Por una lectura atenta de nuestra realidad. Tengamos siempre una lectura y formación permanente. Nuestra democracia ¿es una farsa?... Por una democracia participativa plena y no sólo representativa. ¿Qué fuerzas políticas son diferentes y cuáles son las antagónicas? ... ¿Cómo conseguir la unidad de las fuerzas progresistas y revolucionarias? ... ¿En qué pais y América Latina estamos? ¿Qué hacer? ... Los cambios si son posibles. El neoliberalismo no es el camino. ¿Qué opina Paulo Freire? .... Y, tú? Dos contribuciones de Sinesio López, Catedrático de San Marcos y La Católica. Gracias. José. De extremo a extremo La República, Vie, 03/07/2009 - 20:12 Por: Sinesio López Jiménez Carl Schmitt, el más insigne representante del pensamiento reaccionario del siglo XX, postulaba que para entender la política había que mirarla desde el extremo, desde la guerra, de la misma manera que, para comprender a Dios, había que mirarlo desde el milagro y que, para entender al estado de derecho, había que observarlo desde el estado de excepción. A diferencia de Schmitt, García no quiere comprender ni la política, ni a Dios, ni al estado de derecho sino que quiere entenderse a sí mismo. Esa operación de autocomprensió n lo lleva a mirar a la orilla de enfrente, al otro extremo. ¿Cómo explicar su defensa del neoliberalismo extremo y del capitalismo salvaje? ¿Cómo justificar su visión de polarización del país y del continente? ¿Cómo fundamentar el despliegue de una estrategia permanente de confrontación? García pretende justificar su diagnóstico polarizante, su propuesta neoliberal extrema, su estrategia confrontacional inventando y librando una imaginaria guerra fría continental contra los estatistas extremos, los extremistas de izquierda y contra los golpistas que quieren desbarrancarlo para instalar una dictadura, convocar a una constituyente y reelegirse hasta destruir el país. En ese escenario bélico imaginario, García se siente el protagonista continental predestinado a salvar el sistema derrotando a todos los antisistema que quieren destruirlo. Delirios reaccionarios de grandeza. García piensa que la guerra interna se libra contra una minoría de 50 mil extremistas que, sin embargo, tienen la extraordinaria capacidad de poner al país de vuelta y media en alianza extraña con los medios que compiten perversamente por el rating. Él se imagina a sí mismo, desde luego, como el líder defensor de la mayoría silenciosa del país. ¿No ha visto ni quiere ver las últimas encuestas que exhiben su desaprobación y la de su gobierno con un contundente 80% de los encuestados? La realidad, al parecer, no le interesa. Él se siente un profeta llamado a llevar al Perú del desierto a la tierra prometida. La confrontación bélica de García es, en puridad de verdades, una supuesta guerra de minorías que se desarrolla imaginariamente por encima de las cabezas de la inmensa mayoría de los peruanos y latinoamericanos. ¿Es certero el diagnóstico de García sobre lo que está sucediendo en el Perú y en A. Latina? ¿Por qué sólo ve dos propuestas extremas cuando en realidad existen (y pueden existir) otras alternativas? ¿Por qué ve polarizaciones donde sólo hay propuestas a desafíos y problemas? ¿Por qué ve guerra fría donde hay sólo dos puntos de vista, entre otros, sobre modelos de desarrollo? Mi hipótesis es que busca lograr varios objetivos con su diagnóstico y su apuesta política. En primer lugar, quiere aparecer como el líder latinoamericano de la alternativa neoliberal de desarrollo en su versión más extrema. En segundo lugar, pretende salvar a un modelo agonizante debido a la crisis mundial del capitalismo. Finalmente, busca aglutinar en torno a su liderazgo a las fuerzas de derecha del Perú para enfrentar a todos los que se oponen al moribundo neoliberalismo extremo. Felizmente para el Perú y A. Latina, la realidad es más rica y compleja que el pobre y empobrecedor diagnóstico de García. Los únicos países que polarizan son Perú y Colombia (neoliberalismo extremo), por un lado, y Venezuela (caricaturizada por la derecha latinoamericana) y Cuba, por otro. La mayoría de los países de AL escapan de su diagnóstico y de sus propuestas polarizantes. El manifiesto de García, además, expresa una visión maniquea de la política. El modelo neoliberal (herido de muerte) concentra todas las bondades mientras que todas las propuestas discrepantes condensan los errores y la maldad. Eso explica que no vea las fallas, salvo las de ritmo y velocidad, del neoliberalismo extremo: autorregulació n del mercado sin autoprotecció n de la sociedad y del trabajo, capitalismo sin derechos que privilegia la inversión y la producción y deja de lado la distribución, abandono del empleo adecuado y de los salarios dignos como la política justa para salir de la pobreza, separación entre la política económica (un banquete para los ricos) y las políticas sociales (un reparto de migajas para los pobres). Esa visión maniquea le impide percibir a García que el modelo neoliberal, incluso en sus años de gloria (2005-2008), no logró distribuir sus beneficios a más de la mitad de los peruanos que sobreviven en la pobreza y en la extrema pobreza. Y le impide también entender las protestas de los excluidos y ninguneados por sus políticas económicas. Los reclamos y las protestas constituyen para él declaratorias de guerra. Finalmente, este esquema de guerra es un misil directo contra la democracia. Adiós al pluralismo, a la tolerancia, a la oposición, a la discrepancia y a la protesta. El régimen democrático y sus virtudes son sacrificados en el altar del fundamentalismo neoliberal y del autoritarismo. Comentarios Mar, 07/07/2009 - 12:54 — jose ¿Se ha puesto de moda Schmitt?. Usted sigue siendo muy buen analista profesor. un fans Sáb, 04/07/2009 - 10:23 — futoka Señores Esta bien que sus comentarios diarios, tengan que analizar y ver sus puntos de vista de nuestra sociedad. Lo que no debemos de permitir es lo que el gobierno hace en sus quehaceres diarios. Cómo es posible que el corrupto León Alegría ya este libre. Como bien dije en otros foros de La Republica, la justicia peruana está inmersa de corruptos y podridos apristones. Alguien dijo que el poder judicial es totalmente imparcial, y miren que es esto? Cuando Fujimori fue sentenciado por sus crímenes y todos dijeron que ahora el poder judicial es imparcial y que se sentencien a los que se vienen con total transparencia, y miren que es esto ?. Ese magistral corrupto sale como si no pasara nada de nada de la carceleta, claro pues si esta entre sus amigos podridos del poder judicial. Ustedes como periodistas no deben de permitir este tipo de acciones corruptas del gobierno. Todos los medios periodísticos lo han tomado como cualquier noticia. Ustedes son los primeros críticos de estas acciones y no hacen nada. Yo como ciudadano común y corriente como puedo hacer sentir mi reclamo? No se puede pero Uds. son los voceros del control gubernamental en todo aspecto y este caso involucra a todos nosotros porque el poder judicial podrido no nos podrá defender con justicia. Por ejemplo en la misma república no es un titular, pero si esta escrito con letras pequeñas. En el noticiero de las 10 frecuencia latina que mucha gente ve, ese señor narrador de cuentos (porque no es periodista) lo dice como si no pasara nada. Los titulares para los reportajes del domingo, nadie hablara al respecto y porque ?. Que pasa con Uds. señores periodistas donde esta su actitud profesional. De extremo a extremo La República, Vie, 03/07/2009 - 20:12 Por: Sinesio López Jiménez Carl Schmitt, el más insigne representante del pensamiento reaccionario del siglo XX, postulaba que para entender la política había que mirarla desde el extremo, desde la guerra, de la misma manera que, para comprender a Dios, había que mirarlo desde el milagro y que, para entender al estado de derecho, había que observarlo desde el estado de excepción. A diferencia de Schmitt, García no quiere comprender ni la política, ni a Dios, ni al estado de derecho sino que quiere entenderse a sí mismo. Esa operación de autocomprensió n lo lleva a mirar a la orilla de enfrente, al otro extremo. ¿Cómo explicar su defensa del neoliberalismo extremo y del capitalismo salvaje? ¿Cómo justificar su visión de polarización del país y del continente? ¿Cómo fundamentar el despliegue de una estrategia permanente de confrontación? García pretende justificar su diagnóstico polarizante, su propuesta neoliberal extrema, su estrategia confrontacional inventando y librando una imaginaria guerra fría continental contra los estatistas extremos, los extremistas de izquierda y contra los golpistas que quieren desbarrancarlo para instalar una dictadura, convocar a una constituyente y reelegirse hasta destruir el país. En ese escenario bélico imaginario, García se siente el protagonista continental predestinado a salvar el sistema derrotando a todos los antisistema que quieren destruirlo. Delirios reaccionarios de grandeza. García piensa que la guerra interna se libra contra una minoría de 50 mil extremistas que, sin embargo, tienen la extraordinaria capacidad de poner al país de vuelta y media en alianza extraña con los medios que compiten perversamente por el rating. Él se imagina a sí mismo, desde luego, como el líder defensor de la mayoría silenciosa del país. ¿No ha visto ni quiere ver las últimas encuestas que exhiben su desaprobación y la de su gobierno con un contundente 80% de los encuestados? La realidad, al parecer, no le interesa. Él se siente un profeta llamado a llevar al Perú del desierto a la tierra prometida. La confrontación bélica de García es, en puridad de verdades, una supuesta guerra de minorías que se desarrolla imaginariamente por encima de las cabezas de la inmensa mayoría de los peruanos y latinoamericanos. ¿Es certero el diagnóstico de García sobre lo que está sucediendo en el Perú y en A. Latina? ¿Por qué sólo ve dos propuestas extremas cuando en realidad existen (y pueden existir) otras alternativas? ¿Por qué ve polarizaciones donde sólo hay propuestas a desafíos y problemas? ¿Por qué ve guerra fría donde hay sólo dos puntos de vista, entre otros, sobre modelos de desarrollo? Mi hipótesis es que busca lograr varios objetivos con su diagnóstico y su apuesta política. En primer lugar, quiere aparecer como el líder latinoamericano de la alternativa neoliberal de desarrollo en su versión más extrema. En segundo lugar, pretende salvar a un modelo agonizante debido a la crisis mundial del capitalismo. Finalmente, busca aglutinar en torno a su liderazgo a las fuerzas de derecha del Perú para enfrentar a todos los que se oponen al moribundo neoliberalismo extremo. Felizmente para el Perú y A. Latina, la realidad es más rica y compleja que el pobre y empobrecedor diagnóstico de García. Los únicos países que polarizan son Perú y Colombia (neoliberalismo extremo), por un lado, y Venezuela (caricaturizada por la derecha latinoamericana) y Cuba, por otro. La mayoría de los países de AL escapan de su diagnóstico y de sus propuestas polarizantes. El manifiesto de García, además, expresa una visión maniquea de la política. El modelo neoliberal (herido de muerte) concentra todas las bondades mientras que todas las propuestas discrepantes condensan los errores y la maldad. Eso explica que no vea las fallas, salvo las de ritmo y velocidad, del neoliberalismo extremo: autorregulació n del mercado sin autoprotecció n de la sociedad y del trabajo, capitalismo sin derechos que privilegia la inversión y la producción y deja de lado la distribución, abandono del empleo adecuado y de los salarios dignos como la política justa para salir de la pobreza, separación entre la política económica (un banquete para los ricos) y las políticas sociales (un reparto de migajas para los pobres). Esa visión maniquea le impide percibir a García que el modelo neoliberal, incluso en sus años de gloria (2005-2008), no logró distribuir sus beneficios a más de la mitad de los peruanos que sobreviven en la pobreza y en la extrema pobreza. Y le impide también entender las protestas de los excluidos y ninguneados por sus políticas económicas. Los reclamos y las protestas constituyen para él declaratorias de guerra. Finalmente, este esquema de guerra es un misil directo contra la democracia. Adiós al pluralismo, a la tolerancia, a la oposición, a la discrepancia y a la protesta. El régimen democrático y sus virtudes son sacrificados en el altar del fundamentalismo neoliberal y del autoritarismo. Guillermo O'Donnell La República, Vie, 17/07/2009 - 20:29 Por: Sinesio López Jiménez En AL elegimos gobernantes supuestamente democráticos, pero nos gobiernan dictadores. Nuestros regímenes son más democracias de entrada que de salida. Pese a algunas deficiencias de entrada (sobre todo en las fallas de la competitividad electoral y en los déficits de ciudadanía), las elecciones han alcanzado un nivel aceptable de limpieza e institucionalidad. Casi todas ellas reciben el visto bueno de los observadores electorales extranjeros y de organismos especializados. El problema viene luego en el ejercicio del poder y de la representació n. Una vez elegidos, los representantes y los gobernantes se sienten con las manos libres para decidir sin dar cuenta a nadie. Se olvidan del debido proceso, del cumplimiento de la ley, de las instituciones, de la transparencia y de la accountability. Algunas de sus decisiones son abiertamente ilegales e ilegítimas. Las cosas se agravan si el presidente se siente un caudillo que es capaz de llevar a su país del desierto a la tierra prometida. Guillermo O'Donnell ha llamado democracias delegativas a este tipo de regímenes políticos decisionistas y cesaristas. Han existido en otras épocas y en otras latitudes, pero reaparecieron con fuerza en las transiciones democráticas de los 80 AL. O'Donnell encontró el nombre preciso para designar un viejo fenómeno más menos conocido. Este no es el único caso de éxito en el análisis y en la nominación de los fenómenos políticos. Otro caso notable es el análisis de las dictaduras conosureñas de la década del 70 a las que denominó Estados Burocráticos Autoritarios (EBA). "Coaliciones democratizantes" llamó a las articulaciones implícitas y a los juegos en pared que hacían los blandos de las dictaduras y de la oposición democrática para hacer viables las transiciones. O'Donnell es probablemente el politólogo latinoamericano de mayor prestigio internacional y el que más ha contribuido al desarrollo de la ciencia política en AL. Su originalidad siempre sale a flote en medio de su deslumbrante erudición. Sus libros, artículos e ideas son estudiados y discutidos en las principales universidades y centros de investigación del mundo. Tres grandes temas y problemas han concitado su atención y han merecido sus análisis penetrantes y finos: las dictaduras del Cono Sur, las transiciones democráticas de los 80 y las democracias posteriores. Modernización y autoritarismo fue su tesis de doctorado en Yale, que luego apareció como libro preparatorio de los análisis sobre las dictaduras del Cono Sur. Lo que explica esas dictaduras es, según O'Donnell, la profundizació n de la industrializació n (el desarrollo de los bienes de capital) en un contexto de agotamiento de la industrializació n sustitutiva de importaciones (ISI) y de reactivación del sector popular. Esta explicación tiene ciertas consonancias con las tesis del historiador Alexander Gerschenkron sobre la industrializació n tardía de Alemania, Italia y Japón que dio origen a gobiernos autoritarios. Esta tesis central sobre los EBA tuvo mucha resonancia en los medios universitarios del norte y del sur. David Collier, profesor de la U. de Berkeley, organizó un gran debate académico en el que participaron algunos de los principales politólogos, sociólogos y economistas (Hirschman entre ellos) del mundo cuyas contribuciones fueron publicadas posteriormente en el libro The New Authoritarianism in Latin América (1979, Princeton University Press, Princeton). Prestó mucha atención a la dinámica de los EBA y a sus fisuras, que podían anunciar su crisis y apertura a las transiciones democráticas. Sobre este tema coordinó con el destacado politólogo norteamericano Phillipe C. Schmitter una investigación de largo aliento que tuvo como resultado la publicación del libro (en cuatro tomos) Transitions from authoritarianism rule (1986). Las principales contribuciones de O'Donnell a la ciencia política se refieren, sin embargo, a la teoría de la democracia. Ha analizado las diversas perspectivas normativas y empíricas de la democracia como régimen político, ha reconocido las contribuciones más importantes, ha discutido sus ambigüedades y ha señalado sus límites. Con la enorme autoridad académica que tiene, O'Donnell ha roto con el institucionalismo ortodoxo de la democracia para enriquecer la teoría con el contexto histórico y con el análisis acotado de las condiciones (el Estado, el sistema legal, la desigualdad, los déficits de la ciudadanía, la sociedad civil). Me parece reconocer en este viraje la influencia de la escuela de Cambridge, especialmente de John Dunn, de Quentin Skinner y de John Pocok. Después de haber enseñado varios años en la U. de Notre Dame (USA) y de haber sido profesor visitante de algunas de las más importantes universidades de EEUU y Europa, O'Donnell ha vuelto a su tierra natal, Argentina, y la próxima semana viene de visita al Perú invitado por la PUCP y por el Instituto Bartolomé de las Casas. La PUCP, en reconocimiento de sus méritos académicos en el campo de la ciencia política, le otorgará el doctorado honoris causa el 23 de julio.
José Rouillon Delgado "Para transformar nada es suficiente y todo es necesario" "La alegría no es enemiga del rigor científico" Colaboradores, donaciones y cancelación de cuotas en Banco Scotiabank. Cta. de Ahorros Nº 018-0188476 . Gracias.
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