El pasado 15 de enero se cumplió otro año del asesinato de la luchadora social alemana de origen polaco Rosa Luxemburgo, ocurrido en 1919. Figura central del socialismo internacional revolucionario y fundadora del Partido Comunista Alemán (KPD) -ilegalizado por el gobierno alemán- alrededor del mundo hubo actos en su memoria y David Arrabalí, master en Materialismo Histórico y Teoría Crítica por la Universidad Complutense de Madrid escribió un texto, publicado en http://convergenciademujeressocialistas.blogspot.com, del cual extractamos los siguientes fragmentos.
La "Rosa roja" fue asesinada en 1919, cuando tenía 48 años.
"Socialismo o barbarie", clamaba Luxemburgo desde los estrados.
La noche del 15 de enero de 1919, en Berlín fue
detenida Rosa Luxemburgo, una mujer indefensa con cabellos grises,
demacrada y exhausta.
Aparentaba mucho más de los 48 años que tenía. Uno de los soldados que la rodeaban le obligó a seguir a empujones, y la multitud burlona y llena de odio que se agolpaba en el vestíbulo del Hotel Eden le saludó con insultos.
Ella alzó su frente y miró a los soldados y a los huéspedes del hotel que se mofaban con sus ojos negros y orgullosos. Y aquellos hombres en sus uniformes desiguales, soldados de la nueva unidad de las tropas de asalto, se sintieron ofendidos por la mirada desdeñosa y casi compasiva de Rosa Luxemburgo, "la rosa roja", "la judía".
Le insultaron: "Rosita, ahí viene la vieja puta". Ellos odiaban todo lo que esta mujer había representado en Alemania durante dos décadas: la firme creencia en la idea del socialismo, el feminismo, el antimilitarismo y la oposición a la guerra, que ellos habían perdido en noviembre de 1918.
En los días previos los soldados habían aplastado el levantamiento de trabajadores en Berlín. Ahora eran los amos. Y Rosa les había desafiado en su último artículo: "¡El orden reina en Berlín! ¡Ah! ¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro orden está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!". La empujaron y golpearon. Rosa se levantó. Para entonces casi habían alcanzado la puerta trasera del hotel.
Fuera esperaba un coche lleno de soldados quienes, según le habían comunicado, la conducirían a la prisión. Pero uno de los soldados se fue hacia ella levantando su arma y le golpeó en la cabeza con la culata. Ella cayó al suelo. El soldado le propinó un segundo golpe en la sien.
El hombre se llamaba Runge. El rostro de Rosa Luxemburgo chorreaba sangre.
Runge obedecía órdenes cuando la golpeó. Poco antes él había derribado a Karl Liebknecht con la culata de su fusil. También a él le habían arrastrado por el vestíbulo del Hotel Eden.
Los soldados levantaron el cuerpo de Rosa. La sangre brotaba de su boca y nariz. La llevaron al vehículo. Sentaron a Rosa entre los dos soldados en el asiento de atrás.
Hacía poco que el coche había arrancado cuando le dispararon un tiro a quemarropa. Se pudo escuchar en el hotel.
Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold Brecht de 21 años escribía: "La Rosa roja ahora también ha desaparecido. Donde se encuentra es desconocido.
En el año 1962, 43 años después de su muerte, el gobierno federal alemán declaró que su asesinato había sido una "ejecución acorde con la ley marcial". Hace sólo nueve años que una investigación oficial concluyó que las tropas de asalto, que habían recibido órdenes y dinero de loss gobernantes socialdemócratas, fueron las autoras materiales de su muerte y la de Kart Liebknecht.
Miles de personas participaron en la marcha en homenaje a Rosa Luxemburgo, la "Rosa roja", en Berlín. El mes de enero suele ser una de las fechas más esperanzadoras para todos aquellos alemanes que aún creen en una alternativa izquierdista al actual sistema neoliberal.
También se celebró la ya tradicional conferencia internacional "Rosa Luxemburg", que finalizó con la manifestación que recorrió, en honor de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, las calles de Berlín camino del "cementerio de los socialistas".
Mucha gente sigue la tradición de la Alemania oriental de asistir a la manifestación para recordarla; su respeto lo demuestran depositando claveles rojos en el monumento dedicado a la "Rosa roja" y a los socialistas y comunistas que trabajaron por un mundo mejor.
Sus compañeros intentaron construir el socialismo; sus asesinos y enemigos ayudaron a Adolf Hitler a subir al poder. Hoy, cuando el capitalismo demuestra una vez más que la guerra no es un accidente, sino una parte irrenunciable de su estrategia.
Cuando los partidos y organizaciones "tradicionales" se ven en la obligación de cuestionar sus formas de actuar ante el abandono de las masas. Cuando la izquierda transformadora aboga exclusivamente por el parlamentarismo como vía para el cambio social.
Cuando nos encontramos ante una enorme crisis del modelo de democracia representativa y los argumentos políticos se reducen al "voto útil".
Hoy Rosa Luxemburgo se convierte en referente indispensable en los grandes debates de la izquierda. No es sino su voz la que se escucha bajo el lema, aparentemente novedoso : "Otro mundo es posible".
Ella lo formuló con un poco más de urgencia: " Socialismo o barbarie". Su pensamiento, su compromiso y su desbordante humanidad nos sirven de referencia en nuestra lucha para que este nuevo siglo no sea también el de la barbarie. ( CimacNoticias)
Aparentaba mucho más de los 48 años que tenía. Uno de los soldados que la rodeaban le obligó a seguir a empujones, y la multitud burlona y llena de odio que se agolpaba en el vestíbulo del Hotel Eden le saludó con insultos.
Ella alzó su frente y miró a los soldados y a los huéspedes del hotel que se mofaban con sus ojos negros y orgullosos. Y aquellos hombres en sus uniformes desiguales, soldados de la nueva unidad de las tropas de asalto, se sintieron ofendidos por la mirada desdeñosa y casi compasiva de Rosa Luxemburgo, "la rosa roja", "la judía".
Le insultaron: "Rosita, ahí viene la vieja puta". Ellos odiaban todo lo que esta mujer había representado en Alemania durante dos décadas: la firme creencia en la idea del socialismo, el feminismo, el antimilitarismo y la oposición a la guerra, que ellos habían perdido en noviembre de 1918.
En los días previos los soldados habían aplastado el levantamiento de trabajadores en Berlín. Ahora eran los amos. Y Rosa les había desafiado en su último artículo: "¡El orden reina en Berlín! ¡Ah! ¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro orden está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!". La empujaron y golpearon. Rosa se levantó. Para entonces casi habían alcanzado la puerta trasera del hotel.
Fuera esperaba un coche lleno de soldados quienes, según le habían comunicado, la conducirían a la prisión. Pero uno de los soldados se fue hacia ella levantando su arma y le golpeó en la cabeza con la culata. Ella cayó al suelo. El soldado le propinó un segundo golpe en la sien.
El hombre se llamaba Runge. El rostro de Rosa Luxemburgo chorreaba sangre.
Runge obedecía órdenes cuando la golpeó. Poco antes él había derribado a Karl Liebknecht con la culata de su fusil. También a él le habían arrastrado por el vestíbulo del Hotel Eden.
Los soldados levantaron el cuerpo de Rosa. La sangre brotaba de su boca y nariz. La llevaron al vehículo. Sentaron a Rosa entre los dos soldados en el asiento de atrás.
Hacía poco que el coche había arrancado cuando le dispararon un tiro a quemarropa. Se pudo escuchar en el hotel.
ASESINATO EN BERLIN
La noche del 15 de enero de 1919 los hombres del cuerpo de asalto asesinaron a Rosa Luxemburgo. Arrojaron su cadáver desde un puente al canal. Al día siguiente todo Berlín sabía ya que la mujer que en loss últimos veinte años había desafiado a todos los poderosos y que había cautivado a los asistentes de innumerables asambleas, estaba muerta.Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold Brecht de 21 años escribía: "La Rosa roja ahora también ha desaparecido. Donde se encuentra es desconocido.
Porque ella a los pobres la verdad ha dicho, los ricos del mundo la han extinguido".
Pocos
meses después, el 31 de mayo de 1919, se encontró el cuerpo de una
mujer junto a una esclusa del canal. Se podían reconocer los guantes de
Rosa Luxemburgo, parte de su vestido, un pendiente de oro. Fue
identificada y se le enterró el 13 de junio.En el año 1962, 43 años después de su muerte, el gobierno federal alemán declaró que su asesinato había sido una "ejecución acorde con la ley marcial". Hace sólo nueve años que una investigación oficial concluyó que las tropas de asalto, que habían recibido órdenes y dinero de loss gobernantes socialdemócratas, fueron las autoras materiales de su muerte y la de Kart Liebknecht.
Miles de personas participaron en la marcha en homenaje a Rosa Luxemburgo, la "Rosa roja", en Berlín. El mes de enero suele ser una de las fechas más esperanzadoras para todos aquellos alemanes que aún creen en una alternativa izquierdista al actual sistema neoliberal.
También se celebró la ya tradicional conferencia internacional "Rosa Luxemburg", que finalizó con la manifestación que recorrió, en honor de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, las calles de Berlín camino del "cementerio de los socialistas".
Mucha gente sigue la tradición de la Alemania oriental de asistir a la manifestación para recordarla; su respeto lo demuestran depositando claveles rojos en el monumento dedicado a la "Rosa roja" y a los socialistas y comunistas que trabajaron por un mundo mejor.
"TIEMPO FRUCTÍFERO, PREÑADO"
"Qué extraordinario es el tiempo que vivimos", escribía Rosa Luxemburgo en 1906. " Extraordinario tiempo que propone problemas enormes y espolea el pensamiento, que suscita la crítica, la ironía y la profundidad, que estimula las pasiones y, ante todo, un tiempo fructífero, preñado". Rosa Luxemburgo vivió y murió en un tiempo de transición, como el nuestro, en el que un mundo viejo se hundía y otro surgía de los escombros de la guerra.Sus compañeros intentaron construir el socialismo; sus asesinos y enemigos ayudaron a Adolf Hitler a subir al poder. Hoy, cuando el capitalismo demuestra una vez más que la guerra no es un accidente, sino una parte irrenunciable de su estrategia.
Cuando los partidos y organizaciones "tradicionales" se ven en la obligación de cuestionar sus formas de actuar ante el abandono de las masas. Cuando la izquierda transformadora aboga exclusivamente por el parlamentarismo como vía para el cambio social.
Cuando nos encontramos ante una enorme crisis del modelo de democracia representativa y los argumentos políticos se reducen al "voto útil".
Hoy Rosa Luxemburgo se convierte en referente indispensable en los grandes debates de la izquierda. No es sino su voz la que se escucha bajo el lema, aparentemente novedoso : "Otro mundo es posible".
Ella lo formuló con un poco más de urgencia: " Socialismo o barbarie". Su pensamiento, su compromiso y su desbordante humanidad nos sirven de referencia en nuestra lucha para que este nuevo siglo no sea también el de la barbarie. ( CimacNoticias)
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