martes, 10 de noviembre de 2009

¿FLOR DE RETAMA, ES “LA” CANCION AYACUCHANA?

NOSOTROS


Vicente Otta R.

A propósito del Día de La Canción Ayacuchana, instituida el 6 de noviembre, un grupo de intérpretes y músicos ha convocado a un homenaje por los 40 años de la creación de Flor de Retama, el difundido tema de Ricardo Doloriel.

Sabido es, que este tema es fruto de los sucesos de Huanta-Ayacucho, del 21 de junio de 1969. Cuando el Gobierno militar, liderado por Juan Velasco Alvarado, intentó recortar la gratuidad de la enseñanza, estudiantes y padres de familia realizaron movilizaciones que culminaron con algunos estudiantes muertos y la derogatoria de esta medida gubernamental.

Unos quince años más tarde, la cantante Martina Portocarrero lo grabó y difundió con bastante aceptación entre el público contestatario y provinciano-andino, particularmente juvenil. Hasta la derrota del sanguinario movimiento, 1992-1993, la canción fue grabada por varios intérpretes y amplió su difusión. La de Martina Portocarrero es la grabación mas reconocida y en algún momento, antes del espanto y sevicia senderista contra dirigentes y organizaciones populares, sensibilizó a ciertos sectores y pudo aparecer como “sinónimo” de la Nueva Canción. En la lógica del trabajo de propaganda, ésta sirvió, no pocas veces, para sensibilizar a jóvenes incautos y ser incorporados a la lucha armada, a muchos otros para utilizarlos en tareas de apoyo. No dejó de cumplir una función práctica a favor de la “guerra”.

En el imaginario social, esta canción quedó vinculada a la guerra desatada por Sendero Luminoso (SL), no a los sucesos de Huanta mencionados.

Pretender hacer de estos 40 años de su creación, el acto central del Día de la Canción Ayacuchana, no solo es un fraude escandaloso si no que tiene perniciosas implicancias ideológicas y políticas. Es tratar de identificar a Flor de Retama con la canción ayacuchana, como si fuera su tema más representativo para “senderizar” ideológicamente esta celebración de todo el pueblo ayacuchano.

Esta manipulación evidencia la nostalgia y adhesión por la “violencia revolucionaria”, que todavía persiste en algunos intelectuales y artistas populares; y de otro, el interés de SL de instituir una fecha de culto a la malhadada guerra que asoló nuestro país. En la cual, según consta en el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, los que pusieron la sangre y el sufrimiento fueron los indígenas y campesinos (50 mil de los 70 mil muertos), los “desabandonados” de siempre.

LA EPICA NACIONAL DEL SIGLO XX

Si hay una épica que ha vivido nuestro país, en todas sus regiones y clases sociales, ésta es la migración. Es el fenómeno social mas importante del siglo XX y el que ha terminando definiendo las transformaciones sustantivas de nuestro país. Ha sido en suma el que ha definido los rasgos de nuestra modernidad.

Y Adiós pueblo de Ayacucho le canta a este proceso histórico como ninguna canción.
El maestro Raúl García Zárate, dice que Estanislao (Tani) Medina, el legendario Arpista ayacuchano, define la versión final de Adiós Pueblo de Ayacucho, cuando la graba en 1947. Como sabemos esta es una canción anónima recopilada por Tani Medina. Raúl García Z. presenta otra versión, la huamanguina y señorial.

“Adiós pueblo de Ayacucho,
Perlas challay,
ya me voy ya me estoy yendo
perlas challay…”

Refleja la vivencia de millones de peruanos en la migración interna desde 1940, que dura hasta nuestros días y anticipó la emigración hacia países extraños. Canta el recuerdo y la añoranza por la patria, la familia y los amigos.

Huérfano pajarillo, es la otra canción que lamenta el desarraigo, poniendo énfasis en la soledad, la orfandad. Es la voz del Huaccho que deambula por tierras extrañas y que ansía el retorno:

“… Alza tu vuelo
vamos a Ayacucho
donde tus padres
lloran tu ausencia”

De los sufrimientos y desgarros producidos por la migración y que marcaron a fuego a millones de peruanos, estos cantos fueron su mas fiel expresión y tanto dentro como fuera del Perú son entonados por los peruanos presos del desarraigo y la nostalgia. Sin duda Adiós pueblo…es la de más amplia aceptación y reconocimiento. Su condición de Canción ayacuchana por excelencia, es indiscutible.

En este basto proceso, los que abandonaron cálidos valles, arenales y playas también tienen lo suyo. Todos vuelven, de César Miró (que compite con Adiós pueblo…como representación de canto peruano al desarraigo) y El provinciano de Laureano Martínez S., en género de valse dan testimonio de la presencia del canto popular costeño en esta épica nacional. Ambos vieron la luz entre 1938 y 1940, el primero, durante la estadía de Miró en USA y el segundo en Lima.

LA CANCION SOCIAL AYACUCHANA

Para abordar esta reflexión con cierta propiedad, hay que ubicar la canción mencionada en el género Canción social.

Si se tratara de mencionar a alguna canción como representativa de la época de la violencia y que tuviera explícita intencionalidad social, no es fácil la elección, ni Flor de Retama tiene asegurada la nombradía. El Hombre, de Ranulfo Fuentes, es un tema extraordinario. De honda sensibilidad, de lucha y esperanza:

“Yo no quiero ser el hombre
que se ahoga en su llanto,
de rodillas hechas llagas
que se postra al tirano…”

El propio Ranulfo Fuentes dice: “Pueden parecer algo tristes, pero no son trágicas, ni melodramáticas. Los que piensan que “El hombre” es triste, están equivocados... El dolor, Vallejo trataba en sus obras el dolor humano, no de él mismo, tenía una dimensión, una proyección hacia el futuro. Esa dimensión quise dar en “El hombre... La proyección de una vida digna para la humanidad, sin diferencia de clases, la igualdad de justicia, la libertad, que no existan dominantes ni dominados…”.

Carlos Falcóní, es el otro de los grandes compositores que tiene temas importantes como Tierra que duele o Huamanga, que revelan la tragedia de los años violentos.

Si hablamos de una respuesta desde lo más hondo del sentimiento humano, de rebeldía y lucha, pero también de la compasión y la solidaridad, al estilo vallejiano, sin duda El Hombre, es la que traduce mejor el reclamo ante la injusticia y la rebeldía transformadora frente a ella.

Pero la obra perdurable, aquella que soporta el paso del tiempo y sigue inflamando nuestros pechos y escociendo nuestros ojos, no la definen los críticos, las empresas discográficas ni un grupo de intérpretes o promotores políticos. Es la criba del tiempo y la sensibilidad popular la que determina qué canción es la que mejor expresa una época o una épica. Adiós pueblo de Ayacucho tiene mas de 80 años y sigue lozana y vigente como nunca, y nadie ha organizado un evento para declararla “La canción ayacuchana”.

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