sábado, 2 de mayo de 2020

Fwd: PROTESTA POR CRUEL E ILEGAL ACUERDO TRUMP-AMLO



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De: Ricardo Melgar <melgarr@gmail.com>
Date: dom., 21 de jul. de 2019 a la(s) 07:40
Subject: PROTESTA POR CRUEL E ILEGAL ACUERDO TRUMP-AMLO
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Apreciadas amigas y amigos, el pasado jueves, frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores, quemé mi pasaporte. El texto que sigue lo leí y entregué a los representantes de medios de comunicación que cubrieron el evento. También lo envié a las Mesas Directivas y Juntas de Coordinación Política del Senado y la Cámara de Diputados. Espero sea de utilidad al valioso trabajo que ustedes llevan a cabo.


QUEMO MI PASAPORTE EN PROTESTA POR EL CRUEL E ILEGAL ACUERDO MIGRATORIO TRUMP-AMLO, MISMO QUE HA DEJADO A MÉXICO SIN AUTORIDAD MORAL PARA DEFENDER A NUESTROS CONNACIONALES EN ESTADOS UNIDOS. 


18 de julio, 2019

El gobierno de Donald Trump calificará en estos días el trabajo hecho por México para contener el flujo de migrantes indocumentados. Como ciudadano, hago mi propia evaluación.   

Me llamo Primitivo Rodríguez Oceguera. Nací en Ixtlán, Michoacán, pueblo de centenaria tradición migratoria. Un buen número de mis familiares ha trabajado en el Norte. Entre ellas y ellos, mi madre Jovita Oceguera Arzate, su padre José, sus hermanos Francisco, Aristeo, Angelina y Lourdes, su segundo esposo, Leonardo, y sus hijas Laura y Noemí. Por el lado de mi padre Primitivo Rodríguez Barragán, tengo por igual parientes radicados en Estados Unidos. En dos ocasiones, sin tener documentos, yo mismo trabajé para una compañía constructora en Nueva Jersey. La primera vez con un grupo de afroamericanos, y la segunda, con puertorriqueños.

Viví 17 años en la Unión Americana. En 10 de ellos dirigí el Programa de la Frontera México-Estados Unidos para la organización no lucrativa Comité de Servicios de los Amigos. Este programa tenía como prioridad documentar la violencia contra migrantes, desde insultos hasta homicidios, por parte de la Patrulla Fronteriza, y demandar los cambios y castigos correspondientes.

Soy miembro fundador de la Red Estadounidense por los Derechos de Migrantes y Refugiados, y también de la Coalición por los Derechos Políticos de los Mexicanos en el Extranjero. Además, formo parte de la mesa directiva del Centro de Estudios California-México, con sede en Long Beach, California.

Quemo el pasaporte en protesta por el cruel e ilegal acuerdo sobre migración a que llegaron los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump a fin de evitar la imposición de aranceles comerciales a México.

Ese acuerdo convirtió al Estado en achichincle, migra y verdugo de Washington. De ahí que las reiteradas felicitaciones de Trump al gobierno por su buen trabajo de contención de migrantes, en realidad humillan y deshonran a México.

Una de las consecuencias del acuerdo es que el gobierno ha quedado sin autoridad moral para defender a nuestros migrantes. Cualquier reclamo por redadas contra mexicanas y mexicanos, o por su deportación masiva, provocará carcajadas en la Casa Blanca, ya que las razones que invocan las Secretarías de Relaciones Exteriores y Gobernación para perseguir y deportar migrantes sin documentos, son exactamente las mismas que usa Trump en la guerra contra nuestros connacionales.

También quemo el pasaporte como un modesto gesto de solidaridad con los migrantes de Centroamérica y otras regiones del mundo en tránsito por México. Como ellas y ellos me quedo sin papeles para ingresar a otro país.

Además, me negaré a presentar documentos de identificación cuando así lo exijan, violando leyes constitucionales, la migra mexicana, policías o miembros de las fuerzas armadas y de la Guardia Nacional en su tarea de cazar migrantes. Diré que soy haitiano, salvadoreño, guatemalteco, hondureño y africano. Todo a la vez. Que me deporten a donde quieran.

Como ciudadano de México pido perdón a todas y todos los migrantes en tránsito por el abuso, la xenofobia y el racismo de que son víctimas aquí en mi patria. Por otra parte, respeto y admiro a quienes les muestran afecto y solidaridad.

Así mismo, es necesario reconocer el admirable trabajo de atención que realizan en el país los albergues para migrantes. Démosles el apoyo que necesitan y merecen.

Hermanas y hermanos migrantes sean ustedes bienvenidas y bienvenidos a México. Su lucha y esperanza nos renueva y fortalece. Como nos han colmado de honor y orgullo por más de un siglo el esfuerzo y  generosidad de nuestro pueblo migrante, de nuestra nación mexicana en el extranjero.

A México, tierra de migrantes, refugio y asilo, la Iniciativa Mérida, firmada por los presidentes George W. Bush y Felipe Calderón en 2007, y el acuerdo Trump-López Obrador que tuvo lugar el mes pasado, lo han hecho territorio de guerra contra migrantes. No importa que sean niñas y niños, o bien, jóvenes, madres y padres que no tienen más papeles que los identifiquen que su dolor y su anhelo de encontrar vida, un respiro al menos de vida digna.

"Con el simple  fantasma de los aranceles", como dijo a senadores estadounidenses el Secretario de Estado Mike Pompeo, México aceptó convertirse en el muro y la migra de Estados Unidos, y además, pagar el costo de dicha encomienda. Trump cumplió así, y con creces, la promesa que hizo a sus rabiosos admiradores: construir un enorme muro y que lo pagara México.

En los hechos, el gobierno de López Obrador se ha convertido en promotor de la reelección de Trump, un presidente orgullosamente xenófobo, pendenciero, racista, misógino y antimexicano.

El acuerdo migratorio Trump-López Obrador sacrificó a quienes huyen de extrema pobreza y violencia en sus países de origen.

Al altar de los sacrificios fueron llevadas por igual la Constitución mexicana y normas que rigen la relación entre las naciones.

Nunca en la historia de Estados Unidos, ni siquiera en sus etapas de extrema xenofobia, policías locales, estatales, federales y miembros de la Guardia Nacional y las fuerzas armadas persiguieron a migrantes sin papeles en todo el país, como ahora se hace aquí.

Nunca tampoco en Estados Unidos el gobierno ha exigido a las ciudadanas y ciudadanos que se identifiquen cuando compran boletos de viaje o se encuentran en autobuses y otros medios de transporte, como se realiza hoy en nuestro país.

Las múltiples migras mexicanas han superado en saña y violación de leyes a la migra norteamericana. El México que antes era modelo internacional de asilo y refugio es hoy ejemplo de hostigamiento y deportación de migrantes.

La política de férreo control fronterizo iniciada por el Presidente Bill Clinton en 1993 terminó provocando xenofobia y racismo, fortaleciendo a la delincuencia organizada y agudizando el abuso, trata de personas, secuestro y muerte de migrantes. Algo similar, si es que no peor, está ocurriendo en el país como resultado de la severa política de contención migratoria que según el Secretario de Relaciones, Marcelo Ebrard, "llegó para quedarse".

A pesar de todo, para bien de México, de Estados Unidos y del resto del mundo, es imperativo cambiar de rumbo, enfrentar a Trump y ganarle la jugada.

Por ejemplo, a la tortura mental que ocasionan a millones de migrantes mexicanos las amenazas de deportación, habría que responder con  el término del acuerdo sobre control migratorio. Y si ello conduce a una nueva amenaza de imponer aranceles, será necesario encarar a Trump con un plan de acción viable, contundente y de amplio apoyo social en ambos lados de la frontera.

Para vencer a Trump habría que elevar significativamente el costo electoral, político e internacional que pagaría de iniciar una guerra de aranceles contra México, principal socio comercial de la Unión Americana y de estados claves para su reelección y gobernados por Republicanos, como Iowa, Arizona y Texas. Si ahí pierde el voto,  Trump pierde la reelección.

De tener lugar el enfrentamiento, América Latina, la Unión Europea y países como China y Rusia felicitarían a México por su valor y responsabilidad global ofreciéndole, a la vez, el apoyo necesario para reducir el costo de la imposición de aranceles y aumentar los beneficios de una menor dependencia de Estados Unidos.

Por otra parte, México se convertiría en símbolo de resistencia a Trump en la Unión Americana, principalmente entre gobernantes, dirigentes y votantes del Partido Demócrata, e incluso del Partido Republicano, y desde luego entre votantes independientes. Así mismo, la justa y valiente postura de México daría a la comunidad mexicana un singular impulso a su participación político-electoral, y a sus luchas contra la xenofobia y el racismo.

Para bien de todas y todos, y para darle salida al porvenir, Trump el imperialista, xenófobo, pendenciero, misógino, racista y antimexicano debe ser encarado y derrotado.

¡Sí se puede!

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