HILDA TÍSOC LINDLEY
Una vida productiva al servicio de la humanidad
(1947 –
2017)
“La vida es lucha, es combate.
Agoniza quien vive luchando
contra la vida y contra la misma muerte”
Miguel de Unamuno
La lucha ha sido el motor en
todo proceso del desarrollo histórico de
la sociedad humana. En los diversos
sistemas sociales que se han sucedido hasta la actualidad, todo cambio social
ha sido consecuencia de un largo proceso de luchas antagónicas entre las clases
sociales (dominantes y dominadas). Vale decir, por una parte la clase
minoritaria que detenta el poder y que funciona como una pentarquía orgánica de
control constituido por el Ejercito permanente, policía, burocracia, clero y
magistratura, que tienen como norte mantener el viejo orden social al servicio
de la clase dominante; y, por otra parte, las clases populares que luchan
perseverantemente por sus más sentidas reivindicaciones, promoviendo el cambio
social, con programa reivindicativo y prospectivo orientado al progreso y a la
prosperidad del pueblo. He ahí la polarización de las clases sociales en lucha
constante hasta nuestros días. Hilda Tísoc Lindley, mujer de lucha consecuente
y honesta, se orientó resueltamente por el Camino de Mariátegui, estudiando,
investigando, organizando y luchando con el pueblo, con fe y esperanza por un
nuevo orden social, por un mundo nuevo.
En el proceso de preparación política y gestión generacional, Hilda se
mantuvo firme y muy segura, asimilando, defendiendo y desarrollando sus nobles
ideales. De allí que vivió intensamente, sin transgredir los principios de la
moralidad socialista hasta el final de su vida. Es un ejemplo de alta moral de
productores que las nuevas generaciones de luchadores por el socialismo
proletario, sabrán valorarlo y enarbolarlo, en toda acción social conducente a
la conquista de un Perú nuevo en el mundo nuevo.
En las filas del magisterio nacional, bajo la orientación del Frente
Clasista Magisterial (FCM), constituido afines de la década del 60 de acuerdo a
los fundamentos de la Internacional de Trabajadores de la Enseñanza
(ITE-Sección peruana), se fueron difundiendo los principios del Sindicalismo
Clasista y la necesidad de la unificación del magisterio en su conjunto. Es en
el VI Congreso Nacional del Sindicato Nacional de Profesores de Educación
Primaria (SINPEP), realizado en enero de 1970, que se toma la histórica
decisión de iniciar con el proceso de reconstitución en la vida sindical del
magisterio nacional. Para el efecto se constituye el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Enseñanza del Perú (SINTEP) que “comprende a los maestros de todos los niveles de la enseñanza, teniendo
en cuenta que el patrón es uno, la doctrina una, y la organización como
materialización de esa doctrina, también una”. Al maestro Germán Caro Ríos
se le elige Secretario General del Comité Nacional de Reconstitución del
SINTEP, organización que posteriormente dará paso al SUTEP.
En setiembre de 1971, se desarrolló una Huelga nacional del Magisterio
Peruano, aun dividido por niveles.
Lamentablemente, la traición de algunos dirigentes de la FENEP, hizo
fracasar la Huelga y los dirigentes que no se doblegaron, fueron deportados a
España. El 19 de octubre del mismo año,
fallece el maestro Germán Caro Ríos a consecuencia de un derrame biliar y el
análisis de la referida huelga, por parte del maestro, se quedó en el
epígrafe. Sus colegas que lo visitaron
en el hospital, han afirmado que don Germán Caro se mantuvo lúcido hasta el
final. En una de sus conversaciones llegó a precisar: “que ironía del destino. Toda mi vida me he pasado luchando y voy a morir
de amarillo”. Testimonio que quedo
grabado en la mente de sus continuadores.
Los antecedentes sistematizados de las luchas del magisterio peruano,
fueron un gran estímulo para el desarrollo del talento clasista de la c. Hilda
Tísoc Lindley y la de su generación. En las reuniones programadas y realizadas
en diferentes locales escolares de Lima Metropolitana, a través del debate
alturado se fueron desarrollando las ideas del sindicalismo clasista,
comprendiendo a cabalidad los Principios, Lema y Emblema, aportes históricos de
los dirigentes del FCM y que fueron el sustento teórico y práctico en la
constitución del SUTEP. Toda información teórica se complementaba con la acción
práctica. Lo asimilado se tenía que difundir en cada SUTE Base de los
diferentes sectores sindicales de Lima, donde se tenía influencia. Las ideas
clasistas contribuyeron al fortalecimiento del espíritu de lucha de los
maestros, lo que fue demostrado con posterioridad en las heroicas luchas
frontales del magisterio organizado contra la patronal.
En el trabajo de organización y consolidación de los SUTE Base, cómo no
recordar a la c. Hilda Tísoc en el esplendor de su vida, muy alegre, proactiva, optimista, solidaria,
juvenil y fecunda, llegando puntual con el Volkswagen guerrero para cumplir una
larga jornada de vida sindical, visitando las diferentes escuelas del segundo
sector de Lima que comprendía desde la Av. Grau, Jr. Washington, Río Rímac y
Ancieta Alta, detrás del Cementerio El Ángel. Específicamente el Cercado de
Lima, Barrios Altos, la Huerta Perdida y Santoyo, constituía nuestra zona de
trabajo sindical. De acuerdo a la planificación, se visitaban los colegios
propiciándose reuniones de maestros para charlas informativas y para la
difusión de la prensa sindical. La capacidad convincente de la c. Hilda, movilizándose
con rapidez, facilitó el ingreso a colegios impenetrables regentadas por
religiosas y Directores pro patronales.
Esta labor metódica de educación sindical clasista, dio sus frutos. Los
maestros comprendieron los principios del sindicalismo clasista,
fortaleciéndose espiritualmente y organizándose en sindicato. En el proceso, el
SUTE 2do. Sector Lima, se consolidó y cumplió un rol protagónico en las
heroicas jornadas de luchas del magisterio peruano.
Complementariamente a la labor sindical, Hilda Tísoc dedicó tiempo a
estimular a las nuevas generaciones de combatientes. Específicamente al grupo
juvenil de teatro Rikchariy que en el primer quinquenio del 70 presentaba la
obra “el sueño de un Campesino”, escenificándose en diversos centros educativos
del SUTE 2do. Sector de Lima.
En la segunda mitad de la década del 70, la c. Hilda Tísoc y familia
viajaron a México pensando retornar pronto. Llevaba un permiso oficial, sin
goce de haber que la exentaba de sus tareas docentes, con la finalidad de
cursar una maestría en Estudios Latinoamericanos en la UNAM. La dictadura de
Morales Bermúdez, siete meses más tarde, atendiendo una recomendación del FMI
de dar baja a quince mil trabajadores al servicio del estado, la despidió, al
igual que a su compañero de vida, recortando sus posibilidades de retorno.
Participó, desde México, muy activamente en la campaña de solidaridad con la
huelga del SUTEP y contra la dictadura militar, recorriendo las escuelas
normales, visitando las bases del Frente Magisterial Independiente, las
universidades públicas y los locales de las comunidades del exilio. Participó,
estando embarazada de su primer hijo, en la masiva movilización del magisterio
mexicano frente a la Embajada del Perú. Los intentos de retorno se frustraron
por falta de trabajo en tiempos de crisis.
Radicada en México, trabajó como correctora de galeras en la imprenta
editorial jurídica Cárdenas, luego como docente en el Colegio Francés Hidalgo,
y temporalmente en el Archivo de la Palabra. Allí se familiarizó con el
registro de historias de vida y de testimonios del exilio republicano español.
Por su cuenta, y en compañía de Napoleón Conde Gaxiola, entrevistó a veteranos
y figuras prominentes de la izquierda mexicana, todavía inéditas. Dejó también,
las cintas magnetofónicas que registran el testimonio de Leo Zuckermann Mauss,
destacadísimo dirigente cominternista alemán, quien luchó contra el nazismo dentro
y fuera de Alemania y artífice de la construcción de los Frentes Populares en
Europa y primer vicepresidente de la República Democrática Alemana. Al lado de
su esposo y compañero, entrevistó al escritor Juan de la Cabada, sobre la
estancia de Julio Antonio Mella en México, la cual fue publicada. Fue en la
tierra de Emiliano Zapata donde nacieron sus dos hijos, Emiliano y Dahil,
quienes dieron sentido creador a su existencia productiva.
Entre sus obras selectas está su libro “LA AGONÍA SOCIAL DE FLORA TRISTAN
Y EL MOVIMIENTO FEMINISTA”, publicado en 1971 y digitalizado en el 2009. Para que Hilda publique esta obra, está clara
la influencia de Flora Tristán, una mujer de lucha, de pensamiento y actitud
revolucionaria y precursora del movimiento feminista que pasó a la historia
difundiendo su tesis “Todas las
desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha
hecho de los derechos naturales e imprescindibles del ser mujer”. Algo más,
en el folleto La Unión Obrera, Flora
Tristán enarbola su programa a favor del proletariado. He ahí signos puntuales
y motivadores para sistematizar ideas de acuerdo a nuestra realidad. He ahí el
valor histórico de la obra de Hilda, como sustento fundamental del feminismo y
socialismo en la lucha por el cambio social.
Otra reliquia de la pluma de Hilda Tísoc es sus dos MICRO-ENTREVISTAS a
personaje polémicos que radicaban en México. El primero a Carlos Quijano (27
febrero de 1978) y el segundo a Eudocio Ravines (01 de marzo de 1978). Recién,
como ella aclara en la presentación, lo publica en 2013, después de 35 años.
Como preámbulo a las entrevistas, la autora precisa: “Doy constancia que ambos fueron corteses, pero más parcos de lo que
anhelaba. Quijano me respondió con escaso entusiasmo mientras que Ravines lo
hizo con explicita desconfianza. Al intelectual uruguayo lo entrevisté en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y al político peruano en sus oficinas
del periódico El Heraldo”. Cuando ambos intelectuales fallecen en el
destierro, la actitud del pueblo se deja sentir. En junio 1984 murió Carlos
Quijano y el pueblo sintetizó su mensaje en expresiones como esta: “Enseñó a
pensar con claridad”. En enero 1979, Eudocio Rabines falleció atropellado y en
el diario El Comercio se publicó una
breve nota sin mayor trascendencia. El pueblo lo ignoró, porque desde la muerte
de José Carlos Mariátegui defeccionó, organizando su propio partido y
terminando su vida al servicio de la reacción. Bien la micro entrevista,
motivadora para conocer el rol del factor humano.
En la Biografía y testimonio de Jorge Turner, sobre Juan Pablo Chang
Navarro, Hilda Tísoc sistematiza la formación política, militancia y acción
heroica de un revolucionario que formó parte del núcleo combatiente del Che
Guevara. Fiel a sus principios murió en su ley, luchando como internacionalista
por sus nobles ideales. Conjuntamente con el Che y el combatiente boliviano
Simón Cuba, fue capturado en la quebrada del Yuro (Bolivia) y “pasado por las armas a mansalva el 8 de
octubre de 1967”. Con estos documentos, la autora reivindica la memoria de
un digno luchador por el cambio social en la Región de América Latina. Es también
autora de varias microbiografías de mujeres peruanas vinculadas a la
intelectualidad de izquierda y a los movimientos sociales de la segunda mitad
del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Varias de ellas han sido publicadas
en el blog https://socialismoperuanoamauta.blogspot.mx. Y de seguro habrá otras
obras de valor, aún inéditas, debido a su pasión por la literatura.
Siempre hemos leído en
diversas literaturas, manifiestos y también escuchado en actos de masas la
consigna, “cuando un revolucionario muere, nunca muere”. En efecto, la muerte
tiene distintos significados. Al respecto, el escritor chino Sima Chien decía: “Aunque la muerte llega a todos, puede tener más
peso que el monte Taishan o menos que una pluma. Morir por los intereses del
pueblo tiene más peso que el monte Taishan; servir a los fascistas y morir por
los que explotan y oprimen al pueblo tiene menos peso que una pluma”.
Entonces, quienes han luchado toda su vida por la liberación de las fuerzas
productivas en función de los intereses del pueblo, el morir es nacer a la
eternidad. Sus ideales plasmados en sus obras, seguirán vigentes y serán
desarrollados por las nuevas generaciones de combatientes. La c. Hilda Tísoc,
llegó para partir de nuevo. Sus obras iluminarán el camino del pueblo, en las
largas jornadas de lucha por un nuevo amanecer.
Hilda Tísoc Lindley,
luchó dignamente más de un año contra la enfermedad que la aquejaba. Siempre
serena, comprendiendo la crítica realidad y compartiendo inquietudes con el ser
amado, se fue lúcida como los grandes, filosofando acerca de la muerte y
encomendando que se cumpla su deseo al cerrar definitivamente sus ojos, esos
dos luceros que le dieron tanto, distinguiendo el negro del blanco, avizorando
en el cielo su fondo estrellado y, sobre todo, distinguiendo en las multitudes
al hombre que amó toda su vida. Partió el 7 de enero del 2017, “escuchando su
canción preferida: Gracias a la vida”. Nos queda su trabajo productivo como
semilla que germinará y engrandecerá las luchas de las nuevas generaciones por
un mundo mejor, por la que luchó y soñó siempre.
Lima-Perú, 24 enero 2017
José Félix D.
Fuentes:
- TÍSOC LINDLEY, Hilda. La agonía social de
Flora Tristán y el movimiento feminista. Lima,
1971.
- TÍSOC LINDLEY, Hilda.
“Una Biografía de nuestro tiempo, Juan Pablo Chang Navarro (1930-1967)”
(1). México, 2016.
- TÍSOC LINDLEY, Hilda.
“Juan Pablo Chang Navarro en el testimonio de Jorge Turner.” México, 2016
- TRISTÁN, Flora.
Biografía.
- ZEDONG, Mao. Servir al pueblo, Obras Escogidas.
Primera Edición, 1968. Páginas 177-78.
- MELGAR BAO, Ricardo.
Testimonio de parte acerca la actividad de Hilda en México.
- FÉLIX DAMIÁN, José. German
Caro Ríos, Vida y Obra. Lima, mayo 2016.
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