PREFACIO
(II PARTE)
Enero de 1974.
1. El predominio de la problemática de las fuerzas productivas
Para responder a esta cuestión no hay que olvidar qué la problemática de las fuerzas productivas -uno de los aspectos de la problemática "economista"- está indisolublemente ligada de forma histórica no solamente al movimiento obrero europeo entre los años 1880 y 1914, sino también, aunque bajo una forma modificada, a la historia de la Revolución rusa (a partir de finales de los años veinte en particular), cuando se hizo el primer intento por construir el socialismo. El prestigio que este intento ha revestido para la gran mayoría de los que, con razón, ven en el capitalismo el sistema "perfecto" de la explotación del hombre por el hombre (sistema que ha producido ya dos guerras mundiales e innumerables guerras de menor envergadura) debería influenciar, en cierto modo necesariamente, a la problemática teórica ligada a esta tentativa.
Pero esta respuesta no lo es más que a medias, pues cabe aún preguntar por qué se ha anudado ese lazo histórico entre el primer intento de construcción del socialismo y las tesis centrales de la problemática que discutimos.
A este segundo aspecto del problema me limitaré, en esta introducción, a avanzar algunos elementos de respuesta. A lo largo del presente volumen (y de los sucesivos) iré desarrollando esos elementos (en la medida que lo exija el análisis de las transforma-ciones en la formación social soviética).
a) Cese de la lucha contra el "economismo" en el partido bolchevique
Un primer elemento de respuesta remite a la propia ideología del partido bolchevi-que. Esta, en efecto, y a despecho de las profundas transformaciones sufridas bajo el efecto mismo le su acción revolucionaria y de la lucha ideológica librada por Lenin contra el "economismo", se encontraba lejos aún de haberse liberado de las concepciones "economistas" en el momento en que -con la desaparición de Lenin- el combate contra el "economismo" deja de caracterizar la lucha ideológica en el seno de este partido.
No sobra recordar que el término "economismo" fue empleado por Lenin para caracterizar críticamente una concepción del "marxismo" que trataba de reducir este último al rango de una simple "teoría económica" desde la que interpretar el conjunto de las transformaciones sociales.
Tal concepción puede revestir diversas formas; cuando no está sistematizada, su papel no puede ser más que relativamente secundario y no debe hablarse entonces más que de "tendencia hacia el economismo".
Al definir el desarrollo de las fuerzas productivas como motor de la historia, uno de los principales efectos del "economismo" consiste en hacer aparecer la lucha política de clases como producto directo e inmediato de las contradicciones económicas Contradicciones que se supone deben "engendrar" por sí mismas las transformaciones sociales y, "llegado el momento". las luchas revolucionarias. La clase obrera, en consecuencia, parece espontáneamente impulsada hacia la revolución (siendo innecesaria entonces la tarea de construir un partido proletario); La misma problemática tiende a negar que otras clases explotadas y oprimidas, distintas del proletariado, puedan luchar por el socialismo [2].
El "economismo" -a otro nivel analítico- viene caracterizado por el hecho de tender a identificar las fuerzas productivas con los medios materiales de producción. negando con ello el hecho de que la principal fuerza productiva está constituida por los propios productores. En consecuencia, el "economisrno" atribuye un papel preeminente a la acumulación de nuevos medios de producción y a los conocimientos técnicos y no a la iniciativa de los trabajadores en la tarea de construir el socialismo.
El "economismo" puede presentar formas diversas y aun contradictorias. Según varíe la coyuntura de la lucha de clases, puede aparecer como "derechista" o "izquierdista" (en realidad es siempre "derechista-izquierd ista"). En el partido bolchevique. el "economismo" ha alimentado algunas posturas de las oposiciones de 1918 y de los años 1920-1925, incluidas las oposiciones sindicales cuyo carácter derechista era particularmente visible [3].
Entre los efectos de "derecha e izquierda" del "economismo" en el seno del partido, hay que mencionar igualmente las posiciones de Bujarin, Trotski y Preobrayenski durante el "comunismo de guerra". Estas posiciones pretendían el "paso directo al comunismo" mediante un recurso generalizado a la acción del Estado para imponer la militarizació n del trabajo; la disciplina jerárquica y la requisa y distribución de los productos agrícolas, acción definida como "autodisciplina proletaria". Esta concepción partía de la identificació n abstracta de1 Estadó.soviético con.un "Estado obrero".
Esta forma de "economismo" presupone que la dirección centralizada de la economía es la "esencia" del "comunismo". Su carácter "derechista" reside en que somete a los trabajadores a los aparatos coercitivos, pareciendo oponerse a un "economismo de izquierda" que, al menos implícitamente, afirma que la unidad de la clase obrera y la de ésta con las otras clases trabajadoras pueden producirse "espontáneamente" a causa de la "convergencia" de intereses de todos los trabajadores. En realidad, ambas corrientes niegan el papel decisivo de la lucha ideológica y política de clases y la necesidad -para la justa conducción de esta lucha- de un partido rnarxista-leninista guiado por una línea política correcta. La primera concepción tiende a sustituir la dirección política e ideológica del proletariado por la coerción estatal [4] ; la segunda da la prioridad a la acción de las organizaciones sindicales. Corno podrá comprobarse más adelante, estas dos "interpretaciones del marxismo" llevaron a que algunos bolcheviques preconizasen, al final del "comunismo de guerra", la "estatización de los sindicatos" y otros la "sindicalizació n del Estado".
Si consideramos necesario insistir aquí tan largamente sobre el "economismo", no es sólo porque éste haya desempeñado un papel creciente en las secciones europeas de. la III Internacional, sino también porque su existencia, bajo una u otra forma, plantea continuamente nuevos problemas al movimiento obrero. Sería ilusorio creer que el marxismo y los partidos marxistas pueden desembarazarse de él "total y definitivamente", siendo, como es, la forma que adopta la ideología burguesa en el seno del marxismo. Esta ideología está enraizada en el terreno de las relaciones sociales burguesas. que no pueden desaparecer más que con la desaparición de las clases.
La lucha contra el "econornisrno" forma parte necesariamente de la vida del marxismo. Más aún, es la forma principal que reviste en su seno la lucha ideológica de clase. Marx y Lenin han librado esta lucha en sus propios escritos.
La actividad de Lenin permitió que el partido bolchevique se desembarazase de las formas más simplistas del "economismo". Sin embargo, las tendencias hacia éste continuaron siendo muy fuertes en su seno. Por ello Lenín tropezó a menudo con muchas dificultades para hacer que prevaleciese su orientación. Y la misma razón explica que el "economismo" haya marcado tan profundamente la forma en que se aplicó La NEP y explica la concepción de la colectivizació n y La industrializació n que ha prevalecido en la Unión Soviética. TaI concepción, en efecto, confería un papel privilegiado a la acumulación y trataba la técnica como Si se encontrase "por encima" de las clases.
Lo dicho hasta ahora no permite comprender más que parcialmente el lazo histórico existente entre el primer intento de construcción del socialismo y el "economismo". Para comprenderlo más a fondo es preciso desarrollar otras dos series de observaciones: La primera de estas series se refiere a las bases sociales del "economismo"; la segunda a la adopción explícita de un conjunto de tesis "economistas" en el curso de la aplicación de los planes quinquenales.
b) Las bases sociales del "economismo"
Recordemos, sin entrar en un debate que no cabe aquí, que el "economismo" es un producto de la lucha de clases en el seno del marxismo. No tener esto en cuenta significa caer en el idealismo, considerar que las "ideas" se desarrollan por sí solas y ejercen una acción histórica independiente de las contradicciones sociales. Conviene recordar, en primer lugar, que en su forma original el "economismo" surgió en la II Internacional, concretamente en el partido socialdemócrata alemán. Su forma "derechista" estaba vinculada a la existencia en el seno de este partido de un poderoso aparato político y sindical integrado en los aparatos del Estado alemán, Los dirigentes de tan poderoso aparato pudieron ilusionarse con la creencia de que un crecimiento continuado de su actividad organizadora y reivindicativa llegaría a crear las condiciones para el derrocamiento del capitalismo. Y se aferraron tanto más a esta idea cuanto que así consolidaban sus posiciones en el seno del movimiento obrero alemán, sin tener que correr. aparentemente, los riesgos inherentes a una acción revolucionaria. Así pudo ir tomando consistencia paulatinamente una ideología burguesa encubierta por algunas formulaciones de apariencia "marxista". La influencia de esta ideología en el conjunto del movimiento obrero alemán fue considerable, en la medida en que la acción del aparato. político y sindical de que estaba dotado este movimiento y el poderío del imperialismo alemán permitieron a algunas capas de la clase obrera el mejoramiento de sus condiciones de existencia. En la Rusia zarista, a la inversa, no se daban las condiciones para. El desarrollo de un movimiento obrero legal; por ello, el "economismo" de los mencheviques no encontró eco en la clase obrera rusa, con excepción de algunas categorías relativamente "privilegiadas", como la de los ferroviarios.
En el propio partido bolchevique fueron tos dirigentes sindicales los que, en diversas ocasiones, resultaron ser los principales portadores de un "economismo de derecha". Tras la Revolución de Octubre, el desarrollo de una capa de administradores y funcionarios de la economía, del plan, de las finanzas, etc., favoreció el avance de nuevas formas de "economismo". Como veremos, estas formas nuevas revistieron una fisonomía de derecha o de "izquierda", Según la coyuntura de la lucha de clases y las características de las capas obreras susceptibles de proporcionarles una base social.
El "economismo" desarrollado así en el partido comunista de la Unión Soviética encontró eco, a su vez, en las secciones de la Internacional Comunista de los paises en que el movimiento obrero pudo revestir formas de desarrollo análogas a las del movimiento obrero alemán antes de la primera guerra mundial.
c) La readopción explícita de tesis "economistas" durante la aplicación de los planes quinquenales
La readopción explícita de las tesis "economistas" expresada de manera particularmente sistemática en los textos anteriormente citados debe ser examinada en dos aspectos: como resultado de una profunda evolución de la sociedad rusa y del partido bolchevique y corno resultado de la nueva autoridad que adquieren esas tesis por el hecho de ser enunciadas por Stalin.
Evidentemente, el aspecto decisivo es el primero. Fueron las numerosas transformaciones de la Rusia Soviética y del partido bolchevique entre octubre de 1917 y comienzos de 1929 las que -al principio sólo implícitamente en la práctica- permitieron el afianzamiento de concepciones que identificaban la construcción del socialismo con el más rápido desarrollo de las fuerzas productivas [5] , en primer lugar de la industria, aunque fuese en detrimento de la alianza de la clase obrera con el campesinado.
De hecho, las tesis "economistas", bajo la forma en que triunfaron a partir de los finales de los años veinte, no fueron atacadas en sus fundamentos por ninguna de las diversas corrientes "oposicionales". Lo que tales corrientes ponían en entredicho no era más que una u otra medida concreta o uno u otro conjunto de medidas concretas, políticas o administrativas, pero la orientación general que las generaba quedaba fundamentalmente incólume. Incluso las objeciones planteadas por Bujarin contra una industrializació n que, a su manera de ver, era realizada con ritmos demasiado acelerados, tendían exclusivamente a poner en guardia contra los efectos económicos, a largo plazo negativos, de un esfuerzo industrial que él consideraba excesivo. Su argumentación se basaba esencialmente en la afirmación de que un menos esfuerzo inicial permitiría alcanzar antes un tipo de industrializació n análogo al pretendido por los planes quinquenales. Bujarin no ponía en duda que este tipo de industrializació n correspondía a las exigencias de la construcción del socialismo (aunque si rechazaba que la colectivizació n llevada a cabo a partir de 1929 permitiese realmente la edificación de relaciones socialistas en el campo).
Si es verdad que las concepciones "economistas" que triunfan con la aplicación de los primeros planes quinquenales corresponden a las tendencias profundas del partido bolchevique, no menos verdad es, como ya se ha indicado anteriormente, que la adopción explícita por Stalin de las tesis "economistas" anteriormente indicadas conceden a estas tesis un peso excepcional debido a la autoridad ÷igualmente excepcional÷ que se concedía a sus intervenciones. Surge aquí, en consecuencia, uno de los aspectos de lo que ha llegado a llamarse "la cuestión Stalin".
Para abordar este tema (que no podrá ser examinado verdaderamente más que en el segundo tomo de esta obra, en relación con el análisis de conjunto del período 1924-1953), hay que recordar, ante todo, cuán diferentes eran en el seno del partido las posiciones de Lenin y Stalin ante los problemas de la lucha ideológica.
Como regla, Lenin concedió siempre una importancia prioritaria a esta lucha, no dudando nunca en ir "contra la corriente", hasta el punto de haberse encontrado en minoría más de una vez en el seno del Comité Central (incluso en problemas esenciales). Lo cual, dicho sea de paso, indica lo erróneo que es presentar al partido bolchevique como un partido "leninista". Más adelante tendremos ocasión de ocuparnos de nuevo de este aspecto.
Stalin concebía su papel dirigente de otra manera. En los problemas esenciales su norma fue ÷sobre todo hasta 1934÷ expresar las tendencias profundas del partido, siendo así su portavoz. A este respecto, los ataques polémicos contra Stalin atribuyéndole haber "impuesto" al partido, por su "personalidad", concepciones extrañas al mismo no tienen fundamento. En realidad designan otra cosa: la perseverancia de Stalin y su rigor inflexible en la aplicación de medidas basadas en concepciones que eran tanto suyas como de la casi totalidad del partido, incluida la mayoría de los que se oponían a una u otra medida concreta.
Por otra parte, la transformació n de este partido es constante: las fuerzas sociales que actúan masivamente en este terreno no son las mismas en 1934 o en 1952. Estos cambios, a su vez, están ligados a las transformaciones de la propia sociedad soviética.
El segundo aspecto, sin embargo, sobre el que habrá que volver, es el peso suplementario dado por Stalin a las tendencias profundas del partido, que contribuye a reforzar de forma decisiva al hacerse su portavoz. Tal es el caso en particular de las concepciones "economistas", que prevalecen a partir de 1929.
El peso suplementario que Stalin confiere a las tesis que él apoya procede de su propia autoridad, que no está asociada ante todo ÷como algunos gusta imaginar÷ al hecho de que Stalin fuese secretario general del partido bolchevique (pues a su vez hay que explicar este hecho sin recurrir a anécdotas sobre la "personalidad" de Stalin que, aun cuando son reales, no explican nada en realidad). Su autoridad proviene de algo que la casi totalidad del partido, desde comienzos de los años treinta, consideró como un doble mérito excepcional de Stalin: no haberse desviado de la idea de construir el socialismo en la URSS y haber concebido una política que, según el partido, conduciría a ese resultado.
Cuando, tras la muerte de Lenin, los otros dirigentes bolcheviques estaban dispuestos a aceptar la continuación de la NEP ÷que no hubiera sido sino una evolución hacia un capitalismo privado÷ o a poner en marcha algunas medidas de industrializació n que se negaban a inscribir en una perspectiva socialista, Stalin, actualizando una tesis leninista [6], reafirmó la posibilidad de emprender la construcción del socialismo en la URSS sin hacer depender esta tarea de la victoria de la revolución proletaria en Europa o en el resto del mundo.
Al adoptar esta posición, y al perfilar después una política conducente a extraer las consecuencias lógicas, Stalin se proponía devolver la confianza a la clase obrera soviética; asignaba al partido bolchevique otro objetivo que el de tratar de mantenerse en el poder a la espera de tiempos más favorables; contribuía así a poner en marcha un proceso de transformació n de una envergadura gigantesca, proceso que debería crear las condiciones necesarias para defender la independencia de la URSS y agravar las contradicciones del campo imperialista. Lo cual permitió a la Unión Soviética aportar una contribución decisiva a la derrota del hitlerismo. La política de industrializació n mantenía enhiesta la bandera de la Revolución de Octubre, la confianza de los pueblos en la victoria de sus luchas y ayudaba así, objetivamente, al éxito de la Revolución china en Asia.
Al proclamar la posibilidad de que la Unión Soviética avanzase hacia el socialismo, Stalin ÷contrariamente a las afirmaciones de Trotski÷ aparecía como el continuador de Lenin, del que numerosos textos, y más particularmente los últimos, afirmaban esta posibilidad. Aquí hay que ver una de las fuentes de autoridad de Stalin, autoridad que se propagó a las tesis afirmadas por él. En realidad, la inmensa autoridad de que gozaba Stalin, sobre todo tras el triunfo de la segunda guerra mundial, no se debió sólo a la defensa de las tesis mencionadas, sino a la abnegación y al valor del pueblo soviético. El trabajo y el heroísmo de este pueblo fue lo que permitió levantar la industria de la URSS y derrotar a los ejércitos hitlerianos. Stalin, no obstante, fue el que dirigió tales esfuerzos y luchas asignándoles objetivos justos.
Cierto, la vida ha mostrado que en lo concerniente a la vía a seguir y a las medidas concretas a tomar para alcanzar el objetivo fijado, Stalin ha cometido graves errores, pero la naturaleza exacta de los mismos no era inmediatamente visible [7]. Más aún: en la situación en que se encontraba la Unión Soviética a finales de los años veinte ÷y en la situación en que se encontraba el partido bolchevique en su conjunto÷ eran históricamente inevitables.
El hecho de que se cometieran tales errores (y de que entrañaran graves consecuencias políticas, principalmente en lo relativo a la ciega represión que no sólo se ensañó con los enemigos del socialismo, sino contra las masas populares y contra auténticos militantes revolucionarios, no tocando, en cambio, a auténticos enemigos) ha constituido una lección ejemplar para el proletariado mundial. Se ha puesto de manifiesto finalmente que ciertas formas de combatir al capitalismo eran ilusorias y no hacían más que reforzar a la burguesía en el seno de los aparatos políticos y económicos. Las lecciones extraídas por Lenin de la experiencia análoga ÷aunque limitada÷ del "comunismo de guerra", se han visto de esta manera confirmadas.
Por el momento, no obstante, el hecho de que la Unión Soviética hubiera realizado en pocos años transformaciones de tal amplitud ÷que han conducido a extirpar formas de producción pre-capitalistas y a eliminar el capitalismo privado÷ confirió una autoridad sin precedentes al conjunto de las tesis defendidas por el partido bolchevique y formuladas por Stalin. Tales éxitos robustecieron la "evidencia" de que estas tesis gozaban ya ante los ojos de la inmensa mayoría del movimiento revolucionario, no sólo en la Unión Soviética, sino en Europa y en otras partes.
d) El "economismo" en los movimientos obreros y comunistas de Europa
Interviene aquí otro elemento que explica el papel que, fuera de la Unión Soviética, desempeñó el "economismo" en la manera como se concebía la construcción del socialismo. Es el siguiente: el "economismo" contra el que luchó Lenin dentro del partido bolchevique, era infinitamente más actuante y vivo en las secciones europeas de la III Internacional. En Europa ÷y más concretamente en Europa occidental, Alemania y Francia en primer lugar÷ el "economismo" tenía detrás una larga historia, que se confunde en gran medida con la historia de los partidos socialdemócratas europeos, sobre todo a partir del momento en que Europa entró en su fase imperialista. No habiendo sido combatido el "economismo" en el resto de Europa con la misma intensidad con que lo fue en Rusia, es comprensible que el movimiento obrero revolucionario europeo se encontrase muy predispuesto a percibir como "evidencias" las tesis "economistas" del PCUS.
En la actualidad, la problemática "económica" de la construcción del socialismo ha quedado sensiblemente quebrantada (al menos en la forma que revistió desde finales de los años veinte) por dos razones al menos:
La primera es exterior a la URSS. Está constituida por la Revolución china. Lo sucedido en China testimonia, en efecto, que el "bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas" no es un obstáculo a la transformació n socialista de las relaciones sociales y que tampoco obliga "necesariamente" a pasar por formas de acumulación primitiva, por la agravación de las desigualdades sociales, etcétera.
El ejemplo de China demuestra que no es necesario (y que, en realidad, es peligroso) pretender construir "primero" las bases materiales de la sociedad socialista, remitiendo a más tarde la transformació n de las relaciones sociales, que serían así puestas en armonía con fuerzas productivas más elevadas.
Este ejemplo muestra que la transformació n socialista de la superestructura debe acompañar al desarrollo de las fuerzas productivas, y que tal transformació n condiciona el carácter efectivamente socialista del desarrollo económico. Muestra, igualmente, que cuando las transformaciones socialistas se llevan a cabo de esta manera, la industrializació n no exige ÷contrariamente a lo ocurrido en la Unión Soviética÷ la imposición de un tributo al campesinado (imposición que constituye una seria amenaza para la alianza obrera y campesina).
La segunda razón que ha quebrantado fuertemente la problemática "econimista" de la construcción del socialismo consiste en la misma desaparición de los "hechos" de los cuales extraían su "evidencia" las tesis "economistas".
Mientras la Unión Soviética, en efecto, fue económicamente débil, disponiendo sólo de una industria mediocre, aquello que en las relaciones políticas y económicas reinantes en ese país ofrecía viva contradicción con lo que Marx, Engels y Lenin habían dicho sobre el socialismo, el "economismo" podía atribuirlo a esa debilidad económica de la URSS. Las concepciones "economistas" alimentaban la esperanza que una vez superada la debilidad económica de la URSS desaparecerían las limitaciones impuestas a la libertad de expresión de las masas populares, se reducirían las desigualdades distributivas, desaparecerían los múltiples privilegios de una minoría de cuadros y técnicos y cesaría la represión ejercida contra amplias capas de la población. De esta manera, los "rasgos" negativos de la sociedad soviética podían verse como el "precio" que era necesario pagar para construir las "bases materiales" del socialismo, como fenómenos "transitorios" que debían desaparecer por sí mismos cuando ese objetivo fuera alcanzado total o aproximadamente. Los "hechos" parecían, por tanto, "justificar" la problemática "economista" y hacer "inútil" un análisis de la realidad soviética en términos de lucha de clases susceptible de revelar el ascenso de una burguesía de Estado [8] que se instalaba en los puestos de mando y montaba los aparatos necesarios para su dominación.
En la actualidad, la situación ha cambiado totalmente. Aunque la Unión Soviética siga atravesando grandes dificultades económicas [9] ÷que justamente habrá que explicar÷, la Unión Soviética se ha convertido desde hace ya tiempo en la segunda potencia industrial del mundo y la primera de Europa; son numerosos los dominios de la ciencia y de la técnica en los que ocupa un puesto de vanguardia. La Unión soviética se encuentra rodeada, además, de estados europeos estrechamente vinculados a ella cuyo potencial económico está lejos de ser desdeñable. Ahora bien, los fenómenos que el "economismo" pretendía explicar por el "estado atrasado de la URSS" y que debían por tanto tener un carácter "transitorio", lejos de desaparecer, se mantienen y desarrollan. Los privilegios ayer nacientes y considerados "impuestos" por las condiciones del momento, por las exigencias de la acumulación, forman parte hoy oficialmente dl sistema de relaciones sociales en cuyo interior se pretende "construir las bases materiales del comunismo". Ni hablar, para el PCUS, de atentar contra tal estado de cosas, sino, al contrario, de reforzarlo. Ni hablar de permitir que los trabajadores trabajadores soviéticos controlen colectivamente el empleo de los medios de producción, la utilización de la producción corriente, o la actividad del PCUS y de sus miembros. Las fábricas están administradas por directores que no tienen con "sus" obreros más que relaciones de mando y que sólo responden ante sus superiores. Las empresas agrícolas tienen una gerencia de tipo similar. De manera general, los productores directos no tienen derecho a la palabra o, más bien, no se les concede más que cuando se les pide ritualmente la aprobación de decisiones o "proposiciones" elaboradas al margen suyo, en las "esferas superiores" del Estado y del partido.
Las normas de gestión de las empresas soviéticas [10] parecen cada vez más un calco de la vigente en los países capitalistas "avanzados", siendo numerosos los "managers" soviéticos que se forman en las escuelas de gestión (los "busines schools") de los Estados Unidos y del Japón. Lo que estaba llamado a alumbrar relaciones sociales cada vez más socialistas, ha engendardo relaciones esencialmente capitalistas, hasta el punto de que bajo la cobertura de los "planes económicos" son las leyes de la acumulación capitalista ÷del beneficio, en consecuencia÷ las que determinan el empleo de los medios de producción.
Los productores continúan siendo asalariados que trabajan para la valorización de los medios de producción, los cuales funcionan como un capital colectivo administrado por una burguesía de Estado. Esta burguesía ÷como cualquier clase capitalista÷ constituye el cuerpo de los "funcionarios del capital", según la expresión empleada por Marx para caracterizar a la clase capitalista. El partido en el poder se limita a proponer a los trabajadores soviéticos la reproducción indefinida de estas relaciones sociales. Es prácticamente, el partido de los "funcionarios del capital", y como tal actúa tanto en el plano interno como en el internacional.
Por tanto, para el que quiera ver las cosas como son, la vida misma se ha encargado de desmentir las esperanzas relativas a la consolidación (y, con mayor razón, la extensión) de los logros de la revolución proletaria en la Unión Soviética. Actualmente hay que intentar comprender la razón de que esas esperanzas se hayan frustrado, a fin de captar en qué se ha convertido la URSS y a través de qué transformaciones. Estos son los dos objetivos perseguidos por esta obra. Y esto por varias razones.
2. Necesidad de determinar las relaciones sociales actualmente dominantes en la URSS y las condiciones de su constitución.
La primera consiste en que son muchos aún los que no quieren ver las cosas tal como son; los que siguen identificando Unión Soviética y socialismo. Esto hipoteca gravemente las luchas de la clase obrera, sobre todo en los países industrializados. Para los trabajadores de estos países, en efecto ÷incluso para los más combativos, incluso para los más convencidos de la necesidad de acabar con el capitalismo÷, la situación de los trabajadores soviéticos no se presenta como envidiable, y existe por tanto el temor de que la alternativa al capitalismo que se les propone ÷a través del ejemplo de la Unión Soviética÷ lo sea realmente. Por eso los dirigentes de los partidos comunistas occidentales que persisten en ver en la Unión Soviética "la patria del socialismo" se esfuerzan, al mismo tiempo, en asegurar a los trabajadores de su país que el "socialismo" que ellos proponen construir será "diferente" al de la URSS. La explicación sobre el "cómo" y el "porqué" de esta diferencia son casi inexistentes (en el mejor de los casos pertenece a la pseudo "psicología de los pueblos" del género: "los franceses y los rusos son diferentes"), sin relación alguna con un análisis político. No pueden convencer, por tanto, más que a los que quieren ser convencidos. Para los otros la ecuación "URSS=socialismo" tiene un efecto negativo, de repudio [11].
La segunda razón por la cual por la cual es de mayor importancia comprender por qué la Unión Soviética se ha convertido en lo que es hoy, y encontrar la explicación al margen de lo que es tan sólo el aspecto "ruso" de la historia soviética [12], consiste en que ese "por qué" está en estrecha relación con el "marxismo oficial" de los partidos "comunistas" que identifican al socialismo con la Unión Soviética, "marxismo" gravemente lastrado con el legado "economista" de la II Internacional.
Uno de los aspectos esenciales de la lucha ideológica por el socialismo ha sido siempre la lucha contra el "economismo" (de derecha o de "izquierda"). Pues bien, precisamente al analizar las razones por las que la Unión Soviética ha llegado a lo que es hoy ÷un Estado capitalista de tipo particular÷, se observa claramente la ayuda que el "economismo" ha aportado a las fuerzas sociales burguesas que laboraban por esta evolución, puesto que el "economismo" ha desorientado a los militantes revolucionarios y ha desarmado ideológicamente a los trabajadores soviéticos.
El análisis de las transformaciones sufridas por la Unión Soviética y de las luchas a partir de las cuales se han efectuado esas transformaciones es, por consiguiente, un análisis de máxima actualidad. Lo que está en juego en el desarrollo de tales luchas son precisamente las concepciones que siguen dominando masivamente al movimiento obrero de los países industrializados (concepción que, en su forma "invertida" ÷es decir, bajo diversas especies de "izquierdismo"÷ está igualmente presente en los movimientos revolucionarios de los países escasamente industrializados) . Analizar lo más concretamente posible, a través de la extraordinaria experiencia de la Unión Soviética, los errores a los que conduce esa concepción constituye una "lección por la vía negativa" para que los que quieren luchar por el socialismo se desembaracen de tales concepciones
El análisis de lo que ha ocurrido y ocurre en la Unión Soviética reviste especial importancia para los militantes y simpatizantes de los partidos revisionistas. Estos, en efecto, se encuentran "paralizados" ideológicamente en su capacidad de comprender el pasado de la Unión Soviética y, por eso mismo, su presente. Una manifestación de esta "parálisis" es su recurso a las fórmulas vacías sobre el "culto a la personalidad" o a la actitud consistente en adoptar ciertas distancias con respecto a la Unión Soviética, al mismo tiempo que se multiplican las proclamas de fidelidad a la "patria del socialismo".
Tales fórmulas y actitudes testimonian una crisis ideológica más profunda de lo que puede parecer, susceptible de ser el preludio de una reflexión que ponga finalmente en entredicho las prácticas reformistas y revisionistas. Esa reflexión debe ser alimentada precisamente por un esfuerzo de comprensión del pasado y presente de la Unión Soviética. De no ser así, estamos condenados a permanecer encerrados en esquemas que oscurecen la historia real. Es visible que los dirigentes revisionistas temen desencadenar tal tipo de reflexión. De ahí las fórmulas mágicas sobre el antisovietismo con que es acogido todo intento de reflexión crítica sobre la historia concreta de la URSS. Semejantes fórmulas no tienen más función que la de intentar prohibir a militantes y simpatizantes de los partidos revisionistas plantearse cuestiones esenciales, cuestiones que permitirían a las luchas proletarias y populares desembocar en vías diferentes a la triada: reformismo electoral, luchas sindicales pretendidamente independientes de toda organización política y espontaneísmo.
Este análisis de la realidad soviética, de su pasado y de su presente, no es, evidentemente, más que uno de los elementos que pueden favorecer una clarificación ideológica y por tanto ayudar al movimiento obrero ÷y, más particularmente, al "marxismo" esclerotizado predominante hoy en una gran parte del mundo÷ a salir del círculo en que hasta hoy parece estar encerrado.
Pero existen, afortunadamente, otros elementos.
Uno de ellos reside en la agravación de la crisis del propio capitalismo, tanto en el plano económico (donde ha adoptado, en primer lugar, la forma de una crisis monetaria internacional de gran amplitud), como en el plano ideológico (crisis más claramente reflejada en el rechazo por importantes fracciones de la población de los países industrializados y en especial de la juventud obrera, de la mujer y del estudiantado de las formas anteriores de sujeción a las que les somete el capitalismo) y en el plano político (con el empuje de las luchas nacionales y revolucionarias de numerosos países escasamente industrializados) .
Otro de los elementos de renovación de las luchas populares y de su orientación estriba en las lecciones positivas que ÷frente al fracaso soviético÷ pueden extraerse de la construcción del socialismo en China. En este país, la vida ÷esto es, la lucha de las masas, guiadas por un auténtico partido marxista-leninista÷ ha mostrado cómo era posible resolver los problemas planteados por la transformació n socialista de las relaciones sociales. De esta manera, el marxismo-leninismo se ha revigorizado al haber conseguido clarificar una serie de problemas que sólo la práctica social podía resolver. Esta experiencia, según se ha señalado ya, facilita igualmente la tarea de comprender la naturaleza de las transformaciones sucedidas en la Unión Soviética.
De forma más precisa puede decirse que al rechazar la problemática "economista" es posible comprender mejor lo que hoy es la Unión Soviética como resultado de un proceso de lucha de clases, de un proceso que el partido bolchevique ha dominado mal, que incluso ha dominado cada vez peor, al no ser capaz de unificar las fuerzas populares y de encontrar en cada momento la línea correcta de demarcación entre las fuerzas susceptibles de apoyar la revolución proletaria, las inevitablemente hostiles y las que era posible neutralizar. En la lucha de clases desarrollada en Rusia y en la Unión Soviética, el proletariado ha sufrido derrotas muy graves, pero la lucha del proletariado y del campesinado prosigue y conducirá necesariamente a los trabajadores de las Repúblicas Soviéticas ÷a través de peripecias y de plazos sobre los cuales es inútil especular÷ a restaurar su poder y reemprender la construcción del socialismo.
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[1] Reproducido en el "Arma del Pueblo", nº 1 de la 2ª etapa, de Julio de 1987. (volver)
[2] Vemos que el término de "economismo" es utilizado aquí no para designar una de las formas particulares que esta concepción ha revestido (por ejemplo, la que Lenin ha combatido a principios del siglo) sino el conjunto de las formas que puede tomar. (volver)
[3] Las oposiciones sindicales reivindicaban la autonomía de las organizaciones sindicales (a las que se les supone defender los intereses fundamentales de la clase obrera) respecto al partido bolchevique. Semejante autonomía puede conducir a privilegiar las reivindicaciones económicas de la clase obrera, y por lo tanto a oponerla a las otras clases cuyo apoyo es necesario a la progresión de la revolución proletaria. Ello puede obstaculizar el papel dirigente del proletariado, el cual implica que el proletariado esté dispuesto a sacrificar algunos de sus intereses inmediatos a los de la revolución. La tendencia a privilegiar las reivindicaciones inmediatas, e incluso intereses categoriales o sectoriales, es inherente a las concepciones sindicalistas o "autogestionarias". Esta tendencia estaba presente precisamente en el programa de la mayoría de las oposiciones de "izquierda" en el seno del partido bolchevique de 1921 a 1928. (volver)
[4] Es la que, por ejemplo, condujo a Preobrayenski a considerar que una vez "establecida" la dictadura del proletariado, el partido era inútil, pudiendo ser desempeñado su papel por el aparato del Estado. (Cf. P. Broué, Le Parti bolchevique, Editions de Minuit, París, 1963, p. 129) (volver)
[5] Esta identificació n ha sido confundida a menudo con la tesis afirmada por Lenin en el seno de coyunturas bien determinadas (por ejemplo, al final del "comunismo de guerra"), según la cual en ciertos momentos, la tarea de restablecer rápidamente la producción agrícola e industrial y los intercambios entre ciudades y campo debía ser considerada como prioritaria. (volver)
[6] Esta reafirmación de la tesis leninista sobre la posibilidad de construir el socialismo en la URSS ha contribuido incontestablemente a dotar a Stalin ÷en el partido y fuera del partido÷ de un prestigio superior al de cualquier otro miembro de la dirección del partido (por razones, digamos de paso, que no siempre están ligadas a la defensa de los intereses del proletariado, como lo muestra el "apoyo" que la fracción nacionalista de la burguesía rusa representada por los Smienoviejovtsi aportó a la política preconizada por Stalin). Esta posición aparece de la manera más explícita en el artículo de Stalin, publicado en Pravda del 20 de diciembre de 1924, bajo el título: "Octubre y la teoría del camarada Trotski sobre la revolución permanente". Stalin rompía así con la posición mucho más vacilante que unos meses atrás defendía aún, especialmente en Pravda del 30 de abril de 1924. (volver)
[7] Se trata aquí de los errores cometidos por Stalin a finales de los años veinte y durante los años treinta. Hoy puede verse que esos errores se ligan a un cierto número de posiciones políticas y teóricas generales que habían conducido a Stalin a oponerse a Lenin sobre problemas esenciales, como el de las relaciones de la República Soviética de Rusia con los pueblos no rusos (ver, por ejemplo, infra, pp. 384 ss.). El que Stalin haya mantenido sus posiciones frente a las críticas de Lenin hay que ponerlo también en relación con el lugar ocupado por Stalin en el partido bolchevique. En virtud de este lugar, de su función de Secretario General, Stalin sufría la presión del aparato del partido, así como la del aparato del Estado, y tendía, en consecuencia, a adoptar las medidas más inmediatamente "eficaces", incluso cuando el análisis teórico podía mostrar que esa "eficacia" inmediata comportaba graves riesgos para el porvenir (como hubiera sido el caso en la hipótesis de que Lenin no hubiera logrado imponerse en lo concerniente al mantenimiento del monopolio de Estado sobre el comercio exterior, cf. infra, pp. 381 ss.). (volver)
[8] El concepto de " burguesía de Estado" (o de burguesía burocrática de Estado) no puede ser desarrollado aquí. Digamos simplemente que designa los agentes de reproducción social distintos a los productores inmediatos, que ÷en razón del sistema de relaciones sociales existente y de las prácticas sociales inmediatas÷ tienen la disposición efectiva de los medios de producción y de los productos que pertenecen formalmente al Estado. La base económica de la existencia de esta burguesía está constituida por las formas de división y de unidad del proceso de reproducción (cf. Ch. Bettelheim, Révolution culturelle et Organisation industrielle en Chine, op. Cit., p. 12); su lugar real en el proceso depende de la lucha de clases que permite (o prohibe) a la burguesía de Estado y a sus representantes ocupar ciertas posiciones en los aparatos de Estado y, eventualmente, transformar la naturaleza de clase del Estado. Los representantes de la burguesía de Estado no son necesariamente sus "agentes conscientes"; son tales porque no pueden rebasar intelectualmente los límites que esta clase "no rebasa en la vida", hasta el punto de que "son empujados teóricamente a los mismos problemas y a las mismas soluciones" a los que los miembros de esta clase "son impulsados prácticamente por su interés material y su situación social". Tal es, en efecto, según la observación de Marx, "la relación que existe entre los representantes políticos y literarios de una clase y la clase que representan". (Cf. K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte) (volver)
[9] Estas dificultades son ilustradas por la búsqueda a la que se entregan los dirigentes soviéticos para obtener de los Estados Unidos, del Japón, de Alemania Federal, etc., capitales, ayuda técnica y productos de alimentación. La política de "cooperación" con los imperialistas occidentales, preconizada por los dirigentes soviéticos, es otra forma de esta misma búsqueda. Se trata de puntos sobre los que volveremos a ocuparnos, en el tercer volumen de esta obra, del revisionismo soviético. (volver)
[10] La gestión de las empresas soviéticas reposa sobre dos principios esenciales: la dirección por un director único responsable ante instancias superiores y la "autonomía financiera" que oriente a la empresa a la búsqueda de un beneficio. Cuando estos dos principios han sido introducidos en 1918 y 1921, Lenin había subrayado que correspondían a una "retirada" provisional, impuesta por las circunstancias de la época y que su aplicación introducía relaciones capitalistas en el sector del Estado. Hablando de la "autonomía financiera" acordada a las empresas del Estado, Lenin indica que coloca a estas empresas, en gran medida, sobre "bases comerciales capitalistas" (cf. Lenin, OC, t. 42, p. 396, de la edición francesa). Desde 1965, la autonomía financiera de las empresas y la búsqueda de la rentabilidad han sido considerablemente desarrolladas. (volver)
[11] Los dirigentes soviéticos tratan, evidentemente, de preservar su política y las realidades de su país de toda crítica transformando esa ecuación y enunciándola así: antisovietismo (leáse: análisis de la realidad soviética o de los efectos de la política internacional de la URSS) = anticomunismo. (volver)
[12] Estas observaciones no significan que la sociedad soviética no lleve las marcas de la sociedad zarista de la que salió. En la medida en que la obra revolucionaria no ha sido profundizada, una serie de relaciones sociales características de la antigua Rusia no ha sido destruida. De ahí las sorprendentes semejanzas entre la Rusia de hoy y la "Santa Rusia". (volver) __._,_.___
miércoles, 27 de agosto de 2008
Charles Bettelheim :LAS LUCHAS DE CLASES EN LA URSS[1]
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