(Lima, 3 de noviembre de 1911 – Lima, 19 de enero de 1980)
BIOGRAFÍA
Un contacto prolongado, amoroso y
analítico con las fuentes vivas de nuestra música folklórica y popular y
el afán de transcribirlas a un lenguaje musical elevado, pero sin que
pierdan su esencia, fueron las características más claras de la labor de
Rosa Alarco en nuestra vida musical.
Los estudios que realizó en la Academia Sas-Rosay, de Teoría y Piano, así como los de composición que hizo con R. Holzmann
en el Conservatorio, le dieron los medios necesarios para realizar esta
importante misión de incorporar al repertorio coral los ritmos que
forman la base de nuestra riqueza artística. En ese sentido, fue una
precursora.
De espíritu inquieto, Rosa viajó por
todo el país, haciendo amistades con músicos, apreciando las procesiones
y fiestas patronales; se compenetró con las multitudes estudiando la
música, letras y vestuarios de cada región que logró visitar. Definió su
vocación artística en el estudio del baile y melodías negras,
indígenas, mestizas y españolas.
Siempre tuvo el sueño de dirigir un coro
mixto a capella para proyectarse a los sectores populares. Con el apoyo
de la Federación de Estudiantes de San Marcos, logró hacer realidad su
más preciado anhelo: formar un coro en la Universidad de San Marcos; y
por ese entrañable cariño a las raíces de nuestro país es que también
creó la Peña Folklórica y Estudiantina de dicho centro de estudios.
Junto a estos elencos desfiló en diferentes escenarios de nuestro país,
pueblos jóvenes, sindicatos y centros de reclusión, llegando a visitar
países como Chile y Ecuador en diversas oportunidades.
Igualmente organizó y dirigió los coros
de los Colegios Nacionales de Mujeres “Rosa de Santa María” y “Mercedes
Cabello”, que con sus presentaciones ante asombrados públicos abrieron
el camino a una “cruzada coral”, cuyos admirables frutos se aprecian
hasta hoy en muchos colegios nacionales y particulares; fue ella quien
demostró que en materia de coros escolares se podía lograr una calidad
hasta entonces impensada.
Su obra de compositora tiene dos
aspectos: los trabajos propios y aquellos que hizo sobre temas
populares. De los primeros podemos mencionar “El Molino”, para coro de
voces femeninas; “Trío”, para clarinete, viola y violoncello; “Ronda y
Fin de los Duendes”, lied. Entre los segundos destacan: “Canciones
Infantiles”; “Amor Ladrón” (Triste con fuga de Tondero); “Lámpara
Maravillosa” y “La Jarra de Oro” (Marineras): “Chongoyopana” (Triste y
Huayno); “Lo Cua tro So” (Afro-peruano) y varios otros, para coro mixto;
“Estudio sobre Ritmos de Marinera”, para piano.
Por otro lado, Alarco también incursionó
en la poesía. En “Los Seres Ardientes”, Rosa expresó su sensibilidad
social a través de versos dedicados a entrañables amigos como el pintor
Sérvulo Gutiérrez y los poetas Nicolás Guillén, César Calvo y Javier
Heraud.
En 1976, dejó el Coro Universitario de
San Marcos para dedicarse a la investigación, asumiendo la Dirección de
la Sección de Etno-Musicología de esa casa de estudios. Obtiene luego
el “Premio de las Américas” de Cuba en 1979, con su obra “Biografía y
Obra de Alfonso de Silva”.
A raíz de su investigación de la Fiesta
del Agua, realizada en la Comunidad de San Pedro de Casta en la
provincia de Huarochirí, la población la acogió como su hija predilecta,
afecto correspondido entrañablemente por la ilustre musicóloga quien
antes de su muerte pidió que sus restos sean sepultados en la tierra que
tanto amó. Deseo que fuera cumplido, luego de fallecer en Lima, el 19
de enero de 1980.
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