miércoles, 2 de diciembre de 2009

REBELION CIUDADANA EN LOS ANDES(I)

Desde Apurímac






No obstante el acuerdo concensuado del Consejo Regional de Apurímac de garantizar la construcción del Hospital de Andahuaylas y de garantizar el Presupuesto Participativo Regional 2010, ascendente a 132 millones de Nuevos Soles, efectuado en la localidad de Curahuasi, el pueblo quechua no ha levantado la huelga indefinida, que se inició hace 10 días. Quieren al Presidente Regional, David Salazar Morote, fuera del cargo.



El renacer de la protesta social



No es una lucha por salarios, alguna reivindicación laboral, social, sectorial, una obra o un proyecto, como en tiempos pasados: es una rebeldía social, masiva, unitaria, total contra la gestión gubernamental - estatal de la región Apurímac, sorprendiendo a “tiros y troyanos” por su amplitud social y territorial, su envergadura política, su espontaneidad programática y el carácter ordenado, disciplinado y pacifico de la lucha, salvo algunas pequeñas y aisladas expresiones de violencia. Los más antiguos dicen que es la lucha más impresionante de las últimas décadas. Renace y se fortalece la protesta social, luego de los aciagos años de violencia política que destruyó el andamiaje social construido en los sesenta y setenta, liquidando toda una generación de dirigentes y luchadores del campesinado y la clase media rural y urbana, frenado así, las posibilidades que estas clases insurgentes post reforma agraria pudieran consolidar una nueva clase dirigente y gobernante que sustituyera a la vieja casta dominada por terratenientes y gamonales y tomar las riendas de su destino para construir una sociedad regional basada en la justicia social, la inter culturalidad y la democracia.



Sacudiéndose del temor, la apatía y la dispersión, miles y miles de ciudadanos abanquinos, de nacimiento y corazón, dejaron el escritorio, el kiosco, el puesto de mercado, la tienda y sus taxis, para movilizarse todos los días, mañana, tarde y noche, por las calles de esta primaveral ciudad. Días después se han ido sumando pobladores, líderes y autoridades de Aymaraes, Antabamba, Cotabambas y Grau, con sus clásicas banderolas, consignas de combate y cánticos tradicionales, como la Waylía antabambina. No hay tránsito vehicular. Sólo hombres, mujeres y jóvenes que, sin maldición alguna, caminan de un lugar a otro, de un extremo a otro extremo de la ciudad para asistir a las marchas, coordinar, conversar, comentar los acontecimientos, y aprovisionarse de algo de alimentos y medicinas. No hay violencia en las calles. El ciudadano, la ciudadana camina con libertad como lo hace el policía, luego de las movilizaciones. Hay algo de sentimiento de temor, es cierto, pero cunde la libertad.



Pero, la lucha no es en un solo lado del territorio. La querida ciudad de Andahuaylas ha amanecido paralizada en defensa de la construcción del hospital, como consecuencia del avivamiento de viejas rencillas provincianas en todo Apurímac, enraizada en nuestra historia cultural, alimentada en todos los tiempos por viejos caudillismos que vivieron de la pelea entre hermanos para gozar del poder, el atorrante prestigio social y otras banalidades terrenas.



Socavando la descentralización

La descentralización llegó tarde, pero llegó como una estrategia central, no para hacer cualquier cosa con ella, sino para construir un nuevo estado, una nueva sociedad, una nueva manera de hacer política y que se expresara esos cambios en una nueva cultura de “todas las sangres”. Las luchas sociales la están poniendo a prueba: avanza o retrocede. Las luchas de Abancay están demostrando, con la claridad de las aguas cristalinas que bajan de los andes, el uso incorrecto, superficial, unilateral de la descentralización: no se gobierna a base de la planificación concertada ni se profundiza y enriquece el presupuesto participativo. Se le usa para el discurso y de adorno legal que exige el estado central. La participación ciudadana es la más afectada y, por consiguiente, se desdibuja la gran posibilidad de desarrollar la democracia como modelo de gobierno y cultura ciudadana.



El presupuesto participativo en el laberinto de la burocracia oficial

El Presupuesto Participativo 2010 de la región Apurímac partió de los 78 millones del año anterior. El MEF oficialmente lo estableció en 46 y más adelante lo confirma en 78. El laberinto burocrático no ha logrado esclarecer como aparece los 60 millones adicionales: se dice que el MEF coloca el adicional con nombre propio (el hospital de Andahuaylas); otra versión es que el MEF ofrece un adicional para proyectos de prioridad nacional en salud con expediente técnico y la otra versión es que el MEF incrementó el presupuesto regional, al igual que a los gobiernos regionales de Huancavelica y Ayacucho, atendiendo las recomendaciones de la Mesa de Diálogo de Pueblos Andinos. En cualquiera de las tres versiones hay una pregunta que no ha sido respondida ¿Quién colocó la construcción del Hospital de Andahuaylas, por fuera del acuerdo del PP? Es sencillo: no pudo ser el MEF, por que no le corresponde; tuvo que ser el gobierno regional; más directamente el presidente regional o con su conocimiento y aprobación. La ausencia de responsabilidad y transparencia, en el marco de la implementación del PP, ha ocasionado la protesta social enfrentando al Presidente Regional ya no sólo por el uso unilateral y personalista del adicional, sino pidiendo su salida de la presidencia del gobierno regional.



Las buenas intenciones no ayudan


Para variar, un congresista de apellido León, expuso en el Consejo Regional de ayer que “venía autorizado por el Presidente del Congreso y el Presidente del Consejo de Ministros a informar de la voluntad del gobierno de poner otros 30 millones de nuevos soles para las “provincias altas”; es decir, para Grau, Aimaraes, Antabamba y Cotabambas. Y ¿Abancay? ¿Cómo puede entender el ciudadano de a pie el manejo de los recursos del Estado? Menos mal que un consejero puso el pare: no más división de Apurímac, no más enfrentamiento entre hermanos.



Estas hechos, al margen de las buenas intenciones de autoridades y funcionarios, muestran que no se dan cuenta o no quieren darse cuenta que van cercando, debilitando y ahogando la descentralización, restringiéndola a la simple transferencia de dinero, sin preocuparles la verdadera esencia de la descentralización: una estrategia para la transformación democrática de nuestras localidades, regiones y el país en su conjunto.



A estas alturas de terminar el artículo, sigue la represión policial a la protesta social por las calles de la ciudad, que sin duda tensarán más las relaciones de la sociedad con el estado endurecerán las posiciones de un lado y del otro. Es indispensable la intervención de las autoridades nacionales y dirigentes de las organizaciones para ayudar a conjurar una situación que puede ser fatal sino se acude con oportunidad para proteger la ya débil salud de la gobernabilidad de esta región y del país.





Hugo Rojas Senisse
DNI 07860032

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