sábado, 17 de noviembre de 2012

LITERATURA : VIDA, PASIÓN Y MUERTE DEL BOOM

---------- Mensaje reenviado ----------
De: Julio Carmona <dedunp@gmail.com>
Fecha: 17 de noviembre de 2012 17:59
Asunto: Fwd: Rv: LITERATURA : VIDA, PASIÓN Y MUERTE DEL BOOM
Para:




Vida, pasión y muerte del boom

Gabriel Jiménez Emán
Rebelión


Uno no deja de asombrarse cómo el marketing pretende convertir todo en
mercancía. Libros, obras de arte, variantes culturales y, un día de
éstos, hasta las tendencias críticas del pensamiento serán convertidas
en bienes consumibles y desechables. La economía de mercado, con la
ayuda de las técnicas publicitarias y el apoyo de los medios puede
convertir todo, si se lo propone y se lo permitimos, en un objeto de
consumo, siempre y cuando ese objeto se deje atrapar por la seducción
de la moda.
Ahora tenemos a algunos novelistas de la década de los años 60, dados
a conocer bajo el nombre genérico de boom, remarcados con este término
bajo una clara tendencia de estallido, de detonación o ruptura, en
este caso con la tradición novelística anterior, por medio de un
conjunto de novelas seleccionadas a dedo en diversos países de
Hispanoamérica, que presumiblemente hicieron quiebre con una lengua
literaria o una tradición, cuando en verdad serían lo contrario, es
decir, consecuencias de esa tradición. En este caso, desde Barcelona,
España, Carlos Barral y Carmen Balcells eligieron cuidadosamente a un
grupo de novelistas por país: de Colombia (Gabriel García Márquez),
México (Carlos Fuentes), Argentina (Julio Cortázar), Perú (Mario
Vargas Llosa), Chile (José Donoso) y otros, y los lanzaron desde
Barcelona promocionándoles como los renovadores de la prosa castellana
de ficción. El ardid comercial funcionó y los libros se vendieron; a
éstos se agregaron otros en los años 70 como Mario Benedetti
(Uruguay), Salvador Garmendia y Adriano González León (Venezuela), a
éste último por resultar ganador del Premio Biblioteca Breve de la
editorial Seix Barral, casa propiciadora del boom. Comenzó el asunto a
volverse confuso cuando se anexaron a la lista otros autores mayores
en edad como Juan Carlos Onetti (Uruguay), Alejo Carpentier y José
Lezama Lima (Cuba), Juan Rulfo (México), Miguel Ángel Asturias
(Guatemala) o Augusto Roa Bastos (Paraguay) y al mismísimo Jorge Luis
Borges para intentar conformar un grupo de escritores desde España que
aseguraran un mercado no sólo en ese país, sino en toda América,
incluyendo a Estados Unidos. En todo caso, el único fenómeno de ventas
dentro del marco del boom fue Cien años de soledad de Gabriel García
Márquez, y algunas novelas de Carlos Fuentes como La región más
transparente y Cambio de piel, que no dejan duda de su alta calidad
literaria. Los cuentistas no fueron muy útiles al boom, incluyendo a
Borges, Cortázar y Rulfo, que habían consolidado sus obras más con el
cuento que con las novela, excepción hecha de Pédro Páramo y Rayuela,
obras capitales de estos escritores.
Poco a poco, los llamados escritores del boom fueron ensanchando su
espectro de marketing en diversas editoriales españolas y
latinoamericanas como Santillana, Planeta, Bruguera o Mondadori, las
cuales se disputaban a los autores, con lo cual comenzó una migración
de escritores a Madrid, Barcelona o Paris, y de ahí a ciudades
capitales de América como Bogotá, México, Buenos Aires, Caracas o
Santiago, donde nacían otras editoriales como Suramericana, Monte
Ávila o La oveja Negra, las cuales establecerían alianzas ocasionales
con las trasnacionales españolas del libro, inglesas o francesas como
Planeta, Grijalbo, Gallimard o Penguin para lograr con éstas
traducciones al inglés o francés. Veinte años después intentaron crear
el fenómeno post-boom con escritores de los años 80, pero no tuvieron
suerte. Más adelante, en los años 90, varias editoriales como Planeta,
Alfaguara, Mondadori, Bruguera, Anagrama, etc. crearon sendos premios
literarios, muy cuantiosos, que no pudieron siempre entronizar con
ellos la calidad literaria, aunque sí muchas de ellas imitar las modas
de la novela negra, el esnobismo, el realismo sucio, el tema
mediático, etc. Si se toma a uno solo de estos escritores
ultrapremiados, el peruano Jaime Baily, como ejemplo, vemos cómo se
imponen en él los temas superficiales: lo mediático televisivo, el
sexo escandaloso, el horror trasnochado, la violencia erótica y
política, los chismes de espectáculo, el exhibicionismo homosexual,
etc.
¿A qué viene este recuento? preguntará el lector. Se debe a la
reciente noticia de la celebración en España del nacimiento del boom a
través de un evento denominado El canon del boom, auspiciado por un
Congreso donde participan narradores españoles, especialmente el
canario J.J. Armas Marcelo, biógrafo y apologista de Mario Vargas
Llosa, quien entroniza a éste como símbolo fundador de este supuesto
"canon", con motivo de la aparición de la novela La ciudad y los
perros hace 50 años. Se pasearon hasta hace poco los directivos
españoles de la Cátedra Vargas Llosa por la península ibérica
celebrando un Congreso que se propone revivir al boom como fenómeno
cultural, para intentar contemporizarlo hoy. Cosa inocua, creo yo,
pensar que un grupo de escritores hace tiempo bien promocionados por
una editorial conformen un canon; un canon crítico no se fabrica a
través de un marketing y ese marketing no puede influir en una opinión
académica seria y mucho menos condicionar a un público lector
exigente. Dicho sea de paso, cronológicamente hablando, la obra más
temprana editada de aquellos escritores no fue la de Vargas Llosa
(quien según parece celebrar un centenario por anticipado, pues la
obra en ciernes fue editada, si no me equivoco, por vez primera en
1963), sino El coronel no tiene quien le escriba, obra magistral de
Gabriel García Márquez, publicada inicialmente en 1961. Personalmente,
creo que si el Gabo estuviera en buen estado de salud, sería el primer
aguafiestas de un Congreso como éste.
Según los principios de este Congreso, escritores como José Balza han
sido "invisibilizados" en la actualidad por los medios editoriales y
académicos, cuando en verdad han sido los propios escritores de la
derecha quienes se han aislado y negado a dialogar con las distintas
realidades políticas y sociales que les ha tocado enfrentar,
reduciendo su participación a quejas en solitario, comentarios
solapados en cafés o bares, columnas periodísticas feroces en diarios
reaccionarios, o declaraciones eventuales y cínicas sobre los
gobiernos progresistas de izquierda.
El español Armas Marcelo y el venezolano Gustavo Guerrero se dedican a
lanzar opiniones aventuradas e irresponsables recogidas por Michele
Roche ("El Nacional", Caracas, sábado 10 de noviembre de 2012) donde
según la periodista los escritores venezolanos "cada vez son más los
que tienen proyección internacional, si bien es cierto que la mayoría
de ellos hace años que salieron del país, es también innegable que
colocan bajo la luz cenital de la discusión erudita global a su
tradición letrada, con un ímpetu que no se veía desde hace medio
siglo.", anota Roche. Y prosigue: "Además de los 11 escritores
españoles convocados, las nacionalidades más frecuentes entre los
ponentes fueron la peruana y la venezolana. Por el país participaron
Gustavo Guerrero, Juan Carlos Chirinos, Juan Carlos Méndez Guédez y
José Balza. La obra del último ha recibido un espaldarazo enorme en el
último lustro e, incluso, Mario Vargas Llosa lo cuenta entre los
autores del boom que han pasado desapercibidos." Complementa la
periodista el comentario con las palabras de Armas Marcelo: "Venezuela
fue esencial en el boom gracias al Premio Internacional de Novela
"Rómulo Gallegos", sobre todo. Pero también podemos hablar de
escritores como Arturo Uslar Pietri, Salvador Garmendia y Adriano
González León, por ejemplo, además de Miguel Otero Silva, por
supuesto.", afirma Armas Marcelo. Afirmación grave por varios motivos.
Ni Uslar Pietri ni González León pertenecieron nunca a ese movimiento
editorial; la obra de Uslar es muy anterior (coetánea a la de Borges,
Onetti, Cortázar, Rulfo o Asturias) y la de González León se anexa
forzadamente al boom sólo por la concesión a País portátil del Premio
Biblioteca Breve en 1968. De hecho, quisieron incorporarlo, pero
Adriano les defraudó sencillamente porque no escribió más novelas por
lo menos en veinte años. En cuanto a Salvador Garmendia, éste tampoco
les funcionó como autor del boom, pues sus obras no se vendieron como
ellos esperaban, debido a la complejidad y dificultad literaria de la
prosa de Garmendia. Los pies de barro (1973) circuló anacrónicamente
como obra del ya agonizante boom, así como Memorias de Altagracia
publicada un año más tarde, en 1974. Salvador viajó a España en los
años 80, aunque no le fue posible publicar allá su obra posterior con
holgura en las casas editoriales. Ninguna de sus novelas de los años
60 (Los habitantes, Día de ceniza, La mala vida) fue editada en España
como parte del boom.
Finalmente, incluir a Miguel Otero Silva dentro del boom es otro
disparate. Otero Silva publicó sus últimas novelas en los años 70 y 80
y tampoco pudieron incorporarlo a la generación anterior. En cuanto a
José Balza, todo el mundo sabe que José se mofaba del boom en sus
clases y en conversaciones personales. Fue un detractor de García
Márquez y de la mayoría de los escritores del boom, y la verdad no sé
como ahora se presta a estas manipulaciones de Armas Marcelo y acepta
los elogios oportunistas de Vargas Llosa. Ninguna obra de Balza se
promocionó nunca como parte de este slogan. En efecto, en los años 80
el boom ya estaba técnicamente muerto.
Los dislates se continúan en las afirmaciones de Gustavo Guerrero: "Es
lógico que se abra la discusión sobre la presencia de los escritores
venezolanos en el boom y que se examine cual fue el lugar de figuras
como Garmendia, González León o Balza, hay una historia venezolana del
boom que está por escribirse. Los organizadores del Congreso El canon
del boom quisieron que la cita en Madrid sirva para explorar esta y
otras nuevas pistas." Pistas que jamás podrán ser exploradas, por la
sencilla razón de que el boom jamás fue un canon estético-literario,
sino un oportuno fenómeno de lanzamiento editorial donde concurrieron
excelentes escritores, heterogéneos y dispares, representativos de las
más diversas tendencias literarias.
Lo que sí es innegable es la significación del Premio Rómulo Gallegos
en la historia de la novela latinoamericana, como bien señala Armas
Marcelo, dada cuenta que se premiaron en Caracas novelas por jurados
calificados, y que el galardón se ha mantenido hasta ahora como un
premio serio y prestigioso, justamente porque no se pliega a intereses
ni a manipulaciones editoriales externas.
Hoy, cuando terminamos de celebrar en Caracas un 2º Encuentro
Internacional de Narradores (11 de noviembre de 2012) en la Casa de
Rómulo Gallegos, junto a varios ganadores del Premio (Mempo
Giardinelli, Isaac Rosa y William Ospina), nos podemos sentir
satisfechos de haber logrado una discusión fructífera sobre la
narrativa venezolana y latinoamericana, con la participación de
escritores venezolanos y de otros países, pudiendo constatar varias
cosas: que tanto las novelas ganadoras y muchas de las concurrentes al
premio en los últimos años (entre mis preferidas están Los detectives
salvajes de Roberto Bolaño y El viaje vertical de Enrique Vila-Matas)
son de una altísima calidad; que desde el Ministerio del Poder Popular
para la Cultura, la editorial Monte Ávila y el Celarg continúan
realizando una labor encomiable en pro de la narrativa continental; y
finalmente, que el llamado boom está liquidado por knock out técnico
desde muchos años, y será muy difícil hacerlo resucitar de la tumba
donde yace felizmente en paz.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
publicarlo en otras fuentes.









--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
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