EL ‘HUEVO DE COLON’ DE LA REFUTACION A MARX
La Conferencia del señor Haya sobre Filosofía del Aprismo y los
artículos publicados sobre este mismo tema, constituyen el más grueso
contrabando de ignorancia de que tengamos noticia en América Latina.- Desde el
número 3 de VANGUARDIA venimos publicaado artículos de refutación a Haya de la
Torre.
Hoy enfocamos el punto
que el señor Haya y su gente estiman como el “huevo de Colón” del refutamiento;
como “la paloma” del castillo de fuegos de artificio, como una verdadera “bomba
atómica”.
El señor
Haya de la Torre en su empeño de refutar a Marx, y de asumir, -como dice, sin
ruborizarse, Antenor Orrego- “la
rectoría Espiritual del Continente”, convocó a sus oyentes al Teatro Municipal,
para revelar, en ambiente propicio, su más precioso y resonante descubrimiento.
El
gran refutador del Marxismo nos trae una bomba atómica, fabricada –según
Antenor Orrego- en los laboratorios de Incahuasi, por el Gran Alquimista
Uia-pacushka.
Antenor
trata de embaucarnos. La bomba atómica no es producto de Incahuasi. Fue lanzada
hace muchos años en el libro “Guía de la Familia” de C.E.M. Joad, cuya versión
castellana fue editada por Losada de Buenos Aires, en 1940. En la página 431
del mencionado libro y en la 1932 está delineada y establecida la “pérdida del
motorcito de la Historia”, el cese de la Lucha de Clases y, en consecuencia, la
caída espectacular y abocinada del marxismo en el absurdo filosófico, en el
desastre lógico.
El
señor Haya no es el inventor del argumento. Lo ha copiado de C.E.M. Joad; la
bomba atómica no es un producto de Incahuasi; el gran Alquimista Uia-Pacushka
es sólo un copista, un imitador, un repetidor de calcos y moldes europeos. Ni
siquiera tiene el mérito de la originalidad.
El
señor Haya ha afirmado que Marx dice que el motor de la Historia es la Lucha de
Clases. Exactamente lo mismo que afirma Joad. Y que Marx traza la perspectiva
del desarrollo histórico y prevé que la humanidad futura estará constituida por
una sociedad sin clases. Luego –concluye el señor Haya, coincidiendo
exactamente con C.E.M.Joad- si se acaba el motor de la Historia, que es la
Lucha de Clases, ¿cómo podrá marchar la Historia sin motor? ¿Qué hará el
Marxismo , el materialismo histórico y el Materialismo Dialéctico el día que se
haya perdido el motorcito de la historia? He aquí el argumento contundente de
la refutación.
La gente que no ha leído nunca el libro de Joad y su inepto párrafo de
las páginas 431 y 32, recibe como una novedad el argumento del señor Haya. Y no
habrá quien no quede impresionado ante este descubrimiento genial, que confunde
y pone en éxtasis de anacoreta a Antenor, ante este argumento sencillo,
pulverizante y digno de facilitar el salto a “la Rectoría espiritual de
América”.
Como
a Víctor Raúl le fracasó aquella aspiración de ostentar el título de Maestro de
la Juventud, quiere hacerse otorgar otro más académico, el de la “Rectoría” que
le concede el señor Orrego, por la invención de la Bomba Atómica.
Por
nuestra parte, desarmemos la bomba atómica y veremos que no se trata ni
siquiera de aquellos burdos “camotes” que sirvieron para sembrar el terror en
tiempos menos democráticos o nada democráticos”.
Marx
dice, al abrir su célebre “Manifiesto Comunista”, que “La Historia de la
Humanidad es la Historia de la Lucha de Clases”.
En
efecto, en toda la época abarcada por Marx en su Manifiesto, la Lucha de Clases
es un hecho histórico, irrefutable y concreto. En nuestros días lo sigue
siendo. Pero, esto no significa que así será, sin cambio, por los siglos de los
siglos, ni que así fue desde el principio, es decir, desde la parición del
hombre sobre la tierra.
Engels ha esclarecido muy precisamente esta cuestión. Hay, escribe, “Dos
poderes inexorables que han impulsado a la humanidad a través de los tiempos: el
hambre y el amor” Y luego, cuando glosa “El Manifiesto Comunista” afirma que se
trata de “la Historia Escrita de la
Humanidad”. El principio de la Lucha de Clases, en consecuencia, no rige –según
Marx y el marxismo- en las sociedades primitivas, en la proto-historia, o en
aquella historia incipiente, en la que los hechos están profusamente
entremezclados con tradiciones y leyendas, con mitologías y hazañas
sobrehumanas..
Allí, impera muy vigorosamente no aún la lucha de
clases, sino aquellos dos poderes inexorables: el hambre y el amor.
La
Lucha de Clases términa sólo cuando se opera la abolición integral de la
propiedad privada, es decir cuando triunfa y se impone el socialismo en la vida
de una sociedad dada. Esto implica supresión de las clases, abolición de la
lucha entre ellas, creación de la sociedad sin clases. Este es precisamente el
tipo de sociedad que se halla ya establecido en la Rusia Soviética.
Allá
ya no hay clases; hay sólo categorías sociales, condicionadas por la capacidad
de trabajo de cada cual. No obstante, la historia sigue desarrollándose dentro
de las orientaciones del marxismo, en concordancia con la Dialéctica Marxista.
Y es
que aquello del “Motor de la Historia” es una metáfora, un lindo juego de
palabras, que ayuda al señor Haya a tener razón.
Marx ha explicado con amplitud y prolija claridad, la visión del futuro
en el desenvolvimiento social. La Historia se desenvuelve bajo el impulso de
las contradicciones sociales internas. Estas contradicciones no son eternas ,
ni invariables, ni idénticas, ni siempre iguales, varían con las épocas, cambian, dan saltos, se transforman
en su negación y éstas en su nueva negación. No permanecen ni estáticas ni
fijas. Se agudizan y se suavizan; tienen flujos y reflujos; están vivas. Tal es
la esencia del Marxismo.
Tratar
de inmovilizar las contradicciones sociales en la Lucha de Clases, es
sofisticar a Marx, es crear un muñeco para darse el lujo de derribarlo, es
mentir con desenfado y con descaro. Y esto es lo que hacen el señor Haya y su
gente.
Hay
una etapa de la Historia de la Humanidad en que, sin duda alguna, categórica,
palmariamente, la Historia de la Humanidad es la Historia de la Lucha de
Clases. Esto, desde que existe la Historia escrita hasta nuestros días. Los
millones de años antes, no era ésta la contradicción sustantiva. Tan luego como
desaparecen las clases en una sociedad dada, la Lucha de Clases deja de ser la
contradicción esencial. La sociedad cambia y comienza a obedecer a otras leyes.
Los contrarios han sido cambiados, sustituidos en el primer plano, por otros
contrarios. Esto es lo que ahora está aconteciendo en Rusia. La sociedad
socialista está liquidando los residuos de la herencia del pasado, no solamente
en la producción, en las relaciones económicas y sociales, sino además –y esto
es muy importante- en la vida y en la conciencia de los hombres.
Del
régimen socialista –período de la liquidación total de las clases- en el cual
impera el principio básico de “Cada uno rinde según su capacidad, y cada uno
recibe según esa capacidad”, la sociedad entrará en la etapa comunista,
marchando hacia la abolición del Estado, hacia la liquidación del Poder
Político, lo cual será sustituido por un vasto y complejo sistema técnico. En
esta nueva etapa imperará el régimen en el cual “cada uno dará según su
capacidad y cada uno recibirá según sus necesidades”.
¿Qué
lo que moverá la Historia de esta sociedad sin clases? ¡Pobre Historia sin
motor, según el señor Haya!, ¡Desventurado Marx, que no tuvo la fineza de talento de pensar que
vendría un día, en su carro de nubes, con Chullo, poncho y montera, el Gran
Pachacútec, a plantearle la gran objeción, abollarle toda la magistral teoría y
congelarle todo el pensamiento genial.
Pero, Marx era mucho más perspicaz, sutil y
clarísimo de lo que el señor Haya ha imaginado. Carlos Marx parece que había
previsto la objeción del señor Haya. Así nos dice con sencillez, “Cuando ya no
existan clases, cuando las contradicciones sociales hayan sido superadas y
resueltas, cuando el hombre haya llegado a ser el Hombre Total, dominando su
mundo desde la cima del Humanismo Integral, pues la Historia será regida por
una viviente y perdurable contradicción”.
¡Ya
no será la Lucha de Clases, señor Haya!
Será
la “contradicción entre el Hombre y la
Naturaleza. Entre el hombre que avanzará humanizando la Naturaleza, proceso a través de cuyo
desarrollo, se “naturará” el Hombre. Esta lucha será la marcha hacia la
Naturaleza Humanizada y hacia la Humanidad Naturada. Y esta contradicción
durará tantos milenios, cuanto existan frente a frente, el Hombre y la
Naturaleza”.
¡Que
tal Pachacútec!
El
viejo genial había previsto que en este soberbio y magnífico rincón de la
tierra, se erguía un día, en gloria y majestad, el hijo del Gran Chimú, para
decir cosas sandías. Y antes de morir, el gran filósofo dejo escrita la
refutación del refutador.
Del vasto y tenaz empeño que el señor Haya y sus acólitos han puesto en
esta “Refutación del Marxismo Congelado” y de la gigantesca zalagarda que han
armado sobre el novísimo argumento descubierto por Pachacútec, se desprenden
dos conclusiones, bien precisas:
La
primera conclusión es que Víctor Raúl, sus consejeros y sus sabios en general,
son completamente ignorantes en marxismo. Tan ignorantes o más de lo que
demostraron ser en Economía, cuando interpelaron al Minsitro de Agricultura. A
la sombra de esta ignorancia que se la imaginan compartida por todo el Perú y
hasta por todo el continente, lanzan inepcias como la del “motorcito perdido de
la historia”.
Si
hubiesen conocido las conclusiones de Marx sobre el proceso social, no habrían
caído en el ridículo en el que ahora se ven cogidos.
La
segunda conclusión que es dable obtener, es el empeño que ha puesto el señor
Haya en presentarse a nuestra Derecha como su salvador. El mismo juego de
Adolfo Hitler. Haya pretende meter miedo a la derecha con el comunismo. Lo
quiere presentar como un monstruoso peligro potencial. Señala hacia Rusia;
asusta a los burgueses timoratos, les muestra los bigotazos de Stalin, el
capote de Zhukov, la espada de Koniev y hasta el sable de Budionev, y les
grita: ¡Ya vienen…ya se vienen…Aquí, todos a mi, el gran clavo caliente que
está predestinado a salvar vuestros capitales, vuestras haciendas, vuestro
dinero en los Bancos, vuestras mujeres y vuestras hijas! ¡Venid a mí, Derecha
de mi corazón, pues yo no fui siempre sino un resentido, un hijo pródigo, un
“enfant terrible” que siente sobre sus adiposidades el peso fiero y terco de la
vejez! ¡En vuestro apacible seno se trabaja tan poco y se vive tan bien y se
goza tanto…que no vale la pena estar haciéndose el revolucionario!
Si no
os entregáis a mí – dice el señor Haya, a la Derecha- los comunistas os
cortarán la cabeza. Y hay quienes se palpan el cuello para saber si el cuchillo
está todavía lejano.
El
señor Haya y el Apra, pasan así de una etapa a otra, más avanzada, de reaccionarismo.
Primero, se han empeñado en probar que el aprismo no es marxismo; que nada
tienen que ver con él, ni con sus tendencias renovadoras, avanzadas o
revolucionarias. Luego, ahora, después de las cenas y los festines ofrecidos
por la gran aristocracia; después de los suculentos almuerzos a bordo de los
“yacths” de millonarios, el señor Haya trata de demostrar que no sólo no es
marxista, sino que además puede salvar a Derecha Peruana del horrendo peligro
bolchevique.
El
lenguaje, la postura y la maniobra son
exactamente los que utilizó Adolfo Hitler en el terreno mundial.
exactamente los que utilizó Adolfo Hitler en el terreno mundial.
Sólo que Víctor Raúl no es Adolfo, el Perú no es Alemania y las
condiciones concretas en que se desenvuelve la vida americana y mundial, no se
prestan para que tome contextura el “espectro del comunismo”.
Y
éste es otro nuevo fracaso del señor Haya.
En
próximo artículo analizaremos la Refutación de Lenin.
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