miércoles, 18 de enero de 2017

Fwd: 106° Aniv.Nac.José María Arguedas


---------- Mensaje reenviado ----------
De: Hector Felix damiàn <hectorfd_20@yahoo.es>
Fecha: 18 de enero de 2017, 8:53
Asunto: 106° Aniv.Nac.José María Arguedas
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"106° Aniversario del Nacimiento de José María Arguedas"
 
 
CENTENARIO ARGUEDIANO
 
1911 - 18 DE ENERO - 2011
 
I
            ¿Sirven para algo las efemérides? Por supuesto, aunque algunos lo nieguen, menosprecien, desprecien. El activista social tiene fechas importantes en su calendario de actividades, que le sirven para recordar, comentar sucesos, hechos, acontecimientos. En cada crónica analiza el pasado, vive el presente, proyecta el futuro de sus actividades.
            Ahora el nacimiento de José María Arguedas Altamirano es motivo para ese análisis, vivencia, proyección. Y es un motivo importante, hasta central y muy actual, su posición ante el nacionalismo que en procesos electorales llena páginas y páginas.
            Poco a poco el escritor, antropólogo, etnólogo fue labrándose un lugar de respeto en la escena peruana, junto a Ciro Alegría, Juan Espejo Asturrizaga, Manuel Scorza y tantos más que perseverantemente trabajaron por nuestra identidad nacional. Desde su primer cuento, Warma Kuyay (1933) con alrededor de 400 escritos hasta El zorro de arriba, el zorro de abajo (1967) fue expresando su deseo de un Perú de Todas las sangres (1964), su principal aporte donde condensa su actitud hacia un Perú pluriétnico pluricultural.
            Desde sus orígenes nuestro país está formado por habitantes de la costa (costeños), de la sierra (andinos), de la selva (amazónicos) Así lo señala Guaman Poma (1615) para el Perú precolombino. Garcilaso de la Vega (1609), reconociendo la nueva realidad histórica llamó la atención sobre el mestizaje, y se sintió orgulloso de ser "mestizo" José Carlos Mariátegui (1927) realizó la síntesis, y llamando a luchar por un Perú Integral declaró que "La reivindicación que sostenemos es la del trabajo. Es la de las clases trabajadores, sin distinción de costa ni de sierra, de indios ni de cholos" El trabajo, ¡ése el quid! Y José María Arguedas trabajó incansablemente por este Perú Integral.
            Pero en nuestro devenir sobre todo republicano, que ya es responsabilidad nuestra y actual, un nacionalismo prima o trata de primar sobre los otros. Costeños, andinos, amazónicos, por separado luchan enarbolando su nacionalismo excluyente, discriminatorio, no el nacionalismo incluyente, integral. Es la diferencia que hay entre nacionalismo burgués y nacionalismo proletario en nuestro medio. El nacionalismo de Arguedas nada tiene que ver con el nacionalismo de más de un figurín o figurón de la escena política actual, que jamás luchará por un Perú Integral, por un Perú de Todas las Sangres.
            Pero no sólo su obra nos guía de manera ejemplar. Nos guía su propia vida. Cuando joven, el "cholito rebelde" hasta sufrió prisión execrable, discriminación y vejamen que usó no para lamentarse externamente sino para escribir El Sexto (1961), sobre el degradante penal limeño y donde expresa más de una vivencia propia:
Penitenciaría de Lima,
Cementerio de hombres vivos,
Donde se amansan los bravos
Y hasta llora el afligido
            Este "cementerio de hombres vivos", donde se perpetraban inenarrables vejaciones, luego de un levantamiento sangriento de la población penitenciaria, morbosamente transmitido y publicitado, fue finalmente suprimido en 1986.
            La vida de Arguedas fue un drama continuo, y trágica fue su muerte. Ante sus vivencias y recuerdos íntimos, que lo siguieron como sombra desde la niñez, atentó contra su vida un 28 de noviembre, falleciendo el 2 de diciembre de 1967
            Así, su centenario enfrenta dos nacionalismos. El oficial, que prefiere "honrar" a un aventurero que saqueó Macchu Picchu presentándose como su "descubridor", y el nacionalismo del Perú Integral, el nacionalismo de Todas las Sangres; el nacionalismo de Mariátegui, el nacionalismo de Arguedas, el nacionalismo del Socialismo Peruano.
 
II
            De su prolífica Actividad y Obra, aparte de lo señalado se pueden mencionar Yawar Fiesta (1941), Diamantes y Pedernales (1954), Los ríos profundos (1958), La agonía de Rasu Ñiti (1962), El sueño del pongo (1965), Cuentos olvidados (1973)
Además tiene Poesías (en quechua y castellano), Estudios del Folklore (etnológicos, antropológicos) En 1948, como Conservador General del Folklore, por su gestión fue grabado el primer disco de música andina, y así esa melodía superó prontamente en difusión y ventas a la música costeña.
Entre su investigación de campo figura el notable trabajo sobre
El Mito de Inkarri
            Fue martirizado y decapitado. La cabeza del Dios fue llevada al Cusco. La cabeza de Inkarri fue llevada al Cusco. La cabeza de Inkarri está viva y el cuerpo de Inkarri se está reconstituyendo hacia debajo de la tierra. Pero como ya no tiene poder, sus leyes no se cumplen ni su voluntad se acata. Cuando el cuerpo de Inkarri esté completo, él volverá y ese día se hará el juicio final. Como prueba de que Inkarri está en el Cusco, los pájaros de la costa cantan: "En el Cusco el rey", "Al Cusco id"
            ¡La cabeza de Inkarri está en el palacio de Lima y permanece viva! Pero no tiene poder alguno porque está separada del cuerpo. En tanto se mantenga la posibilidad de la reintegración del cuerpo con la cabeza, la humanidad por él creada (los indios) continuará subyugada. Si la cabeza del Dios queda en libertad y se reintegra con el cuerpo podrá enfrentarse nuevamente al dios católico y competir con él.
Del libro José María Arguedas -Antología-
Editorial el Búho, Bogotá, 1991. 190 págs., 11.5 x 16.5 cms
Introducción y selección de textos:
Renán Vega Cantor, antropólogo
El Mito de Inkarri en Quechua
            Ñak'arichiranku humantataq qhoruranku. Apunchis humanta aparanku Qosqoman.Inqaq human ukhupuyantin kausaschan, ukhupachapi kallpachakuschan, manataq kallpan kanñachu manan pipas uyarinkuchu kamachina hathun qelqata, hinallataq pay munasqanta mana pipas uyarinkuchu. Inkaq ukhun hunt'aska kaqtin, pay kutinqa chay p'unchaytaq ruyakunka kamachikusqanta. Yachakunanpaq Inkanchis Qosqopi caschan, pesqokuna hatun cochamanta taquischanku "Q'osqopi Inkanchis kaschan", "riychis Q'osqoman"
            Inkaq human tiyashan Limapi hatun wasipi, kausaschantaq. Ichaqa kallpan manan kanchu imarayku human t'aqaska kaschan ujunmanta. Sichus hapikunqa kutinanpaq Apuq ujunta runakay pay kamachisqanta, runakuna pasaqlla ñak'arinqaku. Sichus Apuq humanta qespika qanka juñukunqataq ujunwan, chaipi llapamanta maqanakunqa katolikokunaq Apunwan, ichaqa sichus manan atikunkachu hoqmanta kallpata hap'iyta, chaypicha ichachus runakuna wañusunman.
Versión de José D. Avendaño Carvajal
Q'osqo Llaqta, 3 de abril de 2009
 
III
INKARI HOY
José María Arguedas, el gran escritor de Yawar Fiesta y otras obras notables, sacó a la luz el Mito de Inkari, el Inca que sufrió cruel muerte por decapitación, desmembramiento y dispersión de su cuerpo. Pero la leyenda señala que "Inkari está por despertar; su cabeza, su cuerpo y extremidades se están juntando; en el momento en que termine de despertar y juntar acabará con las injusticias"
Este mito tiene hondo contenido. Ningún pueblo se resigna a su destrucción. Y siempre conserva la esperanza en un futuro diferente. El pueblo egipcio elaboró el mito de Horus, desmembrado también y que fue reconstruido pedazo a pedazo. El pueblo griego elaboró el mito del Ave Fénix, que renace de sus cenizas. El pueblo peruano tiene también su mito, que ahora cobra gran actualidad.
¿Qué significa Inkari?  El nombre inicial Inkarri, obviamente no es el correcto, y ni en runa simi ni en castellano tiene directa interpretación. Pero basándonos en el Inca Garcilaso la explicación se torna diáfana. Garcilaso señala que el quechua no tiene la doble letra erre. Así, retomando el nombre inicial Inkari, la interpretación y traducción se simplifican. Ari en quechua significa sí, afirmación. Entonces Inkari es una palabra compuesta: Inka = Inca, Ari = Sí. El Sí del Inca, la Afirmación Incaica, la Fe del Pueblo Peruano en su Resurgimiento. Ésta es la esencia del Mito de Inkari.
El pueblo peruano siempre ha luchado contra la dominación ideológica, explotación económica, opresión política, represión social. Como señala José Carlos Mariátegui, "Todas las revueltas, todas las tempestades del indio, han sido ahogadas en sangre. A las reivindicaciones desesperadas del indio les ha sido dada siempre una respuesta marcial. El silencio de la puna ha guardado luego el trágico secreto de estas respuestas" Pero los tiempos han cambiado. Y ahora estamos en un nuevo despertar.
JCM señala que el pueblo peruano se nutre de tres tradiciones: tradición incaica (precolombina), sustento de nuestra nacionalidad; tradición hispana, pues "no renegamos, propiamente, la herencia española; renegamos la herencia feudal"; tradición republicana, aunque con la Independencia "cambió el pandero de manos, pero de sonidos no" Y el siglo XX aportó nuestra cuarta tradición, tradición socialista, con la que renace nuestra dignidad nacional. Sólo con el Socialismo Peruano se puede lograr el Cambio Social.
Generación tras generación nuestra tradición socialista va incrementando la historia de lucha del pueblo peruano. La Primera Generación del Socialismo Peruano (1920-1945) labró su piedra angular, con la gran obra del más universal de los peruanos, José Carlos Mariátegui. La IIG-SP (1945-1970) recopiló esta obra, desgarrada como Inkari. La IIIG-SP (1970-1995) la sistematizó en sus cuatro construcciones. Es evidente que con la IVG-SP (1995-2020), Inkari está más cerca que nunca de reconstituirse, ponerse de pie y liberar sus fuerzas productivas. (Versión inicial, 31.08.02)
Aunque el Perú superficial "celebre" otro centenario, el Perú Profundo celebra un gran Centenario, reivindicando a José María Arguedas como ha reivindicado el Socialismo Peruano, reiniciando la preparación de la organización para el Cambio Social.
Ragarro
18.01.11
 
Nota.- Hace seis años, un 18.01.11, con el título de entrada, Un Tema de Actualidad, se difundió por el medio virtual, el artículo "Centenario Arguediano", del activista del Socialismo Peruano, Ramón García Rodríguez. Hoy, que nuevas oleadas de activistas, "nauseados de la política criolla", se preparan para enfrentar nuevas jornadas bajo las nuevas condiciones imperantes, difundirla, año tras año de lucha, que se suman al Centenario Arguediano,  por este medio masivo, responde a un deber personal como social, a un trabajo profundo, de fresca y sugerente actualidad para quienes en verdad emprendan el camino, consciente y disciplinadamente, en las  jornadas de hoy, hacia el propósito definido de la lucha por el Cambio Social.
 
 Aclaración.- El 18 de enero de 2011, el nacionalismo del  "Perú oficial", en ese entonces gobernante de turno, Alan García Pérez, declaro a dicho año como "el centenario del descubrimiento de Macchu Picchu al mundo", como homenaje al aventurero, seudo descubridor, más bien saqueador, Hiram Bingham. Ese mismo año, el nacionalismo del Perú profundo, del Perú Integral, conmemoro el Centenario del autor de Todas las Sangres, el Nacimiento de José María Arguedas Altamirano. 
 
 El texto mantiene el contenido y título original con el cual se difundió por primera vez. El autor de la nota, solo le ha agregado la sumilla "116 Anv.Nac.JMA" y una subsidiaria y ligera aclaración.
Héctor Félix D.
18.01.17

martes, 17 de enero de 2017

Fwd: [TacnaComunitaria] CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA: LA DESAPARICIÓN DE LA URSS


---------- Mensaje reenviado ----------
De: Blogger <no-reply@blogger.com>
Fecha: 16 de enero de 2017, 20:02
Asunto: [TacnaComunitaria] CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA: LA DESAPARICIÓN DE LA URSS
Para: luismiguel1952@gmail.com




16/01/2017
Opinión
Analizando sus causas un siglo después de la Revolución rusa

Este año 2017 se cumple el primer centenario de la Revolución rusa. Uno de los acontecimientos de mayor trascendencia histórica de la humanidad. Un hecho que marcó la historia del siglo XX (según algunos historiadores ese siglo duró lo que duró la Unión Soviética) y de este siglo XXI. El éxito inicial de la revolución bolchevique, el miedo a su propagación por el mundo, hizo que el capitalismo mostrara su rostro más amable durante lo que algunos denominan su época dorada (aproximadamente entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y principios de los años 80 del pasado siglo XX). No creo que sea casualidad que el colapso del régimen soviético (y de todos sus países satélites europeos) coincida con el surgimiento o asentamiento del neoliberalismo. El capital contraataca para recuperar el terreno perdido. Un siglo después de la más grande revolución de todos los tiempos (junto con la francesa de 1789) la URSS ya no existe y el proletariado internacional está sufriendo una importante involución en cuanto a sus derechos y su nivel de vida. Las desigualdades sociales se han vuelto a disparar. El balance es pues claramente negativo.

Sin embargo, la guerra no está perdida. De hecho, mientras haya sociedad clasista (o con un gran contraste entre las clases sociales) habrá lucha de clases, aunque ésta sufra altibajos y adopte diversas formas. Es imperativo volver a armarse intelectualmente para que la Historia vuelva a ir para adelante. Como bien dijo Lenin (sus errores no invalidan sus aciertos), sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Es imprescindible corregir y actualizar la teoría revolucionaria para que la Revolución vuelva a entrar en la agenda de la Historia. En estos tiempos actuales las ideas del socialismo, comunismo, marxismo o anarquismo están muy desprestigiadas frente a la opinión pública. La falsa conciencia de clase y la inconsciencia campan a sus anchas entre las filas de las clases populares. Para combatirlas es necesario analizar profundamente la experiencia histórica más importante acontecida en los últimos siglos y ver dónde pudo fallar la teoría que la inspiró, que indudablemente no era perfecta, pues nada lo es. Y hay que hacerlo con espíritu librepensador, cuestionando lo aparentemente incuestionable, releyendo a Marx, Lenin,…, pero de manera crítica, intentando discernir lo correcto de lo erróneo de sus planteamientos. Con humildad pero sin complejos también. Yo pienso que aunque el balance final sea negativo, podemos y debemos aprender de los errores cometidos. Nunca debemos rendirnos, ni perder la esperanza en un mundo mejor.

El capitalismo tiene unas contradicciones irresolubles (cada vez más agudas) y esto implica que antes de que colapse y se lleve por delante a la humanidad y su hábitat debemos trabajar duro para superarlo cuanto antes de manera definitiva. Existen tendencias muy contradictorias en los tiempos actuales, por un lado el pesimismo y el derrotismo han echado ancla en las mentes de muchos ciudadanos, pero también, por otro lado, se empieza a vislumbrar cierto horizonte de cambios, aunque aún aparece muy difuso. Vivimos tiempos profundamente contradictorios, de crisis generalizada a todos los niveles, incluso al nivel de las ideas y psicológico. Como he venido defendiendo a lo largo de mis diversos escritos, yo creo que la clave para superar el capitalismo radica en la democracia, en la verdadera, en desarrollarla todo lo posible. Pienso que la verdadera revolución consiste en la democracia. Si el socialismo es una idea que ahora mismo cuesta defender en público (por lo desprestigiada que está), la democracia, por el contrario, es la bandera que debe adoptar la izquierda real para cambiar la sociedad radicalmente. La transformación social no podrá implementarse sin la herramienta fundamental, sin la infraestructura imprescindible, la democracia (real). El socialismo es esencialmente la democracia económica. En cuanto la democracia se desarrolle suficientemente y llegue a todos los rincones de la sociedad, y muy especialmente a su centro de gravedad, es decir, la economía, el capitalismo tendrá los días contados. Pero la democracia no caerá del cielo, serán necesarias largas y duras luchas para conquistarla, para lo cual primero es importante tener claro el guion para la acción. De aquí la tremenda importancia de la teoría. El fracaso del "socialismo real" nos obliga a retocar la teoría, pues en última instancia la práctica es la que manda, la jueza suprema de las ideas. Por supuesto, los apologistas del capitalismo nos venden la idea de que el socialismo soviético fracasó porque el socialismo, cualquiera que sea su forma, sólo puede fracasar, no es viable, porque el capitalismo es el único sistema posible, porque no hay alternativas. Pero esto lo dicen quienes bien se guardan de debatir sus ideas de igual a igual con sus contrincantes, quienes se esmeran en no dar la más mínima oportunidad a cualquier alternativa que se intente, o torpedearla todo lo posible. Como bien sabe cualquier científico, que un primer experimento haya fallado (y más si se tiene en cuenta que se hizo en circunstancias muy hostiles) no significa necesariamente que ningún experimento más pueda hacerse, que todo experimento de cambio social vaya a fracasar siempre. Si así pensaran los científicos la ciencia nunca hubiera avanzado nada. Casi nunca se logra el éxito al primer intento. Como dijo en su día Julio Verne, la ciencia se compone de errores, que a su vez, son los pasos hacia la verdad. Así pues, nuestra mejor herramienta para conocer la verdad, y para transformarla, es el método científico, el librepensamiento. Pues de eso se trata sobre todo cuando hablamos de revolución, de transformar la realidad social, de lograr un mundo humano mejor, donde la libertad y su hermana gemela la igualdad sean reales para todas las personas, para que todas ellas tengan una vida digna. Aplicar la ciencia en la sociedad humana equivale a usar la democracia hasta las últimas consecuencias. En cuanto sea posible experimentar libremente distintas maneras de organizar nuestra sociedad seguro que lograremos un sistema mucho mejor que el actual, que garantice nuestra supervivencia como especie.

Quien escribe estas líneas ha intentado aportar su grano de arena al necesario rearme ideológico de la izquierda a lo largo de diversos artículos y libros (todos ellos disponibles para su libre distribución en mi blog y en múltiples medios de la prensa alternativa). En el presente artículo incluyo material de mi libro ¿Reforma o Revolución? Democracia donde desarrollo ampliamente las ideas expuestas aquí de manera muy somera, analizando en profundidad sobre todo el caso de la URSS, el mayor experimento de transformación social realizado por la humanidad hasta el presente. Asimismo, este artículo se complementa con otro que escribí hace cierto tiempo (con material extraído del mismo libro) titulado El fracaso del "socialismo real". Por consiguiente, la gran pregunta que debemos hacernos es ¿por qué desapareció la Unión Soviética? A ella voy a intentar contestar en las próximas líneas, intentando aportar algo a este imprescindible debate que debería intensificarse en este año 2017, cien años después de aquel gran acontecimiento histórico. La izquierda real todavía tiene pendiente este debate, el cual hace tiempo se inició pero desde luego no está zanjado. La mejor prueba de esto es el hecho de que la izquierda está aún desaparecida en combate, o en algunos casos aferrada a métodos que han demostrado ser fracasados, y en otros dando tumbos, sin las ideas claras, haciendo la revolución sobre la marcha, sin un guión claro, escribiéndolo al mismo tiempo que lo implementa, improvisando demasiado, con el riesgo de acabar fracasando prematuramente. El socialismo del siglo XXI necesita un marxismo del siglo XXI. Y éste sólo puede surgir tras un análisis profundo de las causas ideológicas del fracaso de la Revolución rusa. Usando el método marxista, la dialéctica materialista, es posible despojar al propio marxismo de sus errores, de sus contradicciones. Mediante este método yo he llegado a las conclusiones que a continuación expongo, las cuales por supuesto deben ser cuestionadas, pues todo debe serlo, todos podemos estar equivocados.

El contexto de la Revolución rusa realimentó las peligrosas contradicciones ideológicas del marxismo-leninismo hasta hacer que la revolución degenerara, hasta que la cantidad se convirtió en calidad, hasta que se produzco la negación de la negación, hasta que la revolución se transformó en contrarrevolución. Todas las personas somos contradictorias. Y todas las ideologías también. Las contradicciones forman parte del ser humano, así como de la naturaleza. Las experiencias prácticas nos ponen a prueba y hacen que unas tendencias se impongan sobre otras. El leninismo, el marxismo, tenían también contradicciones (algunas de ellas, las principales, las analizo también en el libro Los errores de la izquierda) y las difíciles circunstancias hicieron que unas se impusieran sobre otras. En cualquier caso, lo que demuestran irrefutablemente los acontecimientos de la Revolución rusa es que toda vanguardia es siempre inherentemente muy peligrosa para toda revolución, al margen de las verdaderas intenciones de dicha vanguardia. Si la vanguardia rusa actuó de forma contrarrevolucionaria, lo más probable es que esto fuese así porque se equivocó, no porque pretendiera ser un obstáculo para la revolución. En mi opinión, la revolución rusa degeneró por culpa de graves errores tácticos, estratégicos y sobre todo ideológicos, además de por el contexto. Ciertos errores estratégicos se nutrieron de errores ideológicos. La misma vanguardia que posibilitó la revolución, provocó la contrarrevolución. Toda vanguardia es siempre al mismo tiempo revolucionaria y contrarrevolucionaria. Toda revolución debe protegerse del concepto vanguardia, inherentemente contradictorio, altamente contradictorio, peligrosamente contradictorio. Toda revolución es por sí misma contradictoria, es también contrarrevolución. La dialéctica nos permite comprender la sociedad humana y todos sus acontecimientos, incluidas las revoluciones, los acontecimientos más dialécticos habidos y por haber.

Al usar una metodología contrarrevolucionaria, basada en una filosofía revolucionaria altamente contradictoria, la revolución dio paso a la contrarrevolución. No es posible hacer la revolución de manera contrarrevolucionaria. El método es determinante, afecta directamente al resultado. El fin está contenido en los medios como el árbol en su semilla; de un medio injusto no puede resultar un fin justo, decía Gandhi. Si, como reconocía Lenin, la clase obrera es más revolucionaria que el partido más revolucionario, quienes estaban más capacitados para saber qué era contrarrevolucionario o no eran las propias masas, las bases, el proletariado, los trabajadores, los ciudadanos. Sin embargo, la élite se erigió en "guardiana" de la revolución, cuando en verdad fue su sepulturera. Los trotksistas acusaban, y acusan, a los estalinistas de contrarrevolucionarios. Los estalinistas acusaban, y acusan, a los trotskistas de contrarrevolucionarios. Y lo mismo ocurre en el enfrentamiento entre marxistas y anarquistas, por lo menos entre algunas facciones de dichas ideologías. Podemos tener dudas sobre quién tiene razón, sobre qué versiones de los acontecimientos históricos son las verdaderas. Que, honestamente, muchas veces las tenemos. Basta con atreverse a leer los argumentos de las posturas enfrentadas. Basta con contrastar. Pero una cosa es indudable, de esto quien escribe estas líneas no tiene ninguna duda: la verdad sólo puede abrirse camino con la libertad más ilimitada posible, con el debate libre, cuando las masas pueden contrastar por completo y por igual entre todas las opciones o versiones. La revolución sólo puede prosperar en el marco de una democracia lo más amplia y profunda posible.

Como decía Lenin en determinados momentos (aunque en otros decía cosas opuestas, como cuando apelaba a la disciplina incondicional de las masas respecto de la dirección revolucionaria), son las propias masas, las bases, quienes deben decidir, quienes pueden salvaguardar la revolución, y no las élites. Es la libertad la que salvaguarda la revolución, y no la represión. La razón, y no la censura. El argumento, y no la calumnia. La ciencia, y no la religión. La democracia, y no la dictadura (sea cual sea su forma). La dictadura del proletariado, la democracia menguada o podada, no era la solución. Al contrario, posibilitaba la contrarrevolución, como así fue. En esto, en el planteamiento de la dictadura proletaria como sustituta de la dictadura burguesa, estaban equivocados Lenin, Marx y Engels. Lenin se equivocó en su concepción de la dictadura del proletariado, que dio pie al partido único, algo que de ningún modo propugnaron Marx ni Engels. Pero éstos se equivocaron en plantear el mismo concepto de la dictadura del proletariado. Trotsky denunció la burocratización del Estado proletario de la URSS en los siguientes términos: La supresión de los partidos soviéticos llevó a la supresión de las tendencias. La supresión de las tendencias llevó a la consolidación de la burocracia. […] En nuestro caso, los soviets han sido burocratizados como resultado del monopolio político de un solo partido que a su vez se había burocratizado. Trotsky reconocía la importancia de la democracia, el error del sistema basado en el partido único. Ésta es una dura lección que hubo de aprender tras sufrir él mismo la lógica revolucionaria basada en una progresiva disminución de la democracia, en una represión política in crescendo, lógica en la que él también participó. Sin embargo, Trotsky no cuestiona el concepto de la dictadura del proletariado, simplemente lo matiza, reivindica la dictadura del proletariado sustentada en la democracia obrera, en la cual debería haber varios partidos socialistas. Parafraseando a Trotsky y llevando su razonamiento un poco más lejos, podríamos decir que la supresión de partidos burgueses, es decir, no socialistas, llevó a la supresión de los partidos soviéticos.

El problema venía de más lejos, había que buscar más hacia atrás, había que llegar a las raíces ideológicas de semejante dinámica revolucionaria. El problema radicaba en el mismo concepto de la dictadura del proletariado, en la idea de que había que limitar la democracia, en la idea de que había que imitar al Estado burgués, en su esencia, pero adaptándolo al proletariado. Se le imitó tanto, que no fue posible superarlo, que incluso se reprodujeron sus peores características, que hasta se lo empeoró. El problema era que el Estado burgués, es decir, el Estado clasista, la dictadura de una clase, no se adaptaba a las clases populares, a las clases mayoritarias dominadas. Era un Estado diseñado a la medida de minorías poderosas, con cierto monopolio, con cierto control de la sociedad, con poder económico en el caso del capitalismo (en el caso de la URSS el poder fue político, derivado del monopolio del proceso revolucionario), para la dominación de la sociedad, y no para su liberación, para asentar la sociedad clasista, y no para erradicarla. Lejos de posibilitar la superación de la sociedad clasista, era una máquina de creación o reproducción clasista, creó una nueva "clase" muy peculiar: la burocracia del partido único que se autoerigía como representante del proletariado y de todo el pueblo. En sentido estricto, la burocracia "comunista" no era una clase social, pues no era propietaria, al menos formalmente, de los medios de producción, se trababa más bien de una capa social privilegiada. Esa máquina clasista sólo podía reproducir un nuevo tipo de sociedad clasista, y finalmente se autodestruyó a sí misma y posibilitó la vuelta al viejo Estado clasista burgués. El concepto de la dictadura del proletariado, la raíz ideológica de la degeneración de la URSS y de su colapso, sentaba un peligroso precedente, abría la veda, iniciaba un modus operandi que a la larga supuso el paso del Estado obrero, la dictadura proletaria, al Estado burgués, la dictadura burguesa, pasando por el burocratismo, la dictadura del partido único. El capitalismo necesita evitar la democracia. El socialismo, por el contrario, la necesita desarrollar. La burguesía sobrevive con la democracia aparente y simbólica, con su dictadura más o menos camuflada. El proletariado, las clases populares, por el contrario, sólo pueden gobernar bajo la democracia sin disfraz, con la verdadera democracia, con el poder popular. La dictadura burguesa debe ser sustituida por la democracia, no por la dictadura proletaria, ni por ninguna dictadura. Cualquier limitación de la democracia juega a favor del capitalismo, de la burguesía, del burocratismo, de cualquier élite, y juega en contra del socialismo, del proletariado, del pueblo. La democracia es el combustible del socialismo. Sólo es posible superar a largo plazo el capitalismo definitivamente desarrollando la democracia hasta las últimas consecuencias, sin límites.

El método empleado para hacer la revolución garantizaba, o por lo menos facilitaba en exceso, la contrarrevolución. Esto es algo que muchos marxistas-leninistas no quisieron o no supieron ver a tiempo, incluidos el propio Lenin, Trotsky y gran parte de la vieja guardia bolchevique. Que ni siquiera quisieron o pudieron prever Marx y Engels. Porque ellos también pecaron de imprudentes al plantear el concepto de la dictadura del proletariado de la manera en que lo hicieron, sin ni siquiera concretar un poco. Marx y Engels cometieron, como mínimo, el error de no prever la posibilidad de que su idea fuese tergiversada de manera muy peligrosa, despreciaron la posibilidad, tan habitual en la historia de la humanidad, de que las ideas fuesen distorsionadas para pasar del blanco al negro. Ellos que tanto conocían la historia, que tanto nos proporcionaron las herramientas para comprenderla mejor, paradójicamente, increíblemente, contradictoriamente, ignoraron la alta probabilidad de que sus ideas fuesen mal interpretadas, no se esforzaron suficientemente para evitarlo. Éste fue uno de sus mayores errores. Muchas de sus ideas, dispersas entre múltiples, numerosos y a veces voluminosos escritos, no fueron suficientemente aclaradas, incluso fueron a veces contradictorias, como así ocurrió con el concepto de la dictadura del proletariado, facilitando así (como si el ser humano no tuviera ya la tendencia a hacerlo) la tergiversación grotesca de sus ideas.

En la revolución rusa de 1917 teníamos presente la semilla de la contrarrevolución. El fuerte liderazgo de la revolución rusa era potencialmente peligroso para la propia revolución. Los acontecimientos fueron poco a poco dependiendo demasiado de demasiadas pocas personas. El protagonismo inicial del pueblo fue progresivamente suplantado por cierta vanguardia. El terreno estaba claramente abonado para la contrarrevolución. Había antecedentes muy peligrosos (ciertas actuaciones más que discutibles, como la disolución de la Asamblea Constituyente) y existía además un concepto teórico muy peligroso: la dictadura del proletariado. Teniendo en cuenta todo esto, la dictadura de la élite era más que previsible. Aun admitiendo las buenas intenciones de los bolcheviques y su élite (no todo el mundo coincide en esto, la derecha y ciertas facciones de la izquierda nos presentan a los bolcheviques como los malvados de la historia), la forma de hacer las cosas posibilitó primero el triunfo de la revolución proletaria (el acceso al poder político), pero también el fracaso posterior de la revolución socialista (la degeneración del régimen soviético). Si partimos de la hipótesis de que las intenciones de la vanguardia que dirigió la revolución rusa de 1917 eran buenas, a pesar de esto, encontramos que existen causas, que se pueden identificar claramente, del fracaso a medio y largo plazo de dicha revolución. De esto se trata. De identificar los fallos del proceso revolucionario ruso. De aprender de los errores del pasado. De aprender de la revolución más importante de la historia. De unos acontecimientos que marcaron la historia de las siguientes décadas en el mundo entero, pues la manera de hacer las cosas en Rusia se exportó a muchos países de su entorno y de otras latitudes. Algunos regímenes "comunistas" en la actualidad son herederos directos de la burocracia soviética de la extinta URSS, de su visión de cómo debía hacerse la revolución socialista, como así ocurrió en los regímenes estalinistas de Europa oriental, diseñados directamente por Stalin desde Moscú.

Se trata de tener en cuenta el contexto en su justa medida, de no obviarlo, pero tampoco de justificarlo todo en base a él, de no infravalorarlo pero tampoco de sobrevalorarlo. Si lo justificamos todo en base a las duras circunstancias, entonces nunca podremos identificar los errores cometidos y estaremos condenados a repetirlos. Y se trata, por supuesto, de no extrapolar métodos aplicados en ciertos contextos a otros contextos diferentes. Aun admitiendo que la revolución rusa en 1917 no podría haberse hecho de otra manera, lo cual es muy discutible, lo que es indiscutible es que la situación actual, en los principios del siglo XXI, es distinta, por lo menos en muchos aspectos. Por tanto, es imperativo evitar los errores que se cometieron en el pasado y asimismo considerar el contexto actual para rediseñar las estrategias revolucionarias. Éstas deben siempre adaptarse al tiempo y al espacio. Ésta fue una de las principales lecciones que nos enseñaron los revolucionarios de finales del siglo XIX y de principios del XX. Tampoco se trata de desechar por completo las experiencias y postulados de quienes posibilitaron o intentaron la revolución. Se trata de separar los aciertos, que también los hubo, de los errores.

De esta manera, con una revolución excesivamente controlada por ciertas élites, los soviets rusos, que pretendían ser el órgano de representación popular del proletariado, de los trabajadores de las ciudades y del campo, de los soldados, es decir, de la mayor parte de la población, que lo fueron al principio, se transformaron en los instrumentos políticos de dominio de una nueva casta burocrática. El soviet supremo se convirtió en el parlamento donde el partido único ejercía su poder, de arriba hacia abajo. El parlamento burgués, expresión del poder de la oligarquía capitalista, se convirtió en el soviet supremo, expresión del poder de la nueva élite: la burocracia del partido "comunista". Se sustituyó una élite por otra, una clase dominante por otra. Ambas élites sin control popular o con un control muy insuficiente. En el Estado soviético, al cabo de poco tiempo, el poder cambió de sentido. En vez de ir de abajo hacia arriba, como así fue al principio, acabó yendo de arriba hacia abajo. La revolución por tanto fracasó como tal. Bien es cierto que se lograron ciertos éxitos importantes en la economía, se alcanzaron ciertos logros sociales que fueron incluso exportados a los países capitalistas (como la sanidad pública, gratuita y universal), se forzó al capitalismo internacional a ceder en algunas cuestiones, como el desarrollo del Estado de bienestar, por la presión que ejercía el "peligro comunista", pero el poder no recayó en el pueblo, o se alejó definitivamente de él. El objetivo esencial de la Revolución comunista, a saber, una nueva sociedad sin clases, donde la explotación del hombre por el hombre fuese un mal recuerdo del pasado, una sociedad donde el individuo fuese verdaderamente libre, una sociedad donde todas las personas tuviesen las mismas oportunidades, donde todos pudiesen satisfacer todas sus necesidades, no se alcanzó, a pesar de ciertas conquistas sociales nada desdeñables. Bien es cierto que el comunismo llegaría con el tiempo tras el socialismo, pero la tendencia en la Rusia "socialista" no apuntaba hacia el comunismo, o no suficientemente, no claramente. El Estado, lejos de ir menguando, crecía y crecía y se hacía más y más autoritario. El nuevo Estado "proletario" degeneraba más y más, superaba incluso al burgués en cuanto a muchos de sus males. Se lograron ciertos logros materiales, bastantes mejoras sociales, pero insuficientes, y lo que es peor, la libertad del individuo, de la sociedad en conjunto, no sólo no avanzó, sino que retrocedió. Sin contar, como si no contara, con la barbarie en que degeneró el estalinismo.

De la barbarie capitalista se pasó a la barbarie estalinista. De dejar morir a la gente por no satisfacer sus necesidades, como así hace el capitalismo como mínimo (cuando no reprime a quienes se oponen a él), se pasó al genocidio, a matar sistemáticamente a los disidentes, a todo aquel que no conjugaba con la doctrina imperante, incluso a los antiguos camaradas de la vieja guardia bolchevique. Si uno lee a Marx, se pregunta dónde demonios estaba el marxismo en los regímenes estalinistas, cómo podían ser llamados dichos regímenes "comunistas". Sin embargo, los errores del marxismo también contribuyeron a la degeneración de la dictadura del proletariado. Concepto que ya era de por sí muy polémico y que podía ser interpretado de manera muy peligrosa, como finalmente así fue. Este concepto de la dictadura del proletariado fue, en mi opinión, el principal error ideológico del marxismo. Pero tanto el marxismo como el anarquismo, a pesar de sus errores, también tienen muchos aciertos.

La mayor parte de los análisis de las causas de la degeneración de la revolución rusa realizados por las distintas facciones de la izquierda se hacen para resaltar la validez de las ideas propias y para desautorizar ideológicamente al "enemigo", se hacen sin el más mínimo atisbo de autocrítica, o con una autocrítica superficial e insuficiente, autorreprimida. En el caso de los trotskistas, se usa a Stalin casi como chivo expiatorio. En el caso de los estalinistas se hace lo propio con Jruschov, Brézhnev y Gorbachov. Es curioso ver cómo los trotskistas acusan a los estalinistas prácticamente de las mimas cosas que los estalinistas a los trotskistas o a los revisionistas. En el caso de los anarquistas se achaca la culpa a los bolcheviques. En todos los casos se usa el contexto como justificación de los males propios sobre todo. Los bolcheviques explican la degeneración de la revolución por las fatales circunstancias, por las herencias del zarismo, por ciertos errores tácticos, justifican sus métodos dirigistas por el analfabetismo del proletariado ruso. Los anarquistas explican el fracaso de la revolución por la incultura del pueblo ruso, por su falta de conciencia, y por el uso de esa incultura por parte de una élite que se aprovechó de ella. Para los bolcheviques sus errores no fueron profundos, no fueron ideológicos o metodológicos. Y tres cuartos de lo mismo podemos decir de los libertarios, cuando analizan las revoluciones anarquistas o los episodios de protagonismo libertario en la revolución rusa. Bien es cierto que todas las causas esgrimidas con toda probabilidad fueron ciertas, influyeron notablemente en los acontecimientos. Pero hay que intentar explicar lo que ocurrió yendo al fondo de las cuestiones, llegando incluso a las ideologías. Con semejantes análisis superficiales y limitados, conscientemente limitados para no atentar contra los dogmas de la ideología propia, en algunos casos incluso infantiles, con ese nefasto sectarismo, no es posible reconstruir una teoría revolucionaria acorde con los tiempos actuales. Desde el dogmatismo no es posible dar con todas las causas, con las más profundas, con las explicaciones completas, de la degeneración de la más importante revolución proletaria de todos los tiempos. Esos analistas presuntamente revolucionarios atentan contra el más elemental espíritu revolucionario: la búsqueda de la verdad.

Sólo es posible acercarse a la verdad mediante el uso del pensamiento libre y crítico, sin miedo de cuestionar lo incuestionable, de replantear nuestras más profundas convicciones. La crítica, pero también la autocrítica, son el ABC de la ciencia revolucionaria. Deben practicarse hasta las últimas consecuencias.

 16 de enero de 2017





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Publicado por Blogger para TacnaComunitaria el 1/16/2017 08:02:00 p. m.

Miguel Aragon : Perspectivas Económicas Mundiales 2017

PERSPECTIVAS ECONÓMICAS MUNDIALES 2017
(17 de enero de 2017)
Por Miguel Aragón
Presentación
Durante la década de 1990, el capitalismo monopolista, imperante en los países del hemisferio occidental,    expandió sus zonas de influencia en el mundo entero, aprovechando el desmembramiento de la parte europeo oriental del campo socialista,  desmembramiento  acelerado por la implosión de la URSS.
Durante esa última década del siglo pasado, se acrecentaron las inversiones del capitalismo monopolista en el mundo entero, tanto en los países industrialmente desarrollados ubicados mayormente en el hemisferio norte, como en los países industrialmente atrasados ubicados mayormente en el hemisferio sur.
Tal como era previsible, este crecimiento de las inversiones directas, así como del comercio internacional, y de  los préstamos de capital,   acrecentaron  los factores para el desencadenamiento de una próxima  crisis cíclica de superproducción capitalista.
En el primer trimestre del año 2001, estalló la primera crisis cíclica de superproducción capitalista del presente siglo. Esa crisis cíclica estalló  primero  en EEUU, pero los magnates  del capitalismo monopolista norteamericano "manejaron" hábilmente la crisis, aplicando dos políticas temporalmente efectivas para manipular  la evolución   de la crisis.
Por un lado, promovieron masivamente los préstamos hipotecarios disminuyendo de manera forzada y temporal las tasas de interés de los préstamos bancarios, para así incentivar la demanda, y por lo tanto la construcción masiva de viviendas.
Por otro lado, impulsaron la muy rentable industria de la guerra. Para ello alentaron y encubrieron los atentados de fanáticos musulmanes, como el atentado contra las Torres Gemelas en New York,  del 11 de setiembre de 2001, para disponer así del pretexto necesario y del apoyo mayoritario de la población norteamericana, que les permitiera  desatar guerras en gran escala en los países de población mayoritariamente  musulmana. El atentado terrorista del 11-S fue parte de esa estrategia de auto provocación. Las aventuras guerreristas en Irak, Afganistán, y luego en Siria, inicialmente resultaron muy rentables para las industrias abastecedoras de suministros de guerra.     
Como ocurrió en  oportunidades anteriores,  los  efectos de estos incentivos económicos intervencionistas, no podían ser eternos, sino solamente temporales. Esas dos acciones solamente postergaron el estallido de la crisis cíclica, la cual volvió a resurgir con mayor fuerza a comienzos del año 2007.
El tercer trimestre del año 2007 estalló la crisis de la llamada burbuja inmobiliaria, burbuja que ellos mismos habían fomentado artificialmente, al construir una cantidad de viviendas por encima de las posibilidades reales de compra de la población.  De un momento a otro, cientos de miles de personas que se habían endeudado para adquirir una vivienda, se vieron imposibilitados de seguir pagando las cuotas mensuales, y las compañías  aseguradoras, y sobre todo las reaseguradoras, compulsivamente comenzaron a cobrar las deudas impagas.  
Esta situación, de saturación del mercado inmobiliario, y de interrupción  de los pagos, llevó a la parálisis temporal de la industria de la construcción. Y ésta, a su vez, paralizó las industrias conexas que suministran diversos tipos de materiales y accesorios de construcción (cómo por ejemplo, la producción de acero de construcción, cemento, maderas para construcción, accesorios y aparatos para instalaciones sanitarias y eléctricas, pinturas, vidrios, etc.) y también paralizó la venta de herramientas y maquinarias utilizadas en la construcción. 
La parálisis de estas diferentes ramas de la industria, vinculadas a la construcción de viviendas, tuvo como consecuencia inmediata el despido masivo de varios millones de obreros, técnicos y profesionales,  tanto de  la industria de la construcción, como de las fábricas y centros de comercialización  de materiales, herramientas y maquinarias utilizadas en la construcción.
A su vez, estos millones  de trabajadores despedidos, al engrosar las filas del ejército de parados, disminuyeron bruscamente sus consumos habituales de calzado, ropa, alimentos, educación y recreación, lo cual afectó de inmediato al comercio y producción de estos bienes y de los servicios básicos de consumo masivo, generalizando así la crisis económica a todas las ramas de la producción, del comercio, y también de las finanzas.    
La crisis postergada artificialmente desde comienzos de siglo,   definitivamente estalló el año 2007, primero en la economía norteamericana, y meses después en los otros países capitalistas desarrollados. En términos geográficos, medio mundo, formado por los países industrialmente desarrollados (ubicados mayormente en el hemisferio norte), entraron, uno por uno,  en crisis de superproducción relativa. La mayoría de las ramas industriales,  y también la circulación  de mercancías  y de capitales, se paralizaron violentamente en los países europeos, en EEUU, Canadá  y también en Japón. Esta crisis cíclica de superproducción relativa, a su vez, fue la base y detonante de la grave crisis financiera que estalló violentamente en el año siguiente, en el año 2008.   
Pero no ocurrió lo mismo en los  países en vías de desarrollo, entre ellos  en los países llamados emergentes, países que  mayormente están ubicados en el hemisferio sur. La ley del desarrollo desigual del capitalismo, a partir de comienzos de este siglo, fracturó el mundo en dos grandes zonas económicas, con dos ritmos diferentes  de crecimiento. (Esta particularidad, propia de la última crisis, es una diferencia muy notoria con la forma de desarrollo de las anteriores crisis cíclicas del pasado que tuvieron  alcance mundial).  
Mientras los países más desarrollados cayeron en un virtual estancamiento; por el contrario, en los países atrasados, en los cuales el capitalismo todavía no ha agotado definitivamente su función, el capitalismo continuó creciendo, por la misma subsistencia de relaciones económicas pre capitalistas que todavía no han sido superadas. Al comenzar el siglo XXI, en el mundo  todavía existen  grandes y extensas zonas que  no están integradas definitivamente al mercado único mundial.
 La continuación del crecimiento capitalista en los países emergentes y en los países en vías de desarrollo, incluso se desarrolló, y continúa desarrollándose,  a tasas de crecimiento  muy elevadas, superiores al 5% anual, como ocurrió en varios países ubicados tanto en el continente asiático, como  en el sub continente del sur de  América, incluido el Perú.
A su vez, paralelamente a la continuidad del crecimiento capitalista en los países emergentes y en la mayoría de los países en desarrollo, se estuvieron  desarrollando  las políticas de "reforma y apertura" implementadas a diferentes ritmos de intensidad en los países que ya iniciaron la construcción del socialismo, como son los casos de la República Popular China, Viet Nam, y Cuba. Países cuyas economías en desarrollo, rompiendo y superando los bloques económicos impuestos temporal y fallidamente por algunas potencias capitalistas,  están cada vez más entrelazadas con la economía mundial. Esta situación contribuyó a incentivar el crecimiento económico de los países atrasados, en contraste con lo que ocurría en los países más desarrollados.
La última crisis cíclica iniciada en el tercer trimestre del año 2007, está próxima a cumplir un decenio de duración, lapso en el cual se han despedido a millones de trabajadores en los países capitalistas más desarrollados,  aumentando bruscamente la pobreza y la miseria de millones de familias.
En las vísperas de cumplir el primer decenio de la última crisis cíclica, crisis que ha sido y es la crisis cíclica más larga y más profunda en la historia del capitalismo, incluso más larga y más grave que la crisis de la década de 1930, actualmente  se prevén  dos  perspectivas diferentes.    
Por un lado, hay quienes consideran que esta última crisis todavía no ha concluido, y que  continuará por varios años más.  Incluso hay quienes, vaticinando   subjetivamente escenarios catastrofistas, se han adelantado a elucubrar que el mundo capitalista ya está viviendo en  una supuesta "crisis terminal".
Por otro lado, hay quienes consideran que esta última crisis cíclica, como anteriormente ocurrió con otras crisis cíclicas,  ya está siendo superada, y que estamos en vísperas de ingresar a una nueva etapa de reanimación de la economía capitalista en los países más desarrollados. Etapa en la cual se están introduciendo los nuevos inventos técnicos acumulados en los últimos años, lo cual va a transformar radicalmente las técnicas de producción y comercialización de los productos.   
Como parte del estudio y seguimiento del desarrollo de la última crisis económica,    hemos seleccionado varios artículos, que contienen análisis publicados por varias  agencias de la prensa mundial. (Estos textos los iremos publicando en los próximos días)  


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