De: <gustavoe@terra.com.pe>
Fecha: 14 de febrero de 2009 10:02
Asunto: EDUCACION Y POLITICA DE ESTADO
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EDUCACION Y POLITICA DE ESTADO
Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)
Decía José Antonio Encinas hace ya muchos años que en el Perú la
dirección de la enseñanza se mantiene al margen de cualquier proceso
de renovación; que los maestros siguen la ruta trazada por un
conservadurismo enervante; que la escuela funciona a base de
principios educativos destinados a conculcar la personalidad del niño;
que el niño permanece ignorado y abandonado en su totalidad; que la
política opone obstáculos insalvables para la dignificación de los
maestros.
Estas formulaciones esbozadas por el Maestro de la Escuela Nueva en
1932, conservan asombrosa vigencia.
Hoy, en efecto, no obstante el tiempos transcurrido e incluso los
diversos ensayos de reforma educativa; subsiste en nuestro país el
viejo esquema heredado en el que la educación tuvo siempre un
carácter aleatorio y supernumerario.
Muchas promesas se han formulado en las últimas décadas, muchos
sesudos documentos se han producido arguyendo la necesidad de diseñar
un nuevo sistema de educación acorde con tiempos mejores, muchos
proyectos se han esbozado en distintas etapas de la vida republicana
y, sobre todo, ingentes recursos se han dilapidado; pero nada de eso
ha cambiado una dolorosa realidad: la educación nunca ha llegado a ser
Política de Estado sino más bien instrumento de un gobierno u otro
para satisfacer intereses subalternos.
Por eso bien puede asegurarse que la educación pública ha venido
cayendo como por un plano inclinado hasta perderse en la más absoluta
mediocridad. Y a la sombra de su derrota, ha surgido una educación
privada, mercantilista, administrada por los comerciantes del sistema,
empeñados tan sólo en calificar a los hijos de la clase dominante, sin
que les importe en absoluto el destino del país, ni la suerte de su
población mayoritaria.
Una línea de trabajo consistente ha estado, en efecto, orientada a
destruir la Escuela Pública. Y la ofensiva desplegada para tal efecto
no ha tenido cuartel.
Se ha expresado, además, en los más distintos planos: presupuestos
reducidos para el sector, sueldos de hambre para los maestros,
paupérrima infraestructura educativa, programas irrelevantes y
ausencia total de atención al educando en todos los rubros: salud,
alimentación, nutrición infantil, mensaje cultural y otros.
Pareciera el esfuerzo de una voluntad concertada: demostrar que el
Estado no es capaz de educar para, en contrapartida, sentar la idea
que la educación debe ser atendida por la empresa privada y convertida
en un negocio.
Por eso, el contraste ha sido notable: la educación privada ha contado
con ingentes recursos, los maestros del sector han estado mejor
pagados, las escuelas bien habilitadas y los escolares en lo
fundamental adecuadamente atendidos.
Así, ella se ha fortalecido, en tanto que la pública ha venido
sufriendo continuas derrotas.
Gracias a esa política, la crisis de la Escuela Pública ha llegado a
un grado extremo de resultas del cual poseemos la peor educación de
América Latina y estamos ubicados en los últimos lugares de la
estadística mundial en comprensión lectora, razonamiento matemático y
otros. Los escolares peruanos se sitúan, en las condiciones actuales,
en nivelas tan bajos como los de Haití.
Un esfuerzo sostenido, orientado a revertir esta realidad dramática,
fue el que en su momento, desarrolló desde La Cantuta el Dr. Walter
Peñaloza Ramella y el quipo docente que lo secundó. Precisamente por
eso la Escuela Normal Superior Enrique Guzmán y Valle fue castigada y
degradada, en su momento, y nunca más pudo recuperar realmente el
sitial que tuviera.
Poco más tarde, la Reforma impulsada por el gobierno de Velasco
intentó lo mismo, sólo que en otras condiciones, pero fracasó después
del golpe de Morales Bermúdez, que permitió retomar la iniciativa a
los sectores más oscurantistas y reaccionarios de la vida nacional.
A partir de ese año, iniciaron ellos una ofensiva consistente que se
fue aplicando con lentitud, pero con fuerza y que no ha conducido sino
a la quiebra absoluta del sistema educativo nacional.
Si la escuela pública está abandonada, si los maestros están
pésimamente formados, si los escolares no rinden, si la
infraestructura es obsoleta y si los programas académicos son un
desastre; eso hay que atribuirlo en primer lugar y antes que a nadie,
a los gobiernos que se sucedieron en la conducción del Estado a partir
de 1975 pero sobre todo, a quienes tuvieron en sus manos la conducción
del país en las tres últimas décadas.
No se necesita ser un revolucionario a carta cabal para darse cuenta
de esa realidad.
Un técnico calificado, como León Tratemberg, por ejemplo, ha formulado
diseños muy críticos a la política educativa de la Clase Dominante. Y
lo mismo hizo Constantino Carvalho a partir de su vigorosa experiencia
de "Los Reyes Rojos".
Uno y otro -y muchos más- han marcado a fuego la errática política
oficial del sector educación, en manos de elementos absolutamente
descalificados para ejercer la tarea.
Gloria Helfer, con voluntad digna de encomio, lideró buena parte de
esta lucha promoviendo una Ley General de Educación que no se cumple.
Pero hoy, el sólo hecho que hayan desmantelado hasta virtualmente
desaparecer al Ministerio de Educación, no hace sino confirmar la
dramática realidad que deja a nivel de escombros el proceso educativo.
Lamentablemente, la respuesta indispensable que debió provenir del
Magisterio y de las instituciones del sector, ha dejado mucho que
desear. La organización sindical del magisterio ha consentido estas
arbitrariedades y ha guardado un vergonzoso silencio ante ellas. Y la
institución más calificada -él "Alma Mater del Magisterio Nacional",
como gusta llamarse- ha admitido resignada esta afrenta a la educación
y a la cultura.
En una circunstancia como esta, es buen recordar lo que sabiamente
dijera hace muchos años Gamaliel Churata: "Si hay una responsabilidad
ante la naturaleza y la civilización, esa responsabilidad es la del
maestro. Y en momentos de gravidez promisoria, como estos momentos
peruanos, la responsabilidad es mayor, porque todo momento de
represión supone uno próximo de liberación, y esos momentos en la
historia suelen marcarse con el cataclismo y la palingenesia" (fin)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. http://
www.nuestra- bandera.com
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
cel 993754274
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