Nota del blog:
Ravines en todo lo que dice de Haya se cumple para su persona; ser agente del imperialismo norteamericano. En 1952 Publica La Gran estafa, libro de marcado pro Imperialismo norteamericano
BSPA
Ravines en todo lo que dice de Haya se cumple para su persona; ser agente del imperialismo norteamericano. En 1952 Publica La Gran estafa, libro de marcado pro Imperialismo norteamericano
BSPA
En el mundo finito y mortal dentro del cual nos
movemos, en medio de las condiciones siempre cambiantes en las que se orienta
nuestra vida y se contextura nuestra conducta –ya individual, ya social, lo
relativo, la relatividad y el relativismo, aparecen como hechos evidentes. Todo
esta sometido a perpetuo cambio, a
mutación ininterrumpida. La vida de los hombres, de las sociedades y los
pueblos, es un eslabonamiento incesante de hechos distintos y antagónicos.
Es de aquí de donde el señor Haya de la Torre
ha extraído todo aquello que él llama “Filosofía del Aprismo” y de donde ha sacado los materiales de su
concepción política, de su moral y de su
lógica. A este hacinamiento, le ha denominado dialéctica. Y a este relativismo
de pacotilla ha pretendido encumbrar a la categoría de concepción filosófica,
acompañándola de la audacia de enfrentar el esperpento a las concepciones filosóficas
de Hegel y de Marx.
Si actuamos exclusivamente dentro de esta
concepción relativista –como hace Haya de la Torre- si operamos sólo dentro del
mundo de lo relativo, pues la verdad concreta y objetiva no existiría. No podría
instituirse lógica alguna, que no fuese
la del vértigo del hecho que pasa, no sería dable echar las bases de una moral digna de
respeto y capaz de servir de norma y directiva a la conducta y a las acciones
humanas. Lo episódico devoraría insaciable lo permanente y el hombre debería
renunciar al hallazgo de la verdad.
Esto es precisamente lo que sienta Haya de la
Torre en su “Filosofía Aprista”. Se mete
en lo Relativo, como en una caparazón; se hunde en la ciénaga de su relativismo
y se queda en la relatividad, porque eso le conviene como negocio político,
como posición moral, como estrategia y como táctica.
Del devenir sólo toma el hecho que está
pasando; del proceso dialéctico, la tricotomía formal de Tesis, Antítesis y Síntesis;
de la Teoría de la Relatividad, el título, las grandes palabras y las frases a
la moda; de la Moral, el costado precario y episódico.
Por esto, al señor Haya de la Torre no le
interesa la esencia permanente de la Patria sino los cambios que se producen en
su contorno personal. No le importa la vía de la grandeza del Perú, sino su propio camino
hacia el poder. No pretende crear un partido que dure incorporándose a la vida
nacional, sino tan sólo una secta que lo venere como pontífice y que lo exalte
como caudillo. No sólo no le interesa ninguna especie de moral, sino que se ha
fabricado una “Etica” aprista, cuya esencia reside en la absoluta falta de escrúpulos,
en el ningún respeto a la palabra empeñada,
en el engaño como táctica y en la aventura como estrategia.
Sobre este relativismo inmoral, decadente y
espurio, el señor Haya ha construido, el sistema de su “filosofía”; la lógica
de su política y la moral de su partido.
Para dar fuerza a este “relativismo”
unilateral, sofisticida, y por consiguiente, falso. El señor Haya ha
tomado a cargo la Teoría de la Relatividad de Einstein. Se colgó a las
palabras a la moda, al fraseario puesto
en candente actualidad por la gigántesca polémica que ha suscitado en todos los
círculos científicos del mundo, el gran sabio judio-alemán.
Y levantó como un pendón personalisimo el
“Espacio-Tiempo-Histórico” con su Espacio y su Tiempo relativos.
ANTE TODO, será preciso dejar sentado aquí que
la idea del “Tiempo Relativo” no ha sido una creación einstenniana. Haya de la
Torre insiste en ésto, porque no sabe ni conoce que muchísimo tiempo antes de
Einstein, los filósofos discutían ya estas cuestiones del Espacio y del Tiempo
relativos. Esta ignorancia, unida a la mala fé, ha llevado al señor Haya a
afirmar que Marx ha sostenido la idea del Tiempo y el Espacio Absolutos de
Newton, lo cual es calificadamente falso, como lo prueban las tesis de Marx, de
Engels, de Lenin, precisamente sobre el Tiempo y el Espacio.
La idea del Tiempo Relativo, fue enunciada hace muchos miles de años por el griego Epícuro, oponiendo su concepción a la del Tiempo Absoluto de Aristóteles. “El Tiempo –afirmaba genialmente Epicuro- no existe por si mismo, sino por los objetos sensibles, sólos, de donde resulta la noción del pasado, del presente y del porvenir. No se puede concebir –añadía- el tiempo en sí, independientemente del movimiento o del reposo de las cosas.”
Esta
idea es la misma que enunciaron más tarde, de modo más preciso y dentro
de la concepción universal de la Lógica Dialéctica, Carlos Marx y Federico
Engels.
Albert Einstein vino, con su Teoría de la Relatividad Restringida,
a demostrar, a comprobar, a ratificar, los enunciados filosóficos de Epicuro, y
luego los de Marx, de Engels y de los Materialistas Dialécticos.
Hasta aquí, no hemos salido del campo del
relativismo.
Y ni científica, ni filosóficamente, podemos
quedarnos aquí, con el señor Haya y sus bomberos, sus dorados y sus búfalos.
Porque nos quedaríamos en el epicentro de la ignorancia, en el corazón de la
falsedad.
La Filosofía Dialéctica comprende el
relativismo, lo explica y lo capta. Pero, no se detiene en él; no se empantana
en su limitación. Lo sobrepasa, los supera y la niega. Va hacia el plano
superior del absoluto, asciende más allá, hacía la explicación universal,
general y válida de la Realidad en movimiento, que es precisamente la característica
científica de la Filosofía Contemporánea,
esto es de la “Weltanschauung”.
Y la Ciencia en general y muy especialmente la
Ciencia de la Relatividad, la Teoría Einsteiniana, transpone asimismo estas
fronteras relativistas, para ingresar en los campos de lo que Einstein denomina
el “Intervalo”, o con otro nombre, el “Invariante”.
PARA Einstein, esto es para la ciencia de
nuestros días, el Tiempo y el Espacio son Relativos: son funciones de la
Materia en Movimiento –no del Movimiento sólo, como ha interpretado
absurdamente el señor Haya- son fenómenos objetivos, que existen y transcurren
independientemente de nuestra conciencia, de nuestro pensamiento y de nuestra
voluntad –y no como afirma Haya, dependiendo del deseo o del humor o del
capricho del “observador”- mas, para Einstein, ese Tiempo y ese Espacio
Relativos, mutables y sometidos a contingencias y variaciones, están regidos
por el principio inmutable, permanente y absoluto del “Intervalo”, del Invariante.
Y esto es lo que no ha entendido, lo que ni
siquiera sospechaba el señor Haya, ni
los exegetas que hacen resonar el bombo en su alrededor.
Si solamente existiese la Relatividad del
Espacio y del Tiempo, estas categorías se conventirían en fantasmas. Es así
precisamente como lo ha malentendido el señor Haya –lo cual no es culpa de
Einstein ni de la relatividad- fabricando sobre este concepto fantasmal toda la
“Filosofía aprista”.
Para los newtonianos, existían el Tiempo
Absoluto y el Espacio Absoluto y sobre estas dos columnas edificaron su magnífico
edificio. Para los einstennianos, el Tiempo es
Relativo y el Espacio es asimismo Relativo, pero lo define clara y nítidamente
Minkowsky, para los relativistas “Sólo existe en la realidad, una especie de
unión íntima de estas dos entidades”, el Tiempo y el Espacio. A esta unión íntima, a este dato verdaderamente
objetivo e impersonal, a esta única parte sensible de la realidad, Einstein le
ha denominado “Intervalo”. El Intervalo que es siempre un invariante.
He aquí lo que el señor Haya no ha captado de las divulgaciones que
han llegado a sus manos. Nada más que de
las divulgaciones, pues el Jefe del Apra carece de todo conocimiento de Matemáticas,
a partir de la “Reducción de Términos Semejantes” del Algebra. Atrapó la
Relatividad, es decir el nombre genérico; captó lo “Relativista”, es decir el
adjetivo puesto a la moda, pero no ingresó ni un paso más allá de los umbrales
de la Teoría de Einstein. Si hubiese avanzado, habría aprendido que lo
sustantivo de la Relatividad Einstenniana comienza en este Invariante que es el
Intervalo. En este Intervalo, se trata sin duda alguna de relaciones, -relación
entre el Tiempo y el Espacio- pero esta relación es una verdad absoluta
invariante, y sobre ella descansa hoy el edificio de la Ciencia Contemporánea.
La mayor sofisticación que el señor Haya ha podido hacer, al mistificar la Teoría
de la Relatividad, en el escamoteo del “Intervalo”, o sea del Invariante, punto
básico de donde parte y a donde converge lo relativo.
PARA la Teoría de la Relatividad, pueden
variar, de acuerdo con la velocidad del observador, la distancia espacial o la
distancia cronológica, pero la especie de amalgama que resulta del espacio y
del tiempo, este conglomerado de las cuatro dimensiones, ser[a siempre
invariante, ser[a una cantidad
independiente de la voluntad del observador, ser[a el dato concreto
independiente de la velocidad del observador, ser[a la verdad objetiva, el
peldaño relativo de la escala de lo
absoluto.
Y esto es lo que el sabio Albert Einstein
denomina “Intervalo”. Esta es la columna capital de la Teoría, del genio contemporáneo.
El señor Haya, al entrar a saco en las capas
superficiales de la rica mina einstenniana, al llegar a las goteras de la
ciudadela que guarda el tesoro científico, regresa con gran alboroto, y con las
manos vacías; carga con el título de la Teoría y nada más; no insinúa siquiera
un remedo del “Intervalo” o sea del Invariante.
Esta huida vergonzosa la realiza impunemente el
Jefe del Apra, porque la opera en la sombra. La Teoría de la Relatividad se
exhibe, se demuestra y se comprueba por medio de fórmulas matemáticas. Y la
enorme masa del público –inclusive Haya de la Torre- no saben, ni comprenden,
ni tienen la menor simpatía por las altas matemáticas. Y este ha sido el
escudo, ésta ha sido la fortaleza, tras la cual el señor Haya quiso establecer
su guarida. Ha sido necesario descender hasta allí para refutarlo con palabras
y palabras asequibles al gran público.
Haya de la Torre ha tomado de Einstein la
Relatividad, lo relativo, el relativismo, el observador, la Cuarta Dimensión,
etc., etc. Es decir todo lo que flota en superficie. Pero, no ha querido
insinuar siquiera nada que tenga alguna relación con el “Intervalo”, con el Invariante
Einstenniano.
Porque lo invariante en Astrofísica,
corresponde a la Verdad Concreta, rotunda y absoluta en Filosofía; a la posición
firme, consecuente y principista, en Política; a la actitud neta, austera y
definida en la conducta, en la Posición moral, en la Etica partidaria. Y esto
es precisamente todo aquello de lo que el apra y el aprismo carecen. Algo más,
es todo lo que el apra y el aprismo repugnan, detestan y recusan. Al señor Haya le basta con lo relativo y con el
relativismo. Relativismo en política, relativismo en moral, relativismo en el
camino, relativismo en la meta, relativismo en las ideas, relativismo en los métodos.
Y, por este camino llegamos directamente, a la filosofía de aquel personaje
dostoyewskiano, de “Crimen y Castigo”, el megalómano Raskolnikov: “Todo está
permitido”.
HE aquí pues, cómo el señor Haya ha tomado de Einstein lo que le ha
convenido para sus fines personales. Nos ha escamoteado lo esencial: el
Intervalo, lo Invariante. Y ha fabricado su esperpento el “Espacio-Tiempo-Histórico”
embaucando a las gentes con el nombre del gran sabio contemporáneo. Y con este
hacinamiento de residuos de la gran cosecha científica, el señor Haya se ha
presentado ante los reaccionarios norteamericanos a ofrecerse como el
“Refutador de Marx”. Como el despampanante filósofo de la División Azul. Como
el nuevo Melgarejo que declara la guerra a Rusia y emprende el peregrinaje a
los campos de batalla de Liberia, caminando por el deshecho. Han variado los
tiempos históricos. Hoy día Melgarejo necesita ir armado con la bomba atómica y
con una filosofía aprista. Y el señor Haya se ha presentado pidiendo el registro de
la marca de fábrica en las oficinas de Wall Street y del antiguo Tanmany Hall.
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