Un saludo a todos los concurrentes a
esta presentación del libro: Haya de la Torre y Julio Antonio Mella en
México. El exilio y sus querellas, 1928 y a sus editores del Centro
Cultural de la Cooperación. A Daniel Omar de Lucía y Hernán Camarero, exigentes
por su condición de lectores y comentaristas de probado filo crítico. A Adriana
Oger, amiga y lectora de esta carta que busca atenuar mi ausencia. Resentiré no
poder escuchar las intervenciones sobre mi más reciente obra.
Los que me conocen, saben o intuyen lo
que los acervos porteños, sus librerías
y las conversaciones con mis amigos y compañeros argentinos, han enriquecido mi
mirada, mis escritos y mi experiencia de vida durante la última década. Este
libro tiene algo que ver con ello. Pocas veces reparamos en que la presentación
de un libro ha devenido en un ritual intelectual aceptado, en nuestras ciudades
latinoamericanas. Mirado desde la perspectiva del autor de la obra, dicho
ritual le permite ingresar en un terreno muy especial ya que, por un lado, se
ve motivado a compartir cosas no dichas en ella y, por el otro, a escuchar
revelaciones de aspectos que no supo ver en su propia escritura, provenientes
de sus comentaristas o de espontáneos críticos emergidos del público asistente.
Ojalá que el Centro Cultural Cooperación tenga a bien aplicar un registro
sonoro y compartirlo conmigo vía un mp3.
El momento de edición de este libro es
oportuno. Está cercanamente vinculado a la realización de varios eventos
conmemorativos en Cuba y América Latina con
motivo del centenario del natalicio de Mella y el 85 aniversario de su luctuosa
desaparición en México a manos de los esbirros al servicio de Machado, el
dictador cubano. Lo anterior incidirá en las expectativas que ha suscitado esta
obra, la cual ha adquirido deudas intelectuales con colegas cubanos como
Ricardo Hernández Otero, Ana Cairo, Caridad Masson y Susana Montero.
Esta edición que hoy nos convoca es,
por dos razones, una edición más cuidada que la mexicana, salida de imprenta un
mes antes. Advertí la necesidad de incorporar algunos enlaces de nuestros
protagonistas con sus pares argentinos o con los peruanos que vivieron su
exilio en Buenos Aires entre 1924 y 1928. El tiempo apremiaba para la edición
argentina y apliqué agregados mínimos y necesarios
en atención a los lectores de este país, sin desviar la concentración de mis
esfuerzos en develar la compleja urdimbre del escenario mexicano, lugar de
reencuentro y nueva lid entre Haya de la Torre, figura mayor del populismo
latinoamericano de esos años y el comunista cubano Julio Antonio Mella.
La veta argentina telegráficamente
enunciada en el libro, merece un nuevo esfuerzo de investigación. Sin embargo, Leandro
Sessa y Martín Bergel, dos jóvenes historiadores argentinos han dado los
primeros pasos al respecto, sin agotar su espectro. Mis alusiones al caso
argentino, entre socialistas y apristas, pertenece al tejido de relaciones
políticas realmente existente, aquel que borró las fronteras nacionales con
México, Perú y la Nicaragua de Sandino.
¿Qué pretendíamos con esta obra? Nos
animaba el propósito de replantear el curso tanto de la historiografía
militante como de la académica en torno a la ruptura de Haya de la Torre con
Julio Antonio Mella, quienes habían cultivado fraternal y combativa amistad
entre fines de 1923 y enero de 1927. Considerábamos que retomar los ejes de su
probado antagonismo ideológico político expresado entre febrero de 1927 y mediados de 1928, no daría mucho. La exégesis
de los textos clásicos de la contienda nos brindarían algunos detalles, pero
nada sustantivo a lo ya aportado y conocido. Frente a ello, nuestra estrategia nos
llevó a surcar por otros mares. Apostamos a recuperar las condiciones
materiales y superestructurales de la existencia de nuestros dos
personajes, a través del análisis de la
vida cotidiana citadina signada por sus exilios. Acaso los lectores más
avisados de este libro puedan descubrir la huella teórica de nuestra formación marxista,
más deudora de Henri Lefebre y José Carlos Mariátegui que del propio Walter
Benjamin, sin olvidar la señera obra de Carr acerca del socialismo romántico
europeo. Lefevbre invitaba a mirar con otros ojos la experiencia de la Comuna
de París, a ir más allá de la compresión de sus rasgos más sobresalientes,
hurgando en la cotidianidad vivida por los communards. Su señalamiento nos
invitó a encarar de otra manera la problemática estudiada, aunque no fuese en
sentido estricto homologable a la idea plena de acontecimiento
histórico-político, pero sí al basamento cotidiano de su tejido relacional, de sus valores y sus emociones-fuerza. Mirar,
decir, sentir y vivir en la misma ciudad no fue una desviación cargada de
trivialidad. Por sus poros se tejían dos formas de la politicidad de las
izquierdas latinoamericanas, no las únicas. Lo anterior, nos permitió darle
forma al conjunto de mediaciones que preludiaron y atravesaron al propio proceso de deslinde y lucha antagónica
entre nuestros contendientes. El lugar cultural y político de cada mediación compartida
por Haya de la Torre y Mella, pero también por sus respectivos compañeros o camaradas,
fue tan terrenal y cotidiano como los que fueron modelando sus antagonismos. En
general, las figuras concretas de la contradicción son relacionales y marcaron
las experiencias ordinarias y extraordinarias de nuestros oponentes en la ciudad
de México en el curso de 1928, así como el peso de las huellas de la memoria
sobre acontecimientos previos vividos en
otros lugares de encuentro. Reiteramos que nuestra búsqueda de las figuras
concretas de la contradicción nos permitieron descubrir y mostrar a nuestros
lectores: aproximaciones, convergencias, diferenciaciones, ataques y rupturas
entre apristas y comunistas; entre Haya de la Torre y Julio Antonio Mella. La
recepción del viraje de la Revolución China mereció algo más que nuestra
apretada síntesis, la cual no terminó de dibujar lo que ella representó, a
partir de abril de 1927, para los cominternistas, apristas y oposicionistas de
izquierda. La tensión escritural entre seguir un norte o hilo conductor, tiene
su cuota de arbitrariedad, se dejan cosas porque se atienden otras. Hicimos lo
que pudimos y quisimos.
Destacamos la trama de un duelo
clandestino sostenido entre ambos personajes, enlazándolo a pesar de sus
particularismos a la tradición intelectual de su tiempo que normaba las
contiendas de oratoria intelectual y política. En lo general, el presentar la
unidad de este proceso histórico-concreto que marcó un momento constitutivo de
la historia de las izquierdas latinoamericanas, mostró aristas ocultas, gracias
a la tarea de reconstituir los vasos comunicantes entre la vida cotidiana y las
redes sociales con los ejes centrales que guiaron a dichos líderes y sus
proyectos políticos.
Al rastrear las condiciones de
producción escritural en la ciudad de México de ¿Qué es el ARPA? de Julio Antonio Mella y de El Antiimperialismo y el APRA de Haya de la Torre, recuperamos
aspectos no tratados y sustantivos, que desmontaron el mito aprista acerca del
libro considerado fundacional. Cuidamos por último, referir señas de
personajes, esos cuadros intermedios tan descuidados por nuestros
historiadores, pero auténticos dinamizadores y sostenedores de la vida
partidaria y de los movimientos sociales de época. Terminaré esta carta siguiendo
provocadoramente el sentido profundo de un aforismo nietzcheano que borda su
intención y contenido: «Di tu verdad, y
rómpete».
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