domingo, 1 de abril de 2012

Elecciones en Francia

From: Ricardo Melgar <melgarr@gmail.com>
Date: Sun, 1 Apr 2012 08:50:04 -0500
Subject: Elecciones en Francia
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<http://www.monde-diplomatique.es/?url=portada/198>
*Nº: 198 Abril 2.012 *
Elecciones en Francia
*Ignacio Ramonet*
* *
La elección presidencial es, en Francia, "la madre de todas las votaciones"
y el punto incandescente del debate político. Tiene lugar cada cinco años.
Es un sufragio universal directo a dos vueltas. En principio, cualquier
ciudadano francés se puede presentar a la primera vuelta, que tiene lugar
esta vez el 22 de abril. Aunque debe cumplir una serie de requisitos. Entre
ellos, contar con el apoyo de 500 cargos electos de al menos 30
departamentos (provincias) distintos (1). Si ningún candidato obtiene
mayoría absoluta (más del 50% de los votos), se impone una segunda vuelta
dos semanas después. Desde la instauración de la Quinta República en 1958,
siempre ha habido una segunda vuelta. A ella acceden tan sólo los dos
candidados que encabezan el primer turno. O sea, habrá que esperar hasta el
próximo 6 de mayo para conocer el resultado. Entre tanto, toda la vida
política gira en torno a ese acontecimiento central.
Por el momento, nadie tiene la partida ganada, aunque –según todas las
encuestas– la final parece que se jugará entre dos candidatos: el
presidente conservador saliente Nicolas Sarkozy, y el líder socialista,
François Hollande. Pero quedan todavía varias semanas de campaña en las que
muchas cosas pueden ocurrir (2). Y además, un tercio de los electores no ha
decidido aún por quién votará...
Los debates se desarrollan en un contexto marcado por dos fenómenos
principales: 1) la mayor crisis eco­nómica y social que Francia ha conocido
en los últimos decenios (3); 2) una creciente desconfianza hacia el
­funcionamiento de la democracia ­representativa.
La Constitución sólo autoriza dos mandatos consecutivos. El presidente
Sarkozy se declaró oficialmente el 15 de febrero pasado candidato a su
propia sucesión. Desde entonces la poderosa maquinaria de su partido, la
Unión por un Movimiento Popular (UMP), se ha puesto briosamente en marcha.
Y ha conseguido que ­todos los demás candidatos de la derecha (excepto el
soberanista Nicolas ­Dupont-Aignan) se retiren de la ­contienda para
dejarle como único representante de la corriente conservadora (4). La
batalla sin embargo no será fácil. Todas las encuestas lo dan por derrotado
en la segunda vuelta frente al candidato socialdemócrata François Hollande.
Sarkozy se ha vuelto muy impopular. En el extranjero, muchas personas no lo
conciben porque únicamente perciben su imagen de líder internacional
enérgico dirigiendo, junto con Angela Merkel, las Cumbres europeas o las
del G-20. Además, en 2011, asumió también una postura de jefe militar y
consiguió ganar dos guerras, en Costa de Marfil y en Libia. Por otra parte,
en el aspecto del "glamour", su matrimonio con la célebre ex modelo Carla
Bruni, con quien acaba de tener una niña, contribuye a hacer de él un actor
permanente de la prensa del corazón. De ahí la perplejidad de la opinión
pública extranjera ante su eventual derrota electoral.
Pero hay que tener en cuenta, en primer lugar, un principio político casi
universal: no se ganan unas elecciones gracias a un buen balance de
política exterior, por excelente que sea. El ejemplo histórico más conocido
es el de Winston Churchill, el "viejo león" británico vencedor de la
Segunda Guerra Mundial y derrotado en las elecciones de 1945... O el de
Richard Nixon, el presidente estadounidense que puso fin a la guerra de
Vietnam y reconoció a China popular, pero se vio obligado a dimitir para no
ser destituido... Hay que añadir que otra ley parece haberse establecido en
Europa estos últimos años en el contexto de la crisis: ningún gobierno
saliente ha sido reelegido.
En segundo lugar, está el balance de su mandato, que es execrable. Además
de los numerosos escándalos en los que se ha visto envuelto, Sarkozy ha
sido el "presidente de los ricos" a quienes ha hecho regalos fiscales
inauditos, mientras sacrificaba a las clases medias y desmantelaba el
Estado del bienestar. Esa actitud ha alimentado las críticas de los
ciudadanos que, poco a poco, se han visto engullidos por las dificultades:
pérdida de empleo, reducción del ­número de funcionarios, retraso de la
edad de jubilación, aumento del coste de la vida... No cumplió sus
promesas. Y la decepción de los franceses se amplificó.
Sarkozy cometió también garrafales errores de comunicación. La noche misma
de su elección en 2007 se exhibió en un célebre restaurante parisino de los
Campos Elíseos festejándolo sin complejos en compañía de un puñado de
multimillonarios. Aquella interminable juerga en el *Fouquet's* quedó como
el símbolo de la vulgaridad y la ostentación de su mandato. Los franceses
no lo han olvidado y muchos de sus propios electores modestos jamás se lo
perdonaron.
Con su hiperactivismo, su voluntad de estar presente en todas partes y de
decidirlo todo, Sarkozy ha olvidado una regla fundamental de la Quinta
República: el Presidente –que posee más poder que cualquier otro jefe de
Ejecutivo de las grandes democracias mundiales– debe saber guardar las
distancias. Dosificar con prudencia sus intervenciones públicas. Ser el
señor de la penumbra. No quemarse por exceso de sobreexposición. Y es lo
que le ha pasado. Su hipervisibilidad desgastó pronto su autoridad, y lo ha
convertido en su propia caricatura, la de un dirigente permanentemente
acalorado, impetuoso, excitado...
Ni una sola encuesta, hasta ahora, lo da como vencedor de ­estas
elecciones. Pero Sarkozy es un guerrero dispuesto a todo. Y también, a
veces, un golfo sin escrú­pulos, capaz de actuar como un auténtico
aventurero. De tal modo que, desde que se lanzó a la cam­paña el mes
pasado, con un descaro monumental no ha dudado en ­presentarse –él, que ha
sido el "presidente de los ricos"– como "el candidato del pueblo"
esgrimiendo argumentos próximos a la xenofobia para robarle votos a la
extrema derecha. No sin eficacia electoral. Y en las intenciones de voto,
inmediatamente ganó varios puntos hasta conseguir situarse por encima del
candidato socialista...
Éste, François Hollande, es por el momento, el claro favorito de los
sondeos. Todos, sin excepción, lo dan vencedor el 6 de mayo próximo. Poco
conocido en el extranjero, Hollande es considerado por sus propios
electores como un burócrata por haber sido durante más de once años
(1997-2008) Primer secretario del Partido socialista (5). Contrariamente a
su ex compañera Ségolène Royal, nunca fue ministro. Y su nombramiento como
candidato de los socialistas no resultó evidente. Sólo fue designado
después de unas durísimas elecciones primarias en el seno de su partido (a
las que, por razones harto conocidas (6), Dominique Strauss-Kahn, el
preferido de los electores socialistas, no pudo competir).
François Hollande es un social-liberal de centro, conocido por sus
habilidades de negociador y su dificultad para tomar decisiones. Se le
reprocha ser demasiado blando y mantener en permanencia la confusión. Su
programa económico no se distingue netamente, en el fondo, del de los
conservadores. Después de haber afirmado en un discurso electoral que "el
enemigo principal" eran las finanzas, se apresuró a ir a Londres a
tranquilizar a los mercados recordándoles que nadie había privatizado más y
liberalizado más que los socialistas franceses (7). En lo que respecta al
euro, a la deuda soberana o a los déficits presupuestarios, Hollande –que
afirma ahora querer renegociar el Pacto fiscal (8)– está en la misma línea
que otros dirigentes socialdemócratas, ­como Yorgos Papandreu (Grecia),
­José Sócrates (Portugal) y José Luis Rodríguez Zapatero (España), quienes,
después de haber abjurado de sus principios y aceptado las horcas caudinas
de Bruselas, fueron electoralmente expulsados del poder.
La flacidez política de François Hollande aparece aún más flagrante cuando
se le compara con el candidato del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon.
Con el 14% de las intenciones de voto, éste está resultando la gran
revelación de estas elecciones. Sus mítines son los que reúnen al mayor
número de personas, y sus discursos, verdaderos modelos de educación
popular, los que levantan el mayor entusiasmo. El domingo 18 de marzo,
aniversario de la revolución de la Comuna de París, consiguió movilizar a
unas 120.000 personas en la plaza de la Bastilla, cosa jamás vista en los
últimos cincuenta años. Todo ello debería favorecer cierto giro a la
izquierda de los socialistas y de François Hollande. Aunque las diferencias
de líneas son abismales.
El programa de Jean-Luc Mélenchon, resumido en un librito titulado *L'Humain
d'abord! *(9) (¡Primero lo humano!) del que ya se han vendido centenares
de miles de ejemplares, propone, entre otras medidas: repartir la riqueza y
abolir la inseguridad social; arrebatarle el poder a los bancos y a los
mercados financieros; una planificación ecológica; convocar una Asamblea
Constituyente para una nueva República; liberarse del Tratado de Lisboa y
construir otra Europa; iniciar la desmundialización...
El entusiasmo popular que está levantando Jean-Luc Mélenchon da una nueva
esperanza a las clases trabajadoras, a los militantes veteranos y a la
multitud de los jóvenes indignados. Es también una respuesta a una
democracia en crisis donde muchos ciudadanos ya no creen en la política ni
en el ritual de las elecciones.
Mientras se desinfla la extrema derecha y fracasa la tentativa de revivirla
mediante el experimento de Marine Le Pen, estas elecciones presidenciales
francesas podrían demostrar que, en una Europa desorientada y en crisis,
sigue viva la esperanza de construir un mundo mejor.
(1) Esta exigencia se reveló insuperable para por lo menos dos
pretendientes importantes: Dominique de Villepin, gaulista, ex primer
ministro, y Corinne Lepage, ecologista, ex ministra, excluidos de la
competición.#
(2) Por ejemplo, el asesinato de tres militares en el sur de Francia y la
odiosa matanza de niños judíos en Toulouse el 19 de marzo pasado, cometidos
por un joven yihadista relacionado con Al Qaeda, impactaron con fuerza en
la campaña, dándole naturalmente un protagonismo particular al presidente
saliente Nicolas Sarkozy.
(3) Tasa de desempleo: 9,8%. Desempleo de los jóvenes de menos de 25 años:
24%. Número total de desempleados: 4,5 millones.
(4) En favor de Sarkozy, se retiraron de la competición: Christine Boutin
(Partido cristiano-demócrata), Hervé Morin (Nuevo Centro) y Frédéric Nihous
(Caza, Pesca, Naturaleza y Tradiciones). Por idéntico motivo, el centrista
Jean-Louis Borloo no presentó su candidatura. Y la eliminación de Dominique
de Villepin y de Corinne Lepage tendrá también como consecuencia que la
mayoría de sus electores apoyarán al presidente saliente.
(5) En las encuestas, los dos tercios de los votantes de Hollande declaran
que lo hacen por "rechazo a Sarkozy"; únicamente un tercio dice que se
adhiere a las ideas de Hollande.
(6) Léase, Ignacio Ramonet, "Una izquierda descarriada", *Le Monde
diplomatique en español,* junio de 2011.
(7) *The Guardian*, Londres, 14 de febrero de 2012.
(8) Léase, Ignacio Ramonet, "Nuevos protectorados", *Le Monde diplomatique
en español,* marzo de 2012.
(9) http://www.lhumaindabord2012.fr
--
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
cel 993754274

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