domingo, 5 de septiembre de 2010

ACLARACION NECESARIA

Estimado compañero Manuel Velásquez:


Antes no me he referido a su exótico estilo de argumentar por no considerarlo importante, aunque eso no haya evitado el pensar al respecto. Pero hoy si me permito interrumpir este debate entre usted y el c. David Aguinaga sobre el proceso de la denominada Reforma Agraria del gobierno de Velasco – sobre lo que no diré nada-; para pedirle cumpla usted mismo con aquella invocación que lanza en su último escrito: “¡Tenemos que ser socialistas en todo!”, ya que en su última entrega, en un apretado segundo párrafo, entre lamentos y frases altisonantes sobre la reflexión y la acción teóricas, desliza comentarios que hicieran parecer que la obra teórica de Karl Marx sólo hubiera sido posible por la “suerte” de “tener a un Federico Engels al lado”. En el mismo tono, da a entender que César Vallejo por dedicarse a su obra a pesar de no tener capital, murió de “inanición”; y que José María Arguedas, por lo mismo, es decir, por estudiar, escribir, producir, falleció de “depresión”.



Además de señalar lo anterior con ese permanente estilo bufo que le hace perder seriedad en algunos temas; usted se muestra soberbio, pues se sobreentiende que usted sería un compañero de la talla de Karl Marx, si no tuviera que negárselo a sí mismo por “ganarse el pan” o no poder “estar encerrado en su gabinete de estudio”. Digo con usted, seamos socialistas en todo, hasta en la visión de uno mismo.



Mientras, hay que aclarar tres aparentes pequeñeces:



1. El mito de que Karl Marx fue mantenido por Engels desde que lo conoció en 1844, ha sido muy difundido por la derecha internacional y no debería la gente que se considera de izquierda, repetirlo; no porque de haber sido cierto estuviera mal, sino porque no lo fue. Marx trabajó siempre y si en un largo período importante de su vida, acordaron con Engels, camarada y amigo, que colaboraría con su sustento mientras Marx continuaba con la confección de la parte medular de su obra; fue parte de un convenio que iba de la mano con una concepción del mundo. Es decir, convinieron para un lapso de tiempo, la mejor forma para terminar una parte de la investigación que concluiría con “El Capital”. De más está decir que Engels sí colaboró con Marx en el plano económico, en reiteradas ocasiones y mucho. Marx también lo apoyó, de formas múltiples. Esta mutua contribución de Marx y Engels fue una asistencia orgánica en el más completo sentido revolucionario. Además Marx no sólo padeció angustias económicas por la cantidad de dinero que percibía, sino que este era utilizado también para solucionar graves problemas de salud. Sólo por citar una biografía de las muchas que se han escrito, en la titulada “Marx” de 1985, Werner Blumenberg dice: “A Marx la miseria le ofreció un rostro de tres caras: enfermedades, penurias económicas y dificultades familiares” y agrega: “Marx padeció desde 1849 enfermedades de hígado y de vesícula que ya no le abandonarían (…) En 1877 se presentó una sobreexcitación nerviosa, más preocupante que su afección de hígado (…) Consecuencia de todos estos padecimientos era su insomnio crónico (…) Desde 1863 padeció forunculosis, enfermedad ligada a las hepatopatías (…) A todas esas enfermedades se sumaron a partir de 1855 frecuentes catarros que en los últimos años de su vida degeneraron en tuberculosis pulmonar.” (Barcelona, 1986. Págs. 127 – 128).



Por último, podemos decir que la colaboración económica de Marx a Engels no fue lo más sustancial del mutuo aporte de estos camaradas; sino la consecuencia de su vida militante, desde que se conocieron en 1844. En el famoso libro de 1940 de Edmund Wilson, “Hacia la estación de Finlandia”, leemos: “Es posible que el servicio más importante que Engels prestara a Marx en aquellos momentos fuera dar carne y huesos al proletariado abstracto de Marx, situándolo en una casa y en una fábrica reales. Engels había regresado de Inglaterra con datos para su libro sobre La condición de la clase trabajadora en Inglaterra en 1844, y se puso a escribirlo de inmediato. (…) En cuanto a Engels, encontró en Marx el respaldo de convicción moral y de fortaleza intelectual que le servirían de brújula en esa sociedad contemporánea cuyos crímenes comprendía perfectamente, pero en la que había crecido y a la que – al revés de Marx – pertenecía orgánicamente.” (Madrid, 1972. Págs. 180 – 181).



También hay que acotar que Marx nunca vivió “encerrado”, siempre actuó políticamente. Sería estéril enumerar las organizaciones que impulsó, las responsabilidades que asumió, las polémicas en las que participó.



Ni Marx ni Engels fueron teóricos de gabinete, y ni Marx ni Engels tienen la culpa de que los “Marx” que habitan en los cuerpos y corazones de algunos compañeros y pugnan por salir, no tengan para coordinar a un Engels.



2. César Vallejo no falleció de “inanición”, si se refiere a la debilidad producto del hambre, como difundieron ciertos oportunistas que vivieron de su obra; situación que aclaró bastante hasta el cansancio su compañera Georgette Phillipart. Su explicación la podemos leer en el libro de la misma autora de 1975: “Vallejo: allá ellos, allá ellos, allá ellos!”, en donde señala entre otras cosas: “ (…) Vallejo ha sucumbido a un paludismo muy antiguo” Y citando al eminente doctor Carlos Urquijo, continúa: “(…) se trató de un viejo paludismo, reactivado como consecuencia de factores externos desfavorables, actuando sobre un organismo debilitado” (Lima, 1978. Pág. 213). Los médicos de la Clínica Arago hacen poco o nada por ayudarlo y no dan con la dolencia, falleciendo sin atención de la ciencia el 15 de abril de 1938.



Vallejo en Europa trabajó y escribió por y para la revolución, nunca padeció pobreza extrema, aunque sí una situación bastante modesta. Y eso también lo decimos, porque así fue; sin contenidos subjetivos.



3. Sobre la “depresión” de José María Arguedas. Este otro gran peruano tan zarandeado por unos y por otros, diremos que en el caso de este notable escritor, definir su dolencia psíquica no es tan sencillo como se deseara, ya que en su problema -más que en otros casos o todos los casos – se entretejen lo psicológico con lo social tan profundamente e interdependientemente que es difícil diferenciarlos.



Por otra parte, pensamos que más precisamente que “depresión” lo que Arguedas sufría era “angustia”, que para muchos especialistas en un síntoma más de la depresión, pero para otros no. La primera adormece y debilita los sentidos; la segunda los sobreexcita. La angustia se caracteriza por desconfiar, por estar en constante autodefensa. Citaremos a algunos autores que han estudiado este aspecto cardinal de la vida de Arguedas. Talía Tauro por ejemplo, señala en su libro “Psicopatología y amor en la obra de José María Arguedas”, que Arguedas tenía una “enorme carga de angustias” (Lima, 1993. Pág. 30). Esto no nos dice nada sin entender que “(…) la vida y obra de J. M. A. están estrechamente entrelazadas, pues de no haber sido protagonista activo o contemplativo de la realidad del país y de los conflictos humanos suscitados en ésta, no hubiera podido describir con tanto realismo sus problemas” (Pág. 31). Por esto, el escritor “(…) busca una salida a su infortunio y surge la idea obsesiva: el suicidio. La muerte viene a calmar el desasosiego de su espíritu, encuentra en ella una meta para su existir.” (Pág. 12).



Carmen María Pinilla en la Introducción a su difundida compilación “Arguedas – Textos Esenciales”, dice que cercano a la decisión de acabar con su vida, Arguedas estaba “atenazado por la angustia radical y atormentado por la amenaza de desaparición de elementos culturales del pueblo andino (…) casi vencido por la angustia que lo agobia y paraliza” (Lima, 2004. Pág. 34 – 35).



Entendemos entonces que José María Arguedas sufrió no un problema de orden psíquico medianamente independiente de un fenómeno social; sino que este fue manifestación de un proceso sociocultural de gran embargadora, que significaba la fogosa existencia de un Perú de todas las sangres que avanzaba hacia sus reivindicaciones en un mundo completamente revolucionado. Dice Humberto Collado Román en su minuciosa “Biografía”: “Es en 1969 que Arguedas se encuentra maduro para cualquier cabriola que podría hacerle a la muerte. La vida de Arguedas prácticamente era un péndulo entre la desesperación, el insomnio y los intensos dolores a la nuca y a la espalda; frente al presentimiento optimista, escéptico y trágico del futuro incierto” (Lima, 2005. Pág. 121). Aquí se constata que el malestar psíquico ya ha echado raíces profundas en el cuerpo del paciente, la vida lo angustia, lo predispone, lo asusta; sale pues al suicidio a manera de autodefensa y no simplemente de auto exterminio.



En el número 66 de la Revista de Neuropsiquiatría, del año 2003, entre sus páginas 171 – 184, encontramos un artículo de Santiago Stucchi Portocarrero que sustenta su análisis de la enfermedad de Arguedas en la depresión; sin embargo, pese a no estar de acuerdo, creemos que las conclusiones son las mismas; es decir que no murió como consecuencia de una simple “depresión”: “Sabemos que en la depresión y su consecuencia fatal, el suicidio, influyen diversos factores: biológicos, psicológicos y sociales, en mayor o menor grado. Más difícil aún es determinar en qué medida sus síntomas depresivos contribuyeron a forjar su obra, marcada por la nostalgia, la marginalidad y la ambivalencia” (“La depresión de José María Arguedas”, 2003).



En ese mismo artículo se recoge una expresión del fallecido hijo del amauta Mariátegui, el psiquiatra Javier Mariátegui, quien señala: “El suicidio de José María Arguedas no puede entenderse solamente como la complicación final de un cuadro melancólico profundo. Para explicar esta dolorosa pérdida, como señalamos para el diagnóstico formal, la hermenéutica de la psiquiatría clínica es insuficiente. (...) La muerte de Arguedas fue una forma extrema de afirmar su vida, cuando la cantera creativa parecía agotada. Para seguir viviendo en la conciencia y en el imaginario nacional y para ser leal y consecuente con su propio destino vital, José María, como César Vallejo, sólo podía repetir: ‘...no poseo para expresar mi vida sino mi muerte’” (“Arguedas o la agonía del mundo andino”. Revista de Psicopatología. Madrid, 1995. Número15. Págs 91-102).



Por lo tanto Arguedas no murió “deprimido” por actuar, sino angustiado por el epicentro de su acción y su propia capacidad de influencia en el mundo que se derrumbaba de muchas formas ante sus ojos.



Hechas las aclaraciones a sus afirmaciones, me despido de usted compañero Manuel Velásquez, sin dejar de reconocer la valía de sus intenciones políticas, sin dejar de valorar sus necesarias síntesis de las diversas reuniones en las que la izquierda revolucionaria polemiza, debate y propone. Sólo manifestarle por último que la más fundamental de nuestras laborales en estos momentos es contribuir con nuestra propia formación y con la de los más jóvenes y/o más inexpertos; por supuesto desde nuestras modestas y sinceras trincheras. Nuestros más jóvenes militantes y nuestro pueblo deben conocer que ni Marx vivió encerrado en su gabinete, ni Vallejo murió de hambre por escribir y militar, ni Arguedas de depresión por lo mismo. Todo lo contrario, vivieron y murieron por las causas del pueblo, por actuar desde ellas; orgánicamente los dos primeros, miembros de un movimiento internacional; orgánicamente Arguedas, militante de la defensa de la cultura de resistencia. No hay pretextos para estudiar, actuar, organizarse, militar y producir. Los Marx, los Engels, los Vallejo y los Arguedas no surgen imitando sus vidas, memorizando sus frases, aplicándolas o declarando su validez; tampoco están latentes en los que no pueden seguir su mismo camino, por el tiempo que sea. Ellos están vivos en los luchadores pensantes y operantes que desde siempre trabajan por un mundo nuevo, ahora y siempre y no cuando las “posibilidades” individuales y sociales estén dadas. Eso justamente es ser revolucionario, revolucionar las posibilidades. Eso es lo que ellos hicieron.



Saludos fraternos.



Martin Guerra.


Sr: David Aguinaga Carrión.

Apreciado compañero:

He aprovechado la noche de ayer, para leer con calma su artículo del 13.08.10. Discúlpeme por la tardanza, pero ese es mi problema con los artículos largos ( el suyo ocupa tres páginas apretadas ), que mi agitada vida no me permite dedicarles el tiempo que quisiera. Realmente, hay tánto que leer!

Si reflexionamos sobre todo lo que deberíamos de leer, o lo que quisiéramos leer, nos daríamos cuenta que sólo tendríamos que dedicarnos a ello, y, si le agregamos el tiempo para escribir, tendríamos a un Carlos Marx practicamente encerrado en su gabinete de estudio, y sin posibilidades de ganarse el pan para él y los suyos. Y si no tenemos la suerte de tener a un Federico Engels al lado, simplemente nos moriríamos de inanición ( como Vallejo ) o de depresión ( como Arguedas ).

No! realmente debemos tratar de escribir lo más sencillo y corto posible, como diría el Amauta: conciso. Si tenemos algo que decir, pues digámoslo con la mayor brevedad posible. Dejemos el estilo barroco, rococó, culterano, etc., para otros tiempos y espíritus pasados. Tenemos que ser socialistas en todo!

Cuando comparamos lo que hacían Marx, Lenin, Mao, etc., nos olvidamos de anotar que eran otros tiempos. Marx y Engels por ejemplo, los grandes creadores de la nueva concepción del mundo, nacieron, crecieron, se prepararon y lucharon en pleno siglo XIX, es decir, en el siglo racionalista por excelencia, romántico, en el cual no existían ni radio ni televisión ni video ni celular. Por tanto, para distraerse, ellos por ejemplo, leían una novela de Shakespeare o de Balzac o del Dante.

No existía el internet que viene sobrecargado de información, y que sólo eliminándola ya te roba un tiempo precioso.

En tiempos de Mariátegui empezaban el cine el teléfono los automóviles la radio el telégrafo, etc., y José Carlos se apropiaba de todos ellos, fue uno de los primeros en comprar un auto en sociedad con Hugo Pesce, e hizo instalar inmediatamente el teléfono en todas las habitaciones en que trabajaba en la casa de Washington Izquierda. Y las únicas veces que salía a la calle, estando ya en silla de ruedas, era precisamente para ir al cine a ver algún estreno de Chaplín, o para espectar un concierto dealgún músico reputado.

Yendo al tema central de su artículo, creo que se trata de la valoración correcta de lo que significó el gobierno militar de Velasco Alvarado y posteriormente de Morales Bermudez.

Creo que aquí está el meollo de su preocupación. Según tú, el gobierno militar significa un antes y un después en la historia del Perú, y creo que tienes razón. Pero creo que no concordamos en la valoración histórica de este gobierno.

Para mí, sigue siendo un gobierno de la burguesía, que desesperada por mantener y profundizar su dominio de clase, opta por reformas ¨ radicales ¨.

Pero sin tocar la esencia de las raíces feudales y coloniales de nuestra economía. Como diría Mariátegui plásticamente, los raigones de la feudalidad siguen intactos, al igual que la dependencia económica que, por el contrario, se fortalece más con el crecimiento económico irracional.

Afortunadamente, también subsisten, de pie, y cada vez más aumentando su número y su conciencia las Comunidades o Ayllus, que, también según Mariátegui, pueden llegar a ser, gradualmente, las células de un nuevo Estado Socialista.

Tenemos que analizar las medidas económicas tomada por el gobierno militar de Velasco, en especial la Reforma Agraria, pues tiene que ver con el problema primario del Perú. Hay alguna duda de que sigue siendo el problema principal?

En estos momentos se debate acerca de si se debe limitar la propiedad de la tierra o no. En estos momentos, el 90 % de los conflictos sociales tienen que ver con la tierra directa o indirectamente, o es que acaso el problema de la minería, de los hidrocarburos, de la explotación maderera, la agoexportación, no tienen que ver con el problema de la tierra, y de su propiedad?

Por ejemplo, la Ley de Consulta a los pueblos indígenas que según lo observado por el gobierno de Alan García, sólo debe tener efecto en aquellas tierras que las comunidades demuestren legalmente que les pertenecen, y no donde ellas sólo tengan posesión. Este acaso, no es un problema central, que tiene directamente que ver con el tema de la tierra, y tiene que ver con el baguazo, el terremoto social del año pasado?

Tenemos que investigar y reflexionar por qué la Reforma Agraria del 68 no ha solucionado el problema de la tierra, sino por el contrario, lo ha empeorado, lo ha complicado.

Qué tierras fueron afectadas por la Reforma?

Las grandes haciendas azucareras, por ejemplo. Y qué se hicieron con estas tierras? Se repartieron, se parcelaron? NO!

Se mantuvieron como tales, en forma de Cooperativas, pero los supuestos nuevos dueños no podían disponer de ellas, dando la falsa impresión de una propiedad social, cuando en el fondo, los anteriores terratenientes seguían manteniendo la propiedad a través de los Bonos. Y ahora con la participación del Estado, que a través de su banca se hacía cargo de la cobranza de la renta absoluta.

No olvidemos que el Estado en el sistema capitalista, representa al burgués colectivo, al capitalista colectivo, que muy bien puede asumir la propiedad de la tierra por ejemplo.

En todo caso, fue una manera de saldar cuentas entre burgueses y terratenientes, teniendo la burguesía el poder del Estado, y es por eso las quejas de los descendientes de la feudalidad.

No olvidemos todas las facilidades que el gobierno militar les dió a los terratenientes para que se conviertan en burgueses, a través de los famosos Bonos Cofide. Pero por la pereza mental de muchos de ellos, sólo unos cuantos aprovecharon bien la oportunidad, caso de los Romero.

A quién o a quiénes les están comprando las acciones los grupos capitalistas de las ex-cooperativas azucareras? A los ex-socios cooperativistas o al Estado burgués?

Para quiénes se hacen, principalmente, las obras de irrigación en el norte del Perú? Está comprobado que son los grandes grupos capitalistas los que se están favoreciendo con las inversiones en irrigación del Estado con el dinero de los impuestos que paga toda la población, es decir, el pueblo está financiando el capitalismo agroindustrial.

Esta fue la solución que dió la Reforma Agraria de Velasco al problema de la tierra, quitársela de las manos a los terratenientes feudales para d´rsela en las manos a los terratenientes burgueses, teniendo como intermediario al capitalista colectivo que es el Estado reaccionario.

Entonces, cuál es la valoración histórica del gobierno militar encabezado por el general Velasco Alvarado?

Estimado compañero, usted en su artículo mencionado, hace más de veinte preguntas, y está bien hacerlas, pero sería bueno también ensayar contestarlas.

Por ejemplo, el tema nacional.

En fin, le agradezco sobremanera la atención que me brinda, y quedo a la espera de sus noticias.

Un abrazo proletario. Manuel Velásquez Rangel.

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