De: gustavo Esìnoza Montesinos <gespinozam1941@gmail.com>
Fecha: 30 de agosto de 2017, 16:56
Asunto: PERÚ . LA MAGIA DE ANGÉLICA MENDOZA
Para: america.rebelion@gmail.com, gustavo Esìnoza Montesinos <gespinozam1941@gmail.com>
Asunto: PERÚ . LA MAGIA DE ANGÉLICA MENDOZA
Para: america.rebelion@gmail.com, gustavo Esìnoza Montesinos <gespinozam1941@gmail.com>
PERU. LA MAGIA DE  ANGELICA MENDOZA
Por Gustavo Espinoza M.  (*)
Silvia Macciotta, colega  y amiga de muchos años, me hizo ver el juego mágico que se inscribe en la  suerte de Angélica Mendoza, la madre ayacuchana que falleciera recientemente  tras una dura lucha en defensa de su hijo Arquímedes Ascarza Mendoza, y los  desaparecidos en el Perú.
En efecto, la "Mamacha"  como se le conocía más popularmente, combatió 34 años hasta lograr, finalmente,  que el Poder Judicial emitiera sentencia en el caso de los  detenidos–desaparecidos en el Cuartel "Los Cabitos" de Ayacucho. 
Hace pocos días, el  Estado Peruano reconoció que el  citado  establecimiento militar fue usado como un Centro Clandestino de Reclusión a  partir de 1983; y que allí se instaló un horno crematorio en el que fueron  incinerados los restos de centenares de  detenidos-desaparecidos en  lo que se ha  dado en  llamar "los años de la  violencia".
Como consecuencia de la  decisión judicial, pudo establecer que el hijo menor de Angélica -Arquímedes-  fue extraído de su domicilio y recluido en ese  cuartel, donde fue ejecutado extra  judicialmente y luego incinerado. 
Nadie pudo negar el  hecho porque la madre conservó amorosamente, todo ese tiempo una nota escrita y  enviada por la victima, reportando su estancia en los calabozos de ese Centro. 
Diez después de conocida  la Sentencia que pone fin a un  caso que  duró casi tres décadas y media, Angélica, falleció. No podía morir antes. Como  siempre lo dijo, tenía el deber de esperar que se hiciera justicia. Hoy se dice   que fue a reunirse con su hijo  informándole que, finalmente, había conocido su destino. 
Angélica expiró el  pasado 28 de agosto, el mismo día en el que se conmemora el Informe de la  Comisión de la Verdad, que recogiera la denuncia del caso y el testimonio de la  madre; a la par de muchísimos otros documentos similares. Y los restos de la  "Mamacha" fueron sepultados hoy -30 de agosto-cuando se recuerda en América el Día  Internacional del Detenido-Desaparecido, como una forma de rendir homenaje a  las víctimas de los brutales regímenes que asolaron varios países de nuestro  continente en décadas pasadas.
"Los Cabitos" -el lugar  en el que ocurrieron los hechos- es el Cuartel más importante de Ayacucho y uno  de los más significativos de la Sierra Central. Debe su nombre a que en ese  lugar se reunieron los jóvenes que -en los aciagos días de la Guerra del Pacífico-  tomaron las armas para enfrentar al invasor. 
Fue, desde entonces,  un  símbolo de coraje y  heroísmo, pero la Clase Dominante peruana lo  convirtió, desde 1983, en el  símbolo del  terror. Y sólo ahora, comienza a oficializarse una verdad que fue dicha de boca  en boca por millares de peruanos durante más de 30 años.
En lo personal, conocí a  Angélica Mendoza en agosto de 1985, cuando se instaló en el Parlamento Peruano,  la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, de la que formé  parte. A nosotros vino Angélica con un   grupo de madres,  hermanas y  esposas de detenidos-desaparecidos, que reclamaban justicia. Nos trajo la nota  escrita por su hijo, pero también su propio verbo,  inflamado y enardecido. 
Ya había luchado más de  dos años sin conocer el destino ni la suerte de Arquímedes, no obstante que  había tocado todas las puertas que le fuera posible en ese contexto: la  Fiscalía, el Poder Judicial, la Iglesia, y, por cierto, todas las dependencias  policiales y militares de la zona. También ya había puesto el caso en manos del  Parlamento anterior, sin  encontrar  respuesta.
Después la  vi  en  muchas otras ocasiones. Todas las veces en las que visité Ayacucho entre 1985 y  1990; pero también en Lima, cuando ella vino en busca de justicia. Con otros parlamentarios  visitamos más de una vez el Cuartel Los Cabitos y entrevistamos a los jefes y  oficiales que desempeñaban funciones allí. En todos los casos, la respuesta  encontrada, fue el  silencio. Y nunca  resultó posible conocer algo más.      
Aun así, fue  posible apreciar el inmenso aporte de Angélica  a esta causa que comprometiera a muchos:  Ella organizó a madres, esposas, hermanas e  hijas de las víctimas del terror de aquellos años, para  hacerlas despertar, combatir, hablar en alto  y enarbolar legítimas banderas.  Creó  desde el corazón,  sentimiento y  conciencia de justicia.  
Después de 1990 cayó el  telón sobre todos los peruanos. La dictadura   Fujimorista generalizó la   abominable experiencia heredada, de modo que se institucionalizó la  violación de los Derechos Humanos. Las Ejecuciones Extra  judiciales, la Desaparición Forzada de  Personas, la Habilitación de Centros Clandestinos de Reclusión, la Detenciones  Ilegales y  la Tortura; fueron el uso  común de la estructura del Estado. Así, se amasaron 70 mil muertos, y más de  15  mil desaparecidos.
Se desató, contra el  pueblo peruano, una verdadera guerra de exterminio. 3, de cada 4 víctimas del  Terrorismo de Estado, vivían en   poblaciones rurales; y eran Quechua-hablantes. El 98% de los ciudadanos  oficialmente detenidos, fue víctima de tratos crueles, inhumanos y degradantes,  terminología especializada que se usa para aludir a brutales torturas.
Casos horrendos, como la  matanza de Barrios Altos; o el  secuestro  y ejecución de un  profesor y 9  estudiantes de La Cantuta; o muchos otros crímenes ocurridos en Huancayo, El  Santa, Huaral y otros lugares; despertaron un legítimo clamor ciudadano-, pero  no pudieron evitarse. Solo el fin  de la  dictadura -el año 2000- comenzó a hacer luz en   la materia. La formación de la Comisión de la Verdad y las sucesivas  denuncias contra los crímenes de Estado; alentó en mucho esta batalla.
La decisión judicial  sobre el caso de Los Cabitos es parcial y   sesgada, porque asoma incompleta. Pero también lo es la sentencia  referida a la matanza de Accomarca, y   aun el deslinde pendiente en otros dos grandes casos: el uso de Grupos de  Aniquilamiento  –como el Comando Rodrigo  Franco-, y el tema de los Penales: El Frontón, Lurigancho y Castro Castro, los  dos primeros en 1986 y el tercero en 1992.
Todos esos crímenes  están en la agenda de los peruanos. Y solo en la medida que seamos -todos- como  Angélica Mendoza, será posible hacer justicia.
En su memoria, y con su  ejemplo, debemos perseverar en el empeño y lograr que resplandezca  legítimamente la verdad. (fin) 
(*)  Del Colectivo de Dirección de Nuestra  Bandera.  http://nuestrabandera.lamula.p

 
 
 
 Entradas
Entradas
 
 
No hay comentarios.:
Publicar un comentario