JAVIER
DIEZ CANSECO
(07
de mayo de 2013) (*) (**)
Por Miguel Aragón
Javier
Diez Canseco ha sido un hombre de mi
generación, de nuestra generación que
activó en lo fundamental entre los años 1970-1995. A él, y a muchos de nosotros,
que todavía persistimos en la lucha por el cambio social, nos correspondió iniciarnos en las luchas sociales y políticas a mediados
de la década de 1960, y fuimos
arrastrados por las corrientes de la turbulenta década de los años 60. Su
accionar, como el de todos nosotros, estuvo condicionado e influido por las tendencias
económicas y sociales propias de esos
años.
CONDICIONES
QUE INFLUYERON EN NUESTRA FORMACION INICIAL
Desde
1950 hasta 1975 el Perú atravesó por un largo ciclo de relativa estabilidad y
crecimiento económico. Al lado de las inversiones del gran capital
peruano y extranjero, en esos años de crecimiento económico capitalista se
impulsaron las inversiones de las pequeñas y medianas empresas, que competían
en condiciones desiguales con las inversiones del gran capital. Y por otro lado,
creció rápidamente el proletariado, manual e intelectual, el proletariado creció
en el campo y la ciudad. Así creció y se robusteció la clase de los
trabajadores asalariados. En esos años, el campo continuaba su largo proceso de
depresión y empobrecimiento, mientras que algunas
ciudades crecían rápidamente, rodeadas por los cinturones de
empobrecidas barriadas, constituidas por nuevos pobladores pujantes y
emprendedores. La población estudiantil y el movimiento estudiantil también
crecieron al impulso de esa evolución
económica.
En
esas nuevas condiciones, por un lado creció y se intensifico la lucha entre el
proletariado y la burguesía, en lucha por un nuevo reparto de la renta nacional
acrecentada; y por otro lado, entre las filas de los diferentes sectores de
los propietarios (grandes, medianos y
pequeños) se intensificó la competencia por la distribución de la plusvalía. La
evolución de esas dos contradicciones básicas,
formadas en la base económica del país, influyó
decisivamente en nuestro comportamiento social y político. La confluencia de
las luchas del proletariado con las luchas de los pequeños propietarios y
medianos propietarios, que se enfrentaban de manera conjunta contra la clase
dominante, fortalecieron al frente unido del pueblo peruano. Las masivas luchas
campesinas de esos años vitalizaron a la Confederación Campesina del Perú,
mientras que los nuevos contingentes de obreros constituyeron la nueva CGTP, y los
maestros, por su parte, dieron nacimiento al SUTEP. En esas condiciones de
intensa lucha poblana, en varias ciudades del país se constituyeron los Frentes
de Defensa del Pueblo, emulando la iniciativa germinal del Frente de Defensa
del Pueblo de Ayacucho. El movimiento estudiantil universitario también fue
partícipe de esa oleada de luchas de las
organizaciones de masas.
EL
DECENIO DE LA GRAN ESCISIÓN
En
los años finales de la década de 1960 conocí de vista a Javier Diez Canseco. Por
esos años en muy pocas oportunidades conversamos personalmente, pero
coincidimos en algunos de los eventos
estudiantiles más importantes de ese tiempo. En octubre de 1967 en el XII
Congreso de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP) realizado en la Universidad
Nacional de Educación - La Cantuta, evento en el cual fue superada, derrotada y
desterrada definitivamente la influencia
aprista en el movimiento estudiantil. En octubre de 1968 en el Seminario en Conmemoración
del Aniversario 50 de la Reforma Universitaria, evento realizado en la Facultad
de Civiles de la UNI, evento que coincidió con el golpe de estado dirigido por la cúpula
militar al mando del General Juan Velasco. A fines de 1969 en la Asamblea
Metropolitana de Estudiantes realizada en la Facultad de Mecánica de la UNI, en
esos momentos con sus aulas recesadas por las autoridades serviles al régimen
militar que impuso violentamente el recorte de los derechos estudiantiles. Y en
mayo de 1970 en el Congreso Extraordinario de la FEP realizado casi en secreto en
la ciudad de Arequipa, superando la persecución contra el movimiento
estudiantil impuesta por el régimen policiaco instaurado a partir del
golpe militar del 3 de octubre de 1968. (01)
Javier
asistió a todos esos eventos como
dirigente estudiantil de la Pontificia Universidad Católica, y yo lo hice como
dirigente estudiantil de la Universidad Nacional de Ingeniería. Está demás
mencionar que lo hicimos agrupados en tendencias discrepantes, pero que en las
jornadas de lucha, en las movilizaciones callejeras, y en los enfrentamientos
con las fuerzas de la represión, actuábamos de manera conjunta, y nuestras
diferencias teóricas desaparecían “como por encanto”, y así se imponía la
unidad en la acción política. (02)
Entre
los años 1965 y 1967 fue superada definitivamente la larga y nefasta influencia de la tendencia aprista en el movimiento estudiantil universitario (que
venía desde los tiempos de Víctor Raúl Haya y Manuel Seoane), y en esas nuevas
condiciones los estudiantes de tendencia renovadora de fines de los años 60 nos
encontramos con la nueva situación así creada, en la cual aparentemente ya no había “enemigo directo” a
quien combatir en las aulas universitarias, y por simple reacción instintiva, cometimos
el
más grande error de nuestra generación.
Como
compensación, ante ese “vacío de
contrincante”, colocamos en primer plano las contradicciones en las filas del
frente unido estudiantil. Grave escisión política que después se reflejaría y
prolongaría en el movimiento socialista
peruano y en el frente unido del pueblo peruano en las próximas décadas. Lastre
sectario todavía no superado hasta ahora.
La
combinación de la influencia del medio pequeño-burgués predominante en nuestro
país, con la influencia de la herencia feudal no superada en lo cultural y político (no obstante el
largo periodo de crecimiento económico capitalista), fueron las condiciones que
facilitaron el desborde del caudillaje personalista y el sectarismo
pequeño-burgués en el movimiento estudiantil universitario, en el cual
se combinaron fácilmente los intereses mezquinos del pequeño propietario, con
la herencia cultural española.
En
las filas del frente unido y del movimiento socialista, la táctica frente unitaria
laboriosamente cultivada entre los años 1945 y 1965, fue abandonada, y en su
remplazo se impuso la táctica predominantemente partidarista. En boca de los
jóvenes recién iniciados en las primeras lecturas socialistas, que todavía no
habíamos aprendido “el abc del socialismo científico”, lo primero que aprendimos
a mediados de los años 60 era pronunciar
estas dos máximas creencias casi religiosas “antes de unificarse y para
unificarse es necesario empezar por deslindar los campos de un modo resuelto y
definido”, y “el partido se fortalece depurándose”. Dos propuestas máximas, que
sacadas fuera del contexto de la realidad presente del momento, resultaron ser propuestas dogmáticas y sectarias, más influidas por la manera de pensar idealista
y de actuar sectariamente de Fernando Lasalle, que por
el ejemplo de la práctica leninista, que nosotros invocábamos a cada
momento, sin haberla conocido directamente, y mucho menos entendido. En
nuestras rápidas lecturas del libro ¿Qué Hacer?, no nos dimos cuenta que
Lenin había planteado “Puede tener miedo a alianzas temporales, aunque
sea con gente insegura, únicamente el que tenga poca confianza en sí mismo”. Y en esos años de iniciación política, eso
fue lo que nos faltó a nosotros, nos
faltó “confianza en nosotros mismos”, y por eso desconfíábamos de los aliados en
la lucha diaria.
La
mayoría de jóvenes estudiantes de esos tiempos, entre ellos Javier y yo, no
fuimos ajenos a esa perniciosa desviación sectaria. El decenio 1965-1975 fue el Decenio
de la Gran Escisión en las filas del frente unido y del movimiento
socialista, en el cual “en un abrir y
cerrar de ojos” se constituyeron más de cincuenta minúsculas tendencias político
partidaristas, engendradas unas del seno del viejo y obsoleto Partido
Comunista Peruano, y otras en la cuna no menos vieja y obsoleta del Apra Rebelde, aunque todas, para
encubrir sus debilidades teóricas y sus impotencias políticas, se reclamaban herederas y seguidoras del
Camino de Mariátegui.
Acabo
de leer que Javier, en algún momento declaró
lo siguiente: “Lo primero que
hay que reconocer es que las izquierdas somos organizaciones débiles, pequeñas,
con limitaciones. Ningún partido de izquierda tiene la masa crítica para ser un
partido nacional con opción de poder. Yo pienso que el principal problema de la
izquierda ha sido su desorganización y debilidad y luego su carencia de
iniciativa”. (03)
Así
concluyeron los años juveniles de
nuestra generación, totalmente escindidos y contrapuestos. Y pronto tuvimos que
asumir nuestras responsabilidades de adultos.
NUEVAS
CONDICIONES Y NUEVAS TAREAS: EL FORTALECIMIENTO DEL FRENTE UNIDO DEL PUEBLO
Después
del Decenio de la Gran Escisión se modificaron las condiciones económicas,
sociales y políticas en el país. A partir de 1975 se ingresó a la crisis
económica y social más larga y profunda de toda la historia republicana, crisis
que se mantuvo y agravó hasta comienzos de la década de 1990, largo periodo de hundimiento
y bancarrota del país, que
exigía un replanteamiento en las propuestas tácticas. La crisis económica
intensificó las contradicciones sociales,
creándose una excelente situación
revolucionaria en el país, excelente situación que fue desaprovechada
por el movimiento socialista peruano, que no estuvo preparado para transformar
la excelente situación revolucionaria en crisis revolucionaria. Este es el cargo más grave que tenemos que señalar en el balance de nuestra generación.
Esas
nuevas condiciones reclamaban y exigían el replanteamiento táctico,
replanteamiento que comenzaba por plantearse en primer plano la cuestión de la
unidad del movimiento socialista y del frente unido del pueblo. La
historia de los últimos cuatro decenios, desde 1975 hasta el presente, ha
comprobado que siempre es más fácil dividir, que unir las fuerzas. Para dividir
el movimiento solo se necesitó de un
“abrir y cerrar los ojos”; después, para unir se están necesitando varias
décadas de tenaz y laborioso esfuerzo. Y en ese esfuerzo, la muerte sorprendió
a Javier. También acabo de leer que Javier declaró “La política es el
arte de las correlaciones de fuerza, si tú no construyes una favorable no
puedes pretender que las ideas, sin acción y sin organización, transformen la
realidad”. (04)
Conclusión muy acertada, las ideas sin acción y sin organización no pueden
transformar la realidad.
Con
Javier Diez Canseco (JDC) volvimos a coincidir en algunas tribunas universitarias, veinte años
después, a mediados de la década de
1990. Yo como un modesto y anónimo agitador intelectual convocado
periódicamente por nuevos contingentes de estudiantes para llevar a la práctica
de manera informal la cátedra libre sobre temas de mi interés y preocupación, como
son la evolución de la economía y la educación en el Perú, y otros temas más
coyunturales. Mientras que Javier desde 1978, se había iniciado y entregado a
la agitación política electoral y parlamentaria, llegando a ser uno de los
parlamentarios más fogosos y conocidos en el país.
En
esta nueva oportunidad nuevamente discrepábamos públicamente, pero como siempre
con respeto mutuo. Pude comprobar lo que ya suponía, su debilidad teórica, pero
que era superada largamente por su beligerancia política, y el momento era de
preocupaciones políticas más que
teóricas.
REIVINDICACION
DE JAVIER DIEZ CANSECO
JDC
no ha sido un teórico, ha sido un político, un pragmático, un hombre de acción.
Y más que eso, ha sido un agitador, un tribuno, un gran acusador, y en el
futuro, así será recordado en las filas del pueblo.
En
teoría, que siempre fue su flanco más débil,
JDC se declaró socialista. Pero en la política práctica, que
siempre fue su flanco más fuerte, siempre fue un demócrata radical consecuente.
No fue un reformista como muchos lo acusaban (o acusábamos), sino un reformador radical. Más preocupado por
modernizar, renovar y nacionalizar el estado actual, que como todos sabemos es
un estado de clase, es un estado burgués, y no un “estado de todos los
peruanos”.
El
aspecto medular del programa socialista, como todos sabemos, es la cuestión del
Estado. Y el objetivo del socialismo peruano es la instauración de un nuevo
estado, para lo cual hay que destruir el viejo estado (porque se
entiende que sin destrucción de lo viejo no se puede construir lo nuevo). Pero
Javier abrigaba la ilusión de poder modernizar
al obsoleto estado actual, por eso sus beligerantes campañas contra la
corrupción y por el buen uso de las rentas públicas.
Pero
también tenemos que reconocer que Javier, hombre práctico y realista, nunca regateó su colaboración con el
fortalecimiento y/o formación de los gérmenes del nuevo estado. Gérmenes
que están constituidos por las
comunidades nativas amazónicas, las comunidades campesinas alto andinas, y por los
municipios renovados. Contra lo que piensan algunos doctrinarios, las
células del nuevo estado “no aparecerán recién, como por arte de magia, al día
siguiente de la toma del poder”, sino que estas células de lo nuevo, se están
formando desde hace muchas décadas dentro de la propia sociedad vieja.
Como
demócrata consecuente y reformador radical, Javier Diez Canseco siempre ha formado
parte del frente unido del pueblo, que contra lo que piensan algunos minúsculos
“ghetos” sectarios enfermos de doctrinarismo, el frente unido no está formado
solamente por unos cuantos “auto
declarados” socialistas proletarios, presuntamente marxistas. Todo socialista
consecuente sabe muy bien, o en todo caso debería saber, que así como el
partido se fortalece “depurándose”, por el contrario, el frente unido se
fortalece “uniendo a todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, para luchar
contra el enemigo común”. Quien no entiende esa diferencia, simplemente no
entiendo lo más mínimo de la táctica socialista.
En
esa condición política definida, reconocemos que JDC ha sido el más destacado Candidato
del Pueblo y Representante Político
del Pueblo en los últimos procesos electorales. Ha sido el más destacado
tribuno, que asumió la defensa incondicional de las causas de todos los
desposeidos, y que denunciaba sin miramientos las cotidianas corruptuelas de
los políticos burgueses.
Confieso,
y sin rubor, que no obstante mis diferencias teóricas con Javier, en las
elecciones presidenciales del año 2006, voté por Javier para Presidente
de la República. Hoy con mucho orgullo reivindico, que mi voto fue parte del respetable
0.5% de votos dignos
obtenidos en esa oportunidad. (Ese 0.5% fue el embrión que en octubre de 2010
se transformó en más del 50% de los votos en apoyo a la Confluencia Fuerza
Social coordinada por Susana Villarán en
las Elecciones Municipales en Lima). Y también confieso, lo que ya es público,
que en abril de 2011, hice campaña por
los Candidatos
del Pueblo en las Elecciones Parlamentarias, y voté por Javier y otro
candidato del pueblo para el Congreso de la República.
Por
mi declarada posición socialista, y por lo tanto obligatoria y necesariamente
frente unitaria, ni en las elecciones del 2006, ni en las elecciones
del 2011, me dejé engañar ni sorprender por la demagógica campaña nacionalista
burguesa de Ollanta Humala, sintetizada
en el Plan de Gobierno de la llamada Gran Transformación, teñida en lo sustancial
de la nefasta herencia
“hayista-velasquista”, influencia con la cual el socialismo peruano no puede
rebajarse, ni menos confundirse.
Como
todos los que sentimos sinceramente la muerte de Javier, y que cada día vamos a
sentir la ausencia de Javier con mayor
intensidad, declaro que tengo muchas otras ideas y recordaciones que anotar,
pero el
tiempo apremia. Todos los que nos sentimos identificados con su causa,
con sus campañas de agitación, tenemos que estar presentes hoy día en las
calles de Lima, acompañándolo en su última lucha política parlamentaria, desde el
frontis del congreso en la Plaza Bolivar, contra el vetusto congreso. El pueblo
de Lima le dará un voto mayoritario de apoyo contra los mediocres
representantes de la decrépita clase burguesa.
Todos
los que nos sentimos solidarios con él, entendemos que su separación del
congreso, antes que denigrarlo, lo ha reivindicado, y lo ha engrandecido.
Notas.-
(*) Versión revisada, corregida y
ligeramente ampliada.
(**) Este es el tercer envío del mismo artículo, superando errores del
anterior.
(01) Para
mayor información sobre el desarrollo del movimiento estudiantil, recomiendo
ver libro de Edilberto Huamaní El
Movimiento estudiantil en la UNI, Fondo Editorial Universidad de Ciencias y
Humanidades, Lima 2011.
(02) Sería
muy largo anotar la numerosa cantidad de movilizaciones masivas en las cuales
los estudiantes de las universidades de Lima
participamos en esos años, ya sea por reivindicaciones propias de los
estudiantes, o en apoyo a los luchas obreras, magisteriales y de pobladores, o
de solidaridad con las luchas de los pueblos del mundo, especialmente con las
luchas del pueblo vietnamita y la defensa de la revolución cubana. En todas
esas jornadas de combate callejero, por
lo general coincidíamos con Javier Diez Canseco. El efecto nocivo de los gases
lacrimógenos, de los varazos policiales, y de los chorros de agua a presión, no
hacían distingos entre las diferentes
tendencias teóricas en que estábamos agrupados los estudiantes, a todos nos
caía por igual.
(03)
Palabras citadas por Víctor Cáceres en el
artículo Javier Diez Canseco y
¿Dónde está nuestra izquierda? Del 05 de mayo de 2013.
(04) Ibid.
El mundo evoluciona y las teorías también. En lo que viene (el tiempo apremia)debemos seguir trabajando por la unidad. Eso significa escuchar a todos los frentes y construir a partir de ello un nuevo camino. Liberarnos de clichés y dogmatismos aprendidos o mal aprendidos en todos estos años. Que el espiritu de JDC acompañe a los hombres y mujeres del Perú en dirección a un sueño realisable.
ResponderBorrarSaludos fraternos desde Canada.
“antes de unificarse y para unificarse es necesario empezar por deslindar los campos de un modo resuelto y definido”
ResponderBorrar“el partido se fortalece depurándose”.
La mala interpretación de estos pasajes del libro de Lenin ((¿QH?)causó múltiples estragos, por nuestra culpa.