sábado, 16 de noviembre de 2013

RAVINES : OYÓ CANTAR EL GALLO PERO NO SABE DONDE Y JUAN GARGUREVICH : LA CACHETADA DE GENARO CARNERO CHECA A RAVINES


OYÓ CANTAR EL GALLO PERO NO SABE DONDE
Eudocio Ravines


El aprismo descansa, según sus más destacados corifeos, sobre la base, si base puede ser, de una “Filosofia Relativista”.


La Relatividad nación en el silencio de los gabinetes y en la seriedad científica de los laboratorios. Surgió, como teoría genial en una cuna de cálculos integrales y diferenciales, expresada en un idioma abstruso e incomprensible para los que no dominamos la Alta Matemática. Y comenzó su peregrinaje por el mundo afrontando las más recias, tozudas y exigentes comprobaciones.

Discutieron los sabios; esos hombres raros que se pasan por horas, los días y los años frente al microscopio, ante las probetas, los matraces y los tubos de ensayo, o hurgando a través de las chimeneas de los telescopios el guiñar de las estrellas, cultivando unos caldos venenosos de donde ha de surgir la salud y la vida de las gentes.

La discusión saltó a las aulas universitarias, a las Academias y a los Ateneos. La prensa recogió el tenor de las polémicas y se mezcló en el fragor de estas peleas titánicas en las que se trenzaron los sabios. Y así, la Teoría de la Relatividad se puso de moda. Sus términos específicos entraron en el diccionario popular y se incorporaron al léxico de los colegiales de Instrucción Media. Los libros de investigación se multiplicaron y continúan saliendo de las prensas por millones. No obstante, la Teoría de la Relatividad no es cuestión comprensible para todos, ni al alcance de la generalidad de los mortales provistos de mediana cultura.

Fue aquí, en esta etapa, cuando el señor Haya de la Torre capturó la palabra de moda. Relativismo, Relatividad Restringida, Relatividad Generalizada.- Nombres mucho más simpáticos que el Absoluto, el Noumeno y las Antinomías. Y proclamó que el aprismo es relativista.


“Toda verdad es Relativa” afirma categóricamente el señor Haya de la Torre, al forjar lo que él denomina pomposamente la “filosofía del apra”. Y si toda verdad es relativa pues el aprismo se hace relativista.

Haya ha mal copiado el aserto hegeliano y ha mutilado el apotegma marxista. “Toda verdad es Relativa, pero al mismo tiempo, toda verdad es Absoluta”. Y aquí reside sustantivamente la certeza y la seguridad que el hombre puede tener en una verdad que merezca el nombre de tal. El señor Haya al mutilar la categórica definición marxista, ha hecho de su concepción de la verdad el más putrefacto oportunismo. Toda verdad es relativa, porque toda verdad es dialéctica, pasa, se va, ya se fue, ya no es verdad, y ahora…de nuevo y acomodarse.

¡Qué verdad, qué moral más cómoda para los satimbanquis!
Este relativismo del señor Haya nada tiene que ver ni con la Dialéctica Hegeliana, ni con el marxismo, ni con la Relatividad de Einstein.

No con la dialéctica hegeliana porque para Hegel toda verdad por el hecho de serla, es válida y por consiguiente absoluta; pero al propio tiempo es relativa porque es perecedera, porque no dura para siempre. El señor Haya ha tomado la segunda parte de Hegel; la primera no la ha comprendido, o no le conviene comprenderla.

No con el marxismo , la verdad para esta filosofía es el fiel reflejo del proceso de la realidad. Y si es tal, pues tal verdad es absoluta y es relativa a la vez.

Esto que parece un juego de paradojas, es más comprensible con un ejemplo: nuestra existencia física, verbigracia, es una verdad absoluta. Existimos, vivimos, pensamos, somos. Pero esta verdad categórica, innegable y absoluta, es, a la vez, una verdad relativa, porque el día que muramos dejará de ser verdad.

El Relativismo del señor Haya no tiene nada que ver con el de Einstein porque para el sabio genial, Relatividad es lo que cambia y varía en relación con algo que él denomina “Invariante”. Y ese Invariante absoluto es la velocidad constante de la luz a trescientos mil kilómetros por segundo. Para el señor Haya, el relativismo aprista, es lo que está en relación con sus propios y personales caprichos subjetivos, lo que cambia en relación con sus conveniencias, lo que varía como veleta según el soplo de los vientos.
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Historias de Periodistas
Juan Gargurevich 11/07/2007

Eudocio Ravines, periodista político, campeón peruano del anticomunismo de los tiempos macartistas, era agente de la Agencia Central de Inteligencia,la CIA.Los comunistas de aquellos años 60 lo denunciaban a los cuatro vientos pero él aseguraba que todo era una maniobra de la KGB, el servicio secreto soviético, que quería desacreditarlo.(Años más tarde, el New York Times publicó –el 26 de diciembre de 1977, en la p. 37- los resultados de una sesuda investigación sobre los lazos de la CIA y los medios y en la lista latinoamericana estaba, en primerísimo lugar, Eudocio Ravines, contratado como escritor. Y no fue ninguna sorpresa en el Perú).Ravines practicaba la denuncia con vehemencia y aprovechaba cualquier tribuna, incluyendo su propia revista “Vanguardia”, para descubrir y revelar presuntos comunistas y en particular a los políticos de oposición al gobierno de Manuel Prado.Tenía adversarios, por supuesto. Y quizá el principal era otro periodista, izquierdista convicto y confeso, Genaro Carnero Checa, que era exactamente lo opuesto aunque habían sido amigos antes del traspaso de Ravines a las tiendas del espionaje norteamericano.El “Negro” Genaro había sufrido cárceles, deportaciones, publicado revistas, diarios, libros, obtenido el Premio Nacional de Periodismo con una biografía de José Carlos Mariátegui, había organizado la Federación de Periodistas del Perú y gozaba, en fin, de un prestigio a toda prueba.La noche del 5 de setiembre de 1960, otro legendario periodista, Alfonso Tealdo abría su programa “Ante el Público” en el Canal 13 (hoy Cinco) de la av. Arequipa. Los panelistas eran Silva Santisteban, Luis Loli Roca y Mario Herrera Gray. El invitado principal era Eudocio Ravines para tratar el tema “La infiltración comunista en el Perú”, sobre la cual se proclamaba experto.El diálogo con los panelistas fue áspero por los excesos de Ravines que comenzó acusando a El Comercio, después a La Prensa de Beltrán y luego pasó a criticar a los dirigentes comunistas que eran, dijo “unos cobardes”.Genaro Carnero Checa estaba cenando en su casa y viendo el programa y cuando escuchó el insulto se sintió aludido, no lo pensó dos veces, tomó un taxi, entró el Canal sin problemas, ingresó raudo al set y saltando al centro se acercó al atónito Ravines y ¡pláf! le asestó una fuerte bofetada que hizo tambalear.-¡A mí no me llamas cobarde! –añadió y no pudo darle otra porque lo sujetaron ysacaron a la fuerza.Todo había sido en Vivo y en Directo, provocando la llegada de la policía pero también un tumulto de izquierdistas que convirtieron el Canal en un pandemónium, entre los guardias que jalaban al periodista y otros, sus amigos, que lo defendían pero no pudieron evitar que Carnero Checa fuera detenido y llevado a la ominosa Prefectura aunque fue internado luego en un Hospital y soltado en menos de 24 horas.El ingenioso humorista Sofocleto le tomó el pelo a partir de entonces llamándolo “Kid Cachetada Ravines”.Fue un episodio memorable de la historia periodística y política del Perú.

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