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From: Colectivo Perú Integral <cperuintegral@gmail.com>
Date: Wed, 30 May 2012 06:30:15 -0500
Subject: Socialismo Peruano Hoy, De Activista a Activista (38), Para
Tejer la Red-11, La Planificación en el Perú (3-4)
To:
*Socialismo Peruano Hoy*
*De Activista a Activista* (38)
*PARA TEJER LA RED-11*
* *
*LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ *(3-4)
*Carlos Zuzunaga Flórez*
Es así como resulta evidente el distanciamiento contemporáneo
entre el llamado neo-liberalismo y las tendencias que proclaman la
necesidad de la planificación, pues en la medida en que ésta sea indicativa
-y será examinada la materia a propósito de la disposición constitucional
peruana sobre la planificación concertada- mantiene un grado de libertad no
solamente aceptable sino en saludable convivencia con el rol rector del
Estado como guía del desarrollo. El neo-liberalismo confundido con el caos
en que todo se deja a las fuerzas del mercado es, por ello, un falso
liberalismo, puesto que la vida en sociedad requiere la presencia y la
acción del Estado en una suerte de equilibrio constantemente ajustado a
circunstancias aleatorias en una economía globalizada y en un contexto
interno frecuentemente conflictivo cuando no plagado de agresiones.
El nuevo liberalismo, para distinguirlo de algún modo del tono
peyorativo que se adjudica al neo-liberalismo, es, pues, el respeto a la
libertad de mercado sólo en tanto y en cuanto ella es compatible con la
necesidad de un desarrollo equilibrado cuyo análisis final toca, como no
podía ser de otro modo, al ente soberano designado y controlado
democráticamente. Pero la esencia de este equilibrio radica en el respeto a
la libertad de las personas que incluye la libertad de acumulación de la
riqueza en la medida en que ésta contribuye al bien de la sociedad, de
acuerdo con las necesidades de ésta conforme son materia de ese análisis
global realizado por el Estado en nombre de la sociedad a ala que guía.
En este contexto conviene aún señalar una distinción entre la
planificación como instrumento para modelar la economía y la planificación
como arma fundamental para el cambio. Han sido ya mencionados los límites
que son propios de los esfuerzos de cambio inducido y carece de objetivo,
por tanto, incidir de nuevo sobre el tema, salvo para añadir que la
planificación, en cualquiera de sus grados o modalidades, determina un
desequilibrio en lo que sería el "estado natural" de las fuerzas sociales y
económicas. Este desequilibrio es, sin embargo, inevitable si se tiene en
cuenta que la sociedad moderna ha tomado conciencia de ser una sociedad
conflictiva. Dahrendorf ha examinado la materia en profundidad y carece de
objeto igualmente desarrollar más ampliamente el tema.
Bastará para ello terminar esta introducción manifestando que
la planificación pretende desconocer la incertidumbre y convertir la
sociología y la Economía en ciencias exactas cuando son en verdad
disciplinas sociales. Traducida esta comprobación al lenguaje puramente
científico, podría afirmarse que el "principio de incertidumbre" ideado por
Heisenberg para la física facilitó a Max Planck el logro del punto medio
con la exactitud matemática de Einstein, de tal modo que ese principio y
ese punto medio son hoy de aplicación a todos los aspectos del saber, a la
Filosofía, a la Economía, la Política y la vida social, dejando atrás la
causalidad absoluta de Newton.
*Carlos Zuzunaga Flórez*
*LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ PRE-HISPÁNICO*
María Rostworoswski, que pone en duda muchos de los lugares
comunes difundidos y generalmente aceptados por los textos tradicionales de
historia pre-hispánica, sostiene, sin embargo, que los Incas destacaron en
la planificación de su Estado y se pregunta por qué el Perú ha dejado de
lado el espíritu organizativo andino.
Si hemos de seguir sosteniendo la diferencia entre organización como
administración y planificación como previsión racional del futuro, las
fuentes históricas deberán demostrar en qué medida lo que existió en el
Perú antes de la llegada de los conquistadores fue una u otra cosa, o un
sistema que comprendía ambas.
El auge del Estado Inca, según confirma la misma historiadora,
arranca no antes del siglo XV, esto es, poco tiempo antes de la llegada de
los españoles a nuestras costas; pero la amplitud del Imperio y las
condiciones en que había sido lograda y mantenida muestran sin duda una
racionalidad previsora superior a la perceptible en los episodios
siguientes de nuestra historia. Superior sin duda a la capacidad
administrativa de la Corona española en razón de la distancia y de la doble
distorsión de la información y de las disposiciones reales interesadas más
bien el lucro colonial que en un ideal imperial como el que pudo existir en
los Incas. Superior también acaso a la imposible racionalidad atribuible a
la caótica administración republicana posterior. El balance es por ello
favorable al Perú pre-hispánico si se juzga la organización nacional con
los criterios de planificación racional. (…)
*LA PLANIFICACIÓNEN LA COLONIA*
El éxito del descubrimiento de América y de la conquista son
acaso la mejor muestra de que el destino de los pueblos y de los hombres no
es el fruto de las decisiones de una racionalidad planificadora sino el
resultado inesperado de impulsos de aventura. Es así como nuestros pueblos
se incorporan a la cultura de Occidente; pero el manejo de un imperio
lejano, en las condición precaria de las comunicaciones de entonces, debió
requerir luego el empleo de un esfuerzo racional que, por tales condiciones
de comunicación, tuvo necesariamente una aplicación tardía, mediatizada y
en casos solamente formal, como se aprecia por las amplias facultades de
los Virreyes de las Audiencias y por la repetida referencia a la aplicación
condicionada y recortada de las normas llegadas de la metrópoli, lo que se
expresó en la frase de que las cédulas reales "se acatan pero no se
cumplen" (…)
*LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ REPUBLICANO*
* La transición. *La transición de la colonia a la República no
fue un pasaje brusco de una organización social y económica a otra
sustancialmente diferente. El Perú fue el foco central del colonialismo
español por varios siglos y quedó en el país la huella de ese hecho,
manifiesta en la necesidad de que la independencia se originara en
invasiones de fuerzas libertadoras externas a nuestras fronteras más bien
que en el esfuerzo liberador de los peruanos.
En tales condiciones, es claro que no ocurrió un "corte"
revolucionario en las condiciones sociales y económicas del país y que
sobre esa estructura de base se sobrepuso un largo período de inestabilidad
política marcada no solamente por la presencia de las fuerzas y los
caudillos "extranjeros" libertadores del país, sino particularmente por la
sucesión de guerras civiles en persecución del poder, lo que determinó,
entre otros fenómenos, el de la multiplicidad simultánea de caudillos y
grupos que reclamaban para sí una precaria legitimidad.
Sería superfluo, por tanto, examinar las circunstancias en que
se pudo haber previsto el futuro de una sociedad imprecisa no solamente en
cuanto a su centro de poder sino también en sus fronteras territoriales que
no llegaron a definirse, y ello aun incompletamente, hasta un siglo después
de proclamada la independencia.
Sin visión de futuro, las primeras décadas republicanas son más
bien una prolongación de sucesos caóticos y desordenados, la improvisación
de medidas económicas y sociales en que se mezclaba el mercantilismo
reinante entonces en Europa y particularmente en España, y el centralismo
borbónico que inspiró la política colonial en los lustros anteriores a la
independencia.
Un estudio sustancial de este hábito de improvisación no ocurre
sino al confrontarse la crisis derivada de la derrota del país en la Guerra
con Chile, cuyas consecuencias forzaron a repensar el país en términos
políticos y económicos por obra del Presidente Castilla*(*Nota: Debe ser
Cáceres*) y por el propósito de modernización que caracterizó a los
gobernantes del Partido Civil y posteriormente al gobierno de Leguía, cuya
concepción del progreso a la medida del siglo permitió cierto grado de
cambio reflejado particularmente, sin embargo, en un nuevo giro de la
inserción del país en la finanza internacional a través del endeudamiento
destinado a obras públicas, lo que muestra que la política de gobiernos
posteriores dirigida al mismo empeño se origina en una tendencia ya
experimentada de esfuerzos en esta dirección.
La crisis mundial de 1929 llevó a frustrar bruscamente los
esfuerzos de inserción en la finanza internacional y, además de las
consecuencias directas que ello tuvo en la política, determinó la puesta en
práctica de medidas económicas y sociales encaminadas a aliviar la
situación de emergencia, tales como la legislación -imperfecta como fue- de
apoyo a los desocupados, y otras decisiones tales como el incremento de los
impuestos a la coca y el alcohol que aliviaron la miseria urbana a costa de
la rural.
*El liberalismo*. Los esfuerzos de modernización protagonizados
por Castilla, por los civilistas y por Leguía, fueron en todo caso
mercantilistas. La revolución industrial estaba muy lejos de nuestras
costas, como desafortunadamente lo está aún hoy, y es explicable que en
esas condiciones no se hubiera logrado acceder a una etapa de capitalismo
moderno, que sólo él habría logrado modernizar realmente la economía y la
sociedad.
Esta ausencia de un esfuerzo efectivo de modernización a la
altura del tiempo contrasta con la historia económica y política de países
como Chile y Colombia, donde una burguesía local, que no logró plasmarse
igual en el Perú, determinó no solamente un período prolongado de
estabilidad política sino también el nacimiento de sendos partidos
liberales que hicieron de la modernización su bandera y propósito.
En la interpretación de la historia política y económica del
Perú ocurre una confusión originada por el hábito de generalizar la
experiencia de algunos países, hábito que cultivan constantemente los
críticos de la llamada izquierda nacional, que atribuyen a un
"liberalismo", que sólo existió en lo intelectual (Urquieta y Mostajo), la
existencia de fuerza política rectora, responsabilizando a los "liberales",
que nunca ejercieron poder en el Perú, de los males causados por regímenes
históricos que fueron, por el contrario, enemigos de la libertad económica
y practicantes asiduos del mercantilismo propio de una forma de capitalismo
trasnochado.
(…)
*Nota*.- La planificación no es ajena a nuestra historia.
Nuestro pasado precolombino es prueba de ello. Aporte meritorio del autor
es haber hecho el esquema de la planificación en nuestras etapas
históricas. Y en el análisis de nuestra realidad republicana señala que no
hemos tenido liberalismo. En verdad, apenas hemos tenido capitalismo
marginal, y ahora más que antes. Pero, pretender un nuevo liberalismo para
enfrentar el neoliberalismo es batalla perdida de antemano. Ese vacío lo
debe llenar el *Socialismo Peruano*.
Ragarro
30.05.12
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
cel 993754274
From: Colectivo Perú Integral <cperuintegral@gmail.com>
Date: Wed, 30 May 2012 06:30:15 -0500
Subject: Socialismo Peruano Hoy, De Activista a Activista (38), Para
Tejer la Red-11, La Planificación en el Perú (3-4)
To:
*Socialismo Peruano Hoy*
*De Activista a Activista* (38)
*PARA TEJER LA RED-11*
* *
*LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ *(3-4)
*Carlos Zuzunaga Flórez*
Es así como resulta evidente el distanciamiento contemporáneo
entre el llamado neo-liberalismo y las tendencias que proclaman la
necesidad de la planificación, pues en la medida en que ésta sea indicativa
-y será examinada la materia a propósito de la disposición constitucional
peruana sobre la planificación concertada- mantiene un grado de libertad no
solamente aceptable sino en saludable convivencia con el rol rector del
Estado como guía del desarrollo. El neo-liberalismo confundido con el caos
en que todo se deja a las fuerzas del mercado es, por ello, un falso
liberalismo, puesto que la vida en sociedad requiere la presencia y la
acción del Estado en una suerte de equilibrio constantemente ajustado a
circunstancias aleatorias en una economía globalizada y en un contexto
interno frecuentemente conflictivo cuando no plagado de agresiones.
El nuevo liberalismo, para distinguirlo de algún modo del tono
peyorativo que se adjudica al neo-liberalismo, es, pues, el respeto a la
libertad de mercado sólo en tanto y en cuanto ella es compatible con la
necesidad de un desarrollo equilibrado cuyo análisis final toca, como no
podía ser de otro modo, al ente soberano designado y controlado
democráticamente. Pero la esencia de este equilibrio radica en el respeto a
la libertad de las personas que incluye la libertad de acumulación de la
riqueza en la medida en que ésta contribuye al bien de la sociedad, de
acuerdo con las necesidades de ésta conforme son materia de ese análisis
global realizado por el Estado en nombre de la sociedad a ala que guía.
En este contexto conviene aún señalar una distinción entre la
planificación como instrumento para modelar la economía y la planificación
como arma fundamental para el cambio. Han sido ya mencionados los límites
que son propios de los esfuerzos de cambio inducido y carece de objetivo,
por tanto, incidir de nuevo sobre el tema, salvo para añadir que la
planificación, en cualquiera de sus grados o modalidades, determina un
desequilibrio en lo que sería el "estado natural" de las fuerzas sociales y
económicas. Este desequilibrio es, sin embargo, inevitable si se tiene en
cuenta que la sociedad moderna ha tomado conciencia de ser una sociedad
conflictiva. Dahrendorf ha examinado la materia en profundidad y carece de
objeto igualmente desarrollar más ampliamente el tema.
Bastará para ello terminar esta introducción manifestando que
la planificación pretende desconocer la incertidumbre y convertir la
sociología y la Economía en ciencias exactas cuando son en verdad
disciplinas sociales. Traducida esta comprobación al lenguaje puramente
científico, podría afirmarse que el "principio de incertidumbre" ideado por
Heisenberg para la física facilitó a Max Planck el logro del punto medio
con la exactitud matemática de Einstein, de tal modo que ese principio y
ese punto medio son hoy de aplicación a todos los aspectos del saber, a la
Filosofía, a la Economía, la Política y la vida social, dejando atrás la
causalidad absoluta de Newton.
*Carlos Zuzunaga Flórez*
*LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ PRE-HISPÁNICO*
María Rostworoswski, que pone en duda muchos de los lugares
comunes difundidos y generalmente aceptados por los textos tradicionales de
historia pre-hispánica, sostiene, sin embargo, que los Incas destacaron en
la planificación de su Estado y se pregunta por qué el Perú ha dejado de
lado el espíritu organizativo andino.
Si hemos de seguir sosteniendo la diferencia entre organización como
administración y planificación como previsión racional del futuro, las
fuentes históricas deberán demostrar en qué medida lo que existió en el
Perú antes de la llegada de los conquistadores fue una u otra cosa, o un
sistema que comprendía ambas.
El auge del Estado Inca, según confirma la misma historiadora,
arranca no antes del siglo XV, esto es, poco tiempo antes de la llegada de
los españoles a nuestras costas; pero la amplitud del Imperio y las
condiciones en que había sido lograda y mantenida muestran sin duda una
racionalidad previsora superior a la perceptible en los episodios
siguientes de nuestra historia. Superior sin duda a la capacidad
administrativa de la Corona española en razón de la distancia y de la doble
distorsión de la información y de las disposiciones reales interesadas más
bien el lucro colonial que en un ideal imperial como el que pudo existir en
los Incas. Superior también acaso a la imposible racionalidad atribuible a
la caótica administración republicana posterior. El balance es por ello
favorable al Perú pre-hispánico si se juzga la organización nacional con
los criterios de planificación racional. (…)
*LA PLANIFICACIÓNEN LA COLONIA*
El éxito del descubrimiento de América y de la conquista son
acaso la mejor muestra de que el destino de los pueblos y de los hombres no
es el fruto de las decisiones de una racionalidad planificadora sino el
resultado inesperado de impulsos de aventura. Es así como nuestros pueblos
se incorporan a la cultura de Occidente; pero el manejo de un imperio
lejano, en las condición precaria de las comunicaciones de entonces, debió
requerir luego el empleo de un esfuerzo racional que, por tales condiciones
de comunicación, tuvo necesariamente una aplicación tardía, mediatizada y
en casos solamente formal, como se aprecia por las amplias facultades de
los Virreyes de las Audiencias y por la repetida referencia a la aplicación
condicionada y recortada de las normas llegadas de la metrópoli, lo que se
expresó en la frase de que las cédulas reales "se acatan pero no se
cumplen" (…)
*LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ REPUBLICANO*
* La transición. *La transición de la colonia a la República no
fue un pasaje brusco de una organización social y económica a otra
sustancialmente diferente. El Perú fue el foco central del colonialismo
español por varios siglos y quedó en el país la huella de ese hecho,
manifiesta en la necesidad de que la independencia se originara en
invasiones de fuerzas libertadoras externas a nuestras fronteras más bien
que en el esfuerzo liberador de los peruanos.
En tales condiciones, es claro que no ocurrió un "corte"
revolucionario en las condiciones sociales y económicas del país y que
sobre esa estructura de base se sobrepuso un largo período de inestabilidad
política marcada no solamente por la presencia de las fuerzas y los
caudillos "extranjeros" libertadores del país, sino particularmente por la
sucesión de guerras civiles en persecución del poder, lo que determinó,
entre otros fenómenos, el de la multiplicidad simultánea de caudillos y
grupos que reclamaban para sí una precaria legitimidad.
Sería superfluo, por tanto, examinar las circunstancias en que
se pudo haber previsto el futuro de una sociedad imprecisa no solamente en
cuanto a su centro de poder sino también en sus fronteras territoriales que
no llegaron a definirse, y ello aun incompletamente, hasta un siglo después
de proclamada la independencia.
Sin visión de futuro, las primeras décadas republicanas son más
bien una prolongación de sucesos caóticos y desordenados, la improvisación
de medidas económicas y sociales en que se mezclaba el mercantilismo
reinante entonces en Europa y particularmente en España, y el centralismo
borbónico que inspiró la política colonial en los lustros anteriores a la
independencia.
Un estudio sustancial de este hábito de improvisación no ocurre
sino al confrontarse la crisis derivada de la derrota del país en la Guerra
con Chile, cuyas consecuencias forzaron a repensar el país en términos
políticos y económicos por obra del Presidente Castilla*(*Nota: Debe ser
Cáceres*) y por el propósito de modernización que caracterizó a los
gobernantes del Partido Civil y posteriormente al gobierno de Leguía, cuya
concepción del progreso a la medida del siglo permitió cierto grado de
cambio reflejado particularmente, sin embargo, en un nuevo giro de la
inserción del país en la finanza internacional a través del endeudamiento
destinado a obras públicas, lo que muestra que la política de gobiernos
posteriores dirigida al mismo empeño se origina en una tendencia ya
experimentada de esfuerzos en esta dirección.
La crisis mundial de 1929 llevó a frustrar bruscamente los
esfuerzos de inserción en la finanza internacional y, además de las
consecuencias directas que ello tuvo en la política, determinó la puesta en
práctica de medidas económicas y sociales encaminadas a aliviar la
situación de emergencia, tales como la legislación -imperfecta como fue- de
apoyo a los desocupados, y otras decisiones tales como el incremento de los
impuestos a la coca y el alcohol que aliviaron la miseria urbana a costa de
la rural.
*El liberalismo*. Los esfuerzos de modernización protagonizados
por Castilla, por los civilistas y por Leguía, fueron en todo caso
mercantilistas. La revolución industrial estaba muy lejos de nuestras
costas, como desafortunadamente lo está aún hoy, y es explicable que en
esas condiciones no se hubiera logrado acceder a una etapa de capitalismo
moderno, que sólo él habría logrado modernizar realmente la economía y la
sociedad.
Esta ausencia de un esfuerzo efectivo de modernización a la
altura del tiempo contrasta con la historia económica y política de países
como Chile y Colombia, donde una burguesía local, que no logró plasmarse
igual en el Perú, determinó no solamente un período prolongado de
estabilidad política sino también el nacimiento de sendos partidos
liberales que hicieron de la modernización su bandera y propósito.
En la interpretación de la historia política y económica del
Perú ocurre una confusión originada por el hábito de generalizar la
experiencia de algunos países, hábito que cultivan constantemente los
críticos de la llamada izquierda nacional, que atribuyen a un
"liberalismo", que sólo existió en lo intelectual (Urquieta y Mostajo), la
existencia de fuerza política rectora, responsabilizando a los "liberales",
que nunca ejercieron poder en el Perú, de los males causados por regímenes
históricos que fueron, por el contrario, enemigos de la libertad económica
y practicantes asiduos del mercantilismo propio de una forma de capitalismo
trasnochado.
(…)
*Nota*.- La planificación no es ajena a nuestra historia.
Nuestro pasado precolombino es prueba de ello. Aporte meritorio del autor
es haber hecho el esquema de la planificación en nuestras etapas
históricas. Y en el análisis de nuestra realidad republicana señala que no
hemos tenido liberalismo. En verdad, apenas hemos tenido capitalismo
marginal, y ahora más que antes. Pero, pretender un nuevo liberalismo para
enfrentar el neoliberalismo es batalla perdida de antemano. Ese vacío lo
debe llenar el *Socialismo Peruano*.
Ragarro
30.05.12
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
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