sábado, 9 de noviembre de 2013

RAVINES : “ESPACIO-TIEMPO” ARMA DE NUEVOS MELGAREJOS PERIODICO VANGUARDIA


Nota del blog:
Ravines en todo lo que dice de Haya se cumple para su persona; ser agente del imperialismo norteamericano. En 1952 Publica La Gran estafa, libro  de marcado pro Imperialismo norteamericano
BSPA


En el mundo finito y mortal dentro del cual nos movemos, en medio de las condiciones siempre cambiantes en las que se orienta nuestra vida y se contextura nuestra conducta –ya individual, ya social, lo relativo, la relatividad y el relativismo, aparecen como hechos evidentes. Todo esta  sometido a perpetuo cambio, a mutación ininterrumpida. La vida de los hombres, de las sociedades y los pueblos, es un eslabonamiento incesante de hechos distintos y antagónicos.
Es de aquí de donde el señor Haya de la Torre ha extraído todo aquello que él llama “Filosofía del Aprismo”  y de donde ha sacado los materiales de su concepción  política, de su moral y de su lógica. A este hacinamiento, le ha denominado dialéctica. Y a este relativismo de pacotilla ha pretendido encumbrar a la categoría de concepción filosófica, acompañándola de la audacia de enfrentar el esperpento a las concepciones filosóficas de Hegel y de Marx.
Si actuamos exclusivamente dentro de esta concepción relativista –como hace Haya de la Torre- si operamos sólo dentro del mundo de lo relativo, pues la verdad concreta y objetiva no existiría. No podría  instituirse lógica alguna, que no fuese la del vértigo del hecho que pasa, no sería  dable echar las bases de una moral digna de respeto y capaz de servir de norma y directiva a la conducta y a las acciones humanas. Lo episódico devoraría  insaciable lo permanente y el hombre debería renunciar al hallazgo de la verdad.
Esto es precisamente lo que sienta Haya de la Torre en su “Filosofía  Aprista”. Se mete en lo Relativo, como en una caparazón; se hunde en la ciénaga de su relativismo y se queda en la relatividad, porque eso le conviene como negocio político, como posición  moral, como estrategia  y como táctica.
Del devenir sólo toma el hecho que está pasando; del proceso dialéctico, la tricotomía formal de Tesis, Antítesis y Síntesis; de la Teoría de la Relatividad, el título, las grandes palabras y las frases a la moda; de la Moral, el costado precario y episódico.
Por esto, al señor Haya de la Torre no le interesa la esencia permanente de la Patria sino los cambios que se producen en su contorno personal. No le importa la vía  de la grandeza del Perú, sino su propio camino hacia el poder. No pretende crear un partido que dure incorporándose a la vida nacional, sino tan sólo una secta que lo venere como pontífice y que lo exalte como caudillo. No sólo no le interesa ninguna especie de moral, sino que se ha fabricado una “Etica” aprista, cuya esencia reside en la absoluta falta de escrúpulos, en el ningún respeto a la palabra empeñada,  en el engaño como táctica y en la aventura como estrategia.
Sobre este relativismo inmoral, decadente y espurio, el señor Haya ha construido, el sistema de su “filosofía”; la lógica de su política y la moral de su partido.
Para dar fuerza a este “relativismo” unilateral, sofisticida, y por consiguiente, falso. El señor Haya ha tomado  a cargo la Teoría  de la Relatividad de Einstein. Se colgó a las palabras a la moda, al fraseario  puesto en candente actualidad por la gigántesca polémica que ha suscitado en todos los círculos científicos del mundo, el gran sabio judio-alemán.

Y levantó como un pendón personalisimo el “Espacio-Tiempo-Histórico” con su Espacio y su Tiempo relativos.

ANTE TODO, será preciso dejar sentado aquí que la idea del “Tiempo Relativo” no ha sido una creación einstenniana. Haya de la Torre insiste en ésto, porque no sabe ni conoce que muchísimo tiempo antes de Einstein, los filósofos discutían ya estas cuestiones del Espacio y del Tiempo relativos. Esta ignorancia, unida a la mala fé, ha llevado al señor Haya a afirmar que Marx ha sostenido la idea del Tiempo y el Espacio Absolutos de Newton, lo cual es calificadamente falso, como lo prueban las tesis de Marx, de Engels, de Lenin, precisamente sobre el Tiempo y el Espacio.

La idea del Tiempo Relativo, fue enunciada hace muchos miles de años por el griego Epícuro, oponiendo su concepción  a la del Tiempo Absoluto de Aristóteles. “El Tiempo –afirmaba genialmente Epicuro- no existe por si mismo, sino por los objetos sensibles, sólos, de donde resulta la noción del pasado, del presente y del porvenir. No se puede concebir –añadía- el tiempo en sí, independientemente del movimiento o del reposo de las cosas.”
Esta  idea es la misma que enunciaron más tarde, de modo más preciso y dentro de la concepción universal de la Lógica Dialéctica, Carlos Marx y Federico Engels.
Albert Einstein vino,  con su Teoría de la Relatividad Restringida, a demostrar, a comprobar, a ratificar, los enunciados filosóficos de Epicuro, y luego los de Marx, de Engels y de los Materialistas Dialécticos.
Hasta aquí, no hemos salido del campo del relativismo.
Y ni científica, ni filosóficamente, podemos quedarnos aquí, con el señor Haya y sus bomberos, sus dorados y sus búfalos. Porque nos quedaríamos en el epicentro de la ignorancia, en el corazón de la falsedad.
La Filosofía Dialéctica comprende el relativismo, lo explica y lo capta. Pero, no se detiene en él; no se empantana en su limitación. Lo sobrepasa, los supera y la niega. Va hacia el plano superior del absoluto, asciende más allá, hacía la explicación  universal,  general y válida de la Realidad en movimiento, que es precisamente la característica científica de la Filosofía  Contemporánea, esto es de la “Weltanschauung”.
Y la Ciencia en general y muy especialmente la Ciencia de la Relatividad, la Teoría Einsteiniana, transpone asimismo estas fronteras relativistas, para ingresar en los campos de lo que Einstein denomina el “Intervalo”, o con otro nombre, el “Invariante”.

PARA Einstein, esto es para la ciencia de nuestros días, el Tiempo y el Espacio son Relativos: son funciones de la Materia en Movimiento –no del Movimiento sólo, como ha interpretado absurdamente el señor Haya- son fenómenos objetivos, que existen y transcurren independientemente de nuestra conciencia, de nuestro pensamiento y de nuestra voluntad –y no como afirma Haya, dependiendo del deseo o del humor o del capricho del “observador”- mas, para Einstein, ese Tiempo y ese Espacio Relativos, mutables y sometidos a contingencias y variaciones, están regidos por el principio inmutable, permanente y absoluto del “Intervalo”,  del Invariante.
Y esto es lo que no ha entendido, lo que ni siquiera sospechaba el señor  Haya, ni los exegetas que hacen resonar el bombo en su alrededor.
Si solamente existiese la Relatividad del Espacio y del Tiempo, estas categorías  se conventirían en fantasmas. Es así precisamente como lo ha malentendido el señor Haya –lo cual no es culpa de Einstein ni de la relatividad- fabricando sobre este concepto fantasmal toda la “Filosofía aprista”.
Para los newtonianos, existían el Tiempo Absoluto y el Espacio Absoluto y sobre estas dos columnas edificaron su magnífico edificio. Para los einstennianos, el Tiempo es  Relativo y el Espacio es asimismo Relativo, pero lo define clara y nítidamente Minkowsky, para los relativistas “Sólo existe en la realidad, una especie de unión íntima de estas dos entidades”, el Tiempo y el Espacio.  A esta unión íntima, a este dato verdaderamente objetivo e impersonal, a esta única parte sensible de la realidad, Einstein le ha denominado “Intervalo”. El Intervalo que es siempre un invariante.
He aquí lo que el señor  Haya no ha captado de las divulgaciones que han llegado a sus manos. Nada más  que de las divulgaciones, pues el Jefe del Apra carece de todo conocimiento de Matemáticas, a partir de la “Reducción de Términos Semejantes” del Algebra. Atrapó la Relatividad, es decir el nombre genérico; captó lo “Relativista”, es decir el adjetivo puesto a la moda, pero no ingresó ni un paso más allá de los umbrales de la Teoría de Einstein. Si hubiese avanzado, habría aprendido que lo sustantivo de la Relatividad Einstenniana comienza en este Invariante que es el Intervalo. En este Intervalo, se trata sin duda alguna de relaciones, -relación entre el Tiempo y el Espacio- pero esta relación es una verdad absoluta invariante, y sobre ella descansa hoy el edificio de la Ciencia Contemporánea.
La mayor sofisticación  que el señor  Haya ha podido hacer, al mistificar la Teoría de la Relatividad, en el escamoteo del “Intervalo”, o sea del Invariante, punto básico de donde parte y a donde converge lo relativo.

PARA la Teoría de la Relatividad, pueden variar, de acuerdo con la velocidad del observador, la distancia espacial o la distancia cronológica, pero la especie de amalgama que resulta del espacio y del tiempo, este conglomerado de las cuatro dimensiones, ser[a siempre invariante, ser[a  una cantidad independiente de la voluntad del observador, ser[a el dato concreto independiente de la velocidad del observador, ser[a la verdad objetiva, el peldaño  relativo de la escala de lo absoluto.
Y esto es lo que el sabio Albert Einstein denomina “Intervalo”. Esta es la columna capital de la Teoría, del genio contemporáneo.
El señor  Haya, al entrar a saco en las capas superficiales de la rica mina einstenniana, al llegar a las goteras de la ciudadela que guarda el tesoro científico, regresa con gran alboroto, y con las manos vacías; carga con el título de la Teoría y nada más; no insinúa siquiera un remedo del “Intervalo” o sea del Invariante.

Esta huida vergonzosa la realiza impunemente el Jefe del Apra, porque la opera en la sombra. La Teoría de la Relatividad se exhibe, se demuestra y se comprueba por medio de fórmulas matemáticas. Y la enorme masa del público –inclusive Haya de la Torre- no saben, ni comprenden, ni tienen la menor simpatía por las altas matemáticas. Y este ha sido el escudo, ésta ha sido la fortaleza, tras la cual el señor Haya quiso establecer su guarida. Ha sido necesario descender hasta allí para refutarlo con palabras y palabras asequibles al gran público.
Haya de la Torre ha tomado de Einstein la Relatividad, lo relativo, el relativismo, el observador, la Cuarta Dimensión, etc., etc. Es decir todo lo que flota en superficie. Pero, no ha querido insinuar siquiera nada que tenga alguna relación  con el “Intervalo”, con el Invariante Einstenniano.
Porque lo invariante en Astrofísica, corresponde a la Verdad Concreta, rotunda y absoluta en Filosofía; a la posición firme, consecuente y principista, en Política; a la actitud neta, austera y definida en la conducta, en la Posición moral, en la Etica partidaria. Y esto es precisamente todo aquello de lo que el apra y el aprismo carecen. Algo más, es todo lo que el apra y el aprismo repugnan, detestan y recusan. Al señor  Haya le basta con lo relativo y con el relativismo. Relativismo en política, relativismo en moral, relativismo en el camino, relativismo en la meta, relativismo en las ideas, relativismo en los métodos. Y, por este camino llegamos directamente, a la filosofía de aquel personaje dostoyewskiano, de “Crimen y Castigo”, el megalómano Raskolnikov: “Todo está permitido”.

HE aquí pues, cómo el señor  Haya ha tomado de Einstein lo que le ha convenido para sus fines personales. Nos ha escamoteado lo esencial: el Intervalo, lo Invariante. Y ha fabricado su esperpento el “Espacio-Tiempo-Histórico” embaucando a las gentes con el nombre del gran sabio contemporáneo. Y con este hacinamiento de residuos de la gran cosecha científica, el señor Haya se ha presentado ante los reaccionarios norteamericanos a ofrecerse como el “Refutador de Marx”. Como el despampanante filósofo de la División Azul. Como el nuevo Melgarejo que declara la guerra a Rusia y emprende el peregrinaje a los campos de batalla de Liberia, caminando por el deshecho. Han variado los tiempos históricos. Hoy día Melgarejo necesita ir armado con la bomba atómica y con una filosofía aprista. Y el señor  Haya se ha presentado pidiendo el registro de la marca de fábrica en las oficinas de Wall Street y del antiguo Tanmany Hall.



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