MI REFLEXIÓN SOBRE EL CASO DE LA PARADA
Lo acontecido con la reubicación de los comerciantes de La Parada al Gran Mercado de Santa Anita, es parte de la política del desarrollo capitalista en el país. Responde a esa necesidad económica o como le han venido a llamar “modernización del comercio en el siglo XXI”.
Susana Villarán y ese sector de la izquierda reformista lo han implementado.
Lo mismo se viene en el sector transporte. Lo están haciendo también en el tema de la infraestructura vial de Lima. Es el desarrollo del capitalismo.
Y, como sabemos, este desarrollo capitalista, aunque bajo la dirección reformista ahora, siempre se abrió paso arruinando a los pequeños comerciantes y trabajadores. Es la historia de la acumulación del capital y su desarrollo.
En el caso de la Parada se ha complicado por la mafia existente allí, de un sector de la burguesía mercantil, que pretendió resistir para mantener sus fueros de lucro en condiciones de atraso y de informalidad abusiva. Usando como carne de cañón a trabajadores y pequeños comerciantes esta mafia se jugó su suerte. Y utilizando a elementos lumpen, como fuerza de choque y dirigente de la resistencia, finalmente distorsionó la lucha justa de estas capas pequeñas de comerciantes y trabajadores.
Un aspecto clave es ver como la resistencia del pueblo puede vencer acciones de represión. Pero sin dirección revolucionaria tiene limitaciones. Y si la conduce una mafia con delincuentes de por medio se degenera, y finalmente sirve a la propaganda burguesa, como ahora se ve circular. La burguesía exige que el Estado de Derecho implantado en La Parada se haga extensivo a Cajamarca, para implantar CONGA.
La política socialista jamás se escuda en la fuerza de la mafia ni en la fuerza del lumpen. Libera a las masas de esas influencias y busca una solución democrática. Jamás puede dejar un problema social en manos de la policía. Como la política reformista no es política socialista, se ha venido oficiosa de medidas represivas, sin dimensionar las consecuencias reales, solo y únicamente para implementar la “modernización” de Lima. Finalmente, unas cuantas muertes, varios casos de heridos, detenidos –especialmente los no delincuentes– y la mansilla de la moral de un pueblo, que valen, si de por medio está el desarrollo del capitalismo en el Perú. Esa parece ser la conducta de una izquierda reformista, temerosa del sable de la revocatoria y blanda ante la presión de la gran burguesía.
Nuestra solidaridad con los pequeños comerciantes y con los trabajadores de La Parada, pero nuestro deslinde con la burguesía mercantil mafiosa y sus métodos delincuenciales que distorsionan toda justa reivindicación. Queda seguir la lucha para que la Municipalidad y el Gobierno Central asuman los reclamos de los trabajadores y pequeños comerciantes de no desaparecer al desaparecer La Parada.
MI REFLEXIÓN SOBRE EL CASO DE LA PARADA
Lo acontecido con la reubicación de los comerciantes de La Parada al Gran Mercado de Santa Anita, es parte de la política del desarrollo capitalista en el país. Responde a esa necesidad económica o como le han venido a llamar “modernización del comercio en el siglo XXI”.
Susana Villarán y ese sector de la izquierda reformista lo han implementado.
Lo mismo se viene en el sector transporte. Lo están haciendo también en el tema de la infraestructura vial de Lima. Es el desarrollo del capitalismo.
Y, como sabemos, este desarrollo capitalista, aunque bajo la dirección reformista ahora, siempre se abrió paso arruinando a los pequeños comerciantes y trabajadores. Es la historia de la acumulación del capital y su desarrollo.
Lo acontecido con la reubicación de los comerciantes de La Parada al Gran Mercado de Santa Anita, es parte de la política del desarrollo capitalista en el país. Responde a esa necesidad económica o como le han venido a llamar “modernización del comercio en el siglo XXI”.
Susana Villarán y ese sector de la izquierda reformista lo han implementado.
Lo mismo se viene en el sector transporte. Lo están haciendo también en el tema de la infraestructura vial de Lima. Es el desarrollo del capitalismo.
Y, como sabemos, este desarrollo capitalista, aunque bajo la dirección reformista ahora, siempre se abrió paso arruinando a los pequeños comerciantes y trabajadores. Es la historia de la acumulación del capital y su desarrollo.
En el caso de la Parada se ha complicado por la mafia existente allí, de un sector de la burguesía mercantil, que pretendió resistir para mantener sus fueros de lucro en condiciones de atraso y de informalidad abusiva. Usando como carne de cañón a trabajadores y pequeños comerciantes esta mafia se jugó su suerte. Y utilizando a elementos lumpen, como fuerza de choque y dirigente de la resistencia, finalmente distorsionó la lucha justa de estas capas pequeñas de comerciantes y trabajadores.
Un aspecto clave es ver como la resistencia del pueblo puede vencer acciones de represión. Pero sin dirección revolucionaria tiene limitaciones. Y si la conduce una mafia con delincuentes de por medio se degenera, y finalmente sirve a la propaganda burguesa, como ahora se ve circular. La burguesía exige que el Estado de Derecho implantado en La Parada se haga extensivo a Cajamarca, para implantar CONGA.
La política socialista jamás se escuda en la fuerza de la mafia ni en la fuerza del lumpen. Libera a las masas de esas influencias y busca una solución democrática. Jamás puede dejar un problema social en manos de la policía. Como la política reformista no es política socialista, se ha venido oficiosa de medidas represivas, sin dimensionar las consecuencias reales, solo y únicamente para implementar la “modernización” de Lima. Finalmente, unas cuantas muertes, varios casos de heridos, detenidos –especialmente los no delincuentes– y la mansilla de la moral de un pueblo, que valen, si de por medio está el desarrollo del capitalismo en el Perú. Esa parece ser la conducta de una izquierda reformista, temerosa del sable de la revocatoria y blanda ante la presión de la gran burguesía.
Nuestra solidaridad con los pequeños comerciantes y con los trabajadores de La Parada, pero nuestro deslinde con la burguesía mercantil mafiosa y sus métodos delincuenciales que distorsionan toda justa reivindicación. Queda seguir la lucha para que la Municipalidad y el Gobierno Central asuman los reclamos de los trabajadores y pequeños comerciantes de no desaparecer al desaparecer La Parada.
Un aspecto clave es ver como la resistencia del pueblo puede vencer acciones de represión. Pero sin dirección revolucionaria tiene limitaciones. Y si la conduce una mafia con delincuentes de por medio se degenera, y finalmente sirve a la propaganda burguesa, como ahora se ve circular. La burguesía exige que el Estado de Derecho implantado en La Parada se haga extensivo a Cajamarca, para implantar CONGA.
La política socialista jamás se escuda en la fuerza de la mafia ni en la fuerza del lumpen. Libera a las masas de esas influencias y busca una solución democrática. Jamás puede dejar un problema social en manos de la policía. Como la política reformista no es política socialista, se ha venido oficiosa de medidas represivas, sin dimensionar las consecuencias reales, solo y únicamente para implementar la “modernización” de Lima. Finalmente, unas cuantas muertes, varios casos de heridos, detenidos –especialmente los no delincuentes– y la mansilla de la moral de un pueblo, que valen, si de por medio está el desarrollo del capitalismo en el Perú. Esa parece ser la conducta de una izquierda reformista, temerosa del sable de la revocatoria y blanda ante la presión de la gran burguesía.
Nuestra solidaridad con los pequeños comerciantes y con los trabajadores de La Parada, pero nuestro deslinde con la burguesía mercantil mafiosa y sus métodos delincuenciales que distorsionan toda justa reivindicación. Queda seguir la lucha para que la Municipalidad y el Gobierno Central asuman los reclamos de los trabajadores y pequeños comerciantes de no desaparecer al desaparecer La Parada.
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