Por: Guillermo Yucra
La lucha y resistencia de los pueblos amazónicos no cesa. En los últimos meses hemos sido testigos de una serie de hechos que, han acrecentado su participación en el escenario político actual, como factor de movilización y generación de conciencia en la defensa de la biodiversidad y de los recursos naturales.
La protesta de los pueblos indígenas ante el derrame de petróleo ocasionado por la transnacional Pluspetrol en el río Marañón, la defensa del gas de Camisea en la que tiene protagonismo la organización COMARU (Consejo Matsiguenga del Río Urubamba), etc.; son síntomas inequívocos de esta percepción.
En este contexto, la ofensiva neoliberal no se hace esperar. El gobierno actual se ha empeñado en seguir fomentando el divisionismo entre las organizaciones nativas. Desde arriba viene aprovechándose de las contradicciones existentes entre las principales organizaciones como la AIDESEP, la ORPIAN, la CONAP, etc., como ya lo ha hecho a través de la creación de una organización paralela como en el caso de la AIDESEP. Desde abajo busca fracturar las bases del movimiento amazónico, montando organizaciones fantasmas que carecen de total representatividad pero constituidas por personas totalmente adeptas al régimen y a los intereses de las transnacionales. Por ejemplo, en Imacita se ha creado durante el pasado mes de junio, la Coordinadora de los Pueblos Awajún con el objetivo de dividir las bases de estos mismos pueblos que se encuentran en las diversas cuencas del río Marañón.
Como sabemos, Imacita es el Primer Puerto Fluvial del Distrito de Imaza (Provincia de Bagua), en donde además de la explotación petrolera y de la cruda realidad de la deforestación, se cierne la amenaza de la extracción aurífera a manos de la empresa brasileña Sierra Dorada. Son grandes pues los intereses que se mueven en esta zona que es la puerta de entrada a la región de la Aguarunía. Lo que se busca evidentemente es favorecer la política de explotación de los recursos naturales. Los lobbys, los faenones y los contratos de licitación que tienen su origen en la trastienda del Estado renta, generan millonarios dividendos para las transnacionales y el soñado paraíso fiscal para sus testaferros.
Los intereses creados a través de la Coordinadora de los Pueblos Awajún no ha sido óbice para que los pueblos Awajún y Wampis concerten una respuesta contestataria que está en la búsqueda del fortalecimiento y la unidad de sus organizaciones. Es así que en el I Encuentro de Organizaciones de Base realizado el pasado 11 de junio en la localidad de Imacita, trataron esta problemática de la Coordinadora de los Pueblos Awajún. Al respecto, Hernán Datsa Susana (Vicepresidente de la Organización de Comunidades Amazónicas del Alto Marañón - OCAAM), denunció ante el pleno de este I Encuentro la arbitraria decisión que se había atribuido el Presidente de esta organización, el Sr. Adriano Katip Yanua, al firmar el documento de la Coordinadora de los Pueblos Awajún, sin haber consultado previamente a sus bases. En una entrevista que nos concediera al finalizar la reunión, nos ratifica lo siguiente:
“Yo he visto también algunos documentos que él ha firmado con la empresa. Eso lo veo muy mal de mi parte. El acuerdo que nosotros tomamos con todos los Apus y las organizaciones de base es que mientras no lleguemos a la solución que no nos da el gobierno hasta ahora no podemos tener ninguna coordinación directa con el Estado.”
Esta tensa, conflictiva situación que se da al interior de las propias organizaciones nativas se presenta justo en las condiciones en la que el ejecutivo plantea observaciones al proyecto de Ley de Consulta Previa, una de las demandas que en todo momento reclamaron los pueblos indígenas durante la gran movilización indígena del 2009.
Como sabemos la necedad del gobierno no tiene límites. La estrategia de García es la estrategia de la clase dominante: divide, divide y vencerás (divide et impera). García ha comprobado en este punto ser uno de los mejores peones del Imperialismo. No duda en oponerse al proyecto de Ley de Consulta Previa, la que sabe muy bien que no solo se trata de un reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, sino que también implicaría en el corto plazo una victoria política para el movimiento amazónico que acarrearía en lo inmediato una derrota de los sectores alineados al neoliberalismo, a los que tan cerradamente defiende García.
Por el momento, los pueblos amazónicos se preparan para una segunda batalla. Esta vez luchando por la unidad del movimiento desde las bases de sus propias organizaciones. Precisamente, en estos momentos se viene realizando el III Encuentro de Organizaciones de base en las comunidades nativas de Nazaret y Urakusa.
Nuestro deber en este aspecto debe orientarse al fortalecimiento y desarrollo de estas luchas, ya que son los pueblos los que hacen la historia.
Sábado, 14 Agosto de 2010
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