TESTIMONIO:
LIRIOS ROJOS PARA CHACHO MARTÍNEZ Yo tengo nostalgia de tu mano que me hace señas.... Nezval
Mi querido Chacho: En la penumbra del follaje y con el rostro entre manos un domingo infausto me despertó tu muerte inesperada temblando ante tantos hermosos recuerdos intensos y treinta años de vida compartidos. La edad de la inocencia Me parece oírte contar los pasajes de tu niñez. El día que la bella y laboriosa señorita Olga Pérez Vela les señaló que quiénes deseaban ir a La Glorieta , tú ya habías distinguido el sonido de los aviones del que fabrican los truenos. Habías marchado íntegras las calles de Cotahuasi, adoquinadas con hermosas piedras de colores rudos, especialmente la principal, por donde pasaba una cequía que se empleaba para regar el empedrado. A menudo habías guerreado ferozmente en el gran patio de tu tía Sarita Pérez Martínez, bajo los inmensos ruedones y columpios dejados por un circo alemán que luego de haber quebrado en las plazoletas de Santiago de Chile y Arequipa arribó a Cotahuasi durante los años treinta, seducido por el hechizo de frutas vivas y orfebrería que los paisanos peregrinos esparcieron por las provincias del sur. Observabas El Pozo, lleno de agua transparente, adonde tu hermano Benigno te llevaba para verle zambullirse y asomar batiendo la testa orgulloso. Te era familiar Tinkirumi, espacio elegido de los amantes, desde donde se contempla la pequeña campiña y todo el pueblo. Empero te era ajena La Glorieta , casona ubicada en uno de los extremos del pueblo, sendero del convento, cuyo paraíso podían gozar sólo por la visión de los árboles que sobresalían a los muros. Era mayo, tu primer año escolar, y tú iniciabas tu lamentable trato con las campanas y los horarios en un salón de transición del Centro Escolar 916 de Cotahuasi, éste era el segundo en prestigio y el más grande de la provincia. Ubicado en la Plaza de Armas, era una construcción de dos pabellones con un patio de honor, otro interior donde se trompeaban los mayores, y un balcón de madera desde donde se lanzaban discursos los días de fiesta. Allí comenzó tu escuela después de un año. Era mayo, ¿recuerdas?, pues en mayo se celebra la fiesta de Santa Cruz y tú habías madrugado por en la plazuela Corira, al pie del altar y temblando de frío, observando volar los cohetes durante las pruebas de los villanos. Corira era sólo un pampón de tierra muerta, a la entrada del pueblo, donde se arremolinan los vientos que descienden de los cerros y ascienden de las quebradas del valle...Vivías en la calle Lima, la más importante, en la casa de tu padre que no era Joaquín Martínez el difunto, sino Agustín, su hermano mayor, el que les paraba el macho a los subprefectos abusivos que iban a Cotahuasi con revólver al cinto, el mismo que en un instante de arrebato mató a una mula a puñetazos, muerto también... (1). Piélago y la universidad de San Marcos A fines de los '60, bajo la pequeña luna limeña, el eco del patio de Letras, el calor de la vivienda de la universidad de San Marcos y el canto de Los Chalchaleros, bullían la vida, tu apariencia de cotahuasino hermético, tu condición de migrante y tu esencia de poeta rebelde. Con tu ingenuo peinado a lo Carlitos Gardel y tu tímida voz cálida de músico ambulante tratas de impresionar a "Magnolia" aquella mujer totalmente marginal, y a las estudiantes exóticas de ojos tristes. Así, algo altivo florece tu ser, entre abrazos, brindis y tonadas, caminando entre tus primeros amigos que proceden de nuestra Alma Mater o del grupo Piélago, Juan Ojeda, David Motta, Ramón Aranda, Ermógenes Janampa, Ricardo Ráez, Hildebrando Pérez, Danilo Sánchez Lihón. Después cultivas diálogo fecundo, camaradería, odiseas y lecturas con los cronopios Julio Nelson, Juan Cristóbal, Goyo Martínez, Paco Espinoza y Alfredo Portal. Con ellos conforman una cofradía cuyos principios excedían lo posible. De ahí que vuestras vidas parecieron exageradas. Das fe de ello en tu último testimonio, -lanzado víspera de tu muerte por Debates de Ciencia, Tecnología y Sociedad-, en esta revista confiesas: "Juan Ojeda había lanzado ya Elogio de los navegantes (extraordinario poema-símbolo de su angustiosa búsqueda del ser latinoamericano), leía y bebía vorazmente, y los pelucones de "Estación Reunida", un poco en la otra margen, publicaban poemas antirretóricos, frescos e irreverentes. Ojeda me deslumbraba con su frondosa cultura, su ambicioso proyecto literario de referencias tan esenciales como universales y cada vez más me arrastraba hacia sus abismos existenciales. Los muchachos de ER (Tulio Mora, Elqui Burgos, Óscar Málaga, Alfredo Pita, los hermanos José y Patrick Rosas y nuestra gran aliada y musa Rosina Valcárcel) lo respetaban pero eran diferentes. Tan diferentes, que se sabían de memoria poemas íntegros de Breton, T.S. Elliot y Michaux, y las geniales canciones de los Beatles. Eran (...) al final de cuentas resultaron lo mismo que nosotros: amorosos, lúcidos, inconformes y decididos a cambiar el mundo –tan injusto, horroroso, caótico, invivible e inviable como el de hoy- a través de la palabra y la acción, las que concebíamos que eran la misma y apasionante cosa..." (2). Es cierto, pues, que el carisma de Ojeda te lleva por un túnel hacia una poesía conceptual, una poesía de esencias. Juan recitaba algunos fragmentos de ciertas cartas de Hölderlin (una de 1799 a su madre), pues en ellas se percibía la inquietud y búsqueda del escritor alemán de la esencia de la poesía; y las contradictorias afirmaciones suyas en tanto llama a la poesía "la más inocente de todas las ocupaciones", y también cree que el lenguaje es "el más peligroso de los bienes" (3). Evoco aquella tarde soleada en el Palermo cuando tras contagiarnos (a la amada amiga enigmática Águeda Castañeda, a Ojeda y a mí) tu sentimiento de soledad, desarraigo y quimera: "!Nada sé de Lima, voy a ser un Vallejo!", te echaste en quechua unos huaynos tan bellos que nos dejaste ebrios y pensativos hasta entrada la noche. Para ti Chacho, como para la mayoría de los poetas de entonces no era sólo una fiesta ver Lucía y otros filmes sobre Cuba o informarse de la marcha de su Revolución, era algo nuestro: "nos sentíamos militantes cubanos", glosabas. Sí, nuestra adolescencia estuvo marcada por el fecundo ambiente de San Marcos e influida por la victoriosa Revolución de Fidel, por los asesinatos de los poetas Javier Heraud (1963) y Edgardo Tello (1965) y los sucesos históricos de los años '60 a nivel mundial: El Movimiento de Mayo en París, la Revolución cultural en China, las reformas en el universo católico tras el Concilio Vaticano II, El Movimiento negro en EEUU, el cordobazo y los gorilatos en América Latina, el boom literario latinoamericano, el apogeo de las Ciencias Sociales, la poesía de los Beatniks, el feminismo, el uso de los anticonceptivos, etc. En el Perú toma cuerpo la gesta guerrillera del MIR (Cusco y Junín) y del ELN (Ayacucho) ambas en la Sierra ; en 1965, cae Luis de la Puente en el combate de Mesa Pelada; en 1966: mueren Máximo Velando y Guillermo Lobatón, entre varios combatientes y acaban las acciones alzadas; Hugo Blanco es condenado a 25 años de cárcel; José María Arguedas sufre un primer intento de suicidio. En Octubre de 1967 en Bolivia cae el Che Guevara, y también el compatriota Juan Pablo Chang, Julio Dagnino y otros guerrilleros. Un año después en nuestro país el 3 de octubre de 1968 da un golpe militar Juan Velasco Alvarado, gestión reformista que dura hasta el 29 de agosto de 1975, y es orientada hacia la nacionalización de los recursos básicos del país y hacia una amplia reforma de la educación, la que pasa a ser laica y mixta. El 29/08/75 Francisco Morales Bermúdez da un golpe militar que se extiende hasta el 28/07/80, cancelando la experiencia anterior. En aquel contexto histórico asoman la praxis, los anhelos, el insomnio y la escritura de nuestra generación. La generación del '70 toma el cielo por asalto Compañero, vivimos cien experiencias. Entre estaciones, viajes, bohemia, lecturas, broncas, aventuras, militancias, conspiraciones y batallas, fuimos hilvanando fiestas de la amistad, recitales, defensa de los condenados, jornadas y actividades culturales. A inicio de los años '70 acudimos al cálido taller de poesía conducido por Hildebrando Pérez y Marco Martos. Frecuentamos la Biblioteca Nacional , el bar Palermo y el café Wony, la mayoría de los integrantes de los grupos Piélago, Gleba, Estación Reunida, los parricidas de Hora Zero y algunos insulares como nosotros. Llevamos nuestros libros, revistas y folletos al kiosko de Don Néstor Jáuregui (padre de Eloy) en el Parque Universitario, para su venta. Hojeamos joyas en la librería de Juan Mejía Baca, quien a veces adquiría poemarios nuestros. Con ira y dolor recordamos la matanza de Tlatelolco y con fervor defendimos el compromiso del escritor con la historia de su (nuestro) país. Apasionados gozamos la música de Santana en varios tonos, aplaudimos el documental Woodstook y algunas melodías de Los Ángeles Negros pasada las 7 de la noche. Hora Zero Hace poco enfatizaste: "En 1970 mis camaradas de Hora Zero (Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruíz, Enrique Verástegui y José Carlos Rodríguez; más tarde se incorporaría Tulio Mora) literalmente hicieron volar en pedazos a la literatura peruana, exhibiendo las vigas no tan santas que la sustentaban e instaurando no sólo nuevas formas de asumir la escritura, sino proponiendo verdaderas faenas de profilaxis en las bases mismas de la sociedad de entonces.(...) ¡Utopía de utopías! Sus poemas "los más logrados" siguen reclamando esta urgencia, y sus manifiestos se mantienen vigentes, porque aquello que denunciaban no sólo no ha cambiado sino que se ha encallecido; es decir se ha encanallado" (4). Fue singular el homenaje-recital-exposición que los horazerianos, el pintor Ostolaza y tú, le rindieron al poeta ruso Maiacovski en el local del centro de Lima "Los farolitos" en 1971. Narración Entonces los de la cofradía ya se habían zampado al Palermo sedientos y disolutos, -como recuerdas-: rodeando la célebre mesa de Oswaldo Reynoso (cerca a una vitrina en cuya luna horizontal se podía ver "invertidas" las bellas piernas de las limeñas que pasaban por Colmena Izquierda). Reynoso pontificaba ante los filudos oídos de Antonio Gálvez Ronceros, Hugo Bravo, Eleodoro Vargas Vicuña (¡Viva la vida, carajo!"), Manuel Velásquez, Miguel Gutiérrez, Pepe Bravo, Atilio Corso y el inefable Eduardo "Bola" Aguirre, el mismo que había "conspirado con el Che". Lo que unía a los honorables palermistas era el grupo Narración, su emblemática praxis literaria y testimonial (5). También coincidimos: "El probable suicidio de Juan Ojeda en 1974 fue una irreparable pérdida para las letras peruanas y la muerte en combate de tu amigo Alejandro Benavides Loayza integrando el ERP en Buenos Aires, decretaron un radical viraje en tu vida, algo que puede explicarse sólo con la noción del "suicidio social". Abandonaste la senda abierta por Ojeda (la excavación metafísica de los abismos humanos) y consideraste en frío la urgencia del compromiso social, ya que la sociedad no sólo era injusta sino que había "asesinado" a dos de tus mejores hermanos" (6). A fines de ese año partimos a Huancayo con los yatiris José Luis Ayala, Jorge Nájar, entre otros; ahí, bebimos mate de coca y hablamos jubilosos del tío Ho y de Mao Tse Tung, así nace nuestro vínculo con los solidarios amigos Nicolás Matayoshi –vate- y Josué Sánchez –pintor-. Veloz escribes: Vi el valle del Mantaro, ancho y nítido, a esa hora diestra/ en que un sol maduro/ se enreda entre las retamas celebrando al campesino./ y en todas partes, amado Perú, vi la lluvia... 19 de julio de 1977 y la poesía coyuntural El 19 de julio de 1977 varios poetas y artistas contestatarios, a través de múltiples manifestaciones, resultamos sujetos del histórico paro nacional; creando después poemas, canciones, cuentos, testimonios, trabajos plásticos, incluso gestando la "Coordinadora 19 de julio", ejemplo el apreciado Julio Carmona, entre varios. Bajo la dictadura de Morales Bermúdez -quien traiciona a Velasco- (uno de los raros militares nacionalistas) los poetas horazerianos y tú se enfrascan en una polémica sobre la importancia y vigencia de la poesía coyuntural. Trataste de hacer una descripción morfológica del Poema Coyuntural en el año 1978, justo cuando apareció Cinco razones... y lo consideraste el segundo (porque pensabas que el primero era el poema de Vallejo España aparta de mí este cáliz). Luego viene Donde mancó el árbol...de ambos dices: "...la violencia que recogen... estos poemas, que yo llamo coyunturales, es justamente porque nosotros vivimos en el centro de la violencia, la violencia instrumentada, desatada por las clases dominantes (...) yo, como poeta de extracción popular, acudí al llamado <de las masas>, a la exigencia de la realidad social. Mi objetivo era pues recoger esa violencia y transformarla en un canto de esperanza para las masas". (7) Roland Forgues te pregunta si "en el segundo poema de Donde mancó el árbol de la espada y arcoiris hay una diatriba, no exenta a veces de cierto humor, contra Hugo Blanco y el trotskismo. ¿Fue únicamente la ruptura de la unidad de la izquierda la que provocó tu cólera?" Tú respondes: "...no es una diatriba lanzada directamente contra un partido trotskista, sino más bien contra una idea muy común a todos los partidos de izquierda que se consideraban, cada quien a su turno, los depositarios de la verdad. Y nosotros planteábamos más bien que la verdad se hallaba en las masas y no en aquellas organizaciones políticas que con mucho temblor se mantenían en aquel tiempo. Y ahora, con el fracaso en todos los niveles de Izquierda Unida, comprobamos realmente que no estábamos equivocados. Que en realidad estos partidos no pasaban de ser grupos de gente muy honesta, muy ambiciosa con el futuro del país, pero que en la práctica no contaban con una estructura organizativa capaz de viabilizar la revolución peruana" (8). Adhesión a la huelga del Sutep En la primavera de 1979 cuando Hernán Alvarado te hospedaba en el local de su Editora Quipu (en Jesús María), Gonzalo Espino, tú y esta cronista, cómplices fraguamos la huelga de hambre del Frente de Trabajadores de la Literatura (FTL) en adhesión a la gran huelga nacional del magisterio (SUTEP), con tu participación, la de Gonzalo Espino, Hildebrando Pérez Grande, Gregorio Martínez, Jorge Luis Roncal y Esteban Quiroz. (...aunque "nuestros yeyunos apenas resistieron doce días", dirás posteriormente), (8). Los otros integrantes, catedráticos, escritores y estudiantes, Tomás Escajadillo O'Connor, Luis Fernando Vidal, Juan Cristóbal, Marco Martos, Dalmacia Ruíz Rosas, Roger Santivañez, Diana Miloslavich, entre muchos, formamos una Comisión tanto para el resguardo de vuestra salud como para las labores de seguridad, prensa y propaganda (8). Anécdotas Durante el año 1980 con otros soñadores realizamos eventos culturales en la Escuela de Educación Laboral (ESDEL) de la Avenida Colonial , y hasta ahí una noche veraniega llegas furtivo, -alterando las reglas-, ebrio gritando en pleno acto: "¡Viva ¡Rosinaaa!", para rubor mío y asombro de Tomás Temoche –líder del grupo de teatro popular Yawar de El Agustino- y de los obreros y demás compañeros luchadores asistentes. Podías permitirte esas ocurrencias, armar ciertos líos, te salían naturales, como aquella otra espectacular visita tuya (y del pintor Carlos Ostolaza) con una inmensa corona de flores expropiada del cementerio para la poeta Mapy Kruger, quien en 1981 convalecía en la clínica Internacional por operación a la apéndice-, razón suficiente para que las autoridades, intolerantes, le dieran el alta súbito. Concursos populares y otras tareas El 12 de marzo de 1981, tras participar como jurados en el Primer Concurso Nacional de Poesía y Testimonio "Fernando Lozano", convocado por el Grupo de Arte Popular Yawar en homenaje al joven revolucionario desaparecido, firmamos el acta Esther Castañeda, Julio Dagnino, Cesáreo Martínez, Róger Santiváñez, Enrique Verástegui, Santiago Zapata y esta cronista. Los resultados se plasman en Muestra de poesía proletaria, CIED, Lima, 1982, volumen que incluye cinco poemarios y un testimonio, gracias al auspicio del Centro de Información, Estudios y Documentación. En 1982 organizas una insólita Maratón poética que dura doce horas y se efectúa -bajo el hechizo de Baco- en un canchón de La Victoria. Acto al que acuden la mayoría de los poetas y gitanos que vivían en Lima, Callao, barrios populares y alrededores. A fines de 1984, en la Cueva Polémica de los nobles hermanos Enrique y Alejandro Tamashiro, hoy ausentes, presentamos Celebraciones de un Cazador ("Che Guevara", octubre 1984), de Juan Cristóbal, libro premiado en el concurso organizado en 1981 por Venceremos, radio del FMLN de El Salvador. Controversial viaje a España Paralelamente, desde Madrid, Manuel Gutiérrez-Sousa (premio de novela Blasco Ibáñez de España con la novela Así me dijo Arturo), Edgar Montiel y Dasso Saldívar (Colombia), me encargan coordinar el "Primer Encuentro de Jóvenes Escritores Iberoamericanos". Así, con la asesoría de Juan Cristóbal, organizo un concurso y el jurado, conformado por Antonio Cornejo Polar, Luis Fernando Vidal, Pablo Guevara, Arturo Corcuera, etc., califica como finalistas a Juan Ramírez Ruíz, Mariella Dreyfus, Juan Góngora Mosquera, Cesáreo Martínez y Alejandro Sánchez A.. Empero por problemas burocráticos y sutil censura política de cierta autoridad hispana, se creó un malestar ajeno a mi voluntad. Así Mariela, Juan y tú me fallaron un poco, desconfiando, cierto instigados por A.S.A., me dolió mucho esa actitud, pero fue una experiencia aleccionadora. Renuncié a mi pasaje para que viajara otro ganador, y, por decisión vuestra lo hicieron tú y el narrador Alejandro Sánchez A. En junio de 1985, pudieron viajar a España sólo ustedes. Corolario: un certamen controversial, incomunicación y lejanía. Tuve que enfrentar al ex-Consejero de Cultura (un franquista de marras). Mas, supimos luego que en Europa tu poesía fue acogida por varios escritores como Claudio Rodríguez y los compatriotas Miguel Cabrera, Alfredo Pita y Vladimir Herrera. Traté de comprenderte. Volviste entusiasta, con bríos y nuevos planes. Después de años, discrepancias, lejanías y paréntesis, llegaste pulcro a la Feria del Libro de San Isidro, era el atardecer del 9 de diciembre de 1996, lucías una ancha sonrisa cuando generoso me diste la plaqueta Madre (tan ala, tan salida, tan amor, La Cantuta , mayo,'96, editada por ti) y exclamaste: -"!Al fin juntos amiga mía! Pepe nos ha dedicado su libro Poblando los silencios: a Cesáreo Martínez, a Rosina... y a todos los amigos de Piélago, por esos días cuyos rostros se han borrado". No es muy optimista, anoté y reíste. Esa noche con Paco Espinoza, Elena Pasapera y la collera festejamos la poesía del Filibustero entonando: "Si me quieres escribir..." y otras canciones de la guerra civil española, para desconcierto de algunos libreros, empleados, curiosos y peregrinos. En 1997, cuando sufres tu primer derrame cerebral nos asustaste y volamos a verte hasta Ate, Tulio Mora, Jorge Pimentel, Maynor Freyre, Pepe, entre otros. Ahí te doy una estampa de la Virgen de Guadalupe, un jabón de ruda y otro talismán, sonríes tierno. Hablamos con tu médica, nos explica lo serio de tu estado y (tras cierta gestión hecha por Carlos Orellana) se logra tu traslado al hospital Almenara, adonde te visitan los compañeros bardos, tus colegas y así te recuperas temporalmente para alegría de tu familia y de nuestra tribu de viajeros empedernidos. Guayasamín entre nosotros El 11 de agosto de ese año nos citamos en el Museo de la Nación , Carlos Ostolaza, Milena Carranza, tú y esta aprendiz de maga, fuimos testigos del bautizo y espectadores de la muestra: "De la ira a la ternura" de Oswaldo Guayasamín. Tal fue nuestra dicha ante esa magistral obra-retrospectiva que la magia permitió le diéramos libros y catálogos -para la Fundación Guayasamín- (Quito). Pudimos platicar con su hija Berenice y compartir un instante maravilloso con el gran pintor ecuatoriano. Ebrios, los adultos, a la salida discutimos, pero quedó claro que Guayasamín, al beber de nuestra raíz andina, había enriquecido el expresionismo cinético y representaba el anhelo de nuestros pueblos oprimidos en la búsqueda por recuperar su dignidad. Chosica y Haraui En el verano de 1998 Francisco Carrillo y su esposa Enma nos recibieron en su casa de Chosica, ahí el maestro nos sorprendió con un fino pisco y varios tangos. Celebramos así, hechizados, la antigua amistad y los números nuevos de Haraui, su magistral revista. Al despedirnos, hacia las 9 de la noche, desde el puente colgante recitaste: "Los cerros se desplazan hacia el Este a las 5 y 5 de la tarde. Aquí, lejos de la gris urbe, soy un desconocido pero dichoso con mi hijo Manuel Agustín, juntos caminamos al atardecer y contemplamos los ojos de la Luna llena. Mas cuando no esté Paco ni esté yo, amiga mía, el sol no se pondrá más ni podré cantar. ¿Por qué no te quedas hasta mañana?" No se pudo. A media noche en Lima, cerca de San Marcos, un extraño temblor me estremeció, eran las almas de los amados Juan y Agueda. A lo lejos me pareció oír tu voz gritando: "¡Viva Bertolt Brecht! ¡Vivan los poetas norteamericanos!". Defensa de Víctor Delfín En setiembre del 2000, a nombre del Pen Club, organizas con Tulio Mora un multitudinario acto en Las Brisas del Titicaca, tanto en defensa de la democracia humillada por Fujimori-Montesinos, como en desagravio del escultor Víctor Delfín. Con la participación de poetas como Julio Nelson, Marita Troiano y músicos de varias generaciones ejemplo Julio Humala y Margot Palomino, con la amplia adhesión de pintores, maestros, trabajadores, jóvenes, mujeres, estudiantes comprometidos de diversos rincones de nuestra capital. Sobrevivientes El 28 de abril del 2001, en Jesús María en el local de la Cámara peruana del libro, Juan Cristóbal y nosotros, comentamos Sobreviviendo en el fuego, libro del caro amigo Carlos Burgos. Tras la fuga del autor, nos hicimos humo y como hormigas llegamos hasta la casa de Edgardo Cabrejos (en Santa Beatríz). Hacia las 10 de la noche improviso unos tallarines (que aplaudes) y al son de la Matancera y de los boleros de Iván Cruz y Pedrito Otiniano, bailamos encantados como chiquillos bajo el fuego, balbuceando la vida, los afectos platónicos y nuestro encuentro con "Bola", Zorba, Nazim, el bardo de los ojos almendrados y otros piratas sobrevivientes. Aquella inesperada noche de brujos fue nuestra despedida. Tu destino literario Es a partir del año '70 que inicias tu destino literario cuando el Centro de Estudiantes de Literatura te edita De esta y la otra ribera (plaqueta). Luego viene Migraciones (1974), donde ya diseñas tu interés por historiar el destino de las mayorías; aquí ya ubicas el tema, poetizar, afrontar este fenómeno social, vivencial y dramático, pues como enfatizaste: "La cultura andina hace una ilusión histórica en las ciudades, se apodera de ella, el resultado es trágico pero irreversible. Porque los andinos venimos a las ciudades pretendiendo vivir mejor, porque las luces de las ciudades nos atraen..." (11). La escritura te quita el sueño y profundizas tu preocupación por hallar un lenguaje, un discurso poético capaz de expresar ideales y aspiraciones. Entonces empiezas a experimentar y a plantearte poemas de estructura épica, textos que se alejen del lenguaje de los años 50. Pues –para ti- los poetas de los '60 no llegaron a superar del todo la vieja dicotomía poesía pura / poesía social, en tanto no tradujeron las respuestas populares provocadas por el reformismo militar <tema polémico>. Por ello ensayas una serie de formas de escritura, tratas de alcanzar un discurso que registre los avances en el plano de los recursos estilísticos y alcanzar a movilizar un lenguaje común y corriente, incluyendo la replana que es muy popular y versátil. En 1977 publicas Botella de Mar para Iskra Oyague (pequeña camarada de cinco años); aquí ensayas un lenguaje, si bien muy linheano (de Enrique Lihn), bebes el tono del gran turco Nazim Hikmet. Este texto viene a ser un puente entre lo hecho anteriormente y tu gran libro auténtico de 1978: Cinco razones puras para comprometerse (con la huelga); tratando de recoger la dialéctica de los movimientos populares, de las agitaciones de la época y en particular tentando llegar a los estatutos de una historicidad. Tu energía, originalidad e ironía son el punto clave de tu nacimiento como poeta renovador. Por ello también aplaudimos Donde mancó el árbol de la espada y arcoiris (bando para que la dirigencia se alinee con las masas/ 1980); Celebración de Sara Botticelli (Quipu,1983). Brillante libro de amor –presentado en la Cooperativa de Santa Elisa- en homenaje al pintor italiano y a los ojos de tus musas: la zurda Marina y las aedas Maritza Tueros y Patricia del Valle); y tu Bodegón -que obtuvo el 2do lugar en el Concurso Casa de las Américas, 1982-. Los editores de la revista Tierradentro incluyen tu poema-homenaje a Darío Benavides Loayza, héroe del pueblo latinoamericano, caído en Buenos Aires el 8 de junio de 1975, cuando luchaba contra el fascismo, titulado "Cantar de Darío" (1983) (12). Y, en marzo de 1993 aparece tu libro cumbre, El sordo cantar de Lima (vía las Ediciones de los lunes y Concytec). Simultáneamente en Kachkaniraqmi te acogemos divulgando la bella prosa poética "Agua mojada con arena", un avance de tu Sol de ciegos: Después del hecho tan impecablemente glorioso como es el acto del amor, la palabra, el cuerpo aún jadeante de la palabra, reemplaza al cuerpo de la amada (11). Entre 1988 y 1989 realizas diversas entrevistas periodísticas, difundidas en "Culturas", suplemento de Domingo del diario La República y las reúnes en la antología Desde la vigilia (Concytec, 1989): libro donde hablan varios intelectuales peruanos. En Punta Hermosa tejiste la plática con Patricia Alba: "Lima es una mala madre" resultando una de las más agudas e interesantes páginas. En diciembre de 1995 Colmillo Blanco edita Un año con trece lunas: El cine visto por los poetas peruanos, de Óscar Limache. Ahí manifiestas que el director Jacques Demy te convence con su filme hecho en 1963, Los paraguas de Cherburgo. Que tus películas preferidas eran El silencio, Teorema, Ocho y medio, El perro andaluz, El Quijote, Lucía, Lo que el viento se llevó, La lista de Schindler y 1900. Y aquel poeta –Puercoespín- reproduce tu hermoso texto "Dos epigramas al revés": 1 Apasionadamente trabajé durante la semana, Sara,/ esperando que hoy me esperarías/ en la puerta del cine... (13). Coda: Tan cerca, tan lejos Yo tengo nostalgia...pero me consuela saber que días antes de tu partida estuviste en Ica con Jesús Cabel, y en Arequipa con Gloria Mendoza y Juan Alberto Osorio, ahí dejaste huellas hondas. Tengo nostalgia, releo tus poemas y reviso algunas pláticas como el Conversatorio coyuntural que Maynor Freyre sostuvo contigo (14). Hoy, tan cerca, tan lejos, valoramos tu obra vasta. Damos gracias a la vida, a los treinta lirios rojos de nuestra tribu: Juan Cristóbal, Omar Aramayo, Manuel Pantigoso, Julio Nelson, Tulio Mora, Coco Pimentel, Sandro Chiri, Enrique Verástegui, Maynor Freyre, Adolfo Polack, Edwin Sarmiento, Cronwell Jara, Teófilo Gutiérrez, Juan Carlos Lázaro, Armando Arteaga, Tatiana Berger, Gonzalo Portals, Patty del Valle, Jorge L. Roncal, Jorge Espinoza, Guisela Gonzáles, Carlos Carnero, Leda Quintana, Víctor Hugo Chacón, María Teresa Allaín, CAO, yo y cien más. A la solidaridad de tus amigos Walter Tinta, el Ronco Azpilcueta, Trinidad..., avanti. A la acogida de los maestros, del Ministerio de Educación (Juan Abugatas y ¿Martín Oré?) y de tus lectores anónimos. Al cariño de Gloria Cáceres, tu esposa, y a la pureza de Manuel Agustín, tu maravilloso heredero. Tras tu muerte tu día de gloria llegó, empero resulta vigente aquel lúcido proemio de Max Silva: "Hoy por hoy, casi toda la sociedad –como diría Artaud- está suicidando a nuestros poetas, los está suicidando en todas las formas que cabe imaginar. Sólo las vacas sagradas que conforman el establo del establishment viven satisfechas" (15). ¿Por qué tus cincuenta y seis años inquietos partieron de este mundo lleno de misterios y trampas? Chacho, te costó tu propia vida ascender a las estrellas y conocer las pálidas manos del sol y los labios púrpuras de la luna. Sol de ciegos, el libro que nos dejaste, resulta no sólo la crónica de tu muerte anunciada, un acercamiento a la mística, sino la valorización inmediata de tu existencia en la palabra y de la palabra en tu existencia. Ahora que no estás en el planeta tierra, tu vida intensa y tu palabra se han fusionado y tu verbo emerge más auténtico y se eleva más allá de las montañas color esmeralda. Lima, otoño 2002 y diciembre 2004 Fuentes: (1) De ese y otros hechos pudimos enterarnos al leer: "A la Glorieta me voy", tu testimonio narrativo publicado en Autoeducación, # 10-11, mayo-setiembre, 1984 pp.36-37, gracias a Julio Daganino. (2) "Chacho Martínez se confiesa: del Palermo al Pen Club". "Debates de Ciencia, Teconología y Sociedad", Universidad Ricardo Palma, #6, diciembre, 2001, pp. 60 a 68. Gracias a la iniciativa del director Víctor Carranza Elguera. (3) Pude verificar este pasaje en Arte y poesía de Martín Heidegger, Breviarios, FCE, México, primera edición en español, 1958. (4 y 4) Ob.cit. pp... (5) Ibid. P.64. (6) y (7) "Cesáreo Martínez: Recoger la historia de las masas": Roland Forgues: Palabra Viva: Hablan los poetas, Lima, Studium, 1988, Tomo II, pp. 281-282. (8) Debates..., p.64 (9) Esta audaz experiencia fue apoyada por otros profesionales de nuestra Casa de estudio como el noble Dr. Carlos Cruz Garay (entonces del PSR liderado por Antonio Meza Cuadra), quien no sólo chequea a los huelguistas, sino que prepara los litros de boldo y nos ayuda a trasladarlos tanto a un Centro de Estudiantes de la PUC como a la ANEA , local en Jr, Puno, que tuvimos que tomar por asalto para asombro de sus autoridades. (10) De Heraud a Verástegui, una poética de optimismo y frustraciones. inédito,1989, de R.Valcárcel. (11) En el #1, Ediciones La Fragua , octubre/ diciembre, pp. 37 a 43. (12) Directores: Gerardo Ramos y R.V. II Epoca #8 de marzo de 1993, p.43. (13) Ver pp. 96 y 262. 13). Inicialmente en Suceso # 552, suplemento dominical del diario El Correo, 23/07/78. Luego en la antología Altas voces de la literatura peruana y latinoamericana, Lima, San Marcos, 2000, pp.84 a 87. (14)... (15) En artículos de RV.: La República , ... 1997 y en El Peruano, ... 2002. Y ver Celebración de Sara Boticcelli, Lima, 1983. Prólogo del siquiatra y escritor M. Silva. |
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