Todos los documentos fílmicos de la tragedia en Espinar demuestran que ahí hubo agresión. De la fuerza pública. Una escena presenta a un Policía disparando desde lejos, como un francotirador de elite, contra un hombre desarmado.
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
El drama tiene, sin embargo, un proceso. Los dirigentes del pueblo espinariano estaban buscando diálogo desde abril, y no les hacían caso. El gobierno alegó en cierto momento que algunos líderes del pueblo no tenían representación legítima.
Lo otro es que las demandas eran razonables y viables. La empresa Xstrata Copper dice ahora que puede discutir todos esos puntos, lo cual demuestra que no eran “radicales”. No prestó oídos a los informes, incluso uno de una universidad alemana, que señala alto índice de contaminación en el área.
Pero, claro, ahora el régimen del Presidente Ollanta Humala ya ha limpiado el terreno: ha decretado el estado de emergencia, ha apresado a los dirigentes locales. Hoy, una observación liviana puede concluir que el gobierno es más intransigente que la minera.
El saldo cruel está allí: dos o cuatro muertos.
La pregunta aquí es: ¿quién ordenó disparar a matar?
Para responder habría que saber primero quién ha manejado el caso desde abril, quién, por lo tanto, ha jugado el papel de defensor de la empresa y de provocador contra el pueblo.
Todos los indicios apuntan a Óscar Valdés, presidente del Consejo de Ministros.
Hace pocos días, el jueves 24, el jefe del Estado declaró: “Lo último que queremos es que haya muertos”. Pero al mismo tiempo fustigó las protestas contra la empresa, las cuales, sostuvo, estaban encabezadas por extremistas.
Lo cierto es que el conflicto ha sido originado por la sordera oficial respecto a las justas exigencias de Espinar. Las acciones del pueblo ahí no pueden atribuirse a extremismos. Habría que recordar que en las elecciones del año pasado, la provincia Espinar dio a Humala el 70 por ciento de sus votos (en el departamento del Cusco, la votación humalista llegó a 75.4 por ciento. Eso le permitió acaparar los cinco asientos del Congreso correspondientes a la capital imperial).
Es probable que ahora la mayoría de los electores de Espinar y de Cusco se sientan desengañados. Indignados.
Justo ayer me llegó el Informe de Sostenibilidad 2011 de Xstrata Copper. La empresa se jacta de ser el cuarto productor de cobre del mundo y que en dicho año extrajo 889.000 toneladas de cobre en cátodos y concentrados. También extrae carbón térmico y metalúrgico, zinc, níquel, plata, platino, cobalto y vanadio. En cuanto a medio ambiente, se declara pura y sin mancha.
¿Reanudará su actividad? ¿Reinstalará el diálogo con Espinar?
Para esto, sería indispensable que salgan en libertad los dirigentes del pueblo y que se anule el estado de emergencia.
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
El drama tiene, sin embargo, un proceso. Los dirigentes del pueblo espinariano estaban buscando diálogo desde abril, y no les hacían caso. El gobierno alegó en cierto momento que algunos líderes del pueblo no tenían representación legítima.
Lo otro es que las demandas eran razonables y viables. La empresa Xstrata Copper dice ahora que puede discutir todos esos puntos, lo cual demuestra que no eran “radicales”. No prestó oídos a los informes, incluso uno de una universidad alemana, que señala alto índice de contaminación en el área.
Pero, claro, ahora el régimen del Presidente Ollanta Humala ya ha limpiado el terreno: ha decretado el estado de emergencia, ha apresado a los dirigentes locales. Hoy, una observación liviana puede concluir que el gobierno es más intransigente que la minera.
El saldo cruel está allí: dos o cuatro muertos.
La pregunta aquí es: ¿quién ordenó disparar a matar?
Para responder habría que saber primero quién ha manejado el caso desde abril, quién, por lo tanto, ha jugado el papel de defensor de la empresa y de provocador contra el pueblo.
Todos los indicios apuntan a Óscar Valdés, presidente del Consejo de Ministros.
Hace pocos días, el jueves 24, el jefe del Estado declaró: “Lo último que queremos es que haya muertos”. Pero al mismo tiempo fustigó las protestas contra la empresa, las cuales, sostuvo, estaban encabezadas por extremistas.
Lo cierto es que el conflicto ha sido originado por la sordera oficial respecto a las justas exigencias de Espinar. Las acciones del pueblo ahí no pueden atribuirse a extremismos. Habría que recordar que en las elecciones del año pasado, la provincia Espinar dio a Humala el 70 por ciento de sus votos (en el departamento del Cusco, la votación humalista llegó a 75.4 por ciento. Eso le permitió acaparar los cinco asientos del Congreso correspondientes a la capital imperial).
Es probable que ahora la mayoría de los electores de Espinar y de Cusco se sientan desengañados. Indignados.
Justo ayer me llegó el Informe de Sostenibilidad 2011 de Xstrata Copper. La empresa se jacta de ser el cuarto productor de cobre del mundo y que en dicho año extrajo 889.000 toneladas de cobre en cátodos y concentrados. También extrae carbón térmico y metalúrgico, zinc, níquel, plata, platino, cobalto y vanadio. En cuanto a medio ambiente, se declara pura y sin mancha.
¿Reanudará su actividad? ¿Reinstalará el diálogo con Espinar?
Para esto, sería indispensable que salgan en libertad los dirigentes del pueblo y que se anule el estado de emergencia.
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