miércoles, 2 de mayo de 2012

Socialismo Peruano Hoy, De Activista a Activista (34 ), PARA TEJER LA RED - 07, La Red Precolombina

From: Colectivo Perú Integral <cperuintegral@gmail.com>
Date: Wed, 2 May 2012 06:39:16 -0500
Subject: Socialismo Peruano Hoy, De Activista a Activista (34 ), PARA
TEJER LA RED - 07, La Red Precolombina
To:

*Socialismo Peruano Hoy*

*De Activista a Activista* (34)

*PARA TEJER LA RED-07*

*LA RED PRECOLOMBINA*

* *

*ESPACIO Y TERRITORIO SAGRADO *(2-3)

*Jair Zapata Torres*

*Relaciones de telares del mundo Arhuaco. El telar del Mundo Kogi.*

En tal sentido, el pensamiento sistémico (Capra 1996) permite realizar
lecturas de los principios esenciales de organización, en las que emergen
las interacciones e interrelaciones entre las partes. Estas partes no están
aisladas y la naturaleza del conjunto es siempre distinta de la mera suma
de las partes; el planteamiento sistémico, advierte que las propiedades de
las partes solo se pueden comprender desde la organización del conjunto.
Por lo tanto, el pensamiento sistémico no se concentra en los componentes
básicos sino en los principios esenciales de la organización, además, es
contextual, en contrapartida al analítico y encuadra dentro del contexto de
un todo superior. Estas realidades se sustentan en la idea de urdimbres y
tramas que ordenan al mundo como un tejido de redes dentro de redes. Así la
visión sistémica parte de la cosmovisión y se refleja en el pensamiento y
en la cultura. La *urdimbre* es lo que se comparte, lo que es semejante, lo
que permite la comunicación y las metas comunitarias. La *trama* es lo
diferente, lo propio, lo que está dentro de la urdimbre nos hace únicos.
(Restrepo 2002). Así, los territorios sagrados guardan la memoria ancestral
representada en la urdimbre.

Los territorios sagrados engendran dentro de sí mismos una soberanía que
les permite actuar como centros ordenadores de unidades mayores, pero que
al mismo tiempo se relacionan con otros centros ordenadores, generando
redes organizativas que se tejen para configurar un mundo-tejido que simula
un gran telar (Dolmatoff 1975) donde se constituye el universo. Cada
espacio sagrado conectado con otros espacios entra en comunicación con
otros seres y configuran una especie de telaraña unida al gran centro desde
donde se cuida y se ejerce el control de todas las manifestaciones del
contexto. Así, el territorio sagrado constituye la lógica que las distintas
comunidades adoptan para la construcción y simbolización de su entorno.

El sol es el gran tejedor de vida, que irradia conocimientos a través de su
movimientos (equinoccio y solsticio) determinando los rumbos y los mundos,
el arriba y el abajo, la luz y la oscuridad, como relaciones
complementarias que tejen un sistema operativo ordenador de espacios
comunitarios en que la cruz multidimensional toma importancia en la
explicación del centro y el entorno como relaciones intrínsecamente ligadas
a la construcción de un pensamiento sistémico que ordena el territorio a
partir de un punto como centro del universo y desde allí se relacionan con
otros puntos que engendran las redes de la unidad.

El paisaje sagrado está pleno de contenidos simbólicos y significados, que
respaldan los conocimientos de los pueblos indígenas como un entorno
natural y humano, que ha permanecido históricamente dentro de los
parámetros ancestrales donde se insertan formas tecnológicas que se
integran al territorio generando conceptos de desarrollo alternativos a las
manifestadas hasta la actualidad. Esta perspectiva permite a las futuras
generaciones tener unas reflexiones diversas de su entorno, en el que
aparecen otras posibilidades de explicar los fenómenos que desencadenan un
conocimiento del territorio como explicación de un universo singular,
representados en los territorios sagrados, las cuales determinan las
características esenciales de la simbolización territorial que establecen
mediante el uso y manejo del territorio como unidades relacionadas con sus
contextos culturales.

La espacialidad territorial indígena, corresponde a la delimitación
ancestral y simbólica, que representa el territorio sagrado y las dinámicas
propias de significar al universo de manera física y real. Los símbolos
representan los dominios ancestrales, los seres espirituales que
permanentemente interactúan con el universo y los humanos, que se
manifiestan en los espacios geográficos sagrados (montañas, valles,
lagunas, piedras, árboles, pozo de los ríos), estos, orientan los procesos
de supervivencia y de cuya permanencia dependen la existencia de los
distintos seres. Dichas relaciones simbólicas configuran la ritualidad como
un proceso espiritual de "pagar" por los beneficios recibidos, estos se
manifiestan en los mitos, costumbres y tradiciones, que se trasmiten de
generación en generación expresando la razón de ser y existir de los
pueblos indígenas y sus territorios.

Estas relaciones que se tejen entre los espacios y territorios sagrados
contienen la esencia del lienzo que enmarca el telar de la vida, donde las
nociones de urdimbre y trama generan unas correspondencias entre el cosmos
y el mundo real, como lo expresa la cosmovisión Kogi, en el que la tierra
se concibe de forma plana y cuadrada, tal como un telar. Por encima de esta
superficie terrestre se escalonan otras tierras más, todas en forma de
telares y sujetas a diversas divinidades, cada nivel hacia abajo o hacia
arriba siendo mas reducido en extensión que el anterior, configurando las
forma de las dos pirámides unidas por sus bases. Al combinar entonces los
dos elementos simbólicos, tienen como modelo del cosmos un telar atravesado
por un uso perpendicular. Este modelo expresa las observaciones
astronómicas. Las dos varas horizontales representan las líneas
solsticiales, cada una delimitada por el cruce de las esquinas que indica
las salidas o la puesta del sol en los días del 21 de junio y 21 de
diciembre. La línea equinoccial (21 de marzo y 21 de septiembre) está
representada por la varita central del telar que, al sacarla del tejido
terminado, permite desplegarlo hacia arriba y hacia abajo.(Dolmatoff 1975)

Estas representaciones que se establecen se verifican en los templos
sagrados, centros ceremoniales, las montañas, las lagunas y lugares
sagrados.

Las relaciones de comunicación las refiere Urbina (2004) en una analogía de
la telaraña que se deposita la fuerza en el abuelo desde su banco y se
ensimisma depositando en su corazón los problemas apalabrados. Los medita
ubicándolos. Visualiza su corazón y lo deja vacío de voces. Siente su
cuerpo rodeando su corazón. Siente su cuerpo en el campo iluminado por el
candil. Siente ese campo. Siente los rincones oscuros de la maloca y su
encumbrada techumbre. Él es la maloca. La maloca es su cuerpo. Es la antena
de su pensar. En su sentir sale de la maloca y se extiende en derredor. Su
pensamiento-cuerpo, como una sensible red de araña, se va entretejiendo con
los huertos, con los terrenos de caza, con el río, hasta hacerse uno solo
con el territorio de su tribu. Y todo desde su "banco de contar historias"
La red de pensamiento del Sabedor toca otras redes. Él sabe que a esas
horas en otros lugares otros pensadores indígenas hacen lo mismo. Sienten
el Gran Árbol. Enmarcan en él, la cotidianidad, lo piensan, lo cuidan. Para
eso son jefes. Esta territorialidad simbólica y cultural se diferencia de
las categorías constituidas por el estado, como son las geográficas,
agrarias, político administrativas (municipales) y otras, las formas
simbólicas parecen ser representaciones territoriales estructuradas de
acuerdo a una lógica interna propia de las culturas. Distintas
investigaciones, han hablado del concepto de territorio como la noción de
un espacio geográfico y social propio, bordeado de fronteras porosas que
explican los conceptos etno-territoriales cuyos espacios comunitarios están
relacionados con circuitos de culto que articulan el territorio tradicional.

Las tradiciones en el uso y el manejo del espacio y el territorio en los
pueblos indígenas han evolucionado por distintas circunstancias. Desde la
época prehispánica hasta la colonia los rasgos que prevalecieron tuvieron
relación directa con la naturaleza y el cosmos, generando usos y manejos
del espacio acorde con las necesidades propias de los pueblos y su
evolución cultural. (…)

Finalmente la noción del territorio se configura a partir de las
construcciones de unidades complejas y articuladas entre sí, que se posee,
se cuida y se defiende de manera comunitaria, en el que se plantean
distinciones entre los ámbitos de lo doméstico, de los cultivos, del monte
o el bosque, las montañas y el río. Estas categorías se reconocen y se
vinculan entre sí, como ámbitos que pertenecen al mundo de lo terrenal,
como un espacio intermedio. Entre el mundo superior y el mundo inferior
(Duque Et al 1997), es decir, es aquí donde dialoga el pensamiento y la
acción en una relación de armonía que se genera a partir de la
complementariedad. Bajo esta representación, la distinción de los ámbitos
que reconocen los pueblos indígenas en sus relaciones con el entorno, se
determinarán las manifestaciones que estos espacios generan en la vida de
los pueblos indígenas, colectiva e individualmente. Es necesario aclarar
que estos ámbitos están relacionados de manera sistémica a través de redes
que tejen la unidad y materializan la realidad. (…)

Las dinámicas y tendencias se manifiestan en la simbolización territorial
van mas allá de una simple "ordenación" o configuración de las dinámicas
espirituales y culturales, que se vinculan con los comportamientos sociales
de las comunidades y suscitando distintas maneras de manejo y apropiación
del territorio, estas manifestaciones establecen una visión diferente del
territorio, configurando las unidades físico-espaciales-espirituales que
identifican y explican cada lugar, sin embargo, el colonialismo al que está
sometido el pensamiento no indígena, no ha logrado trascender mas allá de
un reconocimiento teórico de la diversidad cultural que convendría
inscribir dentro concepto de la aceptación de diversas cosmovisiones y sus
estándares valorativos diversos y hasta contrarios a los valores de la
ética universal. (Sentencia T-254-94) de tal forma que se genere una nueva
manera de vislumbrar la relación de los pueblos indígenas y el estado
permitiendo una construcción dialéctica de sus normas, de sus orígenes y
sus dinámicas propias como una efectiva valoración de diversidad. (…)

Para estas comunidades los "planes de vida" han sido procesos importantes
para visionar el futuro de sus comunidades, cuyos argumentos se fundamentan
en las acciones culturales y tradicionales para la permanencia, las cuales
revelan los principios básicos de relación con la madre tierra y por tanto
con la vida, por ello la ley primera o ley de origen es de primer orden y
en consecuencia concebir a un indígena sin tierra es desarraigarlo de su
origen, de su vida y su madre. (…)

*-.o0o.-*

Nota.- *Urdimbre* es el conjunto de hilos que se colocan en el telar
longitudinal y paralelamente para formar un tejido. *Trama* es el conjunto
de hilos cruzados con los de la urdimbre y colocados en sentido transversal
de un tejido. Posiblemente, cuando el ser humano empezó a hilar y tejer,
empezó a relacionar el tejido con su organización y entorno, dando
categorías definidas a su red vecinal, municipal, regional, estatal.

Como nuestra realidad es un hecho histórico, si el *Activista* no capta la
necesidad de un *Perú Integral*, el *Socialismo Peruano* no podrá utilizar
la sabiduría precolombina para *Tejer la Red*. Y no podremos dejar atrás el
urdir (maquinar) ni el tramar (intrigar)

Ragarro

02.05.12



--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
cel 993754274

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

PLANETA PERU

PlanetaPeru: buscador del Perú

Seguidores

Archivo del Blog