En el texto se delinea la figura de la escritora quechua Carmen Taripha, a través de las memorias del escritor peruano José María Arguedas.
Palabras clave: quechua, Arguedas, poesía, Perú
PACARINA DEL SUR Nº9 OCTUBRE 2011
PACARINA DEL SUR Nº9 OCTUBRE 2011
Escribir acerca de José María Arguedas, es un riesgo y un enorme desafío, debido a la abundante bibliografía existente, por lo que parecería que nada nuevo se puede decir. Sin embargo, como sucede con todos los grandes escritores, cada vez que se investiga más, surgen temas nuevos, se descubren otras posibilidades de interpretación, emerge una distinta crítica literaria, como también aparecen nuevas y diferentes formas de revalorar las creaciones literarias.
Ese es el caso de José María Arguedas, pero además es preciso tener en cuenta el fervor popular que ha suscitado, el hecho que se conmemore los cien años de su nacimiento. ¿A qué se debe este acontecimiento? Son varios los factores. Primero, a que durante los últimos veinte años sus libros se hayan leído más. Segundo, a la difusión y enseñanza del quechua en el sistema educativo. Tercero, debido a los valores culturales y humanos de su literatura y porque representa al Perú esencial. Además, es preciso tener en cuenta que se han realizado importantes eventos en el Perú y el extranjero, para analizar la trascendencia de su obra.
Por todos los testimonios que Arguedas ha narrado, se sabe que el quechua fue un idioma muy importante para entender el mundo en que nació y vivió tanto durante la niñez como en la adolescencia. No tiene mayor trascendencia si fue o no su idioma materno. Lo cierto es que su poesía, es la más auténtica expresión lírica de un mundo en el que lo extraordinario es cotidiano. Bastaría leer Katatay y otros poemas. Uj jayllikunapas[1] recurrir a la edición: José María Arguedas. Obras completas, realizada en cinco tomos por la Editorial Horizonte.[2]
Uno de los personajes al que José María Arguedas conoció, trató y admiró su talento fue Carmen Taripha, de quien al igual que Bertha Villanueva, no tiene una biografía por ser ambas mujeres monolingües y que no han publicado libros personales que registren sus voces. Carmen Taripha pertenece al mundo quechua y Bertha Villanueva al mundo aymara. Sin embargo, en el libro en quechua Canto de amor, texto registrado y publicado por el sacerdote Jorge A. Lira,[3] aparecen muchas canciones y poemas que pertenecen a Carmen Tapipha.
Lo poco que se conoce acerca de esta maravillosa mujer está registrado por Arguedas cuando dice: “Conocí a Carmen Taripha en 1944. Cantamos huaynos y le escuché narrar cuentos. Ella atendía al padre Jorge A. Lira y lo acompañaba. Lira, como otras personas amantes de los indios crean entre ellos y sus servidores indígenas una relación que es más noble que la amistad. En Lamay, en el valle del Urubamba, estuve unos días alojado en la casa del padre Lira”.[4] Arguedas recuerda que cada tarde preparaba un ponche caliente y antes de que la noche cayera de bruces sobre las aguas del río Urubamba, se ponía a cantar y a contar cuentos real maravillosos.
¿Cómo es que Carmen Taripha acumulara una increíble cantidad de poemas y narraciones en quechua? Pero sobre todo, además de conservar la magia y belleza del quechua, le diera a cuanto cantaba, recitaba y narraba, una singularidad que provenía de su cultivada memoria y talento. Todo el bagaje cultural de esta mujer monolingüe quechua, provenía del hecho que sus padres tenían un tambo, donde se alojaban muchos viajeros, quienes antes de dormir contaban sus experiencias, cantaban, hacían adivinanzas, repetían insultos y recitaban poemas orales.
Pero siempre aparecen textos iluminadores que permiten conocer mejor a los personajes que se admira y a veces, parece perderse sus huellas en el tiempo. Y sucedió que enero del 2,003, en el Cusco, Ernesto Damián Sánchez Ance, director del Centro de Estudios Quechuas “Padre Jorge A. Lira” de Tucumán, entrevistó para el programa radiofónico Wayra Muyu, a Juana Delgado Taripha,[5] asesora del citado Centro de estudios que admirablemente funciona en la Argentina. Juana, con ocasión de los 19 años de la muerte del sacerdote Jorge A. Lira ,[6] dio a conocer algunos rasgos de su personalidad, de quien recibió parte de su educación durante su niñez, en Lamay, en el valle de Urubamba.
Los recuerdos de Juana se refieren hasta cuando su madre falleció lamentablemente a los 30 años de edad, sin haber dejado mayores datos acerca de su fecunda existencia. Es en referencia al sacerdote Lira que es posible conocer el testimonio de Juana. “Yo tuve la gran suerte – dijo - de haber vivido muy cerca del padre Lira, desde muy pequeña. Él profesaba un enorme amor por el hombre andino, sobre todo por ese hombre marginado y explotado. Parece que ese fue el motivo por el que abrazó los hábitos”.
“Él se preguntaba por qué el campesino que llegaba a su casa no era recibo como las demás visitas. A partir da ahí, él advirtió lo qué sucedía, fue muy especial con el hombre andino. Sus hermanos y demás parientes eran enormemente racistas, ellos se creían ‘de sangre azul’. Lo consideraban la ‘oveja negra’ de la familia”… “Cuando el padre Lira y José María Arguedas conocieron a mi madre, vieron en ella a una persona muy especial, hablaba el quechua con gran maestría. Dicen que era única. Yo no la recuerdo mucho porque murió cuando yo tenía ocho años. Ella era de Maranganí, Sicuani. (Departamento Cusco)”.
Juana Delgado Taripha, además dijo: “Sin duda que la obra que más rescato de Lira es el Diccionario quechua-castellano. Castellano-quechua,[7] publicado por la Universidad de Tucumán. Muchos estudiosos de esta lengua consideran que es uno de los mejores trabajos. Acá en Perú él tocó varias puertas, pero nadie lo escuchó y un día conoció en Lima a autoridades de la Universidad de Tucumán. Cuentan que él tenía en dos sacos escritos los originales que entregó a estos señores. Hasta que un día le llegó una comunicación más un cheque para que pudiera ir a Tucumán. Él quedó muy agradecido para la Argentina”.
Arguedas al recordar la voz de Carmen Taripha dijo:
“Jamás fui presa de tanto horror; las palabras y la mímica de Carmen me transmitieron y me dejaron impregnado del tema nefasto del cuento, por días y días. Jamás volveré a encontrar una intérprete de la literatura que conmueva tanto…Quizá por eso, en los instantes de ingenuidad que, por ventura, todos tenemos, aliento la convicción de que ella después de muerta, se ha incorporado como un personaje más a ese maravilloso mundo que mágicamente describía, como si de él hubiera venido. Si tal fuera cierto escuchará aún nuestra voz”.
Carmen Taripha cantó para José María Arguedas, una canción que fue transcrita por Jorge A. Lira y se refiere, a una pequeña ave de la puna llamada pukupuku. Los dolorosos sonidos guturales que emite hacen doler el corazón de los viajeros y habitantes. En la soledad e inmensidad del espacio sideral, el viento helado se encarga de esparcir estos versos que corresponden a Pukuypukuycito.[8] “Pukuypukuycito de las altas sierras / Compañerita de mi amor castigada por el viento frío / Por qué pues, dime, estás llorando / Ay, estás gimiendo, estás llorando de qué será. / Ay, pobre pukuycha, tu suerte, tu vida / Si será igualito a la mía llorarías / Han muerto mi padre, mi madre / Solito en el mundo estoy llorando. / Ay, pobre avecita, estás llorando / Estás gimiendo en la alta puna, en la soledad / Para desahogar mi pena préstame tu llanto / Mi parejita del sufrir azotada por vientos fríos”.
Hemos escuchado las voces de José María Arguedas y de Carmen Taripha. Ahora, unamos nuestras voces a la de ellos para decir al mundo que estamos vivos y existimos. Que sus voces desde ahora y para siempre también, sean nuestras voces.
Notas:
[1] Katatay y otros poemas. Uj jayllikunapas. Instituto Nacional de Cultura. Serie textual 3. Editorial Ausonia. Lima, 1972.
[2] Katatay. José María Arguedas. Obras completas. Editorial Horizonte. Tomo V. Páginas 246-270.
[3] Jorge A. Lira. Canto de amor. Recogido y traducido por Jorge A. Lira. (Cusco, 1956). Talleres Gráficos L. P. Villanueva, Lima, 1956.
[4] José María Arguedas. Texto de la solapa del libro: Canto de amor. Recogido y traducido por Jorge A. Lira. (Cusco, 1956). Talleres Gráficos L. P. Villanueva, Lima, 1956.
[5] Juana Delgado Taripha.- Se trata de una distinguida escritora peruana radicada en Argentina, especialista en quechua y la obra de José María Arguedas.
[6] Jorge A. Lira Prieto. Nació en el Cusco. Sus padres fueron Maximiliano Lira Ladrón de Guevara y Antonia Prieto Flores de Oliva. Estudió primaria en el Colegio Pestalozi y secundaria en el Colegio San Francisco (Arequipa). Realizó estudios de filosofía, teología, historia, sociología, arqueología, literatura, música, latín y griego en esas ciudades y en Lima. Se dedicó a investigar el quechua y después veinticinco años, editó el Diccionario Quechua – español. En 1942 viajó a Argentina en calidad de invitado de honor de la Universidad Nacional de Tucumán, visitando varias ciudades donde dio charlas y conferencias. Radicó en Bolivia investigando el quechua y aymara.Entre 1946 y 1949 fue alcalde de los distritos de Maranganí y de Andahuaylillas (provincias de Canchis y Quispicanchis) El 24 de junio de 1954, fundó el Partido Nacional Indígena, recorriendo Cusco, Puno, Apurimac, Lima, Huancayo, Huancavelica, etc. Falleció el día 2 de Diciembre de 1984 en la Ciudad de Cusco
[7] Diccionario quechua-castellano. Castellano-quechua.- La última edición de este monumental libro (Editorial Universitaria. Universidad Ricardo Palma, 2008), a cargo de Mario Mejía Huamán tiene una alta calidad lingüística así como el primer trabajo en quechua y español, realizado por el sacerdote cusqueño Jorge A. Lira. Mejía lo ha actualizado y aplicando el Alfabeto Fonológico utilizado por la Academia Mayor de Quechua del Cusco, pero además tiene el acierto de haber aumentado una sección castellano-quechua. En la primera edición correspondiente a 1944 (Tucumán), Jorge A. Lira, describió la sistemática destrucción del quechua. La segunda edición se realizó en Bogotá en 1982 y tener el libro era un lujo de pocas personas.
[8] Pukuypukuycito.- Jorge A. Lira. Canto de amor. Recogido y traducido por Jorge A. Lira. Página 141. (Cusco, 1956). Talleres Gráficos L. P. Villanueva, Lima, 1956.
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