Cómo se ve el
panorama del futuro próximo
11/12/2015
El problema de la economía internacional está centrado en el impacto de
las políticas de ajuste en las economías líderes: Japón, Estados Unidos y
Europa. La caída del consumo en estas economías tiene un efecto depresivo
en la demanda de materias primas y de comercio internacional en general.
Lo que eso significa es que los precios de las materias primas son
precios débiles, sujetos a vaivenes financieros y que los exportadores de
materias primas la están pasando mal, con tasas de crecimiento menores de lo
que eran hace cinco años.
El otro lado de los precios de las materias primas son las tasas de
interés que, estando en niveles negativos desde hace casi ocho años, están
impactando sobre los niveles de arbitraje que se están llevando a cabo.
Esto es serio porque levantó exageradamente los precios y ahora los deprime,
mucho más allá de lo que lo harían la oferta y demanda reales.
Al otro lado, el consumo de bienes finales ha bajado en los tres
espacios mencionados y eso ha impactado sobre el comercio exportador de China,
que crece liderado por exportaciones. Todos han indicado que las
exportaciones no lideran más el crecimiento pero el tiempo de virar las
políticas de exportadoras orientadas al mercado interno no es corto ni
sencillo. Para virar se necesita que los salarios suban, el empleo crezca
y la tasa de inversión se mantenga alta, orientada a actividades internas.
China tiene una tasa de crecimiento muy alta, no obstante lo que dice la
prensa occidental, pero el largo enfriamiento mundial está afectando su comercio.
No hay nada que indique que este largo enfriamiento occidental vaya a
recuperarse, a pesar de que la prensa occidental habla del auge europeo cuando
pasa de 0.3 a 0.4% de crecimiento y de recesión cuando la economía china
desciende de 7.1% a 7%. Ese tipo de manejo desinformativo lo que hace es
encubrir el desconcierto que hay con lo que pasa y con las teorías que lo
sostienen. Si todo estuviera bien, Estados Unidos no habría pasado al
segundo lugar en la economía mundial medido en paridad de poder adquisitivo
(PPP, por sus siglas en inglés) según el CIA World Factbook, ni Gran Bretaña
hubiera descendido del segundo lugar en el mundo al décimo primero entre 1975 y
2015.
Hay un problema de incomprensión y de desconcierto de cómo
hacerlo. Si Janet Yellen anuncia que el FED (Reserva Federal
estadounidense) sube la tasa de interés, el consumo en Estados Unidos se cae, y
el PIB con él. La tasa de crecimiento del consumo es frágil y muy
volátil. Si no lo hace, los bancos se meten en un lío. No pueden
estar más tiempo con tasas de interés cero que no les permite prestar.
Les permite invertir y hacer arbitraje, pero no prestar y sin préstamos no hay
inversión real ni recuperación de la tasa de inversión. Quizás por esto
es que se ha visto tanto fraude en los mercados cambiarios, de commodities y de
tasas de interés. Es la desesperación por tener ganancias a toda costa,
aunque deban pagar multas multimillonarias. Pero eso no puede ser
indefinido. Los nueve bancos más grandes han pagado 300 mil millones de
dólares en multas en los últimos tres años. Eso equivale a la suma del
PIB del Perú más Ecuador más Panamá; o Colombia más Ecuador.
Las tasas de interés
Nunca en la historia la tasa de interés ha sido negativa por tanto
tiempo. Esto no pasaría de ser un dato anecdótico si no fuera porque
tarde o temprano debe regresar a su nivel histórico del 6%. ¿Se puede
sostener una tasa tan alta con crecimientos que rondan entre 0 y 2% en las
economías líderes? O diremos, las ex economías líderes. Hay un
problema allí. Si Estados Unidos sube su tasa y no Europa ni Japón,
entonces el dólar se fortalece aún más y se debilita más a Europa y a
Japón. Como Estados Unidos casi no exporta en relación a su PIB (11% del
PIB), no le interesa mucho el asunto. A la inversa, comprar barato en
dólares es mucho más importante sobre todo si se compra la planta productiva
del mundo, que es la idea del TPP y TTIP (Acuerdo de Asociación Transpacífico y
Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, respectivamente); y
los derechos para brindarle los servicios al mundo.
Si se mira el PIB de Estados Unidos, es más fuerte que el crecimiento de
Europa o Japón, pero es como decir que un paciente con cáncer al páncreas está
mejor que uno con leucemia, o alguna otra enfermedad muy grave.
El resto del mundo empresarial que ha tomado dinero prestado en dólares,
euros y yenes a tasas cero va a resentir cuando éstas suban a, digamos,
3%. La cartera de los bancos en ese momento va a sentir el peso de
operaciones efectuadas en un mercado distorsionado. Por eso los bancos
prestan muy poco para producción y lo hacen más para consumo a tasas muy altas
El negocio de la guerra
La escalada de la guerra es evidente. Lo que comenzó como la
invasión a Irak, montada como una película sobre una gran aventura para ver si
Estados Unidos conseguía agilizar el multiplicador fiscal, no lo logró.
Sí logró agilizar los índices precio/ganancias de las empresas que cotizan en
bolsa que están relacionadas a las actividades de defensa y alta tecnología de
comunicaciones y transporte. Así, los índices financieros suben, mientras
el PIB no va a ninguna parte y el desempleo se maquilla detrás de las personas
que dejaron de buscar empleo.
La política de sembrar vientos ha dejado una cosecha de tempestades que
ha regresado a casa y Europa se ha convertido en el primer blanco. Como
en Siria, Europa es un blanco para Estados Unidos, que se lo quiere sacar de
encima para quedarse en una relación bilateral con China; y es un blanco para
los sectores musulmanes más radicales, que son gente joven, pobre, que no tiene
nada que perder. Todos recordamos que fue la CIA quien inventó Al Qaeda
para frenar la presencia rusa en Afganistán hace treinta años. Se les fue
de las manos. La multiplicidad de grupos derivados de ese radicalismo ha
abierto una guerra de guerrillas mundial que es fenomenal para las empresas de
alta tecnología, pero fatal para la vida cotidiana en Europa, hasta
ahora. Esto es, fuera de Oriente Medio, donde en nombre de la democracia ahora
hay regímenes religiosos intolerantes en casi todas partes donde se produjo una
de esas insurrecciones “democráticas”. Extraña definición de democracia.
Lo que está claro es que el multiplicador fiscal de estas guerras de
guerrillas es inexistente. Los PIB no crecen en ninguno de los países
occidentales metidos en la guerra, arrastrados por el gasto en defensa.
En cambio, los efectos sobre desplazamientos poblacionales derivados de la
guerra están a la vista. Hay tantos desplazados como en la segunda guerra
mundial. Estados Unidos sembró vientos en Medio Oriente y las tempestades
llegaron a las costas europeas. La mitad de Siria está desplazada.
América Latina
La navegación por instrumentos de los bancos centrales de América Latina
parece estarse alineando con la próxima reconversión del Banco Central de la
República Argentina a la línea “correcta”. El único problema es que si el
mundo no crece, por lo dicho al inicio, América Latina tampoco, y se puede
retornar a las políticas que tenía Argentina antes y que la llevaron a la
crisis del 2001, y eso no va a garantizar crecimiento económico.
Esa es la desesperación en el Perú en la campaña electoral. Los
tres candidatos de derecha que podrían ganar están atados al mantra de la
eficiencia del mercado, a pesar de haber pasado por el 2008 con los ojos
abiertos y haber visto cómo el “mercado” fue rescatado. México es un caso
patético donde la falta de crecimiento va acompañada por la necesidad de darle
un margen de ganancia a los inversionistas de corto plazo en un mercado
desregulado e integrado con Estados Unidos. Así, las probabilidades que
suban la tasa de interés en América Latina cuando suba en Estados Unidos son
todas, con el impacto negativo sobre el consumo mexicano y del resto. Los
efectos en Brasil están a la vista.
Sea quien sea el gobernante, no va a haber mucho crecimiento
económico. Lo peligroso es que dejemos de pensar y se sienten los bancos
centrales sobre teorías que no están teniendo resultados en las economías más
avanzadas. El proceso crítico que se inició en el 2008 ya llegó a América
Latina y está para quedarse hasta que se relance la economía mundial, salvo que
alguien retome la idea de mercados internos en América Latina, como lo ha hecho
Bolivia.
En suma, no se ve bien ni está claro el horizonte. Lo cierto es
que marchamos hacia el futuro con la derecha a pie firme, y con la garantía de
mayor concentración del ingreso y tasas muy bajitas de crecimiento que podrían
converger con las europeas en el mediano plazo.
- Oscar Ugarteche, economista peruano, es investigador
titular del Instituto de Investigaciones Económicas UNAM (México), SNI/CONACYT,
Coordinador del proyecto Obela www.obela.org.
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: ¿Fin del ciclo
progresista? 03/12/2015
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