jueves, 15 de enero de 2015

AGOSTINHO NETO ( EL LLANTO DE ÁFRICA DESPEDIDA AL MOMENTO DE PARTIR


EL LLANTO DE ÁFRICA

El llanto durante siglos
en sus traidores por la esclavitud de los hombres
en el deseo alimentado entre ambiciones de soplos románticos
en los tambores llanto de África
en las sonrisas llanto de África
en los sarcasmos en el trabajo llanto de África.

Siempre el mismo llanto en nuestra alegría inmortal
mi hermano Nguxi y mi amigo Mussunda
en el círculo de las violencias
aun la magia poderosa de la tierra
y de la vida fluyente de las fuentes y de todas lpartes y de todas las almas
y de las hemorragias de los ritmos de las heridas de África
hasta en el florecer aromatizado de la selva
hasta en la hoja
en el fruto
en la agilidad de la cebra
en la sequedad del desierto
en la armonía de las corrientes o en el sosiego de los lagos
hasta en la belleza del trabajo creador de los hombres.

El llanto de siglos
inventado en la esclavitud
en histerias de dramas negros almas blancas perseguidas
y espíritus infantiles de África
las mentiras llantos verdaderos en sus bocas.

El llanto de siglos
donde la violada verdad se consume en el círculo de hierro
en la deshonesta fuerza
sacrificadora de los cuerpos cadavéricos
enemiga de la vida
cerrada en los estrechos cerebros de máquinas de contar
en la violencia
en la violencia
en la violencia.

El llanto de África es un síntoma.

¡Nosotros tenemos en nuestras manos otras vidas y alegrías
desmentidas por nosotros en los lamentos falsos de sus bocas!

Y amor.
Y los ojos secos.


Extraído de POETAS AFRICANOS CONTEMPORÁNEOS, org. Fayada Jamis, Virgilio Piñera, Armando Álvarez Bravo, Manuel Cabrera y David Fernándes. (Traductores). Madrid: Biblioteca Jucar, 1975



Despedida en el momento de partir

Madre mía
(oh madres negras cuyos hijos han partido),
me enseñaste a esperar y confiar
como tú lo hiciste en las horas del desastre.

Pero en mí
la vida ha matado esa esperanza misteriosa.

Ya no espero más,
soy yo el esperado.

Nosotros mismos somos la esperanza,
tus hijos,
viajando hacia una fe que nutre la vida.

Nosotros, los hijos desnudos de los matorrales,
criaturas sin instrucción que juegan con pelotas de trapo
en las llanuras del mediodía,
nosotros mismos
conchabados para quemar nuestras vidas en los cafetales,
negros ignorantes.
que deben respetar a los blancos
temer a los ricos,
somos tus hijos del barrio de los nativos
donde nunca llega la electricidad;
hombres que mueren ebrios,
abandonados al ritmo de los tam-tams de la muerte,
tus hijos,
que tienen hambre, que tienen sed,
que se avergüenzan de llamarte madre,
que tienen miedo de cruzar las calles,
que tienen miedo de los hombres.

Somos nosotros mismos,
la esperanza de la vida recobrada.


Extraído de POESIA AFRICANA DE HOY. Selección y versión de William Shand y Rodolfo Benasso.  Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1968



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