Fragmento sobre las máquinas KARL MARX
El capital fixe,
o capital que se consume en el proceso mismo de producción es, en un sentido
riguroso, medio de producción. En un sentido más amplio todo el proceso de
producción y cada momento del mismo, así como la circulación en la medida en
que se considera desde un punto de vista material- no es más que medio de
producción para el capital, para el cual sólo el valor existe como un fin en sí
mismo. Desde el punto de vista material la materia prima es medio de producción
para el producto, etc..
Pero la determinación
del valor de uso del capital fixe como aquello que se consume en el
proceso de producción mismo se identifica con el hecho de que en ese proceso
sólo se le emplea como medio, y que incluso existe meramente como agente para
la transformación de la materia prima en producto. En esa calidad suya de medio
de producción su valor de uso puede consistir en el hecho de ser sólo condición
tecnológica para efectuarse del proceso (los lugares en los que ocurre el
proceso de producción), así como en el caso de los edificios, etc.; o en que es
una condición inmediata para el operar del verdadero medio de producción, como
todas las materias instrumentales. Ambos, a su vez, son materiales para el
efectuarse del proceso de producción general, o para la aplicación y
conservación del medio de trabajo. Éste, empero, en sentido estricto, sólo
presta servicios dentro de la producción y para la producción, y no tiene
ningún otro valor de uso.
En un principio,
cuando considerábamos la transformación del valor e capital, se incluyó
sencillamente el proceso de trabajo en el capital y, con arreglo a sus
condiciones materiales, con arreglo a su existencia material, el capital se
presentó como la totalidad de las condiciones de este proceso y se escindió,
conforme a éste, en ciertas porciones cualitativamente diferentes: material de
trabajo (es ésta, no materia prima, la expresión correcta y conceptual), medios
de trabajo y trabajo vivo. Por una parte el capital, conforme a su existencia
material, se fraccionaba en esos tres elementos; por el otro, la unidad
dinámica de los mismos constituía el proceso de trabajo (o la incorporación
conjunta de esos elementos en el proceso), la unidad estática constituía el
producto. En esta forma los elementos materiales -material de trabajo, medios
de trabajo y trabajo vivo- se presentan únicamente como los momentos esenciales
del proceso mismo de trabajo, de los cuales se apropia el capital. Pero este
aspecto material -o su determinación en cuanto valor de uso y proceso real- se
separa totalmente de su determinación formal. En ésta,
1] los tres elementos
en los cuales se presenta el capital previamente al intercambio con la
capacidad de trabajo, antes del proceso efectivo, aparecían sólo como porciones
del capital cuantitativamente distintas, como cuantos de valor cuya unidad la
constituye el capital mismo en calidad de suma. La forma material del valor de
uso, bajo la cual existen esas porciones diversas, nada modifica en la
homogeneidad de esta determinación Con arreglo a la determinación formal, se
presentaban tan sólo como si el capital se escindiera cuantitativamente en
porciones;
2] dentro del proceso
mismo, desde el punto de vista de la forma, los elementos del trabajo y los
otros dos elementos sólo se distinguían en que los unos estaban determinados
como valores constantes, y el otro como lo que pone valor. La diversidad en
cuanto valores de uso, 0 sea el aspecto material, en la medida en que entra en
escena, lo hace sin embargo quedando por entero al margen de la determinación
formal del capital. Ahora, en cambio, en la diferencia entre capital circulante
(materia prima y producto) y capital fixe (medios de trabajo), la diferencia
entre los elementos en cuanto valores de uso está puesta al. propio tiempo como
diferencia del capital en cuanto capital, en su determinación formal. La
relación recíproca de los factores, que sólo era cuantitativa, se presenta
ahora como diferencia cualitativa del capital mismo y como determinante de su movimiento
total (rotación). El material de trabajo y el producto del trabajo, el
precipitado neutro del proceso laboral, en cuanto materia prima y producto,
tampoco están ya materialmente determinados como material y producto del
trabajo, sino como el valor de uso del capital mismo en fases diversas.
Mientras el medio de trabajo en la verdadera
acepción de la palabra se mantiene como medio de trabajo, tal como ocurre
cuando el capital lo incluye inmediata, históricamente en su proceso de
valorización, experimenta una modificación. formal únicamente en cuanto pasa a
aparecer no sólo como medio de trabajo según su aspecto material, sino a la vez
como modo especial de existencia determinado por el proceso global del capital:
como capital fixe.
Pero una vez inserto
en el proceso de producción del capital, el medio de trabajo experimenta
diversas metamorfosis la última de las cuales es la máquina o más bien un
sistema automático de maquinaria (sistema de la maquinaria; lo automático no es
sino la forma más plena y adecuada de la misma, y transforma por primera vez a
la maquinaria en un sistema), puesto en movimiento por un, autómata, por fuerza
motriz que se mueve a sí misma; este autómata se compone de muchos órganos
mecánicos e intelectuales, de tal modo. que los obreros mismos sólo están
determinados como miembros conscientes de tal sistema.
En la máquina, y aun
más en la maquinaria en cuanto sistema automático, el medio de trabajo está
transformado -conforme a su valor de uso, es decir a su existencia material- en
una existencia adecuada al capital fixe y al capital en general, y la forma
bajo la cual el medio de trabajo, en cuanto medio inmediato de trabajo, se
incluye en el proceso de producción del capital, es superada bajo una forma
puesta por el capital y a él correspondiente. La máquina en ningún aspecto
aparece como medio de trabajo del obrero individual.
Su differentia
specifica en modo alguno es, como en el caso del medio de trabajo, la de
trasmitir al objeto la actividad del obrero, sino que más bien esta actividad.
se halla puesta de tal manera que no hace más que transmitir a la materia prima
el trabajo o acción de la máquina, [a la] que vigila y preserva de averías. No
es como en el caso del instrumento, al que el obrero anima, como a un órgano, con
su propia destreza y actividad, y cuyo manejo depende por tanto de la
virtuosidad de aquél. Sino que la máquina, dueña en lugar del obrero de la
habilidad y la fuerza, es ella misma la virtuosa, posee un alma propia presente
en las leyes mecánicas que operan en ella, y así como el obrero consume
comestibles, ella consume carbón, aceite, etc. (matières instrumentales)
con, vistas a su automovimiento continuo. La actividad del obrero, reducida a
una mera abstracción de la actividad, está determinada y regulada en todos los
aspectos por el movimiento de la maquinaria, y no a la inversa.
La ciencia, que obliga
a los miembros inanimados de la máquina -merced a su construcción- a operar
como un autómata, conforme, un fin, no existe en la conciencia del obrero, sino
que opera a través de la máquina, como poder ajeno, como poder de la máquina
misma sobre aquél. La apropiación del trabajo vivo a través del trabajo
objetivado -de la fuerza o actividad valorizadora a través del valor que es
para sí mismo-, implícita en el concepto del capital, está, en la producción
fundada en la maquinaria, puesta como carácter del proceso de producción mismo
también desde el punto de vista de sus elementos y de sus movimientos
materiales. El proceso de producción ha cesado, de ser proceso de trabajo en el
sentido de ser controlado por el trabajo como unidad dominante. El trabajo se
presenta, antes bien, solamente como órgano consciente, disperso bajo la forma
de diversos obreros vivos presentes en muchos puntos del sistema mecánico, y
subsumido en el proceso total. de la maquinaria misma, sólo como un miembro del
sistema cuya unidad no existe en los obreros vivos, sino en la maquinaria viva
(activa), la cual se presenta frente al obrero, frente a la actividad
individual e insignificante de éste, como un poderoso organismo. En la
maquinaria el trabajo objetivado se le presenta al trabajo vivo, dentro del
proceso laboral mismo, como el poder que lo domina y en el que consiste el
capital -según su forma- en cuanto apropiación del trabajo vivo.
La inserción del
proceso laboral como mero momento del proceso de valorización del capital es
puesta, también desde el punto de vista material, por la transformación del
medio de trabajo en maquinaria y del trabajo vivo en mero accesorio vivo de
esta maquinaria, e medio para la acción de ésta. Tal como hemos visto, el
aumento de la fuerza productiva del trabajo y la máxima negación del trabajo
necesario son la tendencia necesaria del capital. La realización de esta
tendencia es la transformación del medio de trabajo en maquinaria. En la
maquinaria el trabajo objetivado se enfrenta materialmente al trabajo vivo como
poder que lo domina y como subsunción activa del segundo bajo el primero, no
por la apropiación del trabajo vivo, sino en el mismo proceso real de
producción; en el capital fijo que existe como maquinaria, la relación del
capital como el valor que se apropia de la actividad valorizadora, está puesta.
a la vez como la relación del valor de uso del capital con el valor de uso de
la capacidad laboral; el valor objetivado en la maquinaria se presenta además
como supuesto frente al cual la fuerza valorizadora de la capacidad laboral
individual desaparece como algo infinitamente pequeño; merced a la producción
en enormes masas, la cual queda puesta con la maquinaria, desaparece igualmente
en el producto. toda relación con la necesidad inmediata del productor y por
consiguiente con el valor de uso inmediato; en la forma en que se produce el
producto y bajo las circunstancias en que se produce, está ya puesto que sólo
se le produce en cuanto portador de valor y que su. valor de uso no es más que
una condición para ello. En la maquinaria, el trabajo objetivado ya no se
presenta directamente sólo bajo la forma del producto o del producto empleado
como medio de trabajo, sino bajo la forma de la fuerza productiva misma. El
desarrollo del medio de trabajo como maquinaria no es fortuito para el capital,
sino que es la metamorfosis histórica del medio de trabajo legado por la
tradición, transformado en adecuado para el capital.
La acumulación del
saber y de la destreza, de las fuerzas productivas generales del cerebro
social, es absorbida así, con respecto al trabajo, por el capital y se presenta
por ende como propiedad del capital, y más precisamente del capital fixe,
en la medida en que éste ingresa como verdadero medio de producción al proceso
productivo. La maquinaria, pues, se presenta como la forma más adecuada del
capital fixe y el capital fixe -en cuanto se considera al capital
en su relación consigo mismo- como la forma más adecuada del capital en
general. Por otra parte, en la medida en que el capital fixe está
inmovilizado en su existencia como valor de uso determinado, no corresponde al
concepto del capital, que en cuanto valor es indiferente a toda forma
determinada del valor de uso y puede asumir o abandonar cualquiera de ellas
como encarnación indiferente. Desde este punto de. vista, el de la relación del
capital hacia afuera, el capital circulante aparece como la forma adecuada del
capital, con respecto al capital fixe.
Por cuanto la
maquinaria, además, se desarrolla con la acumulación de la ciencia social, de
la fuerza productiva en general, no es en el obrero sino en el capital donde
está representado el trabajo generalmente social. La fuerza productiva de la
sociedad se mide por el capital fixe, existe en él en forma objetiva y,
a la inversa, la fuerza productiva del capital se desarrolla con este progreso
general, del que el capital se apropia . gratuitamente. No es éste el lugar
para abordar en detalle el desarrollo de la maquinaria, sino sólo desde un
punto de vista general; en aquello en que en el capital fixe el medio de
trabajo, en su aspecto material, pierde su forma inmediata y se contrapone
materialmente, como capital, al obrero. En la maquinaria, la ciencia se le
presenta al obrero como algo ajeno y externo, y el trabajo vivo aparece
subsumido bajo el objetivado, que opera de manera autónoma. El obrero se
presenta como superfluo en la medida en que su acción está condicionada por la
necesidad [de capital].
El pleno desarrollo
del capital, pues, tan sólo tiene lugar -o el capital tan sólo ha puesto el
modo de producción a él adecuado- cuando el medio de trabajo está determinado
no sólo formalmente como capital fixe, sino superado en su forma
inmediata y el capital fixe se presenta. frente al trabajo, dentro del
proceso de producción, en calidad de máquina; el proceso entero de producción,
empero, no aparece como subsumido bajo la habilidad directa del obrero, sino
como aplicación tecnológica de la ciencia. Darle a la producción un carácter
científico es, por ende, la tendencia del capital, y se reduce al trabajo a
mero momento de este proceso. Así como ocurre en la transformación del valor en
capital, en un análisis más preciso del capital se aprecia que éste por un lado
presupone un desarrollo determinado de las fuerzas productivas, históricamente
dado, -y entre estas fuerzas productivas también la ciencia- y por otro lado lo
impulsa hacia adelante.
El volumen
cuantitativo y la eficacia (intensidad) con los que el capital se ha
desarrollado en cuanto capital fixe, indican por ello en general el
grado en que el capital en cuanto capital, en cuanto poder sobre el trabajo
vivo, se ha desarrollado y ha sometido a sí mismo el proceso de producción en
general. También en el sentido de que ello expresa la acumulación de las
fuerzas productivas objetivadas e igualmente del trabajo objetivado. Pero si
bien el capital tan sólo en la maquinaría y otras formas de existencia
materiales del capital fijo, como ferrocarriles, etc. (a las qué volveremos
más: adelante) se confiere su forma adecuada como valor de uso dentro del
proceso de producción, ello en absoluto significa que ese valor de uso -la
maquinaria en sí- sea capital, o que su existencia como maquinaria sea idéntica
a su existencia como capital; del mismo modo que el oro no dejaría de tener su
valor de uso como oro si cesara de ser dinero. La maquinaria- no perdería su
valor de uso cuando dejara de ser capital. De que la maquinaria sea 1a forma más
adecuada del valor de uso propio del capital fixe, no se desprende, en
modo alguno, que la subsunción de la relación social del capital sea la más
adecuada y mejor relación social de producción para el empleo de la maquinaria.
En la misma medida en
que- el tiempo de trabajo -el mero cuanto de trabajo- es puesto por el capital
como único elemento determinante, desaparecen el trabajo inmediato y su
cantidad como principio determinante de la producción -de la creación de
valores de uso-; en la misma medida, el trabajo inmediato se ve reducido
cuantitativamente a una proporción más exigua, y cualitativamente a un momento
sin duda imprescindible, pero subalterno frente al trabajo científico general,
a la aplicación tecnológica de las ciencias naturales por un lado, y por otro
frente a la fuerza productiva general resultante de la estructuración social de
la producción global, fuerza productiva que aparece como don natural del
trabajo social (aunque [sea, en realidad, un] producto histórico). El capital
trabaja, así, en favor de su propia disolución como forma dominante de la
producción.
Si bien, por un
lado, la transformación del proceso productivo a partir del proceso simple de
trabajo en un proceso científico -que pone a su servicio las fuerzas naturales
y, de esta suerte, las obliga a operar al servicio de las necesidades humanas-
se presenta como cualidad del capital fixe frente al trabajo vivo; si
bien el trabajo individual en cuanto tal cesa en general de aparecer como
productivo, y más bien sólo es productivo en los trabajos colectivos que
subordinan las fuerzas naturales a sí mismos, y este ascenso del trabajo
inmediato a trabajo social aparece como reducción del trabajo individual al
desamparo frente a la colectividad representada, concentrada en el capital; por
otra parte, la conservación del trabajo en una rama de la producción en virtud
del co-existing labour en otra rama, aparece ahora como cualidad del
capital circulant.
En la pequeña
circulación el capital adelanta el salario al obrero, que éste intercambia por
productos necesarios para su consumo. El dinero recibido por el obrero tiene
ese poder sólo porque simultáneamente se trabaja al lado de él; y es sólo
porque el capital se ha apropiado de su trabajo, que puede darle al obrero, con
el dinero, una asignación sobre trabajo ajeno. Este intercambio del trabajo
propio por el ajeno no se presenta aquí mediado y condicionado por la
coexistencia simultánea del trabajo de los demás, sino por el adelanto que hace
el capital.
El hecho de que el
obrero, durante la producción, pueda llevar a cabo el intercambio de sustancias
necesario para su consumo, aparece como una cualidad de aquella parte del circulating
capital entregada a1 obrero, y del circulating capital en general.
No aparece como intercambio material por parte de las fuerzas de trabajo
simultáneas, sino como intercambio material por parte del capital. De este
modo, todas las fuerzas del trabajo aparecen traspuestas en fuerzas del
capital; en el capital fixe, la fuerza productiva del trabajo (que está
puesta externamente a éste y como si existiera(a la manera de una cosa)
independientemente del mismo); y en el capital circulant, por un lado,
el hecho de que el obrero mismo haya establecido como supuesto las condiciones
de su trabajo, y por otro el que el intercambio de este trabajo suyo está
mediado por el trabajo coexistente de otros, aparecen de tal suerte como si el
capital por un lado le hiciera adelantos y por otro pusiera la simultaneidad de
las ramas de trabajo. (Las dos últimas determinaciones corresponde tratarlas,
en realidad, en la acumulación.) Como mediador entre los diversos labourers,
el capital se pone bajo la forma de capital circulant.
El capital fixe,
en su determinación como medio de producción cuya forma más adecuada es la
maquinaria, produce valor, esto es, aumenta el valor del producto sólo en dos
aspectos: 1] en la medida en que tiene valor, esto es, es el mismo producto del
trabajo, cierto cuanto de trabajo en forma objetivada; 2] en la medida en que
aumenta la proporción entre el plustrabajo y el trabajo necesario, capacitando
al trabajo, a través del aumento de su fuerza productiva, a crear en un tiempo
más breve una masa mayor de productos necesarios para el mantenimiento de la
capacidad viva de trabajo.
Es pues, una frase
burguesa extremadamente absurda, la que afirma que el obrero comparte algo con
el capitalista porque éste, mediante el capital fixe (que por lo demás
no es él mismo más que un producto del trabajo, y sólo trabajo ajeno que el
capitalista se ha apropiado) le facilita el trabajo (por medio de la máquina
más bien, despoja al trabajo de toda su independencia y carácter atractivo) o
reduce su trabajo. Antes bien, el capital sólo emplea la máquina en la medida
en que le permite al obrero trabajar para el capital durante una parte mayor de
su tiempo, relacionarse con una mayor parte de su tiempo como con tiempo que no
le pertenece, trabajar más prolongadamente para otro.
A través de este
proceso, efectivamente, se reduce a un mínimo el cuanto de trabajo necesario
para la producción de un objeto dado, pero sólo para que un máximo de trabajo
se valorice en el máximo de tales objetos. El primer aspecto es importante,
porque aquí el capital -de manera totalmente impremeditada- reduce a un mínimo
el trabajo humano, el gasto de energías. Esto redundará en beneficio del
trabajo emancipado y es la condición de su emancipación. De lo dicho se desprende
el absurdo de Lauderdale cuando quiere convertir al capital fixe en una fuente
de valor, independizada del tiempo de trabajo. Es tal fuente sólo por cuanto él
mismo es tiempo de trabajo objetivado y por cuanto pone tiempo de plustrabajo.
La maquinaria misma
presupone históricamente para su empleo, brazos excedentes (véase Ravenstone,
arriba). Sólo donde existe la profusión de fuerzas laborales hace su aparición
la maquinaria para emplazar trabajo. Sólo en la imaginación de los economistas
acude en ayuda del obrero individual. No puede operar si no es con una masa de
obreros, cuya concentración frente al capital es, como hemos visto, uno de sus
supuestos históricos. No entra en escena para sustituir fuerza de trabajo
faltante, sino para reducir a su medida necesaria la que ya existe masivamente.
La maquinaria sólo se introduce allí donde la capacidad laboral existe en masa.
(Volver sobre este punto.)
Lauderdale cree haber
hecho un gran descubrimiento cuando afirma que la maquinaria no aumenta la
fuerza productiva del trabajo, ya que más bien sustituye o hace aquello que el
trabajo no puede efectuar con sus fuerzas. Forma parte concepto del capital,
que la acrecentada fuerza productiva del trabajo esté puesta más bien como
aumento de una fuerza exterior al trabajo y como el propio debilitamiento de
éste. El medio de trabajo vuelve autónomo al trabajador, lo pone como
propietario. La maquinaria -en cuanto capital fixe– lo pone como no
autónomo, como objeto de la apropiación. Este efecto de la maquinaria sólo se
produce en la medida en que está determinada como capital fixe, y está
determinada en cuanta tal sólo porque el obrero se relaciona con ella como
asalariado, y el individuo activo en general como mero obrero.
Mientras que hasta
aquí el capital fixe y el circulant se presentaban meramente como
diversas determinaciones transitorias del capital, ahora se han cristalizado en
modos de existencia especiales de aquél, y junto al capital fixe aparece
el capital circulant. Existen ahora dos tipos especiales de capital. En
la medida en que se considera un capital en determinada rama de la producción,
aquél se presenta dividido en esas dos porciones o se escinde, en determinada
p[rop]orción, en esos dos tipos de capital.
La diferencia[ción]
dentro del proceso productivo, originariamente entre medio de trabajo y
material de trabajo, y a la postre producto de trabajo, se presenta ahora como
capital circulant (los dos primeros) y capital fixe. La
diferenciación del capital en lo tocante a su aspecto puramente material, es
retomada al presente en su forma misma y aparece como diferenciándolo.
Para la tesis que,
como Lauderdale, etc, quisiera hacer que el capital en cuanto tal, separado del
trabajo, creara valor, y por tanto también plusvalor (o beneficio), el capital fixe
-particularmente aquel cuya existencia o valor de uso material es la
maquinaria- es todavía la forma que confiere más apariencia a sus superficiales
fallacies. Contra ellos [se sostiene], por ejemplo en Labour Defended,
que ciertamente el constructor de caminos querría compartir algo con el usuario
de los caminos, pero no el "camino" mismo.
Una vez, presupuesto
que el capital circulant recorre efectivamente sus diversas fases, la
disminución o aumento, la brevedad o prolongación del tiempo de circulación, el
tránsito más expeditivo o más penoso por los diversos estadios de la
circulación, originan una reducción del plusvalor que, de no existir estas
interrupciones, podría crearse en un lapso dado, ya sea porque merma la
cantidad de las reproducciones o porque se contrae el cuanto del capital
constantemente empeñado en el proceso de producción. En ambos casos no estamos
ante una reducción del valor previamente puesto, sino ante una velocidad
reducida de su crecimiento. Pero no bien el capital fixe se ha desarrollado
hasta cierto punto (y ese punto es, como señaláramos, el índice del desarrollo
de la gran industria en general; el capital fixe aumenta por tanto en
proporción al desarrollo de las fuerzas productivas de aquélla y él mismo es la
objetivación de esas fuerzas productivas, es ellas mismas en cuanto producto
presupuesto), a. partir de ese momento toda interrupción del proceso productivo
opera directamente como merma del capital mismo, de su valor previamente
puesto.
El valor del capital
fijo sólo se reproduce en la medida en que se le consume en el proceso de
producción. Si no se le utiliza pierde su valor de uso sin que su valor se
transfiera al producto. Por consiguiente, cuanto mayor sea la escala en que se
desarrolla el capital fixe -en la acepción con que aquí lo analizamos
-tanto más la continuidad del proceso de producción o el flujo constante de la
reproducción se vuelve una condición extrínsecamente forzosa del modo de
producción fundado sobre el capital.
La apropiación del
trabajo vivo por el capital adquiere en la maquinaria, también en este sentido,
una realidad inmediata. Por un lado, lo que permite a las máquinas ejecutar el
mismo trabajo que antes efectuaba el obrero, es el análisis y la aplicación
-que dimanan directamente de la ciencia- de leyes mecánicas y químicas. El
desarrollo de la maquinaria por esta vía, sin embargo, sólo se verifica cuando
la gran industria ha alcanzado ya un nivel superior y el capital ha capturado y
puesto a su servicio todas las ciencias; por otra parte, la misma maquinaria
existente brinda ya grandes recursos. Las invenciones se convierten entonces en
rama de la actividad económica y la aplicación de la ciencia a la producción
inmediata misma se torna en un criterio que determina e incita a ésta.
No es a lo largo de
esta vía, empero, que ha surgido en general la maquinaria, y menos aun la vía
que sigue en detalle la misma, durante su progresión. Ese camino es e1 análisis
a través de la división del trabajo, la cual transforma ya en mecánicas las operaciones
de los obreros, cada vez más, de tal suerte que en cierto punto el mecanismo
puede introducirse en lugar de ellos. (An economy of power.) El modo
determinado de trabajo pues, se presenta aquí directamente transferido del
obrero al capital bajo la forma de la máquina, y en virtud de esta
transposición, se desvaloriza su propia capacidad de trabajo. De ahí la lucha
de los obreros contra las máquinas. Lo que era actividad del obrero vivo, se
convierte en actividad de la máquina. De este modo la apropiación del trabajo
por el capital, el capital en cuanto aquello que absorbe en sí trabajo vivo
-"cual si tuviera dentro del cuerpo el amor"- se contrapone al obrero
de manera brutalmente palmaria.
El intercambio de
trabajo vivo, por trabajo objetivado, es decir el poner el trabajo social bajo
la forma de la antítesis entre el capital y el trabajo, es el último desarrollo
de la relación de valor y de la producción fundada en el valor. El supuesto de
esta producción es, y sigue siendo, la magnitud de tiempo inmediato de trabajo,
el cuanto de trabajo empleado como el factor decisivo en la producción de la
riqueza. En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la
creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo
y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en
movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su powerful
effectiveness– no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato
que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la
ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a
la producción. (El desarrollo de esta ciencia, esencialmente de la ciencia
natural y con ella de todas las demás, está a su vez en relación con el
desarrollo de la producción material.)
La agricultura, por
ejemplo se transforma en mera aplicación de la ciencia que se ocupa del
intercambio material de sustancias, de cómo regularlo de la manera más
ventajosa para el cuerpo social entero. La riqueza efectiva se manifiesta más
bien -y esto lo revela la gran industria- en la enorme desproporción entre el
tiempo de trabajo empleado y su producto, así como en la desproporción
cualitativa entre el trabajo, reducido a una pura abstracción, y el poderío del
proceso de producción vigilado por aquél. El trabajo ya no aparece tanto corno
recluido en el proceso de producción, sino que más bien el hombre se comporta
como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo. (Lo
dicho sobre la maquinaria es válido también para la combinación de las
actividades humanas y el desarrollo del comercio humano.)
El trabajador ya no
introduce, el objeto natural modificado, como eslabón, intermedio, entre la
cosa y sí mismo, sino que inserta el proceso natural, al transforma en
industrial, como medio entre sí mismo y la naturaleza inorgánica, a la que
domina. Se presenta al lado del proceso de producción, en lugar de ser su
agente principal. En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental
de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el
hombre ni el tiempo que éste trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza
productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma
gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del
individuo social El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la
riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento,.
recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el
trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el
tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el
valor de cambio [deja de ser la medida] del valor de uso.
El plustrabajo de la
masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así
como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para. el desarrollo de los
poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada
en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le
quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de
las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario
con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario
de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación
artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha
vuelto libre y a los medios creados para todos El capital mismo es la
contradicción en proceso, [por el hecho de] que tiende a reducir a un mínimo el
tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como
única medida y fuente de la riqueza. Disminuye, pues, el tiempo de trabajo en la
forma de tiempo de trabajo necesario, para aumentarlo en la forma del trabajo
excedente; pone por tanto, en medida creciente, el trabajo excedente como
condición –question de vie et de mort– del necesario. Por un lado
despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así
como de la cooperación y del intercambio sociales, para hacer que la creación
de la riqueza sea (relativamente) independiente del tiempo de trabajo empleado
en e11a.
Por el otro lado se
propone medir con el tiempo de trabajo esas. gigantescas fuerzas sociales
creadas de esta suerte y reducirlas a 1os límites requeridos para que el valor
ya creado se conserve como valor. Las fuerzas productivas y las relaciones
sociales -unas y otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social-
se le aparecen al capital únicamente como medios, y no son para él más que
medios para producir fundándose en su mezquina base. In fact, empero,
constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a esa base por los
aires. "Una nación es verdaderamente cuando en vez de 12 horas se trabajan
6. Wealth no es disposición de tiempo de plustrabajo" (riqueza
efectiva), "sino disposable time, aparte el usado en la producción
inmediata, para cada individuo y toda la sociedad". [The Source and
Remedy, etc., 1821, p.6.]
La naturaleza no
construye máquinas, ni locomotoras, ferrocarriles, electric telegraphs,
selfacting mules, etc. Son éstos, productos de la industria humana:
material natural, transformado en órganos de la voluntad humana sobre la
naturaleza o de su actuación en la naturaleza. Son órganos del cerebro humano
creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento. El desarrollo
del capital fixe revela hasta qué punto el conocimiento o knowledge social
general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta
qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo
los controles del general intellect y remodeladas conforme al mismo.
Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no sólo en la
forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del
proceso vital real.
[Karl Marx, Elementos
fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858,
vol, 2, México. Siglo XXI, 1972, pp. 216-230. Traducción del alemán de Pedro
Scaron.]
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