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Date: Sun, 14 Jul 2013 11:10:54 +0000
Subject: [TacnaComunitaria] MATRIZ COMUNITARIA: SOCIALISMO Y PODER - XI
To: luismiguel1952@gmail.com
LA MATRIZ REPRODUCTIVA DE LA SOCIEDAD ACTUAL
Nuevo Orden: Matriz comunitaria
EL PARTO SANGRIENTO DEL SIGLO XXI
SOCIALISMO Y PODER - Parte XI
Marcelo Colussi
Medios de comunicación alternativos: una guerra popular
En el Informe "Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información
en nuestro tiempo", más conocido como Informe MacBride, presentado en la
Conferencia General de la UNESCO en Belgrado, 1980, se alertaba ya en aquel
entonces que "la industria de la comunicación está dominada por un número
relativamente pequeño de empresas que engloban todos los aspectos de la
producción y la distribución, las cuales están situadas en los principales
países desarrollados y cuyas actividades son transnacionales". Se decía
asimismo que "con harta frecuencia se trata a los lectores, oyentes y los
espectadores como si fueran receptores pasivos de información. Los
responsables de los medios de comunicación social deberían incitar a su
público a desempeñar un papel más activo en la comunicación, al concederle
un lugar más importante en sus periódicos o en sus programas de
radiodifusión con objeto de que los miembros de la sociedad y los grupos
sociales organizados puedan expresar su opinión". En otros términos, más de
25 años atrás se denunciaba una tendencia ya evidente en aquel entonces, y
que con el curso del tiempo fue agigantándose: la monopolización
comunicativa unilateral, al par que se establecían las líneas para
superarla: "darle voz a los que no tienen voz".
En la actualidad los medios de comunicación se han vuelto una institución
referente y constructora de la realidad humana, con toda la implicancia
social, política y cultural que este fenómeno tiene. Quieran o no, los
medios de comunicación cumplen un papel social educativo y formador de las
sociedades. Hoy – tendencia siempre en ascenso– los medios se constituyen
como los articuladores y creadores de los temas de interés nacional, al
mismo tiempo que son los difusores de los conceptos y valores que perciben
pasivamente los grandes colectivos.
Tal como lo puntualizaba el Informe MacBride, los medios de comunicación
han transitado por la lógica de grandes empresas, que responde no a la
búsqueda de la verdad objetiva, la imparcialidad y el desarrollo general de
las comunidades sino a las reglas comerciales imperantes en el mercado; es
decir: a la incidencia en la sociedad en términos de cantidad de
consumidores y la venta en el mercado, la utilidad comercial que se percibe
a través de la publicidad y la venta directa de servicios. Dicho sea de
paso, la llamada industria cultural (periódicos, libros, radio, cine,
televisión, discos, videojuegos, internet) facturó en el 2005 cerca de
450.000 millones de dólares. En esta lógica extremadamente comercial los
medios de comunicación han empujado las funciones informativas, educativas
y de análisis de la vida y sus relaciones a responder también a esta
perspectiva comercial de hiper mercantilización en favor de una
representación de la realidad social cada vez más emocionante, excitante y
sorprendente. En otras palabras: "espectáculo vendible".
Los usuarios de todo este arsenal técnico somos acostumbrados a ver el
mundo sin actuar sobre él. Al separar la información de la ejecución, al
contemplar un mundo mosaico en el que no se perciben las relaciones entre
las cosas y se presenta todo previamente digerido, se crea entonces un
estado de aturdimiento, indefensión y modorra en el que crece con facilidad
la parálisis social. El "espectáculo" de la vida va reemplazando así a la
vida misma. Pero como dijo Gabriel García Márquez: "La invención pura y
simple, a lo Walt Disney, sin ningún asidero en la realidad, es lo más
detestable que pueda haber".
Dado el grado de impacto social que alcanzan, los medios de comunicación,
por el contrario, podrían jugar un papel de importancia decisiva en la
transformación para una vida mejor. Pero la lógica del lucro no lo permite;
las grandes compañías mediáticas terminan siendo, en todo caso, enemigas a
muerte de cualquier intento de cambio; son, en otros términos, no sólo
aliados del poder sino parte fundamental misma de la estructura del poder,
con tanta o mayor preponderancia en el mantenimiento de las sociedades que
las armas más sofisticadas. La guerra principal es hoy la guerra mediática.
Surge ahí, entonces, la necesidad de otro tipo de medios comunicativos: son
los llamados medios alternativos. Es decir: medios de comunicación no
centrados en la dinámica empresarial, no centrados en el espectáculo de la
vida sino en la vida concreta, en la lucha de la vida. La única manera de
lograr esto es permitir, como lo manifestara el Informe MacBride, que "los
miembros de la sociedad y los grupos sociales organizados puedan expresar
su opinión". O sea: reemplazar el espectáculo, la representación de los
hechos por la palabra de los actores mismos de los hechos. Eso son los
medios alternativos de comunicación: instrumentos que sirven para darle voz
a los sin voz.
En una demostración de modestia, el desaparecido periodista argentino
Rodolfo Walsh decía para referirse a los comunicadores: "Nuestro rango en
las filas del pueblo es el de las mujeres embarazadas, o los viejos.
Simples auxiliares, acompañantes". Tal vez había ahí un exceso de modestia;
los medios de comunicación que se pretenden alternativos son más que
acompañantes: están llamados a ser parte importantísima de la lucha por
otro mundo.
Medios de comunicación alternativos hay muchísimos, con una amplísima
variedad en formatos, estilos, recursos y grados de incidencia. ¿Qué
elemento común tienen una radio comunitaria que transmite en lengua suahili
para algunas aldeas de Tanzania y una página electrónica como, por
ejemplo, "Rebelión", donde escriben los más conspicuos intelectuales de la
izquierda mundial? ¿Qué une a un periódico comunitario de una barriada
pobre de Mumbay, en la India, con un canal televisivo como Catia TVe, de
Caracas, cuya consigna es "no mire televisión: ¡hágala!"? El trabajar por
una transformación social desde un espíritu solidario y no estar movidos
por el afán de lucro empresarial, el hacer jugar a la población no el papel
de consumidor pasivo sino el de sujeto activo en el proceso de comunicación.
Esta enorme gama de medios que se reconocen como alternativos tiene como
objetivo primordial ser un instrumento popular, una herramienta en manos de
los pueblos para servir a sus intereses. Por cierto ello permite una gran
versatilidad en la forma en que se implementan las acciones, pero el común
denominador es constituirse en un campo alternativo en contra del discurso
hegemónico de la industria capitalista de la comunicación y la cultura.
Ante la institucionalización de la mentira de clase, ante la manipulación
de los hechos y la presentación de la realidad como el colorido espectáculo
vendible al que nos someten las agencias capitalistas generadoras de un
tipo de información/cultura, surgen estos medios jugando el vital papel de
contraoferta cultural.
Constituirse en la instancia que da voz a los que no la tienen, ser la caja
de resonancia de colectivos populares, de organizaciones de base y
movimientos sociales organizados –asociaciones obreras o campesinas,
sindicatos, comunidades barriales, expresiones culturales alternativas,
etc.– es, en todo caso, un acompañamiento de vital importancia. En realidad
no son sólo acompañamiento solidario sino expresión de un genuino poder
popular.
Por su misma naturaleza de extra oficiales, de vivir en el sistema pero en
confrontación con él, todos los medios de comunicación alternativos padecen
similares problemas: desde el ataque a la seguridad más elemental cuando
arrecia la marea represiva hasta la crónica falta de recursos para
funcionar en lo cotidiano. Ser "alternativo", en definitiva, impone esa
situación: quien critica al statu quo y propone otras vías se enfrenta a
los poderes fácticos. Ser alternativo –en todo, y en el ámbito comunicativo
más evidentemente aún– lleva a estar en guerra continua.
Si la lucha de clases, la lucha por un mundo más justo y solidario, por
constituir una aldea global basada en el beneficio democrático de las
mayorías y no sólo en el de las élites, si todas estas luchas implican un
combate perpetuo, el campo de las comunicaciones, dada la importancia
creciente que las mismas tienen en las sociedades modernas, pasa a ser un
especialísimo ámbito de estas nuevas guerras.
Los medios alternativos, populares e independientes viven en una virtual
guerra, siempre al filo; y no puede ser de otra manera. Su papel en los
procesos de cambio, de transformación profunda, es cada vez más importante.
Entre otros tantos ejemplos que lo demuestran puede mencionarse, sólo por
citar algún caso, el de la Revolución Bolivariana en Venezuela: fueron
ellos, en contra de las poderosas cadenas comerciales, los que permitieron
la gran movilización popular que impidió el golpe de Estado en abril del
2002. Sin ellos la derecha hubiera logrado su plan contrarrevolucionario.
Esto demuestra que tienen en sus manos una muy importante cuota de poder.
Los medios de comunicación alternativos son un principalísimo embrión de
poder popular, y más allá de posibles falencias técnicas y pobreza crónica
de recursos –quizá irremediables, dado su misma condición de no-integrados,
de "marginales" en el buen sentido de la palabra– son una de las más
efectivas armas de la democracia de base, de la democracia revolucionaria.
Y si algo tan novedoso como un medio técnico de comunicación puede erigirse
en una nueva arma en la lucha por un mundo de mayor justicia, eso ya nos
habla de la necesidad de revisar muchos elementos de nuestra carga
conceptual cuando nos referimos al socialismo. Hoy, entrado el siglo XXI,
no podríamos decir que el mismo esté en crisis. Pero sí, sin dudas, vemos
que es necesario detenerse a pensar qué fue lo que ocurrió el pasado siglo
con las primeras experiencias que se proclamaron socialistas. El hecho que
un medio alternativo pueda ser un instrumento quizá más efectivo para
cambiar las relaciones de poder que una huelga, o eventualmente que un
movimiento armado, nos alerta ya de la necesidad de esa reformulación, de
esa relectura crítica.
--
Publicado por Blogger para TacnaComunitaria el 7/14/2013 06:10:00 am
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
cel 993754274
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Date: Sun, 14 Jul 2013 11:10:54 +0000
Subject: [TacnaComunitaria] MATRIZ COMUNITARIA: SOCIALISMO Y PODER - XI
To: luismiguel1952@gmail.com
LA MATRIZ REPRODUCTIVA DE LA SOCIEDAD ACTUAL
Nuevo Orden: Matriz comunitaria
EL PARTO SANGRIENTO DEL SIGLO XXI
SOCIALISMO Y PODER - Parte XI
Marcelo Colussi
Medios de comunicación alternativos: una guerra popular
En el Informe "Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información
en nuestro tiempo", más conocido como Informe MacBride, presentado en la
Conferencia General de la UNESCO en Belgrado, 1980, se alertaba ya en aquel
entonces que "la industria de la comunicación está dominada por un número
relativamente pequeño de empresas que engloban todos los aspectos de la
producción y la distribución, las cuales están situadas en los principales
países desarrollados y cuyas actividades son transnacionales". Se decía
asimismo que "con harta frecuencia se trata a los lectores, oyentes y los
espectadores como si fueran receptores pasivos de información. Los
responsables de los medios de comunicación social deberían incitar a su
público a desempeñar un papel más activo en la comunicación, al concederle
un lugar más importante en sus periódicos o en sus programas de
radiodifusión con objeto de que los miembros de la sociedad y los grupos
sociales organizados puedan expresar su opinión". En otros términos, más de
25 años atrás se denunciaba una tendencia ya evidente en aquel entonces, y
que con el curso del tiempo fue agigantándose: la monopolización
comunicativa unilateral, al par que se establecían las líneas para
superarla: "darle voz a los que no tienen voz".
En la actualidad los medios de comunicación se han vuelto una institución
referente y constructora de la realidad humana, con toda la implicancia
social, política y cultural que este fenómeno tiene. Quieran o no, los
medios de comunicación cumplen un papel social educativo y formador de las
sociedades. Hoy – tendencia siempre en ascenso– los medios se constituyen
como los articuladores y creadores de los temas de interés nacional, al
mismo tiempo que son los difusores de los conceptos y valores que perciben
pasivamente los grandes colectivos.
Tal como lo puntualizaba el Informe MacBride, los medios de comunicación
han transitado por la lógica de grandes empresas, que responde no a la
búsqueda de la verdad objetiva, la imparcialidad y el desarrollo general de
las comunidades sino a las reglas comerciales imperantes en el mercado; es
decir: a la incidencia en la sociedad en términos de cantidad de
consumidores y la venta en el mercado, la utilidad comercial que se percibe
a través de la publicidad y la venta directa de servicios. Dicho sea de
paso, la llamada industria cultural (periódicos, libros, radio, cine,
televisión, discos, videojuegos, internet) facturó en el 2005 cerca de
450.000 millones de dólares. En esta lógica extremadamente comercial los
medios de comunicación han empujado las funciones informativas, educativas
y de análisis de la vida y sus relaciones a responder también a esta
perspectiva comercial de hiper mercantilización en favor de una
representación de la realidad social cada vez más emocionante, excitante y
sorprendente. En otras palabras: "espectáculo vendible".
Los usuarios de todo este arsenal técnico somos acostumbrados a ver el
mundo sin actuar sobre él. Al separar la información de la ejecución, al
contemplar un mundo mosaico en el que no se perciben las relaciones entre
las cosas y se presenta todo previamente digerido, se crea entonces un
estado de aturdimiento, indefensión y modorra en el que crece con facilidad
la parálisis social. El "espectáculo" de la vida va reemplazando así a la
vida misma. Pero como dijo Gabriel García Márquez: "La invención pura y
simple, a lo Walt Disney, sin ningún asidero en la realidad, es lo más
detestable que pueda haber".
Dado el grado de impacto social que alcanzan, los medios de comunicación,
por el contrario, podrían jugar un papel de importancia decisiva en la
transformación para una vida mejor. Pero la lógica del lucro no lo permite;
las grandes compañías mediáticas terminan siendo, en todo caso, enemigas a
muerte de cualquier intento de cambio; son, en otros términos, no sólo
aliados del poder sino parte fundamental misma de la estructura del poder,
con tanta o mayor preponderancia en el mantenimiento de las sociedades que
las armas más sofisticadas. La guerra principal es hoy la guerra mediática.
Surge ahí, entonces, la necesidad de otro tipo de medios comunicativos: son
los llamados medios alternativos. Es decir: medios de comunicación no
centrados en la dinámica empresarial, no centrados en el espectáculo de la
vida sino en la vida concreta, en la lucha de la vida. La única manera de
lograr esto es permitir, como lo manifestara el Informe MacBride, que "los
miembros de la sociedad y los grupos sociales organizados puedan expresar
su opinión". O sea: reemplazar el espectáculo, la representación de los
hechos por la palabra de los actores mismos de los hechos. Eso son los
medios alternativos de comunicación: instrumentos que sirven para darle voz
a los sin voz.
En una demostración de modestia, el desaparecido periodista argentino
Rodolfo Walsh decía para referirse a los comunicadores: "Nuestro rango en
las filas del pueblo es el de las mujeres embarazadas, o los viejos.
Simples auxiliares, acompañantes". Tal vez había ahí un exceso de modestia;
los medios de comunicación que se pretenden alternativos son más que
acompañantes: están llamados a ser parte importantísima de la lucha por
otro mundo.
Medios de comunicación alternativos hay muchísimos, con una amplísima
variedad en formatos, estilos, recursos y grados de incidencia. ¿Qué
elemento común tienen una radio comunitaria que transmite en lengua suahili
para algunas aldeas de Tanzania y una página electrónica como, por
ejemplo, "Rebelión", donde escriben los más conspicuos intelectuales de la
izquierda mundial? ¿Qué une a un periódico comunitario de una barriada
pobre de Mumbay, en la India, con un canal televisivo como Catia TVe, de
Caracas, cuya consigna es "no mire televisión: ¡hágala!"? El trabajar por
una transformación social desde un espíritu solidario y no estar movidos
por el afán de lucro empresarial, el hacer jugar a la población no el papel
de consumidor pasivo sino el de sujeto activo en el proceso de comunicación.
Esta enorme gama de medios que se reconocen como alternativos tiene como
objetivo primordial ser un instrumento popular, una herramienta en manos de
los pueblos para servir a sus intereses. Por cierto ello permite una gran
versatilidad en la forma en que se implementan las acciones, pero el común
denominador es constituirse en un campo alternativo en contra del discurso
hegemónico de la industria capitalista de la comunicación y la cultura.
Ante la institucionalización de la mentira de clase, ante la manipulación
de los hechos y la presentación de la realidad como el colorido espectáculo
vendible al que nos someten las agencias capitalistas generadoras de un
tipo de información/cultura, surgen estos medios jugando el vital papel de
contraoferta cultural.
Constituirse en la instancia que da voz a los que no la tienen, ser la caja
de resonancia de colectivos populares, de organizaciones de base y
movimientos sociales organizados –asociaciones obreras o campesinas,
sindicatos, comunidades barriales, expresiones culturales alternativas,
etc.– es, en todo caso, un acompañamiento de vital importancia. En realidad
no son sólo acompañamiento solidario sino expresión de un genuino poder
popular.
Por su misma naturaleza de extra oficiales, de vivir en el sistema pero en
confrontación con él, todos los medios de comunicación alternativos padecen
similares problemas: desde el ataque a la seguridad más elemental cuando
arrecia la marea represiva hasta la crónica falta de recursos para
funcionar en lo cotidiano. Ser "alternativo", en definitiva, impone esa
situación: quien critica al statu quo y propone otras vías se enfrenta a
los poderes fácticos. Ser alternativo –en todo, y en el ámbito comunicativo
más evidentemente aún– lleva a estar en guerra continua.
Si la lucha de clases, la lucha por un mundo más justo y solidario, por
constituir una aldea global basada en el beneficio democrático de las
mayorías y no sólo en el de las élites, si todas estas luchas implican un
combate perpetuo, el campo de las comunicaciones, dada la importancia
creciente que las mismas tienen en las sociedades modernas, pasa a ser un
especialísimo ámbito de estas nuevas guerras.
Los medios alternativos, populares e independientes viven en una virtual
guerra, siempre al filo; y no puede ser de otra manera. Su papel en los
procesos de cambio, de transformación profunda, es cada vez más importante.
Entre otros tantos ejemplos que lo demuestran puede mencionarse, sólo por
citar algún caso, el de la Revolución Bolivariana en Venezuela: fueron
ellos, en contra de las poderosas cadenas comerciales, los que permitieron
la gran movilización popular que impidió el golpe de Estado en abril del
2002. Sin ellos la derecha hubiera logrado su plan contrarrevolucionario.
Esto demuestra que tienen en sus manos una muy importante cuota de poder.
Los medios de comunicación alternativos son un principalísimo embrión de
poder popular, y más allá de posibles falencias técnicas y pobreza crónica
de recursos –quizá irremediables, dado su misma condición de no-integrados,
de "marginales" en el buen sentido de la palabra– son una de las más
efectivas armas de la democracia de base, de la democracia revolucionaria.
Y si algo tan novedoso como un medio técnico de comunicación puede erigirse
en una nueva arma en la lucha por un mundo de mayor justicia, eso ya nos
habla de la necesidad de revisar muchos elementos de nuestra carga
conceptual cuando nos referimos al socialismo. Hoy, entrado el siglo XXI,
no podríamos decir que el mismo esté en crisis. Pero sí, sin dudas, vemos
que es necesario detenerse a pensar qué fue lo que ocurrió el pasado siglo
con las primeras experiencias que se proclamaron socialistas. El hecho que
un medio alternativo pueda ser un instrumento quizá más efectivo para
cambiar las relaciones de poder que una huelga, o eventualmente que un
movimiento armado, nos alerta ya de la necesidad de esa reformulación, de
esa relectura crítica.
--
Publicado por Blogger para TacnaComunitaria el 7/14/2013 06:10:00 am
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