la orientación de esta fase concreta de desenlace (en realidad, ninguna de sus otras fases) no puede ser “hasta las últimas consecuencias”, frase que en política tiene una larga tradición anarquista, ultraizquierdista, por más que se la use como recurso de agitación para alentar a las masas a proseguir en la lucha. Particularmente en el caso de dirigentes políticos que la plantean y defienden sistemáticamente en el seno de la lucha magisterial, objetiva y subjetivamente expresa el otro extremo, la otra desviación opuesta al burocratismo conciliador y capitulador, pero que bajo otra forma y estado de ánimo, también perjudica la lucha popular y, en algunos casos la empuja al desbarrancadero y liquidación, incluso sin desearlo, desde las mejores intenciones, recordando la conocida frese de que “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. Es también notoria la percepción de esta actitud y tendencia política en la lucha magisterial, como en otras luchas populares, pero no podemos señalar documentadamente la fuente partidaria de la misma, porque no hemos tenido la oportunidad de encontrarla explícitamente en documentos impresos o virtuales.
“Hasta las últimas consecuencias” pueden significar la victoriosa conquista de toda la plataforma huelguística y de todos sus objetivos políticos, como también la derrota y retirada desordenada y desmoralizante de las masas en lucha, por no saber, no querer o no poder darle término en las condiciones y el momento adecuado y preciso. No debemos olvidar que, a pesar de todo su heroísmo, esta huelga es un proceso sindical, que necesariamente tiene fecha de inicio y de término, por más que tenga también una inevitable dimensión política, como inevitablemente la tiene toda huelga nacional; más aún cuando cuestiona leyes nacionales sobre el magisterio y la Educación como la presente, así como también por la natural e inocultable presencia e incidencia de partidos, corrientes y núcleos políticos que actúan en su seno y pugnan por dirigirla. En todo caso, reiteramos que, sindical y políticamente, la gran huelga magisterial 2017 ha logrado ya grandes conquistas de diversa índole, golpeando fuertemente al neo oligárquico gobierno neoliberal de PPK, y particularmente su política educativa y colocando en el más alto lugar de la agenda nacional, el problema educativo.
Esa es, pues, la razón por la que hemos recordado la importancia de la lucha en dos frentes ante las desviaciones en el seno del pueblo en medio del combate contra la opresión y explotación de la clase dominante.
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sábado, 2 de septiembre de 2017
LA GRAN HUELGA MAGISTERIAL 2017
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DAVID AGUINAGA
martes, 18 de julio de 2017
Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia en prisión preventiva

OLLANTA HUMALA Y SU ESPOSA NADINE HEREDIA EN PRISIÓN PREVENTIVA
Significado histórico y político de su detención
Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, están en la cárcel. El Juez Richard Concepción Carhuancho dictaminó su detención preventiva por 18 meses -ante el riesgo de fuga- mientras dure la investigación por lavado de activos en agravio del Estado. En la forma, estamos ante un fallo controversial. Si lo ubicamos en el contexto general de la lucha contra la corrupción, la posición de la Fiscalía se encuentra en una situación muy sospechosa de favoritismo hacia otros actores de la red de corrupción montada por Odebrecht. ¿Por qué razones no existe la misma acuciosidad en la investigación con Alan García y Keiko Fujimori? ¿Por qué, los dueños de Graña y Montero, los socios de los empresarios brasileños, no son tratados de la misma forma?
Contra Humala pesan numerosas denuncias, desde actos de corrupción hasta crímenes. La más benigna es la investigación por el financiamiento de su campaña electoral, por lavado de activos, y la más grave, los crímenes que habría cometido en Madre Mía y otros asesinatos durante su gobierno. Con una rapidez mayor que las instancias judiciales, la mayoría de los medios de comunicación han desarrollado una intensa campaña a fin de precipitar los desenlaces judiciales, y esto ha ocurrido con la detención preventiva.
Pero ¿cómo es posible que los fujimoristas y los apristas se hayan convertido en la moral pública? ¿Cómo es posible que los medios de comunicación que se sometieron al fujimontesinismo se encarguen de juzgar anticipadamente a los que son objetos de investigación? ¿Cómo es posible que la otra cara de la medalla de esta campaña presione al gobierno de PPK para que libere a Alberto Fujimori?
En la campaña mediática que se realiza sobre las acusaciones contra Ollanta hay medias verdades y mucho cinismo. Si él y su esposa son culpables de los delitos que se les acusa deben ser sancionados ejemplarmente. Ese es el camino que deben seguir todas las autoridades que han delinquido. ¡No debe imponerse la impunidad!
Sin embargo, los que luchamos por la transformación verdadera de la sociedad, debemos ubicar estos procesos judiciales en el contexto histórico general y en el desarrollo global de la lucha de clases. Lo más probable es que la mayoría de las acusaciones que se le imputan sean ciertas, pero para las capas tradicionales, para los verdaderos dueños del Perú, el delito más grave que cometió Ollanta Humala fue haber liderado por un decenio un movimiento democrático patriótico anti neoliberal.
La defensa del statu quo los impulsa a golpear sin piedad a Humala, con la finalidad de acabar con todo vestigio de rebeldía del pueblo y provocar la desmoralización de las fuerzas progresistas y populares. Los medios de comunicación que hoy desarrollan la campaña mediática contra Ollanta son los mismos que apoyaron al fujimorismo, y que ahora presionan al gobierno de PPK para que, además de liberar a Alberto Fujimori, establezca un cogobierno con el fujimorismo para garantizar la continuidad del modelo neoliberal y del sistema capitalista.
Para los grandes capitalistas, estrechamente vinculados a las transnacionales, y las capas medias tradicionales, los Humalas y los Toledos son los advenedizos a los que hoy pretenden sepultar para siempre. Pero, estos abundan como consecuencia directa del proceso velasquista que acabó con los últimos vestigios importantes de la semifeudalidad, así como un subproducto de la prolongada crisis de la moderna gran industria. El Perú, extensivamente, es un país capitalista primario y atrasado. La informalidad que predomina es sólo su apariencia más visible. Los nuevos actores de esta realidad económica social son los llamados emprendedores, los burgueses o pequeñoburgueses emergentes, expresión evolucionada del "desborde popular", que sobreexplotan aplicando el neoliberalismo sin ningún escrúpulo; violando además las normas más elementales de civilización y seguridad, como se ha expresado en el incendio de las Malvinas y en el reciente accidente del cerro San Cristóbal, en plena capital del país.
Los medios de comunicación vinculados a la gran burguesía realizan una campaña contra los "informales", pero ocultan que estos problemas se han agravado por el capitalismo salvaje promovido por el neoliberalismo, impuesto de manera completa mediante el golpe de Estado de Alberto Fujimori en 1992. De igual manera, en el plano político acusan con facilidad a hombres como Toledo y Humala, pero protegen a los que consideran vinculados históricamente a sus intereses, los viejos partidos, o a los que les conviene como el fujimorismo, un partido emergente instrumental a sus intereses.
En última instancia, la lucha en las alturas es la que se desarrolla entre la gran burguesía tradicional -vinculada a las transnacionales- y la burguesía emergente de origen campesino. Un gran problema para la dominación política de la burguesía es que esta contradicción permanente no le da estabilidad política. Las elecciones del año pasado no han resuelto esta crisis de dominación política, como soñaban las élites tradicionales. La gran burguesía tradicional tiene el Poder Ejecutivo, pero los gobiernos regionales y locales están dominados por los burgueses emergentes, y, en cierto modo, también el Parlamento.
Por el desarrollo de la historia y por la erradicación de los vestigios semifeudales hace casi medio siglo, tal como nos indica la experiencia de los últimos decenios, desde 1990, y en particular después del 2000, la burguesía emergente y sus representantes políticos e intelectuales no tienen realmente proyectos progresistas de desarrollo nacional. En su mayoría son mediocres, y una vez en el poder, impulsados por sus intereses, se someten fácilmente a los grupos tradicionales poderosos, la gran burguesía y las transnacionales, arrojando con facilidad sus discursos "progresistas" "radicales", "nacionalistas", "indigenistas" o "ecologistas". Y llegan a evolucionar hasta posiciones muy reaccionarias, como ya lo demostró la historia con la emergencia y la existencia del fujimorismo.
La actual soledad política de Ollanta Humala se generó desde el inicio porque su aventura política fue inspirada por sus intereses de burgués emergente. Independientemente de la condena que reciba de las instancias judiciales, el pueblo ya lo sancionó hace tiempo como un traidor.
En la burguesía, tradicional y emergente, existen elementos sensatos que aún pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo del progreso y la democratización de la sociedad. Sin embargo, la historia exige que los trabajadores asuman sus responsabilidades más allá de sus reivindicaciones laborales. Sin negarse al frente único y sin dejar de impulsar las alianzas más amplias para enfrentar al avance de la extrema derecha -que incuba el fascismo-, los trabajadores debe organizarse para luchar con mayor consciencia y firmeza por el progreso, la democracia y la emancipación nacional, para seguir avanzando en la lucha por la verdadera transformación de la sociedad y por la construcción de la futura sociedad socialista.
Movimiento por el Socialismo
Lima, 14 de julio 2017.
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miércoles, 8 de junio de 2016
DAVID AGUINAGA : OBJETIVO INMEDIATO CUMPLIDO, LA LUCHA DEL PUEBLO CONTINÚA...
-OBJETIVO INMEDIATO CUMPLIDO, LA LUCHA DEL PUEBLO CONTINÚA
Redactado por David Aguinaga Carrión,
08-06-16.
Según la declaración oficial de la ONPE, al 99.08% de votos contabilizados por este ente electoral, por más estrecho que sea, el triunfo electoral de PPK, con el 50.16 % de estos votos, sobre el 49.83% de KF, es ya un hecho.
Esta es una importante victoria democrática de los sectores populares y progresistas más conscientes de nuestro país, que celebramos con mucha alegría.
Para los socialistas representa un muy esforzado triunfo táctico específico frente a la circunstancia (la correlación de fuerzas de clases y partidos) de los resultados de la primera vuelta electoral 2016, en las que habían vencido dos partidos de la gran burguesía neoliberal, uno de los cuales, el fujimorismo pro fascista, la más agresiva fuerza política anti democrática, anti popular y anti socialista del país, avanzaba a retomar el gobierno del poder. Para conjurar esa peligrosa posibilidad muy concreta y con el propósito de generar una situación gubernamental menos desventajosa para defender y desarrollar la organización de la clase obrera y del conjunto de nuestro pueblo, y dentro de ello, del movimiento de izquierdas y socialista, todos los hombres y mujeres de progreso no podíamos permanecer indiferentes, esperando pasivamente que el fujimorismo, el partido más antidemocrático, agresivo y corrupto, además de su control directo y absoluto del Congreso y, en alianza con el APRA, los poderes judicial y electoral, asuma también el políticamente decisivo Poder Ejecutivo.
Para ello, nos unimos y movilizamos en una activa coalición democrática de amplias masas, de diferentes partidos, colectivos, organizaciones sociales y personalidades, con distintos tipos de demócratas, de vieja y nueva democracia; de democracia liberal burguesa, democracia pequeñoburguesa y democracia socialista. Un enorme frente unido democrático o una gran unidad de acción de los peruanos que no nos resignamos a lo que a algunos les parecía el triunfo ya cantado e inevitable del fujimorismo. Y ya está demostrada por los hechos, la verdad y la corrección de aquella activa actitud y táctica política democrática anti fujimorista.
Se trata ahora de dar el siguiente paso. Desarrollar la oposición popular democrática de la manera más concreta y racional, de acuerdo a la nueva realidad política creada por el desarrollo y el resultado de la lucha de clases en la ya culminada segunda vuelta. Y para los socialistas, desarrollando esta oposición al servicio de la prolongada lucha por el socialismo, en medio de la agudización de la crisis histórico-estructural o crisis general del capitalismo mundial luego de su crisis periódica 2007-2009. Ello ahorita se concentra principalmente en no dormirse y proseguir la lucha política de masas para exigir las reivindicaciones populares y democráticas levantadas en esta campaña electoral por distintos sectores populares e impedir que, bajo la presión los sectores más poderosos y reaccionarios de la gran burguesía y del fujimorismo, los partidos de derecha se unan para aplicar una política contraria al sentido democrático del voto popular y progresista del 05-06-16, que decidió el triunfo de PPK.
… proseguiremos al respecto.
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martes, 29 de noviembre de 2011
DAVID AGUINAGA CARRION : INCIPIENTE TENDENCIA HACIA UNA NUEVA UNIDAD REVOLUCIONARIA DE LOS SOCIALISTAS PERUANOS
INCIPIENTE TENDENCIA HACIA UNA NUEVA UNIDAD REVOLUCIONARIA DE LOS SOCIALISTAS PERUANOS
29-10-11
Redactado por David Aguinaga Carrión
En la lucha por su resurgimiento y nuevo avance, el movimiento socialista peruano necesita enfocar y comprenderconcretamente su actual situación y perspectivas; resultando insuficientes, en el mejor de los casos, las generalidades y la repetición de la letra de nuestros clásicos. Dentro de su universalidad, complejidad y eterno dinamismo, el desarrollo de la multifacética realidad, incluida la actividad humana, se sucede siempre de manera concreta. Otro asunto es nuestra dificultad para arribar a la comprensión de esa fluyente concreción, lo que requiere, entre otros recursos, fundamentalmente del ascendente y laborioso uso de la ciencia, en medio de la práctica social. La existencia y desarrollo del movimiento socialista en cualquier país, así como en los diferentes tramos de su historia, no escapan tampoco a dicha regularidad. Por ello insistimos en que reflexionar en abstracto y en general sobre el movimiento socialista peruano u opinar solo en torno a las sistematizaciones realizadas hasta cierta etapa de la vida del socialismo peruano, particularmente hasta 1930, cuando no es el dogmático rito de una iglesia secular, en el mejor de los casos sirve únicamente como una estación en el proceso de su conocimiento y transformación, previa comprensión de su “situación concreta”.
I
Por ello resulta indispensable penetrar en el desarrollo histórico, la base económico-social y la lucha de clases que condiciona la existencia del movimiento socialista, en su más amplio escenario mundial, arribando a una comprensión profunda y consecuente de por lo menos dos hechos actuales de gravitante dimensión histórica, uno mundial y el otro nacional: 1) La mayor agudización de la crisis general del capitalismo mundial, impulsada por su crisis periódica de súper producción relativa, que, eclosionada el 2008, ha abierto un nuevo período histórico de rebeliones, guerras y revoluciones y en ese marco mundial 2) La agudización de la lucha de clases desarrollada en el Perú en torno a las recientes tres vueltas electorales del 2010 y 2011y sus perspectivas de fondo.
Por lo demás, la mayoría de las organizaciones, movimientos y grupos de las izquierdas, en la pasada coyuntura lectoral del 2010 y 2011, de una u otra forma, directa o indirectamente, formal o tácitamente, estableció una alianza, primero con Fuerza Social, encabezada por Susana Villarán y luego con el PNP, liderado por Ollanta Humala, para impedir el triunfo de las fuerzas socio-políticas más reaccionarias, derechistas, antipopulares y vende patrias y para poder transitar a una nueva situación más favorable a los intereses de nuestro país y nuestro pueblo, que permita seguir organizando en mejores condiciones la lucha por el socialismo. Incluso, los que en nombre del socialismo, se opusieron a esta alianza y al apoyo a Ollanta Humala, sus más encendidas argumentaciones giraron también por muchos meses en torno a dicho acontecimiento político electoral. Por donde se lo mire, aparece, pues, como imprescindible un serio balance de ese hecho político, desde el punto de vista socialista. Balance que a la luz de la nueva realidad política alcanzada y cualquiera sea el rumbo que siga el gobierno de OH, resulta favorable al avance de nuestro pueblo, a condición que los socialistas sepan seguir cumpliendo sus tareas de clase.
Si bien las fuerzas objetivas y subjetivas de la alianza política que consiguió canalizar las necesidades y ansias de nuestro pueblo y nuestra Patria de avanzar frente a sus enemigos más poderosos y por sus justas reivindicaciones inmediatas no alcanzaron para aplicar el programa (mínimo, para los socialistas) de la “gran transformación” democrático patriótica anti neoliberal, no obstante, su triunfo electoral ha constituido de todas formas un importante jalón histórico nacional de trascendencia, engendrado por la agudización de la crisis general del capitalismo mundial, por más de veinte años de aplicación del neoliberalismo en nuestro país y por la lucha de nuestro pueblo contra aquellos; constituyéndose en un sub producto de su larga lucha, en particular desde el victorioso combate democrático contra el fujimorato.
Por ello, por más que la aplicación de la “hoja de ruta” represente solo modestas reformas al neoliberalismo, realizadas por un gobierno hasta ahora democrático progresista; reformas que, por supuesto, no bastarán para solucionar las grandes necesidades y justas demandas del pueblo peruano, sin embargo, las consecuencias transformadoras de aquel jalón histórico no se harán esperar mucho tiempo, porque sus causas y sus repercusiones son más hondas y más prolongadasde lo que piensa el propio PNP y de lo que antes imaginaron Susana Villarán y Fuerza Social.
Ahora bien, lógicamente que este avance internacional y nacional está incidiendo positivamente también en el seno de las izquierdas del Perú, de los socialistas en particular, generando bases sociales y políticas para su recuperación y posibilidad de resurgimiento, impulsando sus contradicciones internas, es decir el motor de su desarrollo; dependiendo su destino del curso de la discusión ideológica y política en su interior y, sobre todo, de la conducta político práctica que impere en sus filas, de su nivel de vinculación con la lucha de masas de los trabajadores del campo y la ciudad.
Escudriñando en estas circunstancias un poco más abajo de sus manifestaciones externas, en el seno del movimiento socialista y, en general, de las izquierdas del Perú de inicios de la segunda década del siglo XXI, se aprecia una creciente tensión entre dos contra tendencias al interior de su actual desarrollo. Por un lado se perciben iniciales y aún dispersos esfuerzos (por bloques) encaminados hacia la unidad de los socialistas, rescatando y defendiendo su identidad e independencia ideológica, programática y organizativa; sin renegar, por supuesto, de su anterior participación en la forja de la confluencia política Gana Perú con el PNP, de haber luchado por el triunfo del actual gobierno contra la ultraderecha y de apoyar hoy sus medidas progresistas, sino extrayendo más bien todo el provecho de este avance histórico en favor del resurgimiento del socialismo. Por el otro lado se percibe, en unos casos, la tendencia a un mayor relajamiento del contenido real (y no solo de palabra) de la identidad socialista y una consiguiente mimetización en el nacionalismo y, en otros, la promoción de un enfoque apartidista (es decir, de un real partidismo distintos al socialista) preconizando la indefinida postergación de la construcción partidaria socialista, desde una equivocada concepción respecto del autentico trabajo socialista de frente único y de su permanente interacción con la construcción partidaria.
II
Las izquierdas en el Perú están compuestas por algunas corrientes fundamentales, expresión concentrada en el terreno ideológico político de la lucha de clases de décadas atrás, como del presente, y por muchos matices desprendidos de aquellas corrientes básicas, así como por sus respectivas formas orgánicas más o menos estructuradas en organizaciones, movimientos, grupos, círculos y, también, personalidades y cc. sin organización establecida. No todas han surgido al mismo tiempo, resultando en algunos casos del desprendimiento de un determinado tronco, que, incluso, en el camino se entrecruzan con las surgidas de otros troncos. Tampoco expresan todas estas corrientes y matices de corrientes a una sola clase social sino, unas a la clase obrera, otras al campesinado o la pequeña burguesía urbana y hasta, en no pocos casos, a la burguesía media emergente, sobre todo la de origen indo-mestizo. Visto de esta manera, el enfoque de las tendencias, organizaciones y la militancia de las izquierdas se aproxima a una comprensión más concreta; más aún si tomamos en cuenta los distintos orígenes étnicos o las vertientes conformantes de nuestra nación y de nuestro país peruanos que las impregnan.
Es más, las múltiples organizaciones de izquierda expresan o heredan también la impronta de una u otra etapa del desarrollo histórico de aquellas clases, de la clase obrera, del campesinado o de la pequeña burguesía urbana y del surgimiento de la burguesía media emergente, sucedidas al compás del desarrollo del capitalismo, de la cancelación del feudalismo, del avance del dominio imperialista en nuestra Patria y de la lucha popular, nacional y proletaria contra aquellos.
Tampoco tiene por qué escandalizarnos la retoma del término genérico “izquierda”, más aún su empleo en plural (izquierdas) para expresar a distintas corrientes de este espectro político popular; mal grado el reclamo de algunos cc., recordándonos ahistóricamente que José Carlos Mariátegui (JCM, para abreviar) dijera en un editorial de “Amauta” en 1928 que ya no debería hablarse de izquierda o términos similares, bastando “esa sola, sencilla y grande palabra: Socialismo”. Evidenciando otra vez más cariño a la letra que al método marxista de JCM, olvidan estos buenos cc. que el gran Amauta planteó tal deslinde, ya no sólo de contenidos sino incluso de términos, en momentos culminantes de la constitución de la vanguardia socialista del proletariado en el Perú y en un escenario internacional en pleno auge de la construcción del “mundo nuevo” en la URSS, tan contrastante con el enorme retroceso de las últimas décadas, representado por la desintegración de la URSS y la derrota (que no es exactamente lo mismo que el fracaso) del socialismo del siglo XX, así como por la situación nacional de descalabro de IU y todo lo que significó para el socialismo y el pueblo peruanos la guerra interna que inició SL; circunstancia en que los socialistas a nivel mundial nos vimos obligados a volver a comenzar nuevamente desde el principio (ciertamente que sobre la sólida base de las tradiciones, gran experiencia y la teoría construidas por el socialismo internacional y nacional), rechazando la traición a la causa de muchos renegados, pero también el dogmatismo paralizante de otros. Así, pues, por estas nuevas “razones contingentes” no hay por qué temer volver a emplear tales “demarcaciones provisionales”; siempre y cuando los socialistas de todas las generaciones estemos dispuestos a demostrar una vez más, más allá de las palabras, en la lucha cotidiana al lado de los trabajadores, la creadora superioridad teórica, política y moral del socialismo proletario.
Los mencionados troncos que dieron origen a la actual izquierda peruana son por lo menos tres, con un común antecedente en el anarquismo:
1) El socialismo, que germinó en el Perú a fines de la segunda década del siglo pasado y consolidó su juvenil presencia como socialismo proletario en la tercera década del ese mismo siglo. Lo hizo sobre la base social de la primera etapa de desarrollo histórico de la clase obrera peruana y de sus primeras luchas clasistas nacionales (como la conquista de las 8 horas laborales) al interior de las primeras fases de surgimiento del capitalismo en el Perú y en medio, a su vez, de grandes y resistentes rezagos feudales, heredados de la Colonia; así como en un marco mundial de dominio capitalista imperialista, crecientemente imperante en nuestro país; configurando en aquel entonces una sociedad peruana en plena transición a un capitalismo dependiente, denominada sociedad semi-feudal y semi-colonial. Pero germinó también el socialismo peruano debido al poderoso influjo internacional de la insurgente revolución socialista soviética en aquellos años, que empezó a romper por Rusia la cadena mundial del capitalismo, iniciando el largo, complejo y zigzagueante tránsito revolucionario de la humanidad del capitalismo al comunismo; así como por la difusión e influencia mundial del marxismo -enriquecido con el leninismo-, asimilado y aplicado creadoramente en nuestro país por J.C. Mariátegui, que a la cabeza de un grupo de intelectuales y trabajadores de vanguardia, desenvolvió una brillante labor teórica y práctica de construcción partidaria y sindical de clase proletaria contra la burguesía peruana y el imperialismo, bregando por abrirle paso al socialismo proletario en lucha en el seno del movimiento obrero y popular contra el anarquismo, que negaba a la clase obrera su necesidad y derecho a su lucha política y partidaria de clase, y contra el aprismo, que, con el argumento cierto de la necesidad de alianzas de la C.O. con la pequeña burguesía, el campesinado y los sectores de izquierda de la burguesía contra el feudalismo y el imperialismo, que JCM nunca negó y siempre impulsó, en realidad trabajaba por impedir el desarrollo clasista independiente de la clase obrera peruana y por su sometimiento a la burguesía. Pero, lógicamente, el socialismo en el Perú surgió también bajo la fuerte influencia de la centenaria lucha de nuestro campesinado indígena contra los persistentes rezagos del feudalismo y la opresión étnica criolla y, por lo tanto, bajo las correspondientes tradiciones democrático revolucionarias anti-feudales campesinas y comunitarias indígenas milenarias, imprimiéndole peculiares características al contenido, forma y camino de la revolución peruana hacia el socialismo y, por ende, a la propia construcción partidaria socialista; al mismo tiempo que obligó también a un inicial deslinde con la visión ideológica indigenista sobre el presente y futuro del país. De esta manera se forjó la constitución del Partido Socialista del Perú, “vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase” (JCM), pocos años antes de la muerte de nuestro gran Amauta; quien en el plano teórico político nos legó una decisiva construcción programática socialista y, sobre esa base, una inicial formulación de la estrategia general y fundamental de la revolución socialista en el Perú; esbozada principalmente en deslinde con el APRA, que, incluso en su momento más progresista, pretendía reducir toda la lucha del pueblo y la clase obrera, en el mejor de los casos, a la lucha antiimperialista y anti feudal, parloteando sobre el socialismo solo en términos demagógicos.
2) El hayismo o aprismo, bajo el predominio de una democracia pequeño burguesa liberal nacionalista en el comienzo de su conformación, opuesta, como dijimos, a la constitución de la clase obrera en partido independiente; que de un encendido revolucionarismo anti oligárquico y antiimperialista de palabra y reformista de hecho, pronto evolucionó hacia el liberalismo burgués anti revolucionario, beligerantemente opuesto no solo al programa máximo de la revolución socialista sino opuesto incluso a vía democrático revolucionaria de los campesinos peruanos y la revolución democrático burguesa, anti-feudal y antiimperialista; en una especie de criollo struvismo cadete, que derivó, luego del velasquismo y del reformismo burgués alanista, a su forma actual neoliberal vende patria. Desde los años 30 del siglo XX hasta inicios del período velasquista, la acción del APRA en el seno del pueblo y la sociedad peruana fue una de las principales causas políticas del sabotaje de la revolución democrático burguesa anti-feudal en el Perú; desviando y/o saboteando la lucha democrático revolucionaria de nuestro campesinado e impidiendo la alianza revolucionaria obrero-campesina. Para ello, la contradicción interna original del APRA fue manejada por el hayismo mediante el continuo sometimiento de su corriente democrático revolucionaria, sacrificada en el altar de la vía de evolución terrateniente-burguesa del capitalismo dependiente en el Perú; ala revolucionaria que décadas después se vio obligada a romper con el APRA, desarrollando, desde su inicial fase de ruptura como APRA Rebelde hasta la más avanzada como MIR, su democratismo revolucionario y realizando esfuerzos por transitar del populismo al marxismo, al influjo la revolución cubana y del socialismo mundial. Se podrá discutir si está tendencia y movimiento llegó a constituirse o no realmente al socialismo proletario, pero lo que no se podrá negar, mezquina y sectariamente, es el papel revolucionario que cumplió y su bien ganada ubicación en el espectro de las izquierdas durante un importante lapso del siglo XX en el Perú.
3) El indigenismo campesinista, que ha tenido varias tendencias, fases y formas de desarrollo, tanto literario, antropológico, académico, como político; como un reflejo de la historia, la vida, la cultura y la lucha de nuestros campesinos indígenas en el pensamiento, la pluma y los lienzos de intelectuales, artistas y luchadores sociales procedentes, ya de la aristocracia de provincias, ya de clase media de ese origen (y en algunos casos también de origen campesino) e incluso de una proto burguesía media emergente. En el desarrollo de este tronco, unas veces han predominado sus elementos étnicos culturales indígenas y otros los sociales campesinos. Se constata también la diferenciación en su seno entre una corriente más abiertamente inclinada a la burguesía liberal y otra democrático revolucionaria, que se acercó al socialismo y el marxismo, de manera particular al legado de José C. Mariátegui, como es el caso de la obra de José María Arguedas.
Estos tres troncos cuentan con más o menos un siglo de existencia en la historia de nuestro país, habiendo dejado ya su indeleble huella en la sociedad, el pueblo y la cultura peruanas, donde destaca desde lejos no solo la calidad del legado de JCM y del socialismo peruano sino la plena vigencia de su contenido programático esencial, socialista.
Es justo constatar también el surgimiento desde fines de los años 50 del siglo pasado de un movimiento de sectores intelectuales y estudiantes de pequeña burguesía urbana, y particular -pero no exclusivamente- limeña, procedentes varios de sus miembros de capas cultas “más o menos venidas a menos” de la aristocracia, por el desarrollo del capitalismo, a quienes luego se sumarían contingentes campesinos. Sensibilizados por los acontecimientos mundiales y nacionales de esos años, particularmente también por la revolución cubana y “Perís 1968”, y bajo la influencia socialista, tanto desde su versión cubana y china, pero también desde formas moderadas del trotskysmo, a mediados de los años 60, fundan Vanguardia Revolucionaria. Este movimiento (donde, de alguna manera se debe incluir también, como inspirador, al grupo de Aníbal Quijano y “Sociedad y Política”) ha brindado desde su punto de vista un considerable aporte al desarrollo intelectual y los estudios sociales y culturales de nuestro país desde mediados de los años 60 del siglo XX, así como en la orientación de una nueva fase de desarrollo del movimiento campesino, en medio y sobre todo inmediatamente después de la aplicación de la reforma agraria velasquista; movimiento político que luego de varias divisiones, se reunificaría, con militantes procedentes de escisiones del MIR y algunos militantes trotskystas, en lo que en los años 80 fue el PUM.
No es propósito ni es posible en estas breves líneas realizar un balance del desarrollo de las izquierdas luego de 1930, tarea indispensable que requiere la colaboración y el debate de equipos organizados de trabajo, pero si dejar anotado que la heroica lucha desarrollada por los militantes y dirigentes de las izquierdas, verdaderamente revolucionaria y progresistas, sobre la base de las luchas populares, marcharon fructíferamente cuando se asentaron, impulsaron y dirigieron revolucionariamente las luchas, en primer lugar de la clase obrera, base social infaltable del socialismo, pero también del campesinado, así como manteniendo adecuadas relaciones con la juventud, los empleados y los intelectuales progresistas. Particular importancia ha tenido y tiene la relación con el campesinado. Antes, con su lucha por liberarse de la opresión y explotación semi-feudal directa de los terratenientes, hoy, de la que sufren directamente de parte de las transnacionales y de la gran burguesía peruana, que para imponer sus proyectos mineros, pugnan por arrojar a los campesinos y comunidades de sus territorios y liquidar sus ancestrales condiciones de vida, destruyendo de paso el entorno ecológico del país. Cuando el partido de los socialistas proletarios se desvió de esta lucha revolucionaria, apartándose de la clase obrera y del campesinado, o haciéndolo de manera, en unos casos reformista y en otros ultraizquierdista, sufrió serias derrotas históricas, llegando incluso a la escisión y la subdivisión; presa de una dialéctica mediante la cual, el reformismo estimulaba el brote del ultra izquierdismo y la exacerbación de éste profundizaba el reformismo; desviaciones que son mucho más interdependientes de lo que generalmente se piensa.
Consideramos muy importante constatar que en los años 70 del siglo pasado, y no por casualidad en ese período, casi la totalidad de las corrientes y organizaciones de izquierdas procedentes de los troncos y ramas señaladas, ingresaron en una profunda crisis histórica, ideológica, política y organizativa. Siendo múltiples y de muy compleja trama los factores que condicionaron tal crisis, pensamos que el factor determinante estuvo constituido por la definitiva cancelación de los amplios rezagos feudales y la consolidación del capitalismo en el Perú, depurados de tales rezagos por el proceso velasquista; proceso que, sobre la base de las extensas e intensas luchas campesinas anti-feudales de las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, da el golpe de gracia desde arriba a la economía y a los aspectos políticos semi-feudales subsistentes en la conformación social peruana de aquel entonces, realizando en buena medida el programa mínimo de los socialista, sobre todo su programa agrario, que a la sazón, en los hechos, para muchos se había constituido ya en el programa máximo de la revolución.
Por ello, el impacto político, la confusión ideológica y la descolocación histórica fueron muy fuertes en las izquierdas, generándose en seno una profunda crisis y un proceso de descomposición y diferenciación en nuevos matices y nuevas etapas de las corrientes anteriores, mediante un largo proceso de maduración, en unos casos, o de desaparición, en otros.
Como factor revolucionarizador a mediano y largo plazo del movimiento socialista peruano en crisis, actuó en ese entonces de manera decisiva la segunda etapa de desarrollo histórico de la clase obrera peruana, renovada y acrecentada por las enormes olas migratorias del campo a las ciudades luego de la Segunda Guerra Mundial, captadas en parte por el desarrollo de la llamada industrialización por sustitución de importaciones, en el marco del capitalismo de estado (que los neoliberales llaman populismo) y alimentada en mayor medida que en su primera etapa por un campesinado indígena que le otorgó a nuestra clase obrera un carácter más marcadamente nacional, indo-mestizo y una mayor fuerza revolucionaria, al combinarse las tradiciones democrático revolucionarias y comunitarias indígenas con el sindicalismo clasista y el socialismo, más presente en las grandes ciudades. Segunda etapa de la clase obrera peruana que se despidió honrosamente en medio de la lucha, desde fines de los años 70 hasta mediados de los 80 del siglo XX, mediante potentes paros nacionales, que estremecieron la sociedad peruana y obligaron al gobierno militar de Morales Bermúdez a transitar a la democracia burguesa, como forma de impedir que este movimiento obrero popular en marcha, en medio de una situación pre revolucionaria, diera continuidad desde abajo a los cambios anti oligárquicos velasquistas, mediante su transformación en algo superior.
La asimilación, preservación y desarrollo de esta revivificación revolucionaria en el seno del movimiento socialista peruano, engendrada y legada por la segunda etapa de la clase obrera peruana, fue muy difícil y de larga maduración en los años 80 y 90 del siglo pasado, debido a las nuevas condiciones objetivas y subjetivas que resultaron. En un primer momento, debajo del fenómeno político de la hegemonía reformista en el seno de IU, como movimiento político de frente único (alianza política entre la pequeña burguesía, la clase obrera y el campesinado en la primera mitad de los 80) heredando por unos años la fuerza política de las luchas sindicales y electorales populares de fines de los años 70, debajo de este fenómeno político, repetimos, se evidenció pronto un fenómeno más profundo y decisivo: la creciente burocratización y debilitamiento del socialismo del siglo XX y el inicio y desarrollo mundial y nacional de la reestructuración capitalista neoliberal, con una primera fase destructiva del capitalismo de estado en crisis, que imprimió en un primer momento un fuerte retroceso a una sociedad peruana ya depurada de feudalismo, retrotrayéndola por más de una década hacia un capitalismo primario y a una más extensa economía mercantil de pequeña producción; diezmando así la importante conformación social de la segunda etapa de la clase obrera peruana, debilitando profundamente con ello la infaltable base social clasista del socialismo y permitiendo la más extensa emergencia de una burguesía media, que más visiblemente desde el período edil de Ricardo Belmont, paso a tener ascendente presencia directa en la política nacional.
No fue casual por ello, en medio de esta situación de relativo retroceso económico-social y político, de frustración ante las promesas de mayor progreso nacional y popular vertidas por el proceso velasquista y de mayor pauperización del pueblo y de sectores de capas medias, que llevó a algunos a confundir con atraso feudal este retroceso en el capitalismo y la extensión de la pobreza propia del capitalismo (más aún por ser dependiente) que se acentúa mucho más en períodos de crisis capitalista, que se generara un cierto caldo de cultivo para justificar la imposición al país y al pueblo el camino de una guerra interna, llamada del campo a la ciudad, iniciada y desarrollada por un sector del pueblo, básicamente semi proletario, llevado a la desesperación por el desarrollo del capitalismo y la crisis capitalista, pero que por su dirección y orientación ideológico política pequeño burguesa de origen aristocrática de provincias, con un trasnochado diagnóstico del Perú de la segunda mitad del siglo XX, sobre todo de los años 70, superado por el desarrollo del capitalismo y las luchas populares del país. Este subjetivista plan estratégico contradecía el camino y las formas de lucha y organización que masivamente venían expresado la configuración de la lucha popular, tan nítidamente mostrado algunos años antes por los enormes paros nacionales de los 70, básicamente obrero-populares urbanos en Lima y provincias, y poco después, por la amplia participación popular en los procesos electorales, eligiendo con amplia votación a candidatos trabajadores y de izquierda; camino que está teniendo nuevamente su confirmación, con la reactivación que viene teniendo la lucha directa y electoral de los últimos lustros, desde la caída del fujimorato, el año 2000.
En ese contexto, tampoco resultó un hecho fortuito la derrota táctica del movimiento popular en los 90, protagonizada por el fujimorismo, en el marco mundial de la caída del socialismo del siglo XX y la contraofensiva neoliberal del imperialismo ni tampoco la profundización de la crisis en las izquierdas. Fue en esta circunstancia que desaparecieron la mayoría de las agrupaciones que, expresando a numerosos matices de las corrientes básicas, habían logrado subsistir luego de la crisis generada en las izquierdas por el velasquismo en los años 70.
Las tendencias organizadas que sobrevivieron la dura década de los 90 (imposible que haya sido por simple terquedad) así como las nuevas agrupaciones de izquierda surgidas en la lucha triunfal contra el fujimorato, de todas maneras siguen subsistiendo hoy en medio de aquella profunda crisis ideológica, política y organizativa, aún irresuelta y más aguda; todavía en una marcada marginalidad socio-política nacional y, en su mayoría, con pocos vínculos con las masas de las clases trabajadoras; expresando en su seno una larga fase de transición de una etapa de la historia nuestro país a otra nueva.
En cierto sentido, en las nuevas condiciones históricas se vive todavía el retorno a una situación en la que el movimiento espontáneo de los trabajadores y del pueblo en general luchan por su lado y los grupos y círculos socialistas por el suyo, sin haber confluido aún en un movimiento revolucionario de masas integrado, en la conformación de verdaderos partidos de masas, particularmente de un verdadero partido revolucionario socialista; partido, en su acepción rigurosa y restringida.
Expresan, en el fondo, el definitivo agotamiento de las fuerzas sociales y políticas de una etapa de la revolución en el Perú (la revolución democrático burguesa anti-feudal, de viejo y de nuevo tipo) y su paso a otra etapa, a la gestación, desarrollo y preparación, dentro del capitalismo dependiente, consolidado y depurado de feudalismo, de la revolución socialista y de liberación nacional. Expresan hoy, también, como incidencia social de lo nuevo sobre una vieja crisis ideológica política, la determinante influencia del producto principal del nuevo desarrollo capitalista impulsado por el neoliberalismo en el Perú (capitalismo cada vez más dependiente y fundamental, pero no exclusivamente, extractivista, pero capitalismo a fin de cuentas), representado por el surgimiento y primeros pasos de lucha de la actual tercera etapa de la historia del desarrollo de la clase obrera peruana; sin desconocer así mismo la influencia en la solución de la crisis histórica de las izquierdas la actual lucha de nuestros campesinos, amenazados con su expulsión y desaparición como tales por las transnacionales y la gran burguesía peruana, ni de los sectores semi proletarios de la ciudades, como los cc. “sin techo”, empobrecidos por el desarrollo del capitalismo neoliberal.
En tanto el desarrollo de la vida y la lucha espontánea de masas vienen haciendo lo suyo en el sentido de la solución de la crisis del socialismo peruano, ésta se prolongará todavía mientras los militantes de todas las generaciones no busquemos comprender científicamente, y de manera crítica y autocrítica, sus causas profundas y las implicancias estratégicas de los grandes cambios sufridos por el mundo y nuestro país, asumiendo la correspondiente conducta político práctica, que tales conclusiones impliquen.
III
En su forma de manifestarse, actualmente se perciben los siguientes bloques de acercamiento, coordinación y transitorio reagrupamiento entre las distintas corrientes que vienen de los troncos y principales ramas de las izquierdas y sus entrecruzamientos: 1) El bloque de la Unidad de Izquierdas (PCP, PS, Voz Socialista, PSR, Pueblo Unido, FEDEP, independientes de izquierda), 2) Confluencia democrática (PR-MNI, Fuerza Social y Tierra y Libertad) 3) El acercamiento entre el Movimiento José María Arguedas, Círculo de Autocapacitación Amauta, Movimiento de Liberación 19 de Julio, Foro Centenario, Inkari, Todas las Voces, Perú Integral, Los Amautas, Movimiento Javier Heraud, Vórtice, el FER de San Marcos y la Villarreal; 4) Las distintas tendencias resultantes de la ostensible crisis de SL, luego de su derrota política y militar en los años 90, en creciente pugna entre sí; entre las que destaca la que se organiza hoy como MOVADEF; 5) Entre los grupos trotskystas no se percibe una tendencia a la unidad entre ellos, con dos excepciones, el grupo del PRT, que viene coordinando, sobre todo con el tercero de los agrupamientos señalados y, por otro lado, la organización trotskysta que pugna por enrolar en sus filas a algunos dirigentes sindicales de determinadas organizaciones de trabajadores para fundar un denominado Partido de los trabajadores del campo y la ciudad; 6) Entre las izquierdas y el nacionalismo, se manifiestan también los esfuerzos por configurar un movimiento político, que provisionalmente clasificaremos como de un determinado enfoque ideo-político etnicista sobre los pueblos originarios del Perú, que desconfía de la izquierda tradicional, pero tampoco le satisface el PNP y que se encuentra a la búsqueda, ya de una izquierda más radical y consecuente con los intereses y luchas campesinas anti gran burguesas, sobre todo contra la ofensiva invasiva de la gran minería, expulsora de comunidades campesinas y de parceleros, así como contra la opresión étnica nacional del nacionalismo criollo “gran peruano”, o ya, de un propio partido o frente político con formas indianistas; pero cuyo contenido social de clase no se precisa o al menos no está suficientemente consciente y explícito; en todo caso, se encuentra en procesamiento y decantación.
Es necesario constatar también, el surgimiento desde hace ya varios años de embriones de frente popular de las organizaciones populares y de agrupaciones políticas de izquierda del país, donde participan libremente distintas organizaciones de la mayoría de las corrientes de las izquierdas mencionadas, más la CGTP, la CCP, la CNA, el SUTEP y otras organizaciones populares y, hoy en día sobre todo con la participación y desarrollo de la unidad de los frentes de defensa provinciales y regionales, que están pugnando por su unificación nacional. El más antiguo de estos gérmenes de frente popular patriótico surgidos en el siglo XXI, es la Coordinadora Político Social (CPS) que subsiste e incluso se desarrolla, a pesar de todos sus problemas de constitución inicial; ya que el otro organismo que pudo también contribuir en el desarrollo de este esfuerzo, el FRENVIDAS, luego del punto más alto de la lucha de los compañeros nativos de la selva, en Bagua, apoyada por un amplio movimiento popular nacional contra la política del “perro del hortelano”, pasadas las semanas y los meses fue liquidado, principalmente por la acción ultrista y provocadora de los grupos más sectarios del trotskysmo.
Inevitablemente, como en toda fase de tránsito, subsisten y conviven en las izquierdas del Perú fuerzas caducas y fuerzas de renacimiento socialista, revolucionarias; que tiene por cierto su componente biológicamente generacional, sin que ello sea lo esencial de su desarrollo. Y ambas fuerzas -la lucha entre lo nuevo y lo caduco- todavía conviven y se contradicen en todas y cada una de las organizaciones, movimientos, grupos y círculos de izquierda y no solo en las más antiguos sino también en las surgidas más recientemente e incluso al interior del espíritu y la conducta de cada uno de nosotros, los militantes de todas las organizaciones y tendencias de izquierda; contradicciones entre el desarrollo de un socialismo consecuentemente revolucionario y la existencia en las izquierdas de diversas variantes liberales reformistas o de impaciencias y aventurerismos ultra izquierdistas, ya de vieja data, es decir populistas, u otros extremismos más modernos y urbanos.
Seguiremos …
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DAVID AGUINAGA
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