domingo, 13 de mayo de 2012

JULIO SEXTO : LAS ABANDONADAS


Como me dan pena las abandonadas,
que amaron creyendo ser también amadas,
y van por la vida llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño!...

�Como hay quien derribe del árbol la hoja
y al verla en el suelo ya no la recoja,
y hay quien a pedradas tire el fruto verde
y lo eche rodando después que lo muerde!

�Las abandonadas son fruta caída
del árbol frondoso y alto de la vida; 
son, mas que caída, fruta derribada
por un beso artero como una pedrada!

Por las calles ruedan esas tristes frutas
como maceradas manzanas enjutas,
y en sus pobres cuerpos antaño turgentes,
llevan la indeleble marca de unos dientes....

Tienen dos caminos que escoger: el quicio
de una puerta honrada o el harem del vicio;
� y en medio de tantos, de tantos, de tantos rigores,
aun hay quien a hablarles se atreve de amores!

Aquellos magnates que ampararlas pueden,
mas las precipitan para que más rueden,
� y hasta hay quien se vuelva su postrer verdugo
queriendo exprimirlas si aun les queda jugo!

Las abandonadas son  como el bagazo
que alambica el beso y exprime el abrazo;
si aun les queda zumo, lo chupa el dolor;
�son triste bagazo, bagazo de amor!

Cuando las encuentro me llenan de angustias
sus senos marchitos y sus caras mustias,
y pienso que arrastra su arrepentimiento
un niño que es hijo del remordimiento...

�El remordimiento lo arrastra algún hombre oculto,
que al niño niega techo y nombre!
Al ver esos niños de blondos cabellos 
yo quisiera amarlos y ser padre de ellos.

Las abandonadas me dan estas penas,
por que casi todas son mujeres buenas;
son manzanas secas, son fruta caída
del árbol frondoso y alto de la vida.

No hay quien las ampare, no hay quien las recoja
mas que el mismo viento que arrastra la hoja...
�Marchan con los ojos fijos en el suelo,
cansadas en vano, de mirar al cielo!

De sus hondas cuitas, ni el señor se apiada,
porque de estas cosas...�  dios no sabe nada!
y así van las pobres, llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un niño.

1 comentario:

  1. Los Corridos


    Cuanto dolor causan los pobres corridos
    que unieron sus vidas a sueños fallidos
    creyeron, las faldas de mujeres recias
    cubrirían sus faltas, vicios y carencias

    Como perro flaco, enfermo, con roña
    provocando asco y desprecio a una Doña
    como joya falsa mejor que se pierda
    no hay mujer que quiera un inútil de mierda

    Todos los corridos son aires viciados
    vagan por la vida como mutilados
    no les queda alma, su aliento es podrido
    lleno de promesas que nunca han cumplido

    Como a popó fresca les huye la gente
    si se embarra alguien como se arrepiente
    son comidas finas defecadas toscas
    reciben visita solo de las moscas

    Cuanta repugnancia causan los corridos
    llevan en su ropa tonos percudidos
    tienen en la frente la p del pendejo
    cargan en la cara el yerro en un dejo

    Entre tanta chica sedienta de amores
    iluminan vidas solo por fulgores
    no hay soporte firme son irresponsables
    cortan compromisos con miedos por sables

    Les huele la cola, les hieden las patas
    no tienen motivos, viven entre ratas
    regalan sus días a los veladores
    a los cantineros, son trasnochadores

    Los pobres corridos no tienen ni casa
    ni siquiera toman café en una taza
    no tienen cobijas, ni donde dormir
    nómadas por siempre, les gusta sufrir.

    Lástima me causan los infortunados
    de espíritu corto, de bríos menguados
    como la semilla de estéril cimiento
    no caen en la tierra, se van con el viento

    Pobres los corridos de mente que exculpa
    de ser perdedores no creen tener culpa
    pues la madre suerte no animó sus almas
    ni agitó sus ganas, ni movió sus calmas

    Llevan por zapatos dos bolas de plomo
    que arrastran despacio no tienen aplomo
    no exigen su sueldo, ni sueñan fortunas
    viven miserables, andan en ayunas

    Dios se apiade de ellos, los tristes corridos
    que andan por el mundo fuera de sus nidos
    en casa dejaron a sus heredados
    forjaron en vano, no fueron medrados.

    Amaranta Madrigal ©

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