1.¿Por
qué aceptas una entrevista cuando dijiste que ya no darías más entrevistas?
RESPUESTA (R): Porqué quien te responde no es la
persona que tú crees, sino su fantasma. Hace dos años atrás que me siento un
fantasma, soy un fantasma, y eso por una cosa muy simple: porque me siento muy
cerca de mi final, de mi muerte, es como si la estuviera viendo. Y eso no me
asusta. Al contrario, me dan fuerzas para poder responder preguntas como las
que tú me haces.
2.¿Por
qué siendo un hombre tan vital y feliz en tu vida familiar te inquieta los
temas finales de la vida?
R: A todos los mortales (claro, menos a los
inmortales y a los ingenuos que se creen inmortales) nos interesa los temas
finales de la vida, es decir, la muerte, porque siempre es presentada como algo
misterioso, incógnito, desconocido, diabólico, pero yo que la estoy viendo hace
dos años, no la veo así, la veo llena de vida, con muchos túneles y paisajes
por donde caminar, río por donde navegar, vientos por donde volar, rosas y
colinas donde hacer el amor, pero eso sí, con algunas dificultades y dolores
para realizar todo ello, por el sólo hecho de hacerlos, porque todo cuesta en
la vida, la vida es un trabajo permanente (no solamente cuando se hace poesía),
la muerte también, la vida es dolorosa (aunque tengamos economía feliz y
resuelta, vida familiar equilibrada), la muerte también, pero para que eso no
nos afecte y podamos hablar desde sus orillas con la mayor serenidad, hay que
hacer eso, justamente: hablar sobre ella y con ella cuando estamos vivos y
radiantes, tratar de descubrir sus secretos, etc., entonces cuando uno llega a
ser un fantasma de la muerte ya conoces casi todos sus secretos y nada te
asusta, al contrario, te dan deseos de cruzar sus orillas para reconocer todo
lo que conoces y te has imaginado, y descubrir algunos pequeños enigmas que
andan saltando por allí.
3. Juan si te quedas solo en una
isla, dinos, por favor ¿cuales libros de poesía te acompañarían?
R: Siempre he estado en una isla (en La
isla de tesoro) , y los libros que siempre me acompañan son: Ensayos sobre la
ceguera (José Saramago), La metamorfosis (Kafka), Cien años de soledad (Gabriel
García Márquez), Pedro Páramo (Rulfo), La poesía de Juan Gonzalo Rose y Jorge
Teillier.
4. ¿Qué consejo le darías a los poeta jóvenes?
R: Que consigan un editor que no les
cobre y que no den entrevista en vida, sólo cuando sean fantasmas cerca de la
muerte. Dar entrevistas en vida es un error que nos proporciona la
inexperiencia personal y la experiencia del diablo. Y que no se crean un
oráculo o la última chupada del mango.
5. Cual es tu opinión de los poetas de tu generación.
R: Prefiero no opinar. Los buenos
fantasmas no se comprometen, sólo lo hacen con la muerte. Y si insistes,
decirte que hay dos poetas, por lo menos, buenos, pero Juan Ojeda es al que
siempre hay que leer y rescatar, porque siempre está vivo y no muerto como
Hinostroza.
6. Anunciaste un “último libro y final”, ¿tienes inéditos?, y si los
tienes ¿piensas publicarlos? ¿por qué?
R: “Desde una aparente serenidad” es mi
último libro y final, después de ese libro no he vuelto a escribir. Pero me ha
sucedido como una especie de milagro. Milagro en que yo no intervine
concientemente, sino salió, como dicen los antiguos, “por obra de la suerte”.
Tenía, por lo menos, dos libros inéditos, uno terminado en el 2004 y que no
quise editarlo porque me comprometí en otros temas, y comencé a publicar
algunos poemas de ese libro inédito en el Facebook y sucede que dos editoras me
lo pidieron, lo cual acepté para ver si “era verdad tanta belleza”, y sucede
que para fines de octubre estarán editados. El otro inédito tiene su pequeña
historia. Un amigo del alma, Pedro Reyes Ravenna, antes de morir (murió muy
joven, a los 50 años más o menos) me entregó un manuscrito (allá por los años
1980, más o menos, si la memoria no me falla, y ya me está fallando) que él
trataba de hacer como un poema-ensayo, se llama “La Odisea de Damián”, donde
trataba de descifrar, según su particular criterio, la vida de los dioses del
Olimpo, pero el texto, que era muy breve, estaba, tal vez por la prisa de su
muerte, bastante enredado, poco entendible, lo que te digo que quería hacer era
lo que me confesó. Después de un tiempo me contrataron en una Universidad para
dictar el curso de Literatura griega, entonces tuve que empaparme de ella. Hice
de todo para hacerlo, porque es un tanto compleja. Y por el año 2000 se me
ocurrió, a partir de la idea del texto de mi amigo, no hacer lo que él quería,
pero si me dio la idea de hacer algo con su idea y con las ideas que ya tenía
de la literatura griega, entonces comencé a trabajar un texto que se llama
“Cara a cara con Homero”. El pretexto es un diálogo con Homero, pero en
realidad es un diálogo con la cultura griega, que dicen es la base de la cultura
occidental (aunque ahora otras la están negando). Y mi diálogo era hablar desde
la voz de nuestra cultura andina. Y eso se ve al final: cuando le digo a
Homero, que él no es Homero, el Homero soy yo, y termino hablando desde los
Barrios Altos, cantando huaynos y valses de autores como Manuel Acosta Ojeda y
Luis Abelardo Núñez, sin dejar de citar a personajes como Vallejo, Martín Adán,
algunas leyendas andinas, etc. Ese libro
está allí, tratando de vivir, pero falta otro fantasma para que lo haga caminar.
Espero que algún editor me pase la voz y se atreva. Porque los editores son
también fantasmas, pero otro tipo de fantasmas que no ven las orillas de la
muerte, sino las orillas de la suerte. Ojalá el teléfono suene.
Una gran sabiduría del maestro Juan Cristóbal,
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