domingo, 5 de diciembre de 2010

¿ESTAN SEGUROS QUE MATAR AL SECUESTADOR ERA INEVITABLE...?

Además de la bomba de olor, hay otras armas represivas que están en fase de investigación. Su objetivo es no provocar daños en la salud.

La pistola electromagnética: También la está experimentando el Pentágono, cuyos voceros la bautizaron como "la bala de goma del siglo XXI". Es una pistola que usa ondas electromagnéticas para dispersar multitudes sin causar lesiones.

Conocida en la jerga técnica como "Sistema de Negación Activo", es fruto de 10 años de investigación y está llamada a ayudar a los soldados estadounidenses a cumplir sus funciones como miembros de las fuerzas de paz en lugares como Kosovo y Etiopía.

Según afirman sus diseñadores, el arma disparará explosiones de energía electromagnética capaces de provocar la sensación de que la piel se está quemando en gente que esté a unos 700 metros del lugar desde donde se dispara. En realidad, no quemará a nadie, pero será un buen disuasivo, explicaron funcionarios del Pentágono.

Cuando le preguntaron al coronel George P. Fenton, del cuerpo de Marines y director de un programa de armas especiales, si se trataba de "una forma militarizada de un horno a microondas", el oficial lo negó. Y agregó que el nuevo sistema dispara ondas que son más cortas y a frecuencias más altas que ese artefacto de cocina.

Eso significa, sostuvo, que mientras las ondas pueden traspasar la ropa, apenas podrán penetrar la piel, alcanzando una reducidísima profundidad.

La pistola paralizante: Es un artefacto que está experimentando la policía de Londres. Se trata de armas eléctricas paralizantes con las que el gobierno espera terminar con varios episodios de "gatillo fácil" que involucraron a efectivos policiales. En esos incidentes murieron sospechosos o directamente inocentes en varios enfrentamientos.

El arma funciona como un cartucho de aire comprimido que dispara dos dardos con una carga eléctrica de 50.000 voltios.


El disparo produce un efecto paralizante al actuar sobre el sistema nervioso y provocar contracciones musculares incontrolables. Así, el agresor queda inmovilizado y a merced de la policía. El precio de cada revólver asciende a unos 200 dólares.



El arma está siendo testeada desde el año pasado por el Departamento de Desarrollo Científico de la policía de Londres, y hasta el momento los investigadores consideran que el riesgo sobre la salud que implica su uso es mínimo.

Pero la prensa británica recordó un caso sucedido en los Estados Unidos, cuando una mujer perdió su embarazo luego de ser atacada con un arma eléctrica.

Si el plan recibe la aprobación final del gobierno de Tony Blair, el nuevo sistema de represión podría comenzar a ser utilizado a fines de este mismo año por la policía de la capital británica.

Esa será su prueba de fuego, porque las autoridades encargadas de la seguridad estiman que, si pasa esa instancia crucial, podría comenzar a ser utilizada en el resto de las grandes ciudades de ese país.

Las balas de plástico: También es un experimento que está llevando adelante Scotland Yard, la policía británica. Son proyectiles de plástico o goma que aumentan hasta 30 veces su tamaño una vez que llegan a su blanco. Un impacto en un brazo o una pierna ayuda a inmovilizar a un potencial agresor, sin dañar su salud.

Además de la bomba de olor, hay otras armas represivas que están en fase de investigación. Su objetivo es no provocar daños en la salud.

La pistola electromagnética: También la está experimentando el Pentágono, cuyos voceros la bautizaron como "la bala de goma del siglo XXI". Es una pistola que usa ondas electromagnéticas para dispersar multitudes sin causar lesiones.

Conocida en la jerga técnica como "Sistema de Negación Activo", es fruto de 10 años de investigación y está llamada a ayudar a los soldados estadounidenses a cumplir sus funciones como miembros de las fuerzas de paz en lugares como Kosovo y Etiopía.

Según afirman sus diseñadores, el arma disparará explosiones de energía electromagnética capaces de provocar la sensación de que la piel se está quemando en gente que esté a unos 700 metros del lugar desde donde se dispara. En realidad, no quemará a nadie, pero será un buen disuasivo, explicaron funcionarios del Pentágono.

Cuando le preguntaron al coronel George P. Fenton, del cuerpo de Marines y director de un programa de armas especiales, si se trataba de "una forma militarizada de un horno a microondas", el oficial lo negó. Y agregó que el nuevo sistema dispara ondas que son más cortas y a frecuencias más altas que ese artefacto de cocina.

Eso significa, sostuvo, que mientras las ondas pueden traspasar la ropa, apenas podrán penetrar la piel, alcanzando una reducidísima profundidad.

La pistola paralizante: Es un artefacto que está experimentando la policía de Londres. Se trata de armas eléctricas paralizantes con las que el gobierno espera terminar con varios episodios de "gatillo fácil" que involucraron a efectivos policiales. En esos incidentes murieron sospechosos o directamente inocentes en varios enfrentamientos.

El arma funciona como un cartucho de aire comprimido que dispara dos dardos con una carga eléctrica de 50.000 voltios.



El disparo produce un efecto paralizante al actuar sobre el sistema nervioso y provocar contracciones musculares incontrolables. Así, el agresor queda inmovilizado y a merced de la policía. El precio de cada revólver asciende a unos 200 dólares.



El arma está siendo testeada desde el año pasado por el Departamento de Desarrollo Científico de la policía de Londres, y hasta el momento los investigadores consideran que el riesgo sobre la salud que implica su uso es mínimo.



Pero la prensa británica recordó un caso sucedido en los Estados Unidos, cuando una mujer perdió su embarazo luego de ser atacada con un arma eléctrica.



Si el plan recibe la aprobación final del gobierno de Tony Blair, el nuevo sistema de represión podría comenzar a ser utilizado a fines de este mismo año por la policía de la capital británica.



Esa será su prueba de fuego, porque las autoridades encargadas de la seguridad estiman que, si pasa esa instancia crucial, podría comenzar a ser utilizada en el resto de las grandes ciudades de ese país.



Las balas de plástico: También es un experimento que está llevando adelante Scotland Yard, la policía británica. Son proyectiles de plástico o goma que aumentan hasta 30 veces su tamaño una vez que llegan a su blanco. Un impacto en un brazo o una pierna ayuda a inmovilizar a un potencial agresor, sin dañar su salud.




















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