sábado, 4 de junio de 2011

Gramética Kechwa

Un Tema de Actualidad
GRAMÁTICA KECHWA
Por César A. Guardia Mayorga
INTRODUCCIÓN
(1-2)
            El problema actual del kechwa no se reduce a una corriente indigenista que se preocupa de incluir algunos vocablos nativos en las producciones literarias, o de una llama o un indio en los cuadros pictóricos; no se trata de la metodología para el aprendizaje de este idioma en más o menos tiempo; no se pretende estudiar el kechwa disecándolo como si se tratara de un idioma muerto, porque estos aspectos son medios, pero no fines. Ahora se trata, fundamentalmente, de involucrar el problema del Runasimi en la problemática social de nuestro país; en el arduo proceso de creación y desarrollo de nuestra cultura; en el proceso revolucionario de liberar a nuestro pueblo aborigen de la explotación y la servidumbre.
            El carácter social del problema del indio kechwa es tan determinante, que la exigencia de su producción se plantea imperiosamente sólo desde el momento en que la inquietud y las luchas sociales empiezan a sacudir la conciencia adormecida del proletariado peruano y de las masas indígenas, y desde el momento en que algunos escritores empiezan a forjar una conciencia revolucionaria de acuerdo con una ideología socialista.
            Antes, la situación era completamente diferente. Con la llegada de los españoles se estancó el desarrollo del idioma kechwa, se estancó el desarrollo del pueblo kechwa. Como se frustró todo el proceso cultural incaico.
            En la Colonia y la República, la explotación y el racismo determinaron la categorización social. El blanco lo era todo, el indio no era nada, el mestizo se cobijaba en la autoridad del blanco. De esta manera, ser blanco se convirtió en una cualidad superior racial, de riqueza, poder y arbitrariedad.
            En estas condiciones, el blanco y el mestizo ilustrado se convirtieron en "hijos de España", en lugar de buscar sus raíces en esta tierra del Tawantinsuyu, en lugar de agacharse a mirar su propio país.
            Por su parte, los indígenas desconectados de su glorioso pasado y sin ningún porvenir durante siglos, redujeron el concepto de patria al lugar o región en que habían nacido.
            En estas condiciones era, pues, natural que todo lo que era indígena resultase bajo, sin importancia, incluyendo su propio idioma. Es por esto que el indígena aspira a aprender el castellano, es por esto que el doméstico indígena, más si es mujer, se avergüenza de hablar su propio idioma, como hasta hoy aún se puede observar en esta Capital. Por su parte los gamonales de la Sierra, blancos o mestizos, prohibieron que sus hijos hablasen el idioma de la servidumbre.
            En un ambiente de explotación, miseria y servidumbre, la fuerza expresiva del kechwa fue debilitándose, domesticándose, en la misma medida en que se ahondaba el vasallaje entre el conquistado y el conquistador, entre el gamonal y el siervo. En lugar de la arenga revolucionaria y altiva se va imponiendo la plegaria del eterno pecador; en vez de la protesta aparece la súplica doliente y humilde.
            De la fuerza viril y expresiva del kechwa, en las contiendas revolucionarias y políticas, aún quedan algunas huellas de muestra. En el drama "Ollanta", el guerrero heroico y victorioso del mismo nombre, ante la imposibilidad de unir su sangre con la sangre noble de la bella Kusi Qoyllur, hija de Pachakutiq, lanza una feroz imprecación contra el Soberano. La inicia doliéndose de su pueblo, del gran pueblo del Qosqo, para luego referirse al Inka amenazadoramente:
           
¡Ay! Qosqo. ¡Ay sumaq llaqta
Kunanmanta qayamanqa,
Auqam kasaq, kasaq auqam,
Chay qasqoykita karaqta
Llikirquspa, sonquykita
Kunturkunaman qonaypaq.
¡Ay! Cusco. ¡Ay! hermosa ciudad
De ahora en adelante
Seré tu enemigo, seré cruel
Para rasgar tu ardiente pecho
Y dar tu corazón
A los cóndores.
           
            Tupaq Amaru, lanza en la Colonia esta admonición que es condenación y esperanza:
            ¡Jallpa llamkaq runakuna! Manañam kunanmanta wiraqochakuna wakchayniikichiwan mikunqañachu
            ¡Campesinos! ¡Desde ahora ya no comerán vuestros patrones con vuestra pobreza!
            Y si damos un gran salto en nuestra historia, aún escuchamos las palabras de uno de los delegados del Cusco al Primer Congreso del Frente de Liberación Nacional, que se realizó en Lima, quien al referirse al problema de la tierra terminó diciendo a gritos:
            ¡Qamonalkuna kunturjinam, aychata mikuruspa tullullanta saqewanchik! Chayqa, ¿imansuntaq aychata mikuyta munaspaqa? ¡Qamonalkunata chinkachisun!
            ¡Los gamonales son como los cóndores que se comen la carne y sólo dejan los huesos! Entonces, ¿qué debemos hacer si queremos comer carne? ¡Hacer desparecer a los gamonales!
            Estas huellas, sin embargo, apenas ya son oleadas de rebeldía en un mar de mansedumbre. En un mar en el que hasta la expresión de la tristeza humana se convirtió en lamento oprimido, en grito de impotencia, y la alegría se materializa en gesticulaciones que no llegan a la plena risa.
            En la Colonia fueron los religiosos los que se preocuparon por el aprendizaje y la enseñanza del Runasimi, con fines de adoctrinamiento y catequización; en la República son investigadores extranjeros los que se interesan por el estudio y conocimiento de este idioma, hasta que finalmente algunos peruanos dirigieron su atención hacia este problema.
            Ahora la situación es diferente. El problema de las lenguas aborígenes, sobre todo del kechwa, se ha convertido en un problema social y cultural, como ya se ha dicho. Su solución es una necesidad premiosa en nuestra tarea de peruanizar al Perú.
            El bilingüismo en la enseñanza, la elaboración definitiva de un alfabeto kechwa, la desaparición definitiva del analfabetismo, el desarrollo del idioma de los Incas, que tantas posibilidades ofrece; la creación literaria en este idioma que fructíferamente renace, etc., etc., se han convertido en necesidades ineludibles e impostergables, que es necesario satisfacer creando las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales indispensables. Además, no se puede silenciar la gran importancia que tiene el kechwa en el estudio sociológico e histórico del Perú, como he sostenido en otras oportunidades. "El idioma de un pueblo es el más completo monumento histórico de sus diversas épocas y de sus ideas que lo han alimentado; y a cada faz de su civilización, a cada período de su existencia, reviste nuevas formas, toma nuevos giros y se impregna de diverso espíritu" "Los idiomas vuelven hoy a su cuna, al pueblo…" (Domingo Faustino Sarmiento, en el "Mercurio" de Chile, en 1842)
            Por todo lo expuesto, lo fundamental es convertir el castellano de instrumento de dominio en instrumento de liberación definitiva. Para ello es necesario no solamente castellanizar al indígena, sino también kechuizarlo. Es decir, que así como se enseña castellano en las escuelas, colegios y universidades a personas que ya hablan este idioma, lo propio debe hacerse con el kechwa. Que se enseñe este idioma oficialmente en todos los grados del proceso educativo para que se perfeccione y desarrolle, y así pueda convertirse en una nueva vía de culturización. Superemos el negativo criterio de que nuestra cultura debe desarrollarse solamente a base del castellano. ¿Acaso no sería más rica nuestra literatura, si pudiese desarrollarse al mismo tiempo en castellano, kechwa, aymara o cualquier otro idioma aborigen que sea eficaz para ello? Cuanta más variada es la expresión de una cultura, aparece siempre más rica en su contenido y en su unidad. Lamentablemente, a veces se pretende confundir unidad con uniformidad.
            Asimismo hay que desechar la errónea creencia -aunque lo diga la "prensa seria"- de que la unidad nacional se alcanzará unificando el idioma. Los Incas nos enseñaron prácticamente todo lo contrario, y ahora, potencias socialistas como la Unión Soviética y la República Popular China nos han dado lecciones teóricas y prácticas de cómo hay que tratar el problema de la variedad de idioma en un Estado, de la importancia que esto tiene para alcanzar la unidad y de las ventajas que reporta.
            Con todo, aún existe una tendencia antikechuista, como supervivencia de la política colono-republicana. El fundamento ha variado poco. Cuando constituimos el Instituto de Lenguas Aborígenes, y por primera vez se consiguió media hora en el programa dominical de Radio Nacional, en nuestro deseo de difundir nuestro querido y excelente Runasimi, recibimos como estímulo la crítica de un "periódico serio" haciéndonos ver la inutilidad de esta labor, tratándose de "un idioma condenado a desaparecer". Tampoco faltó el volante de un partido "nacionalista" hasta el espacio y el tiempo, en que nos acusaba de pretender dividir el Perú en tres naciones (castellana, kechwa y aymara). Finalmente, en las "altas esferas" -que no siempre son altas- surgió la terrible sospecha de que estábamos haciendo propaganda comunista "en kechwa", y nos suspendieron la concesión.
            En la actualidad, cuando la situación ha cambiado notablemente, todavía se argumenta sosteniendo que lo fundamental es la castellanización; que si hay que enseñar a leer a los niños indígenas en su idioma nativo, es porque se ha comprobado que así aprenden más fácilmente el castellano.
            Para estos colonialistas, les será mortificante conocer las raíces de su obsesión; pero será provechoso para el pueblo de lo que con esto se pretende. Para ello tenemos un documento invalorable: la Cédula Real del 10 de mayo de 1770, dada significativamente años antes del levantamiento de Tupaq Amaru, o sea cuando ya emergía en el verdadero pueblo peruano la conciencia de una verdadera nacionalidad, y la crisis de la dominación española se agudizaba.
            Si en aquellos tiempos se quiso convertir oficialmente el castellano en instrumento de perennización del sistema colonial en Latinoamérica, durante la República conservó este mismo valor al servicio de las clases dominantes coloniales ya afeudaladas que se habían independizado políticamente de la metrópolis española.
            En la actualidad no faltan sectores o personas animadas del mismo sentido político, en su deseo de reformar o perennizar el dominio y explotación de las masas campesinas aborígenes y de evitar el desarrollo de una nueva conciencia de liberación económica, social, política y cultural.
            De acuerdo con la realidad histórica y social que acabo de exponer sucintamente, la finalidad principal que persigo al escribir este libro, no es solamente ahondar en el estudio de la estructura gramatical del kechwa -lo que es tarea de especialistas- sino dar a conocer, en la forma más didáctica posible, aspectos y características importantes del Runasimi, sus posibilidades de desarrollo, sus limitaciones, actualizar aspectos postergados u olvidados, tratar de corregir algunos errores y plantear nuevos problemas que solucionar. Todo esto servirá para que se comprenda mejor la kechwización del aborigen y la importancia que tiene su idioma.
            No se puede vivir ni actuar eficazmente en la mayor parte del Perú sin hablar o, por lo menos, entender el kechwa; no se puede culturizar un pueblo al margen de su idioma. La tradicional política de castellanizar al aborigen peruano ha constituido un fracaso histórico. En la actualidad, más de la mitad de la población habla kechwa. Si es verdad que el castellano predomina por su propio mayor desarrollo y por las condiciones favorables con que ha contado, el kechwa se mantiene y defiende con el mayor aumento de la población aborigen y mestiza, y la mayor adecuación de su idioma al medio en que vive y a sus relaciones sociales. Y es que la verdad histórica nos enseña que no se puede hacer desaparecer voluntariamente un idioma sin exterminar al pueblo que lo habla.
C.A.G.M
GRAMÁTICA KECHWA
Ediciones Los Andes Lima Perú, 1973, 390 pp. 14.5 x 20.5 cms.
            Nota.- El 26 de mayo se celebró en toda América el Día de los Idiomas Americanos. De los cerca de 5000 idiomas en el mundo entero, América posee un 30% de ellos. Pero desde el Descubrimiento ha perdido y sigue perdiendo "un idioma por año"
            Nuestro Perú Integral, ¿dejará que se pierda nuestro idioma ancestral?
Ragarro
03.06.11

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