sábado, 17 de noviembre de 2012

JUAN CARLOS LAZARO : LOS QUE HICIERON LA REPUBLICA


Nota del blog : hemos recibido la atenta misiva del periodista y poeta Juan Carlos Lazaro, dejamos constancia, que posteriormente por lo menos uno de los personajes se entrego a las fauces de la mafia Montesinista como es el caso de Augusto Bresani y que el primer gobierno del Apra, no se encontró en el campo popular.
BSPA

Los que hicieron “La República”
Por Juan Carlos Lázaro
La República vio la luz por primera vez en Lima a las tres de la tarde del lunes 16 de noviembre de 1981. Antes de concluir ese año, el diario estaba prácticamente quebrado. Sus promotores apostaron por un segundo intento y el resultado fue un éxito sin precedentes en la historia del periodismo peruano en el que además marcó un punto de quiebre e inauguró un nuevo rumbo.
Su creador y primer director fue el experimentado periodista Guillermo Thorndike, quien en esta empresa estuvo asociado con otros dos sagaces hombres de prensa: el “Chino” Domínguez (jefe de Fotografía) y José Olaya Correa (jefe de Redacción). El primer presidente de su directorio empresarial fue Roberto Carrión Pollit.
Los otros periodistas fundadores, aquellos de la primera hora, fueron Mirko Lauer, Alfonso La Torre, Ismael León, Mario Campos, Víctor Caycho, María Cristina Nadramia, Amadeo Julián, Segundo Vargas, Miguel Reynel, Lorenzo Villanueva, Julia Wun, Patricia Salinas, Manolo Salerno, Maruja Muñoz, Juan de Dios Rojas, Reynaldo Muñoz, JL Díaz, Javier Rojas, Augusto Bressani, Luis Trujillano, Walter Perales, Luis Castro Gavelán, Samuel Adrianzén,  Oscar Cuya, Luisa Loayza, Ernesto Guerrero y quien escribe estas líneas. Como jefe de Informaciones actuó Alejandro Sakuda y como secretaria de dirección, Luz Lévano.
En la sección de Fotografía estaban  –además del “Chino” Domínguez – el brillante Raúl Sagástegui, así como Jorge Sedano, Luis León y Antonieta Gamarra, asistidos por Susana Baca como archivera. La sección de Diagramación tenía como titular a Jesús Ruíz Durand, secundado por Pedro Parra, José Aquije y Rosario Velásquez. La jefatura de Producción estaba a cargo de Ricardo Benítez y la de Archivo tenía al venerable Alejandro Lostaunau. La incansable traductora no era otra que Martha Núñez.
Con este equipo, que se entregó en cuerpo y alma a su tarea, en el curso de ese primer año de circulación Thorndike logró que La República comprara su primera rotativa. En el segundo año su creciente éxito le permitió adquirir como local propio un edificio de tres pisos, con sótano, en el centro histórico de Lima. En el tercer año consiguió lanzar un  segundo periódico: El Popular. Y en el cuarto año Thorndike fue despedido.
Al ingresar a escena, La República se encontró con periódicos afirmados entre los lectores como El Comercio, La Crónica, La Prensa, Expreso, Correo y Ojo: el más antiguo superaba el siglo de edad y el más joven llevaba 20 años de carrera. El Diario de Marka, con cuatro años en la brega, tenía en el sector izquierdista y sindical de entonces un amplio público cautivo. El más reciente era El Observador, también surgido en 1981, pero con gran aceptación por su buena información, su impecable impresión a colores y su imagen de modernidad. Se anunciaba pues una competencia sin cuartel en pos de la lectoría.
Muchos han querido explicar el fulminante éxito de La República por su orientación hacia la crónica roja. Puede haber algo de cierto en esta afirmación. Por mucho tiempo su primera plana y su central fueron dedicadas a historiar las fechorías de los más temibles hampones de la época como Perochena, el “Loco Vicharra” o Maritza Dávila (la “Chica Dinamita”). Pero se olvida a la vez que entre esas mismas páginas aparecían a diario los sonetos de Martín Adán; los urticantes editoriales de Mirko Lauer sobre la actualidad política nacional; la lúcida crítica literaria y de arte de Alfonso La Torre; los eruditos comentarios sobre el cine de don Miguel Reynel; las reveladoras entrevistas de Mario Campos a personajes de la más variada índole, y las columnas dominicales firmadas por Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano y Mario Benedetti, entre otras célebres plumas.
Pero ello no lo explica todo. Por una auténtica vocación a favor de los sectores populares y por su amplia visión de periodista atento a las pulsiones sociales, Thorndike hizo de La República el mural impreso del nuevo Perú, aquel surgido de la experiencia de la revolución velasquista y de la intensa migración que volcó a comunidades enteras de los andes hacia las ciudades de la costa y que no tenían carta de ciudadanía. La democracia había retornado al Perú en 1980 –y la insurrección senderista había mostrado a la vez su garra asesina en apartados pueblos de la sierra–, pero los sectores de la burguesía tradicional que volvieron al poder se negaron –y algunos se niegan aún–  a reconocer al nuevo país y sus demandas de cambios en las estructuras del Estado. El pueblo volvería a darle las espaldas y el nuevo diario se haría eco de ese descontento.
Además, a mediados de 1982 El Observador fue abandonado por su prófugo propietario, el empresario Luis León Rupp, y al poco tiempo La Prensa, vocero de la vieja oligarquía agrarista, quebró abatido por una mala administración y el abandono de la lectoría. El Diario de Marka, gestionado por una pluralidad de partidos de izquierda, también cerró como consecuencia del sectarismo y el divisionismo de sus auspiciadores. El camino se despejaba, es cierto, pero antes que estos diarios hicieran crisis, La República ya había ganado el favor de una amplia mayoría de lectores y los días domingos, al menos, superaba los 200.000 ejemplares de ventas. Thorndike había dejado de ser un hombre adusto para estremecer con su risa orsowelleana la redacción de su periódico.
En las elecciones municipales de 1983, La República abrió sus páginas al candidato socialista Alfonso Barrantes Lingán, y en las presidenciales de 1985 respaldó abiertamente las dos candidaturas populares: la de Barrantes y la de Alan García. En uno y otro caso triunfaron sus propuestas electorales. ¿El resultado habría sido el mismo sin las campañas del diario del jirón Camaná? No había vuelta que darle. Cuatro años de intensa historia marcada por el éxito y la tragedia  –en Uchuraccay cayó su reportero gráfico Jorge Sedano al lado de otros siete colegas–, habían consagrado a La República como el diario del pueblo. (Juan Carlos Lázaro).

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