sábado, 28 de noviembre de 2009

RICARDO MELGAR : PRESENTACION DEL LIBRO ESCRITOS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI 1928

Cuernavaca, a 26 de noviembre de 2009

Permítannos en primer lugar nuestro agradecimiento a los organizadores de esta presentación del libro Mariátegui: Escritos de 1928, a sus comentaristas, al público asistente, a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos por seguir abierta a la exposición y al debate de ideas, así como a la investigación de los diversos aristas de la historia y de la problemática nacional, continental y mundial. San Marcos es el más probado referente de lo que gustamos llamar Perú-mundo. Lamentablemente Francisco Amezcua y el suscrito no podemos acompañarlos físicamente en este evento, las distancias, las agendas apretadas de trabajo y otras limitaciones muy terrenales nos lo impiden. Por lo anterior van estas palabras, acaso para contrariar al programa de presentación del libro, fungiré como un tercer comentarista.

Recordaré a los dos comentaristas. A Raymundo Prado por dos razones: gracias a él, puse más atención en las complejidades del método, y este es un asunto no menor para comprender a Mariátegui. Digo en el método en su acepción plena, el que no obvia sus presupuestos filosóficos ni su eficacia, ni sus límites. Y en segundo, lugar, porque gracias a Raymundo se despertó en mí el año de 1972 el interés por estudiar a otro coetáneo de Mariátegui, tan socialista y fecundo como él, Antonio Gramsci.

Francisco Amezcua y el suscrito, así como los demás integrantes del colectivo que trabajó en este emprendimiento editorial declaramos sentirnos bien representados por Walter Saavedra, sabedores de que sin su participación activa y entusiasta en la labor no siempre visible de elaboración del libro, se hubiese convertido en un proyecto fallido. Confesaremos dos complicidades que tenemos con Walter: Walter, Paco y yo somos antropólogos y por si fuera poco compartimos una convergente preocupación e interés por José Carlos Mariátegui: vida y obra, pensamiento y vida, legado y desarrollo del socialismo. Walter cambió, dejó de ser el personaje serio y hierático que conocí, ahora practica el humor para expresar pensamientos no triviales. Paco y yo también cambiamos, éramos muy serios, demasiado graves. En nuestros cambios paralelos, algo tuvo que ver la vida, Mariátegui y Bajtin. Aprendimos tardíamente que el paradigma de la seriedad, tan burgués en su espíritu y modo de expresión, tan autoritario en el fondo, es una máscara y un lastre para el socialismo y el pensamiento crítico, también para la gastada academia universitaria. Celebremos la inventiva -tan cara a Mariátegui- para evitar que se fosilicen los rituales.

A pesar de lo anterior, nuestra escritura tiene deudas con esa tradición para decir lo que hemos preparado para esta ocasión. Mariátegui diría con fina ironía: es comprensible, late el “circulo agonal de la existencia”, el que pone en vitrina nuestras propias contradicciones, el que hace que todavía exudemos lo que no queremos. Con seriedad – no se sonrían por favor- afirmamos que Mariátegui sigue gravitando en el imaginario peruano y continental en dos direcciones que se bifurcan y confrontan: por un lado, como icono activo secular que potencia y coadyuva al desarrollo del pensamiento crítico y de las acciones que sirven a justas causas libertarias y justicieras, y por el otro, como icono revestido de religiosidad política o talmúdica que pretende justificar los extravíos y excrecencias de nuestras malogradas izquierdas. Y en medio de ellas, aparecen muchas otras, mediaciones que no deben ser desatendidas y estudiadas.
Ese libro que hoy se presenta sólo dejó constancia de un par de fragmentos de 7 Ensayos. En justicia, los escritos de Mariátegui en 1928, nos invitan a explayarnos brevemente sobre esta ausencia justificada por economía textual limitada a sus artículos y cartas.
Primera entrada:
¿Qué tipo de libro es 7 Ensayos?, el que ya no cupo en este otro libro que pretende compilar todos los escritos de Mariátegui en 1928. Aclaremos en primer lugar las ideas del Amauta acerca de las relaciones entre la producción teórica y las formas convencionales que los editores terminan de dar forma material de cara a los lectores. Las reflexiones de nuestro pensador indoamericano acerca de la construcción teórica parecen converger con otra preocupación suya, la de forjar algunos libros orgánicos derivados del desarrollo de sus propios ensayos. No entraré a la obra de Mariátegui por los ya conocidas entradas a sus usos de las categorías más conocidas del marxismo, ingresaré a través de otras, que estando muy visibles han carecido de atención. El Amauta en su nota de advertencia a su libro cumbre afirmó:

“Volveré a estos temas cuantas veces me lo indique el curso de mi investigación y mi polémica. Tal vez hay en cada uno de estos ensayos el esquema, la intención de un libro autónomo. Ninguno de estos ensayos está acabado: no lo estarán mientras yo viva y piense y tenga algo que añadir a lo por mí escrito, vivido y pensado. “[1]

Preguntémonos sin dilación: ¿Qué sentido tiene el término esquema para Mariátegui?, término devaluado cuando yo era estudiante, quizás como reacción a los excesos de las corrientes formalistas en boga. Dicho concepto es utilizado –como se desprende de la cita- para signar a cada uno de sus ensayos como el camino hacia un libro mejor estructurado y fundamentado. Recordemos que el término esquema tenía amplia aceptación en la tradición filosófica y sociológica occidental para referir forma y figura, aunque a partir de Kant sus sentidos nos remitieron por un lado, a un modo de enlazar las categorías abstractas y los datos sensibles, y por el otro, a una manera de determinar el tiempo. El esquema puede iluminar a través de una categoría un tejido de fenómenos asociados entre sí, como lo propone Mariátegui en su primer ensayo: “Esquema de la evolución económica.” En cada uno de los ensayos del director de la revista Amauta, cobra centralidad una categoría: factor para analizar la cuestión religiosa; problema para dilucidar la cuestión agraria e indígena, señal del tiempo y modo de la contradicción en desarrollo; proceso para deslindar los campos y las orientaciones colonialistas, nativas y nacionales en los ámbitos de la educación y la literatura; y por último, su concepto de región que además de colocar bajo cuerda a federalistas y centralistas interpeló las posibilidades y límites reales de la nacionalidad y la nación. Valor signo, es para Mariátegui una figura de condensación con fines analíticos, una manera de construir una muestra representativa del quehacer intelectual y evitar el monografismo erudito a favor del ensayo. Un personaje por sus obras e ideas, representa una corriente pasadista o renovadora, un giro hacia delante o hacia atrás, un canon o una ruptura del mismo. Nuestro socialista a través de cada entrada analítica, precisa el antagonismo pero también las mediaciones que lo preceden y acompañan. No es bueno leer lo uno sin lo otro, toda simplificación arruina al lector, modela “pensamiento escuálido” como gustan llamarlo hoy en día los venezolanos.

Un libro “orgánico”, una obra “autónoma” debía ser mediada por la elaboración de ensayos, así como éstos eran precedidos por sus crónicas de ideas. La obra de Mariátegui al ser juzgada a partir de sus propias ideas, nos dibuja una especie de espiral acerca de las formas de escribir, que en cierto sentido puede ser vislumbrada también, como un vehículo ascendente de elaboración y comunicación de contenidos. La concepción mariateguiana sobre la escritura se asemeja a una caja china portadora de ideas y géneros, no de todos, sólo de los que cultivó.

Mariátegui, en cada uno de sus ensayos refrendaba su adhesión al marxismo como base interpretativa de la problemática abordada. El carácter de “contribución socialista” de su obra, remarcaba su preferencia por un público potencialmente afín, independientemente de que hubiesen otros tipos de lectores. El vocablo método apareció en su obra en dos acepciones: la primera en su sentido laxo y popular de modo de hacer, y la segunda como “métodos de investigación”[2] o “métodos didácticos” o “pedagógicos”. Mariátegui muchas veces usó el término concepto en el sentido genérico de juicio u opinión, práctica aceptada en la lengua castellana. En algunas ocasiones, el concepto operó como un término propio de alguna teoría literaria, sociológica o económica susceptible de validación. Los conceptos que usó nuestro ensayista en sus siete ensayos con fines explicativos, tienen una deuda visible con la tradición teórica marxista cribada en Europa a lo largo de 8 décadas, si consideramos al Manifiesto Comunista (1848) como un hito constitutivo. Sin embargo, el pensador peruano tomó prestados otros conceptos extraídos de obras de autores no marxistas, los que creyó necesarios para darle soltura a su lógica interpretativa frente a una realidad, frente a una problemática dada. La crítica que hizo al pensamiento de Manuel González Prada, fijó una frontera cognitiva y axiológica entre la retórica de la imagen y la del concepto que deben presidir o no en los ensayos de interpretación. [3]

Mariátegui no aplicó el marxismo a la realidad peruana, esa figura opaca del formalismo deductivista y la exterioridad mecanicista del “pensar en abstracto” que llevó a mi generación hasta el hartazgo, sino que apostó a reelaborarlo y desarrollarlo vía el análisis concreto del proceso estudiado. [4] Recordemos también que nuestro autor reconocía la existencia de “varias teorías marxistas” en su época, las cuales comenzaban a interesar a los estudiantes universitarios vinculados al movimiento de reforma universitaria. A los lectores no nos es difícil advertir en estos pasajes de 7 Ensayos… una cierta distancia frente a las lecturas y usos marxistas de Haya y de otros líderes estudiantiles de su tiempo. Recordemos que Haya en sus dos obras aurorales: Por la Emancipación de América Latina (1927) y El Antiimperialismo y el Apra (1928), prefirió una lectura más continentalista que nacional, más enunciativa y deductivista que analítica. Frente al teoricismo marxista diletante, Mariátegui siguió el camino firme y terrenal de configurar lo “concreto del pensamiento” vía el develamiento de lo real fenoménico o concreto sensible.

Y si ello, suponía distanciarse del marxismo vulgar y deductivista, nuestro autor no dudó en decirlo. [5] Pero también se cuidó de las telarañas legadas por el positivismo y su culto al dato empírico. Al respecto, Mariátegui había redactado en lo fundamental sus ensayos sobre la evolución económica y regionalismo y centralismo, encontrándose abocado a retomar el dedicado a la literatura nacional. [6] Bajo tales circunstancias resultó valiosa su postura crítica de investigador y ensayista frente al dato en cuanto tal: “…el dato no es sino dato. Yo no me fío demasiado del dato. Lo empleo como material. Me esfuerzo por llegar a la interpretación. “[7]

Una lectura atenta del ensayo sobre la literatura basada en la distancia temporal, nos permite apreciar su densidad interpretativa, el develamiento de los complejos nexos e interacciones entre la economía, los intereses de clase y las corrientes literarias nacionales y extranjeras. Descubrir y esclarecer el problema indígena tras sus apariencias y los discursos que se constituyen sobre ellas, le posibilitó a Mariátegui afirmar su interpretación como crítica y alternativa. [8] Una lectura anacrónica de mi generación, impidió distinguir que su crítica a la etnicidad iba dirigida contra el positivismo spenceriano, no contra la dimensión cultural e identitaria de nuestras poblaciones originarias. Revísese con todo detalle su lectura de la región sur andina a través de los diferentes ensayos y se descubrirá que Mariátegui no cayó en las telarañas del reduccionismo de clase. Camino análogo siguió nuestro pensador en sus demás ensayos, así por ejemplo, frente a la cuestión educativa puso cable a tierra en su sentido figurado y real. [9] En su ensayo sobre la literatura peruana, advirtió a sus lectores, que abstracciones tales como literatura nacional o nación no se bastan a sí mismas para dar cuenta del proceso formativo y de desarrollo de la literatura peruana.[10] El concepto de región abordado en su ensayo sobre regionalismo y centralismo, más allá de sus rasgos geográficos merece ser revisitado y discutido, por su fuerza heurística y mediadora en el análisis de la formación de la nacionalidad, las tradiciones y la nación. [11]

Segunda entrada, mejor dicho, despedida
Repárese en un hecho relevante para una obra marxista como 7 Ensayos…, haber logrado veinte ediciones impresas pos caída del socialismo real: catorce ediciones en el Perú, cuatro en países latinoamericanos (Argentina, Colombia, México y Venezuela), una en Europa (Grecia) y otra en Oceanía (Australia). A todo ello debemos sumar varias ediciones electrónicas en castellano a las que cualquier usuario puede acceder y bajar de la red. [12] ¿Qué méritos tiene este libro de 1928 para seguir despertando el interés de las editoriales y comunidades de lectores? En el mundo virtual hay varias páginas académicas y políticas que han subido diversos textos de Mariátegui, destacando dos ediciones de los 7 Ensayos… ¿Qué virtudes condensaron los 7 Ensayos. . . que devinieron en prismas de abordaje de tópicos nacionales o de la propia naturaleza del ensayo de interpretación? No hemos de conjeturar al respecto, únicamente destacaremos el hecho de que la presencia de Mariátegui y su obra no se agotó con la crisis del socialismo real y del marxismo institucional, ni con las críticas a los discursos de la modernidad. La compilación de los artículos de Mariátegui escritos y publicados en 1928 que entregamos a los lectores, portan muchas gratas sorpresas. La fuerza renovadora de varias de sus ideas sigue inspirando desarrollos múltiples en las nuevas generaciones.

A pesar de lo anterior, asistimos a una nueva oleada de embates contra Mariátegui que revelan en unos de sus detractores lecturas unilaterales y en otros, agotamiento intelectual conservador o neoconservador, pero en ningún caso deben ser ignorados o vilipendiados. El debate con altura asume nuevas exigencias. Mariátegui decía que la frivolidad puede ser un buen motivo para reflexionar y analízar cuestiones de mayor envergadura, también son motivo de lo anterior, la unilateralidad, el error y la calumnia.

La minusvalía de Mariátegui y aún su enfermedad desde claves mediocremente apoyadas en el Psicoanálisis y en el Positivismo nos presentan ejemplos de un reduccionismo preñado de anemia interpretativa en una joven tesista. La incomprensión del género ensayo y del concepto de valor signo, ha llevado a un crítico erudito a hablar de omisiones y equívocos. El Adios a Mariátegui sea bienvenido para quienes piensan que les resulta incómodo para sus reposicionamientos intelectuales y políticos. Allá ellos toda vez que Mariátegui no ancló sus preocupaciones en los estrechos marcos de lo “nacional” ni de una modernidad sin reparos. La construcción mariateguiana del “nosotros” y del “mito” así lo refrenda. Hace una semana disentí en un evento internacional con un colega peruano que nos presentaba a Mariátegui como un hacedor de derrotas entre 1928 y 1930. Sus argumentos me invitan a la réplica fundada, la haremos en su momento.

La cuestión de Mariátegui se ha actualizado. Investiguemos y discutamos con probidad y argumento a Mariátegui y su obra, veamos su dimensión humana, sin negar sus límites, al mismo tiempo, defendamos lo sustantivo de su obra y de su vida sin concesiones. Necesitamos un Mariátegui suscitador de ideas y emprendimientos culturales y políticos, no un santón indigno, pretexto de romerías, plañíderas, citólogos y iconólatras. Mariátegui. Escritos de 1928, invita a la relectura, a la reflexión, a la investigación y a la toma de posición con mejores argumentos y mejor humor. Dicha obra, hace nuestro el querer de Mariátegui de invitar a la celebración de la vida y del socialismo, sin calco ni copia y sin ofrenda inútil.

Ricardo Melgar Bao



________________________________________
[1] 7 Ensayos... p.12.
[2] Ibíd., p. 80.
[3] “En los discursos, en los ensayos que componen estos libros, González Prada no trata de definir la realidad peruana en un lenguaje de estadista o de sociólogo. No quiere sino sugerirla en un lenguaje de literato. No concreta su pensamiento en proposiciones ni en conceptos. Lo esboza en frases de gran vigor panfletario y retórico, pero de poco valor práctico y científico.” Mariátegui, José Carlos, 7 Ensayos…, pp. 258-259.
[4] “El verdadero marxismo excluye por principio el procedimiento del “pensar en abstracto” porque sólo puede medirse en forma fructífera con la realidad: 1) si es capaz de no separar el juicio sobre un fenómeno histórico del proceso de su formación; 2) si en el examen de dicho proceso no convierte a una de sus características en un elemento tal que le permita suprimir todas las otras. Siempre es útil recordar las observaciones que hace Lenin respecto del estilo de pensamiento en abstracto en su polémica contra Bujarin y Trotsky acerca del papel de los sindicatos. “, Aricó, José, Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, México, Siglo XXI (Cuadernos de Pasado y Presente núm. 60), 1980, p. XXI.
[5] “Y no intentaré sistematizar este estudio conforme la clasificación marxista en literatura feudal o aristocrática, burguesa y proletaria. Para no agravar la impresión de que mi alegato está organizado según un esquema político o clasista y conformarlo más bien a un sistema de crítica e historia artística, puedo construirlo con otro andamiaje, sin que esto implique otra cosa que un método de explicación y ordenación, y por ningún motivo una teoría que prejuzgue e inspire la interpretación de obras y autores.”, Mariátegui, José Carlos, 7 Ensayos…, p. 239.
[6] Véase Anexo I: Cronología de la elaboración de 7 Ensayos de Interpretación de la realidad peruana.
[7] “Una encuesta a José Carlos Mariátegui”, Mundial (Lima) 23 de julio de 1926), reproducida en Mariátegui, José Carlos, La Novela y la Vida, Lima, Empresa Editora Amauta, 1956, p. 156.
[8] Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos -y a veces sólo verbales-, condenados a un absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema. La crítica socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo, mientras subsista la feudalidad de los "gamonales", Mariátegui, José Carlos, 7 Ensayos…, p. 35.
[9] “La experiencia enseña que, en este terreno, [el problema de la educación, RMB] con desdeñosa prescindencia de los factores de la realidad y de la historia, es imposible no sólo resolverlo sino conocerlo.” Mariátegui, José Carlos, 7 Ensayos…,p. 156.
[10] “En la historiografía literaria, el concepto de literatura nacional del mismo modo que no es intemporal, tampoco es demasiado concreto. No traduce una realidad mensurable e idéntica. Como toda sistematización, no aprehende sino aproximadamente la movilidad de los hechos (La nación misma es una abstracción, una alegoría, un mito, que no corresponde a una realidad constante y precisa, científicamente determinable).” Mariátegui, José Carlos, 7 Ensayos…, p. 235.
[11] “Una región no nace del Estatuto político de un Estado. Su biología es más complicada. La región tiene generalmente raíces más antiguas que la nación misma. (…) En España y en Italia, las regiones se diferencian netamente por la tradición, el carácter, la gente y hasta la lengua.” Mariátegui, Ob. cit, pp. 176-177.
[12] La página web más visitada es: http://yachay.com.pe/especiales/7ensayos/

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