Prohibido ser comunista en democracia
SOBRE LA INTOLERANCIA DE LOS INQUISIDORES
Escribe: Dante Castro
Hace un mes, doce docentes fueron despedidos de la Universidad César Vallejo por el director de esa Universidad, Juan Manuel Pacheco, quien los acusó de ejercer "apología del terrorismo" porque en la cátedra señalaron la militancia comunista del poeta universal César Vallejo. Este caso es incomparable con la actual campaña que pretende difamar a una candidata por 'aliarse con comunistas'.
Considero que tal universidad privada debería cambiar de nombre. Ojalá que la familia Vallejo se atreva a hacer una demanda judicial para que no se aprovechen del prestigio imperecedero de un gran poeta. La memoria de Vallejo no puede estar al servicio de grandes capitalistas que niegan su biografía. No hay otro modo de asumir a Vallejo que respetando integralmente su perfil como intelectual y militante.
El caso nos sirve para más de una reflexión. Los comunistas, hoy más que nunca, son satanizados, marginados y expulsados de sus centros de trabajo. Ni siquiera bajo la dictadura de Fujimori y Montesinos han padecido tal persecución soterrada y tolerada por quienes deberían denunciarla en épocas no electorales. Ahora, porque hay elecciones, se hace notorio; una vez que pase la embriaguez electorera, la persecución continuará, como siempre, pero no será noticia.
Hay peores casos que no merecen la atención de quienes se reclaman solidarios. Los maestros que son separados de la educación por haber tenido causas judiciales por "terrorismo", no tienen quien los defienda. Cuando se dio el dispositivo legal que los condena a la desocupación, los políticos tradicionales de izquierda y derecha guardaron ominoso y vergonzante silencio. Los ex-parlamentarios de izquierda que vitaliciamente recibirán jugosas jubilaciones en virtud de la cédula viva, no sienten como suya la causa de los maestros proscritos. Son la izquierda que la derecha necesita: la zurda que el Estado paga.
Los arrepentidos que regentan centros de estudios tolerados por sus antiguos perseguidores, no tienen de qué preocuparse, porque para ellos siempre habrá trabajo. Quedan al margen quienes no comulgan de su hostia, quienes no predican la "amnistía para todos" y no besan los pies de la imagen sagrada.
¿El SUTEP y la FENDUP han tomado conocimiento de esta realidad? Delante de sus ojos está el decreto legislativo que ordena separar de la educación a quienes hayan sido procesados por "terrorismo", no importa si fueron inocentes o absueltos, no importa si ya cumplieron sus condenas y les cabe el derecho de reincorporarse a la sociedad.
Los directores y directoras que expulsan maestros por razones ideológicas, lo hacen convencidos de que están cumpliendo un deber cívico que los enaltece. Se prestigian de haber colaborado con la paz social y el bienestar de los alumnos. ¿Tal vez quieren que los nuevos desocupados vuelvan a delinquir? ¿Tal vez los maestros tengan el único destino de convertirse en asaltantes de caminos?
Para que no les quepan dudas a los entusiastas partidarios de Susana Villarán, ella también colabora con la paz social excluyendo a personas por la simple suposición de que sean "terroristas". Y lo mismo hace Ernesto de la Jara, director de IDEELE, muy consecuente en materia de defender derechos humanos cuando la retribución está asegurada por las transnacionales del dinero caviar. La intolerancia y la extirpación de idolatrías que ejerce la derecha, también la ejerce aquella centro-izquierda que encabeza ONGs pagadas por la fundación Ford, la fundación Rockefeller o la socialdemocracia de la Unión Europea.
Mi respaldo a los docentes expulsados de la Universidad César Vallejo. Ninguno ha sido procesado antes por delito de terrorismo. Muchos son compañeros míos, viejos camaradas y amigos. Pero para ellos el precio por pagar es distinto que en el caso de Susana Villarán. La candidata tiene el futuro asegurado, así la satanicen los medios de información y así pierda las elecciones. Para los docentes se abren los anchos abismos de la desocupación y nada más. La vida de un docente consecuente desemboca en una inexistencia vallejiana, al extremo de la autoflagelación y el martirio. La historia se repite para unos como su comedia y para otros como su tragedia.
De: centro_estudios_sec <centro_estudios_sec@yahoo.com.mx>
Para: GENERACION_RESURGIMIENTO@yahoogrupos.com.mx
Enviado: mié, septiembre 22, 2010 2:45:07 PM
Asunto: [GENERACION_RESURGIMIENTO] Fue expulsado de la Universidad Cesar Vallejo por hablar de un tal Cesar Vallejo
LOS HÚMEROS ME HE PUESTO A LA MALA
Patricia Wiesse
La intolerancia está de moda. La campaña en contra de la candidata de izquierda moderada Susana Villarán, queriéndola vincular al terrorismo a como dé lugar, es una muestra palpable de que las divisiones ideológicas explotan y enfrentan a los grupos sociales en momentos de polarización.
Ojalá la intolerancia solo fuera una moda pasajera. No lo es. Basta hacer un repaso de la historia para comprobarlo, aunque no es necesario retroceder en el tiempo, ni moverse de Lima, Perú. El caso del profesor Julio Yovera Ballona así lo demuestra. Ocurrió un mes antes del bombardeo contra Villarán. La historia simplemente se repite.
Agosto del 2010:
El profesor Yovera y doce docentes son despedidos de la Universidad César Vallejo. El director general de esa Universidad, Juan Manuel Pacheco, los acusó de ejercer "apología al terrorismo" en sus clases porque en la cátedra conjunta que dictaban osaron referirse a la militancia y posición política del poeta César Vallejo.
Para la autoridad universitaria, los catedráticos debieron borrar de un plumazo la biografía del poeta a partir del año 1927, cuando inició su compromiso político, profundizó sus estudios sobre marxismo y colaboró en la revista Amauta, dirigida por José Carlos Mariátegui, para después fundar la célula parisina del Partido Socialista del Perú. Era tan "rojo", que en 1930 fue expulsado de Francia acusado de hacer propaganda comunista; aun así, el poeta no se amilanó y al año siguiente viajó a Rusia para participar en un congreso internacional de escritores solidarios con el régimen soviético.
Vallejo sufrió la intolerancia en carne propia cuando los editores españoles se negaron a publicarle cuatro obras por considerarlas "marxistas y revolucionarias". Con la Guerra Civil a puertas, Vallejo se comprometió con la causa republicana y participó en el Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española. Fruto de este compromiso político son los Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz, nada más y nada menos. ¿Quemémoslos?
Así como Susana Villarán ha sido tildada hasta de proviolentista por haberse aliado al Movimiento Nueva Izquierda y Patria Roja, el despido de Yovera puede haber estado motivado por los mismos prejuicios, puesto que él nunca ha negado haber sido un alto dirigente de la Izquierda Unida en Piura y militante del satanizado Patria Roja. El ex profesor ha participado en protestas contra la minera Majaz, y ha sido objeto por eso de una campaña sistemática de desprestigio del diario El Correo de Piura que dura ya seis años. Como respuesta, algo tardía, Yovera iniciará una querella por difamación y calumnia contra ese diario.
El daño está hecho. Es evidente que el acoso sistemático lo ha puesto en la mira de las autoridades universitarias que encontraron un pretexto absurdo para deshacerse de él.
El argumento para despedir a Yovera y sus colegas parece salido de la tradición oscurantista y se contrapone a la imagen moderna y progresista que esa Universidad quiere proyectar: se autodenomina el consorcio universitario más grande del Perú y acoge en su sede de Los Olivos a los jóvenes emergentes de la nueva Lima. Entre los valores que pregona figura el de la tolerancia, y dice formar estudiantes con sentido humanista.
Esta arbitrariedad empaña su imagen y la pone en la categoría de universidad retrógrada. No merece el nombre que tiene.
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