lunes, 1 de febrero de 2016

DAVID AGUINAGA: REFLEXIONES SOBRE LA NATURALEZA DE LAS ELECCIONES DEL 2016, Movimiento por el Socialismo



A PROPÓSITO DE LA INSCRIPCIÓN DE LAS FORMULAS PRESIDENCIALES

REFLEXIONES SOBRE LA NATURALEZA DE LAS ELECCIONES DEL 2016

El lunes 11 de enero, los partidos y alianzas que participan en la actual lucha electoral terminaron por inscribir sus fórmulas presidenciales. No hubo mayores sorpresas, pero falta la inscripción de las listas parlamentarias, en las que es posible que se produzcan algunas novedades. Los aspirantes a la presidencia de la república constituyen una larga lista de 19 candidatos.

LA PROLONGADA CRISIS DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES DE LA DERECHA

La cantidad y variedad de participantes nos indica la extraordinaria "fragmentación política" que hoy existe. Sin embargo, en relación a los años del fujimorato debemos considerarla un avance. El gran problema es la naturaleza de estas elecciones, que están basadas en la fuerza del capital, en el poder de los capitalistas. Casi todos los candidatos son representantes de la gran burguesía tradicional o de la burguesía emergente. El pueblo tiene una participación marginal, en especial los trabajadores asalariados, la clase obrera, que no están representados directamente por ninguno de los candidatos presidenciales. 
Pero la historia no ha pasado en vano. Una vez más se puede constatar que los llamados partidos tradicionales de la derecha, surgidos en la etapa anterior a la revolución del 68, continúan atrapados en su crisis, iniciada en los años 80. Revelando los cambios económicos, sociales, demográficos y políticos, los partidos que se multiplican con relativa facilidad son los que representan directa o indirectamente a la burguesía emergente, capa social desarrollada desde las entrañas de los campesinos, que luego de haber quedado completamente libres de toda atadura semifeudal, inundaron las ciudades y se apoderaron de ellas, incluso de la gran ciudad limeña.
Los partidos como AP y PPC, que desde sus orígenes estuvieron vinculados a las capas medias y altas tradicionales, hoy más que nunca experimentan una profunda decadencia. Hoy también es inocultable la crisis del partido de Haya de la Torre, el APRA, que emergió en los años 30 del siglo XX, sobre la base del desarrollo de un movimiento de masas heterogéneo contra la vieja oligarquía, que capituló ante ella y se convirtió finalmente en la nueva expresión política de la burguesía tradicional. A estos partidos la historia ya los negó hace varios decenios. La lucha democrática contra el fujimorismo -ante la extrema debilidad de los trabajadores y la crisis de la izquierda- les posibilitó "recuperarse", pero solo para prolongar su agonía. La victoria contra el fujimorismo fue un gran paso adelante, pero al mismo tiempo abrió las puertas a una relativa restauración de aquella superestructura que había sido negada por el velasquismo y, de alguna manera, también por el fujimorismo en los años 90. Desde el 2000, los miembros de esos viejos partidos políticos se convirtieron nuevamente en protagonistas activos, en altos funcionarios, o en los "garantes" de la democracia.
AP, el partido de Fernando Belaúnde, es un partido fantasmal; su candidato, Alfredo Barnechea, está planteando propuestas integrales desarrollistas, pero con la letanía de un intelectual que expresa los ecos de sectores sociales dominantes y políticos en desgracia. Lourdes Flores, líder del PPC, un partido históricamente muy vinculado a la gran burguesía tradicional, pero incapacitado congénitamente para comprender y reflejar la nueva composición demográfica del Perú post velasquista, se ha unido al más pendenciero de los candidatos con el objetivo de salvar su partido. Con el cinismo extremo que lo caracteriza, a pesar de las numerosas evidencias de corrupción durante su segundo gobierno, Alan García postula de nuevo. El APRA es el único sobreviviente de los viejos partidos tradicionales de la derecha de envergadura nacional, aunque ya no tiene la fuerza de otros tiempos, ni siquiera en su "sólido norte". Allí ha sido desplazado por el movimiento emergente de Cesar Acuña. Alan García participa confiando en sus habilidades de político, orador y con la certeza de contar con el apoyo de la gran burguesía (y las trasnacionales) que tienen el poder real en el Perú.

SIGNIFICADO HISTÓRICO DE LOS PARTIDOS Y MOVIMIENTOS EMERGENTES

Expresando el desarrollo de la sociedad y los cambios producidos luego de la revolución del 68, precipitados por los horrores de la guerra interna desencadenada por Sendero, en 1990 llegó al poder el movimiento político liderado por Alberto Fujimori. Fujimori, no muy conscientemente, expresaba a la burguesía emergente, pero luego se convirtió en el instrumento del militarismo, de la gran burguesía y las transnacionales. Este fenómeno político, que expresaba concentradamente las aspiraciones de la burguesía emergente, se repitió en los años 2000-2001, con Perú Posible de Alejandro Toledo; luego el 2006 y 2011, con el nacionalismo de Ollanta Humala. En la actual elección se asoma un movimiento similar, con APP de  Cesar Acuña. Aunque de un modo más híbrido y difuso también se expresa en Solidaridad Nacional, liderado por Castañeda y José Luna. Estos movimientos se replican en cada una de las regiones y localidades de todo el país.
La burguesía emergente de origen campesino está en el poder desde el 68, y desde entonces se ha extendido y  fortalecido en cada coyuntura. Casi nadie se dio cuenta de que su primera victoria electoral fue con Fujimori, la siguiente con Toledo en los años 2000 y 2001 y con Humala en los años 2006 y 2011. Con Toledo y, en particular, con Humala no solo llegaron al poder burgueses emergentes, sino toda suerte de pequeñoburgueses emergentes que repentinamente y "de la nada" llegaron a tener influencia en los diferentes niveles del Estado, en el ámbito nacional, regional, local y universitario, desplazando a políticos e intelectuales vinculados a las capas medias tradicionales. 
En los últimos lustros, las elecciones regionales y municipales, en su mayoría, fueron ganadas por estas capas burguesas y pequeñoburguesas. Estos procesos fueron un subproducto de la revolución velasquista del 68, de las luchas campesinas que la precedieron y de la guerra desencadenada por Sendero, que ciertamente liquidó las energías revolucionarias acumuladas por varias generaciones, pero también  profundizó la crisis de la superestructura. Fueron consecuencia de los cataclismos sociales ocasionados por el neoliberalismo y resultado de las grandes movilizaciones populares desarrolladas desde fines de la década del 90, durante la caída del fujimorismo. 
Los políticos e intelectuales vinculados a las viejas clases dominantes, hasta ahora, no comprenden estos procesos, aunque sospechan que algo profundo ocurrió. La historia siguió avanzando. Los burgueses emergentes y sus organizaciones políticas, una vez que llegaron al poder (nacional, regional, local, universitario), por lo general, actuaron con extrema mediocridad y con las mismas ambiciones por el dinero que la burguesía tradicional. Valiéndose de esta situación generalizada, que se ha expresado en mil formas de hacer fortuna asaltando las arcas del Estado, la gran burguesía ha desencadenado una intensa campaña contra la corrupción de todos estos burgueses y pequeñoburgueses emergentes, naturalmente siempre resguardando sus intereses y la de sus representantes más confiables. El objetivo de esa campaña ha sido -y sigue siendo- pretender imponer su dominio total en la superestructura política del país.

NATURALEZA DE LOS VIEJOS Y NUEVOS RENOVADORES DE IZQUIERDA

Con efectos diferenciados en el tiempo, los cambios ocurridos en el país desde 1968 no solo provocaron la crisis histórica y política de los viejos partidos de la derecha, sino también de los sectores de izquierda, en particular de la llamada nueva izquierda que emergió en los años 60, impulsada predominantemente por hombres y mujeres que provenían de las antiguas capas acomodadas. 
Porque el socialismo mundial entró en crisis y por los efectos traumáticos de la guerra interna en el país, el socialismo de aquella "nueva izquierda" se evaporó. La mayoría de los viejos luchadores por el socialismo se transformaron en liberales casi convictos y confesos. En los últimos lustros, ubicados en diferentes niveles de la Academia y el Estado, sacando provecho de la rápida crisis de los emergentes y de su mediocridad manifiesta, ganaron nuevos espacios en la sociedad. Ayudados en múltiples formas por la gran burguesía tradicional, actuaron como los intelectuales, los analistas y los operadores políticos, hasta fueron elevados al pedestal especial de convertirse en la moral de la democracia. Actuaron como los abanderados de las nuevas luchas progresistas, de las justas luchas por los derechos civiles y otras similares. Algunos han actuado abiertamente como demócratas liberales, mientras otros se han presentado como los renovadores de la izquierda. 
Pero la historia no podía detenerse. Muy pronto se descubrió que detrás de los discursos de casi todos los ideólogos y políticos principales de las tendencias "renovadoras" de la izquierda se escondían los retoños de las viejas capas medias y altas tradicionales que, ante la "invasión" de los mediocres emergentes, de los que aquellos llaman los "horrorosos", actuaban como los escogidos por la divinidad. Libres de todo tipo de atadura moral socialista que los obligara a algún compromiso colectivo, orientados por las múltiples ideas liberales, actuaron con individualismo y, en los momentos más críticos, asumieron conductas extremas e irracionales. 
Estos "progresistas de izquierda" fueron los que por una casualidad de la historia llegaron a la MML. Con toda su experiencia, conocimientos y vínculos sociales impulsaron reformas progresistas muy importantes para la ciudad de Lima, pero su gran limitación histórica fue que se mantuvieron atrapados por sus recuerdos y entornos sociales de orígenes aristocráticos o semi aristocráticos. En gran medida por no poder desprenderse de esos orígenes, a pesar de impulsar un programa avanzado para la ciudad, perdieron el poder municipal.  Ahora, varios de ellos, se están integrando a proyectos políticos que hasta hace pocos meses condenaban.
El  caso más "sorprendente" es el viraje de Susana Villarán. En su juventud- como muchos otros-, dando un paso adelante, estuvo vinculada a la izquierda cuasi socialista; en los últimos decenios asumió un papel progresista importante en la lucha democrática general y lideró las fuerzas progresistas que estuvieron en el  poder municipal. En todo este tiempo, ser defensora permanente de los derechos humanos fue valorado como su cualidad principal; por esta razón su decisión de acompañar en la lista presidencial a un hombre como Urresti, sospechoso y acusado de violar los DDHH, ha representado un duro golpe para los sectores democráticos y progresistas y es probable que a ella la liquide políticamente. Es inocultable que sufrió un acoso permanente, tanto de la derecha más reaccionaria como de varios partidos de izquierda; ante esta presión finalmente actuó con la irracionalidad de una liberal de origen aristocrático en crisis, que ya no puede comprender el pasado, ni el presente y menos el futuro.
Las noticias de los "virajes" sorprendentes en la "izquierda" hasta ahora están protagonizadas principalmente por algunos militantes y dirigentes de Fuerza Social. Además de Susana, está Vladimiro Huaroc que se integró al fujimorismo, otros estarían por aparecer en las filas de PPK y no pocos se estarían sumando a Julio Guzmán ("renovador" que en el pasado habría pertenecido también a Fuerza Social). Con toda seguridad ahora todos estos demócratas liberales deben sentirse más cómodos que estar en proyectos de alianza con partidos y grupos que se proclaman de izquierda. 
Pero, la irracionalidad no solo es de aquellos demócratas liberales que hoy se pasan  a las fuerzas derechistas, sino también de aquellos que, como los líderes de Tierra y Libertad (organizadores principales del Frente Amplio), por las mismas razones sociales, ideológicas y morales señaladas, han practicado tercamente un autismo político que, desde el lanzamiento del Frente Amplio,  solo ha conseguido victorias pírricas y como se sabe, por lo general, este tipo de triunfos solo representan la antesala de una gran derrota. 

En el proceso electoral 2016, la táctica de unir a todas las fuerzas de izquierda reconociendo su múltiple variedad y respetando a cada espacio político y, sobre esa base, llamar a otras fuerzas democráticas para luchar por un gobierno progresista, democrático y patriótico no tuvo eco en las filas del Frente Amplio.
Los gravísimos errores de dirección en el campo de la izquierda y las efiniciones más sólidas de las capas sociales, especialmente las intermedias, y sus tendencias políticas democráticas, hicieron inviable como salida política la lucha por un gobierno progresista, democrático y patriótico, sustentado en un frente progresista muy amplio.
Asimismo, no cuajó la última alternativa de pelear por la unidad de la izquierda en un solo bloque electoral para defender el espacio del campo popular y levantar bien en alto las banderas de lucha que nos han unificado en los últimos 25 años, para defender la dignidad de la izquierda, confrontando a la derecha neoliberal antipopular y vende patria. Se apostó por perfilar un proyecto político propio.

LOS PLANES DE LA GRAN BURGUESÍA EN LAS ACTUALES ELECCIONES

La gran burguesía tradicional, sus operadores políticos e ideólogos, tratando de sacar el máximo provecho de la enorme decepción provocada por el nacionalismo -y también de las frustraciones provocadas por los procesos políticos organizados por la izquierda-, utilizando sus medios de comunicación, en particular el poder mediático del Grupo el Comercio, ha creado una realidad política favorable a sus intereses. Su control de los medios de comunicación, en particular de la televisión, estupidiza a toda la población, de manera particular es nociva la influencia ideológica y moral de estos medios para los trabajadores, que fácilmente son víctimas de la enajenación  por el estado de fatiga en la que se encuentran por las terribles condiciones de vida engendradas por la explotación y opresión imperante. Sobre estas bases estructurales, la gran burguesía y sus operadores actúan paran direccionar las elecciones.
Apoya principalmente al fujimorismo y a la reciente alianza del APRA y el PPC (que sin duda debe haber sido alentado por los poderosos del país); también respalda a otros candidatos derechistas, a todos los que puedan darle a las elecciones una apariencia de ser completamente democráticas. Entre los nuevos, destaca el apoyo -cada vez con menos disimulo- al "renovador" Julio Guzmán, quién habla con elocuencia sobre muchos de los evidentes síntomas de los males de la sociedad peruana, pero ocultando de manera consciente a los responsables directos, a los capitalistas, tal como lo hacen los demás candidatos a los que tanto crítica. Este mismo grupo mediático, al servicio de la gran burguesía, también inundó los espacios de la izquierda para intentar acabar con sus "viejos" líderes políticos e intelectuales (en realidad muchos de ellos ya se habían liquidado voluntariamente); fue descarada la intervención que realizó para cerrarle el paso en el mismo seno del Frente Amplio a su líder y fundador Marco Arana, facilitado, sin duda, por su ecologismo cuasi fundamentalista y su persistente sectarismo político.
Todo estaba calculado para garantizar la victoria de cualquiera de los tres primeros (Keiko, Alan o PPK). Pero, nuevamente la derecha tradicional fue sorprendida por un nuevo representante de la burguesía emergente, por APP de Cesar Acuña. Ahora, existe la posibilidad de que este partido pase a la segunda vuelta y se genere un escenario no previsto por los que tienen el poder principal en el país. Muchas voces provenientes de las elites tradicionales plantean sacarlo de la carrera electoral.  La cuestión es que cuanto más tiempo pase será más difícil que lo hagan. Además, que si bien es cierto que APP está ocupando los espacios que hasta hace poco fueron del toledismo y el nacionalismo, cada día es más evidente que puede ser el alma gemela del fujimorismo.
No es posible saber los resultados finales. Sin embargo, lo que sí ya es transcendente es que este movimiento al concentrar a amplios sectores de la burguesía emergente y la pequeña burguesía, además de restringir las posibilidades del Partido Nacionalista y Perú Posible, está empujando a una mayor crisis a los partidos burgueses tradicionales como AP, PPC y hasta amenaza con empequeñecer al APRA, como ya lo hizo en norte del país. Asimismo, lo que tampoco habían previsto los intelectuales de la izquierda es que los avances de este nuevo movimiento emergente amenaza con convertir a los viejos y nuevos "renovadores" de la izquierda en casi completos artificios sociales y políticos; como, en cierto modo, ya les ocurrió a los intelectuales progresistas que respaldaron a Humala, que hasta el año pasado estaban convencidos que sus programas avanzados tenían el futuro asegurado.
Como sospechando el futuro sombrío que les podría deparar la historia, los del PPC se han refugiado en el APRA.  Por otra parte, en última instancia revelando también el mismo fenómeno, personajes vinculados a las élites tradicionales y a las luchas democráticas anteriores, como Anel Townsend, se unen al partido ascendente de APP. No está descartada la posibilidad de que otras personalidades del mismo signo la sigan,  entre otras cosas, como una manera de evitar la victoria del fujimorismo o aprismo.
En estas elecciones se está expresando el poder de la gran burguesía tradicional y de la burguesía emergente, cuyo nuevo candidato alardea de su riqueza. Estos dos sectores de la burguesía se dividirán el poder, como ya lo han hecho desde hace varios lustros. En los próximos días y semanas, la lucha en las alturas entre todos los partidos, entre los dos sectores de la burguesía será intensa. La pequeña burguesía como clase está condenada simplemente a seguir a una u otra de estas fracciones. Los trabajadores, los proletarios, que se han multiplicado en los últimos decenios y ciertamente han avanzado sindicalmente, en su mayoría aún no están en condiciones de actuar con independencia de clase frente a la burguesía y la pequeñaburguesía porque están enajenados por el sistema. Felizmente,  los hombres y mujeres de vanguardia que han dado algunos pasos adelante en su proceso de emancipación, tienen una mayor influencia en sus hermanos de clase.
En este contexto electoral, las fuerzas de izquierda están dominadas principalmente por demócratas pequeño burgueses, que se proclaman como izquierda popular, nacionalista, ecologista y socialista. En sus filas abundan sin duda los progresistas y defensores de los intereses del pueblo y la patria, y también activan hombres y mujeres que sinceramente luchan por el socialismo. Sin embargo, la mayoría de los movimientos de izquierda están hegemonizados por tendencias que no reivindican el socialismo de los trabajadores. Los que se presentan como los "provincianos", a pesar de su discurso más radical y definidamente antineoliberal, no dejan de expresar las aspiraciones de aquellos sectores "populares" que, al convertir en el eje principal de su lucha la defensa de los "productores", revelan las aspiraciones de los que pretenden convertirse en nuevos capitalistas emergentes. Mientras los "renovadores" de la izquierda limeña, que ciertamente han cumplido o desempeñado un papel progresista en los últimos años, han sido arrastrados a políticas erráticas por su liberalismo cada vez menos disimulado, llegando a actuar irracionalmente como consecuencia de conservar en sus genes la herencia de las ideas y sentimientos de las antiguas capas aristocráticas.

LA LUCHA POR LA UNIDAD DEL PRESENTE Y FUTURO

La naturaleza de las actuales listas presidenciales nos revela que existe una crisis de representación política. En lo más profundo, sin embargo, el gran problema histórico es la naturaleza de la crisis estructural de la sociedad peruana. Hace mucho tiempo se resolvieron los problemas de los rezagos de la semifudalidad. Los problemas del Perú ahora son producto del desarrollo capitalista. Si hoy, para sorpresa de los "sabios" de las élites dominantes -y de la pequeña burguesía-, proliferan los partidos y movimientos de la burguesía emergente, es porque a nivel extensivo sigue predominando el capitalismo cuasi artesano. A pesar de todas sus limitaciones estructurales, el nuevo impulso del desarrollo del capitalismo industrial representa un importante paso adelante que de todos modos recibe el impacto de las potencialidades de la revolución industrial cibernética que, como ocurre en todo el mundo, ha representado un progreso extraordinario para la sociedad peruana, pero al mismo tiempo está engendrando los más diversos traumatismos sociales. Por ahora, nos encontramos en una etapa transicional hacia una etapa más avanzada. En un escenario que va más allá de las elecciones. Se vislumbra que los protagonistas sociales principales de la lucha serán los capitalistas y los trabajadores, y a nivel político serán los representantes de esos capitalistas y los socialistas, como los defensores de los trabajadores. Quedarán en el camino todos los supuestos renovadores de la izquierda y también aquellos revolucionarios que no se adapten a las nuevas exigencias de la historia.   
Nuestro Movimiento Voz Socialista (hoy Movimiento por el Socialismo) ha desarrollado una lucha activa desde fines de los años 70. En los niveles intermedios y de base actuó en el seno de Izquierda Unida. En los últimos decenios, gracias a la unidad práctica con los "viejos" y "nuevos" actores, tenemos conocimiento de la evolución de la mayoría de los partidos y grupos de izquierda, de manera casi directa conocemos la historia de casi medio siglo de la izquierda y del movimiento socialista. Sobre la base de esta experiencia práctica y de nuestras reflexiones permanentes, podemos decir que efectivamente la llamada vieja izquierda, socialista y cuasi socialista, está en profunda crisis. Pero, también sabemos que en el seno de casi todas sus organizaciones se mantiene latente el espíritu revolucionario socialista. Mientras que los nuevos renovadores de izquierda, que en los últimos años actuaron con un espíritu más progresista y ágil que los viejos aparatos de la izquierda, revelan cada vez más claramente su carácter liberal, sus ideas y praxis social que en no cuestionan los fundamentos del sistema imperante. 
Ante las mayores exigencias de la historia, los renovadores de izquierda han mostrado una extraordinaria precariedad. Incluso, en lo más profundo asumen una posición reaccionaria frente a la historia: al negar el carácter progresivo de la gran industria, al oponerse o minimizar la imperiosa necesidad de una nueva etapa de industrialización del país y negar el papel transformador y revolucionario de los trabajadores, en particular de la clase obrera. Los trabajadores de vanguardia han comenzado a tomar consciencia de la naturaleza de estas tendencias. Muchos sectores de la vanguardia obrera, así como de otros sectores populares, se entusiasmaron ante la posibilidad del renacimiento de la izquierda. Luego de conocerlos por dentro, han comenzado a darse cuenta de que los progresistas de izquierda de hoy tienen muchas costumbres y mañas de las viejas y nuevas clases dominantes y que realmente no cuestionan al sistema capitalista.
En estas elecciones no será posible conquistar un gobierno democrático progresista. Pero la lucha por las grandes reformas continúa plenamente vigente. Por lo tanto, también está vigente la lucha por la unidad con todas aquellas fuerzas progresistas que realmente están por el progreso de la sociedad. En el presente, las fuerzas de izquierda debemos seguir luchando en todos los espacios posibles por una mayor democratización del Estado y del conjunto de la sociedad; por el reconocimiento del carácter plurinacional de nuestra Patria; por la industrialización como eje fundamental de cualquier proyecto de desarrollo de la sociedad que respete el medio ambiente, los derechos de los pueblos originarios y la integridad de los derechos de los trabajadores.  
Nuestro Movimiento por el Socialismo, al igual que los trabajadores más conscientes, en esta compleja lucha electoral, distingue de manera clara a los progresistas de los representantes de la derecha cavernaria, vieja o nueva. Apoyaremos a las fuerzas de izquierda. Pero las circunstancias particulares de gran dispersión y de crisis de la izquierda nos obligan al mismo tiempo a tomar estas elecciones como una oportunidad para profundizar nuestras reflexiones, con la finalidad de contribuir en un nivel más avanzado con la lucha de los trabajadores. Nuestro objetivo fundamental es conquistar el socialismo. Estamos dispuestos a seguir bregando por la unidad de todos los socialistas y a unirnos con todos las fuerzas populares y patrióticas para luchar por la emancipación de nuestra Patria, único camino que hará posible que nuestro pueblo, soberanamente, pueda construir la nueva sociedad socialista. Con ese espíritu y convicción, ratificamos nuestra firme voluntad de perseverar en la unidad, para la lucha presente y la del futuro.

Lima, 12 de enero de 2016.

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